Trump, Irán, el fin de la diplomacia y el espejo argentino – Por Jorge Elbáum

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.Por Jorge Elbáum*

Donald Trump anunció el abandono de Estados Unidos del acuerdo conocido como 5+1, orientado a controlar el proceso de enriquecimiento de uranio de la República Islámica de Irán, firmado en Viena el 14 de julio de 2015. En aquella oportunidad, los firmantes se responsabilizaban a cesar las sanciones económicas contra Irán y los persas a discontinuar su proceso de obtención de uranio enriquecido para fines bélicos.

Los firmantes del acuerdo fueron los integrantes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas más la adhesión de Alemania. El retiro de Trump es el último capítulo de la ofensiva de la derecha estadounidense e israelí que se asociaron para deslegitimar el memorándum de entendimiento de Argentina con Irán. Ambos actores, con ayudas jurídicas y mediáticas, más la complicidad de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) y la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), lograron clausurar el intento de llevar a cabo las indagatorias, imprescindibles para darle continuidad al juicio del atentado contra la segunda en 1994.

Ambos intentos de negociación diplomática fueron iniciados paralelamente. En el caso del memorándum de entendimiento, firmado por el canciller Héctor Timerman en Addis Abeba (Etiopía), nunca llegó a cumplirse debido que las autoridades de Teherán jamás lo avalaron y fue desestimado a través de una declaración de inconstitucionalidad de la Corte Suprema. La finalización del acuerdo decretado el último 8 de mayo por Donald Trump, sin embargo, no ha generado ninguna causa por encubrimiento o traición a la patria contra Obama, del tipo de las sufridas por la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, Héctor Timerman, Carlos Zannini y otros militantes populares.

La acusación de Nisman fue contemporánea con la ofensiva de Netanyahu y los republicanos contra el 5+1.

La decisión tomada por el Trump responde a las demandas del complejo militar industrial –necesitado de continuar con la exportación de armas a la región—, Arabia Saudita e Israel. En el primer caso, la política proteccionista del magnate neoyorquino ha decidido expandir la producción bélica como mecanismo para achicar la brecha del creciente déficit comercial y su desindustrialización interna.

Por su parte, la monarquía saudí –aliada de Washington en la región— mantiene una disputa político-religiosa con Teherán por el control hegemónico del mundo musulmán, que se expresa, entre otras formas, en una guerra civil dentro de Yemen (al sur de la península arábiga) donde se enfrentan chiítas apoyados por Irán, contra sunitas avalados por el príncipe Salmán. En el caso de Israel, el centro de la disputa es su seguridad nacional, desafiada por milicias chiítas pro-iraníes acantonadas en el sur del Líbano (limítrofe con el Estado judío) y las tropas de Teherán desplegadas en Siria, que participan de la guerra civil apoyando a Assad.

Disparen sobre Tel Aviv y Teherán

El eje Washington / Riad / Tel Aviv cuestionó a Barack Obama desde que inició las conversaciones orientadas a firmar el acuerdo. Esos tres actores buscan el aislamiento de Teherán y la ruptura de su bloque implementado recientemente con Rusia y Turquía, destinado a superar la guerra en Siria. La ruptura del acuerdo anunciado por Trump supone, además, el deterioro de la alianza estratégica entre Estados Unidos y Europa: Washington advirtió que serán sancionadas las empresas europeas que comercien con Irán, por parte de los organismos que rigen el Tesoro y las finanzas multilaterales.

Esta amenaza generó una rápida respuesta por parte de los mandatarios europeos, signatarios del tratado, quienes anunciaron un encuentro con los gobernantes persas el martes 14 en Bruselas. Por su parte, el ministro de Economía de Francia, Bruno Le Maire, abogó por el restablecimiento de una “soberanía económica europea”, en clara contraposición a los mandatos de Washington.

Le Maire subrayó que “es hora de que Europa convierta las palabras en acción”, con el objetivo de hacer valer la continuidad de los compromisos suscriptos en 2015 con Teherán, en el tratado 5+1, cuya nominación formal es Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA, por sus siglas en inglés). Las autoridades parisinas advirtieron en un comunicado oficial que se opondrán a las sanciones contra las compañías galas que tengan negocios con Irán. Francia fue explícito al señalar que las empresas comunitarias “no deben pagar por la salida unilateral de Washington de un convenio preparado con su participación”.

Una de las consecuencias del retiro del 5+1 supone la continuidad del deterioro de la alianza entre Washington y Bruselas, históricos aliados dentro de la OTAN. Los medios de comunicación europeos optaron por un cuestionamiento a la decisión autónoma de Trump y una caracterización sarcástica sobre el magnate peligrosamente impredecible: la BBC de Londres ofreció un fragmento de las declaraciones de Trump del último viernes, en la ciudad de Elkhart (Indiana), donde señaló: “Espero poder llegar a un acuerdo con ellos [Irán], un nuevo acuerdo, un buen acuerdo, un acuerdo honesto, que sea mejor para ellos. Pero no podemos permitirles que obtengan armas nucleares”.

La emisión incluyó memes que acompañaban las imágenes interrogándose acerca del equilibrio psíquico del primer mandatario. En el tramo final de sus declaraciones concluyó: “Debemos poder acceder a las instalaciones [nucleares de Irán] e inspeccionarlas. Tenemos que poder entrar a sus bases militares, para ver si están mintiendo o no (…) Por supuesto, estamos seguros de que no engañan a nadie. Es solo por si acaso”.

Una parte central del acuerdo fracturado por Trump incluía la continua auditoria y el control de las plantas de centrifugado, provistas originalmente por empresas alemanas, hecho que explica la participación de Berlín en la firma del 5+1. El desarrollo de la tecnología persa se sustentó en la cooperación alemana, sobre todo a través de las corporaciones germanas BASF, Lurgi, Krupp, Siemens, ZF Friedrichshafen, Mercedes, Volkswagen y MAN. Sin embargo, Merkel continúa siendo una de las aliadas más consecuentes de Israel en los foros internacionales.

La contribución alemana al avance tecno-bélico iraní nunca generó un ataque de tales dimensiones como el que fue motorizado por el Likud (el partido de derecha de Netanyahu) y los republicanos contra Cristina Fernández, Timerman y Zannini. Los niveles de saña alcanzados a nivel local, a través de la AMIA y la DAIA –instrumentados bajo pretexto de la causa de encubrimiento del memorándum y de la muerte del fiscal Nisman— tuvieron que ser momentáneamente suspendidos la última semana debido a un escándalo de abuso sexual y extorsión protagonizado por uno de sus (republicanos) instigadores, Ariel Cohen Sabbán.

Lecturas estratégicas

El organismo encargado de supervisar lo pactado es la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), y su coordinador es Tero Varjoranta, quien debió renunciar por la presión de EEUU. Su sustituto, designado por sugerencia de la Comunidad Europea, es Massimo Aparo, quien confirmó que su equipo de contralor y auditoria publicará su próximo informe sobre la actividad nuclear iraní en dos semanas. Por su parte, el ministro de Exteriores persa, Javad Zarif, adelantó que intentará darle continuidad al acuerdo e informó que realizará una gira por China, Rusia y Bruselas para garantizar que el pacto asuma las características de un 4 + 1.

Irán tiene un cuádruple frente de conflicto en la actualidad: por un lado, el referido a su participación en la lucha contra ISIS (DAESH), Al-Qaeda y el Ejército Libre Sirio, en respaldo de Hafez al Assad. Por el otro en Yemen, donde participa de una guerra civil contra los sunitas, estos últimos avalados por Saudiarabia. En tercer término, en el Líbano, como soporte de las milicias político-militares de Hezbolá. Por último, con Israel, ante el que emplazó las tropas de elite de los guardianes de la revolución islámica, Al-Quds, comandadas por Qasem Soleimaní.

La presencia de Irán en El Líbano y Siria supone –para Tel Aviv—un desafío estratégico a su seguridad nacional y una línea roja que explica el ataque aéreo contra la base aérea siria de Tiyasel el 9 de abril y el intercambio de misiles y bombardeos posteriores.

Según Robert Malley, ex asesor de Obama y uno de los responsables en las conversaciones previas al acuerdo con Irán en 2015, la decisión de Trump aísla a Washington y condena a las empresas que han entablado acuerdos comerciales con Irán a romper sus contratos o desafiar a Estados Unidos. “La pelota se ha movido del terreno de juego estadounidense al europeo e iraní. Allí es donde se tomarán las decisiones”. Para Malley, Bruselas hará el máximo esfuerzo para “salvar el acuerdo”. Y para lograr ese cometido, Europa ofrecerá a Irán “una protección de los beneficios económicos que Irán esperaba del acuerdo”, para garantizar su continuidad.

Malley subrayó que “ninguno de los argumentos [de la decisión de Trump] se basan en la realidad. La mejor manera práctica de garantizar que Irán no tenga un arma nuclear es permanecer en el acuerdo”. Malley, que fue además entre 2010 a 2014 el director de la agencia encargada de sancionar a Irán (en forma previa al tratado de Viena) concluyó una exposición frente a académicos y periodistas con la siguiente afirmación. “El mundo es menos seguro y se incrementa significativamente la posibilidad de un enfrentamiento militar”.

Los bombardeos a Siria por parte de la coalición francesa, británica y estadounidense, sumados al traslado intempestivo de la embajada de Estados Unidos a Jerusalén –rompiendo el status quo que postulaba a esa ciudad bajo de un paraguas de futuras negociaciones relacionas con el fin de la ocupación y la concreción de un Estado Palestino soberano—, y la reciente incorporación de Israel al conflicto, muestran que Malley parece entender algo del tema.

En ese marco, Macri visitará Israel a mediados de mayo para participar de los festejos de la séptima década de la independencia. Su participación en una zona en guerra contribuirá, sin dudas, a brindarle un poco de paz frente a las corridas bancarias, las exigencias del FMI, los bombardeos retóricos de (la diputada oficialista) Elisa Carrió y una efervescencia popular que elevan diariamente el termómetro del cansancio social con la misma rapidez que el precio del dólar y la inflación. Los intercambios de misiles y las amenazas nucleares de la zona quizás le provean la armonía que los globos y el optimismo no pudieron prender en Argentina.

Los paralelismos entre ambos tratados muestran enemigos simultáneos: las derechas estadounidenses e israelí guiaron al (suicidado) fiscal argentino Alberto Nisman, DAIA y AMIA para sabotear cualquier acuerdo que permitiese la continuidad del juicio y perseguir a sus gestores. También orientaron a Trump para quebrar el acuerdo. Pero en Washington no se les ocurre encarcelar funcionarios de mandato vencido por antagónicas decisiones políticas.

*Sociólogo, doctor en Ciencias Económicas, analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)


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