El Salvador | FMLN: La herencia en disputa- Por Cesar Saravia, especial para Nodal

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.por Cesar Saravia*

Hablar del FMLN es siempre complicado, sobre todo por las pasiones que levanta, algo normal si consideramos lo que representa en la historia de lucha reciente de El Salvador. Hace unos días una compañera argentina me decía “después del golpe que fue la dictadura, a muchos la lucha del FMLN nos hizo volver a creer que se podía”, algo que me hizo dimensionar el peso histórico del partido en el contexto latinoamericano. Esta mística, ha sido tanto fortaleza como debilidad. Fortaleza porque le permitió al Frente durante años posicionarse como el referente del pensamiento progresista en el país. Debilidad, porque en muchos casos ha generado un muro poco permeable a la crítica y la autocrítica.

El momento político actual es complejo. Por un lado, la derecha avanza en todo el continente con la bandera de una nueva etapa de ajuste, amenazando las conquistas sociales que se lograron en los últimos años. Lo vimos en Brasil con el golpe de Estado a Dilma y el cuestionado proceso judicial a Lula. En Argentina, Macri logró en dos años aumentar la pobreza y poner al país de rodillas frente al Fondo Monetario Internacional. En Colombia, luego de un proceso de paz que generó expectativas, decenas de líderes sociales han sido asesinados como estrategia para eliminar la resistencia a los proceso de expansión del capital. Como tal, la ola conservadora es una realidad, una sobre la cual el FMLN y la izquierda salvadoreña deben navegar.

Las elecciones del 4 de marzo fueron un claro mensaje, hay un descontento con el FMLN, en algunos casos, hay enojo, y hoy más que nunca, la posibilidad de que la derecha vuelva al poder es real. Ya tienen el control del legislativo y lo han tenido del poder judicial, y ni hablar de los medios de comunicación masivos. Si a lo anterior sumamos el rol funcional que ocupa Nuevas Ideas, del ex alcalde Nayib Bukele, que ya en las elecciones pasadas se sumó a una avanzada para debilitar al FMLN, y que divide aún más a un movimiento social fragmentado, el escenario interno también es complicado.

Quienes crecimos en la posguerra, y que nos formamos y elegimos estar del lado de las luchas populares, entendemos que el FMLN, inicialmente ejército revolucionario y, posteriormente, partido político, surge como respuesta a la necesidad de articular las demandas de democracia, justicia social y libertades negadas que había a finales de la década de los 70, y de las cuales muchas ahora no han sido saldadas o lo han hecho de forma parcial. Esta deuda social, hay que ser claros, también recae sobre el FMLN.

De los errores del FMLN ya se ha hablado bastante, no me detendré a repetirlos acá, otras personas ya lo han expresado, algunas desde el hígado y otras con argumentos bastante sólidos. Lo interesante es abrir la pregunta, ¿y ahora qué?

De cara a las elecciones internas del 27 de mayo, en el FMLN se enfrentan dos proyectos. Uno es el de Gerson Martínez, a quien muchos reclaman por ser el “ungido” de la cúpula, pero ignoran que fue él mismo quien pidió un proceso transparente y participativo. Alrededor de Gerson, se aglutina el ala más progresista y popular del FMLN, sectores que vienen reclamando por la descentralización y desburocratización del partido, y una vuelta a un ideario de transformación social. Por otro lado, Hugo Martínez, está más orientado a construir alianzas con sectores empresariales emergentes y con organizaciones que no se definen así mismas como de izquierda o derecha. Dicho en palabras simples: el 27 la militancia elegirá entre un programa de izquierda progresista y uno que podríamos llamar de centro, más orientado hacia un pragmatismo pos ideológico, sin definiciones claras en los grandes temas de país.

El FMLN tiene una historia de encuentros y desencuentros, de alianzas y enfrentamientos, habitual en los partidos de izquierda tradicionales. No obstante, una de las principales críticas que se le ha hecho al Frente es que en el último tiempo las alianzas han tenido más carácter electoral, eso si bien es cierto le ha dado resultados, también ha generado un profundo proceso de pérdida de identidad y le ha costado una ruptura con amplios sectores del movimiento social, así como permitido el avance de las fuerzas de derechas.

En mi opinión, solo es posible frenar el avance de la derecha desde la unidad. Esto es algo que muchas organizaciones venimos planteando desde hace años. Pero no una unidad electoral y coyuntural, sino la posibilidad de construir una izquierda amplia y plural que incorpore las demandas de las organizaciones feministas, ecologistas, de las juventudes organizadas, tanto en colectivos artísticos como políticos, de las comunidades, y los salvadoreños y salvadoreñas en el exterior. Pero es imposible pensar este proceso sin la participación de los partidos de izquierda, y principalmente del FMLN.
La tarea de dirigir y enfrentar el momento actual caerá en uno de los dos candidatos del Frente. La elección también definirá quién asume el desafío de esta herencia, qué alianzas habrá que construir y con quiénes. El FMLN, no solamente se juega la posibilidad de seguir en el gobierno, sino su lugar en la izquierda política del país.

*Integrante del Movimiento Centroamericano 2 de Marzo y Progre El Salvador.


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