Las universidades del conurbano bonaerense a la luz de la reforma universitaria – Por Alejandro Villar
Por Alejandro Villar, rector de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ)
A cien años del Manifiesto Liminar, las casas de altos estudios de la región metropolitana expanden la oferta académica, transformando su territorio.
Conscientes de vivir un momento histórico trascendental, los dirigentes del movimiento de la Reforma Universitaria que tomó lugar en Córdoba en junio de 1918 proclamaban: “Hombres de una República libre, acabamos de romper la última cadena que, en pleno siglo XX, nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica (…) Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana”.
Aquel movimiento fue claramente comprendido por el Presidente Hipólito Yrigoyen que le brindó su apoyo con lo que comenzó un proceso de transformación de la universidad argentina, cuya dinámica se mantiene hasta la actualidad.
Aquella gesta y su convocatoria generaron un impacto trasformador que recorrió y estremeció a América Latina, y en particular a sus universidades. Entre sus postulados más célebres se encuentra la autonomía universitaria, cuya doctrina se encuentra viva y constituye uno de los principales pilares de la universidad latinoamericana, entre las que se encuentran las jóvenes universidades del conurbano bonaerense.
Durante su discurso de clausura del Primer Congreso Nacional de Estudiantes Universitarios, Deodoro Roca afirmó en 1918: “la universidad con que soñamos no podrá estar en las ciudades. Sin embargo, acaso todas las ciudades del futuro sean universitarias; en tal sentido las aspiraciones regionales han hallado una justa sanción”. Esas aspiraciones regionales son las que han forjado las ciudades universitarias del futuro a las que se refería Deodoro. Localizadas en las grandes urbes pero también en la región metropolitana de Buenos Aires, donde se concentra el 35% de la población argentina.
Treinta y un años después de aquella gesta, en 1949 el presidente Perón se sancionó el Decreto N° 29.337 por el que se abolían los aranceles universitarios, dando lugar a otro de los pilares del sistema universitaria argentino: la gratuidad.
El proceso expansivo universitario de los años noventa del siglo pasado generó la creación de siete nuevas universidades en el país, la mayoría de las cuales se asientan en el conurbano bonaerense. Entre éstas se encuentra la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Su ley de creación data del 29 de septiembre de 1989 y su normalización sucedió poco más de tres años después: el 12 de diciembre de 1992. A comienzos de este siglo, en 2009, se crearon otras cinco universidades nacionales en ese territorio.
Estas nuevas universidades se caracterizan por el estrecho vínculo con su territorio procurando tener en cuenta sus necesidades educativas, sociales, culturales, científicas, tecnológicas y económicas. Esta es, entonces, la principal matriz y su motor a lo que se suma la especial atención a los sectores más vulnerables con políticas de inserción y retención.
En este sentido, la capacidad transformadora que tienen estas universidades en su territorio se exhibe en un dato que se destaca en la mayoría de las instituciones públicas del conurbano: hasta un 80% de los estudiantes que asisten son la primera generación de sus familias en acceder a estos estudios. A su vez, en universidades como la nuestra -que ya llevan casi treinta años de vida- se puede observar como parte de aquellos estudiantes hoy son docentes, investigadores y autoridades electas de la institución que los vio crecer.
En conexión íntima con lo local, las universidades del conurbano no dejan de lado su pertenencia al mundo global que caracteriza al conocimiento y la educación. Se vinculan desde sus territorios contribuyendo a la internacionalización de la educación superior. Se trata de uno de los pilares fundamentales para garantizar la calidad académica, en un contexto de promoción de iniciativas de integración regional e interregional. Así, estas jóvenes universidades cuentan con programas de movilidad e intercambio, y cooperación académica y científica.
A cien años de la Reforma Universitaria, y en tiempos en que soplan vientos de recortes presupuestarios, parece casi anacrónico y distópico escuchar aún voces que cuestionan la existencia y creación de universidades públicas, en particular en el conurbano bonaerense. En especial, considerando tanto el papel del conocimiento para el desarrollo económico como el de la educación para la formación ciudadanos con pensamiento propio, creativo y crítico.
Así, lejos del modelo de universidad en su torre de marfil (dogmática, aislada de la sociedad y no pertinente) que denunciaban los estudiantes en 1918, sosteniendo la gratuidad y garantizando inclusión con calidad, las instituciones universitarias del conurbano bonaerense se constituyen en agente transformador de su territorio, contribuyen a la formación de ciudadanos sólidamente formados como profesionales así cómo al pensamiento crítico a la vez que generan conocimiento e innovación tecnológica, elementos centrales para un país que demanda un mayor desarrollo económico con inclusión y equidad.