Se instala el nuevo Parlamento cubano y mañana se conocerá al sucesor de Raúl Castro
Parlamento cubano elige Consejo de Estado y su presidencia
La Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba (Parlamento) elige hoy en la sesión constitutiva de su IX Legislatura al presidente del país y demás miembros del Consejo de Estado.
Los 605 parlamentarios electos el pasado 11 de marzo por más de siete millones de cubanos mediante voto secreto y directo, elegirán de entre ellos a los integrantes del Consejo.
Del sufragio saldrá el presidente -quien es jefe de Estado y de Gobierno-, el primer vicepresidente, los cinco vicepresidentes, el secretario y los otros 23 miembros del Consejo de Estado, el cual representa a la Asamblea Nacional entre sus dos periodos ordinarios anuales de sesiones.
Constituida por organizaciones sociales, de trabajadores, estudiantes, mujeres y campesinos, la Comisión Nacional de Candidatura presenta a la plenaria su propuesta para integrar el órgano conformado por 31 diputados.
Según trascendió aquí, los resultados de esta votación se darán a conocer mañana, en la continuación de la reunión de los parlamentarios.
Los diputados elegirán previamente este miércoles a la presidencia del Parlamento para los próximos cinco años, duración de cada legislatura, de acuerdo con lo establecido en la Constitución vigente en Cuba desde 1976.
La instalación de la IX Legislatura de la Asamblea Nacional tiene lugar en el contexto del aniversario 57 de la victoria de Cuba sobre una brigada contrarrevolucionaria, armada, y entrenada por Estados Unidos.
Los mercenarios arribaron a la isla caribeña por la Ciénaga de Zapata -provincia occidental de Matanzas- la madrugada del 17 de abril de 1961.
Dirigidos por el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, el ejército y una representación del pueblo de la nación antillana derrotaron a los invasores que se rindieron en Playa Girón al atardecer del día 19 de abril, menos de 72 horas después del ataque.
Esta victoria de Cuba representó la primera gran derrota del imperialismo estadounidense en América Latina.
Cuba instalará Parlamento con amplia diversidad y presencia femenina
Cuba instalará hoy la IX Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento), foro que agrupa a 605 diputados en representación de diversos sectores y con un 53,2 por ciento de presencia femenina.
Los parlamentarios se reunirán en el capitalino Palacio de Convenciones después de su elección el pasado 11 de marzo, en unos comicios en los que participaron siete millones 400 mil ciudadanos, alrededor del 86 por ciento del registro de votantes de la isla, al cual se accede de oficio al cumplir los 16 años.
Luego de esa cita en las urnas, los escaños serán ocupados por obreros, campesinos, maestros, médicos, científicos, escritores, artistas, líderes religiosos, estudiantes, dirigentes políticos, empresarios, deportistas, miembros de las instituciones armadas y trabajadores del sector privado residentes en las 15 provincias del país.
Además, la Asamblea Nacional quedó integrada por un 40,5 por ciento de negros y mestizos, un 13,2 de personas menores de 35 años y el 86 de graduados universitarios, con un promedio de edad de 49 años.
Uno de los datos más destacados en la isla es el hecho de que un 47,4 por ciento de los parlamentarios fue propuesto a nivel de barrio, en reuniones vecinales.
También resalta que el 53,2 por ciento de mujeres diputadas ubica a la mayor de las Antillas como el segundo Parlamento en el planeta con mayor presencia femenina, solo superada por Ruanda (61,3).
En recientes declaraciones a Prensa Latina, diputados que jurarán hoy su cargo consideraron una prioridad el fortalecimiento del socialismo en la isla, haciendo valer el legado del líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, y de la generación histórica del proceso que comenzó el 1 de enero de 1959.
Seguiremos adelante con la Revolución, cada vez más fortalecida, con el compromiso de dar continuidad a tantos años de lucha liderados por la generación histórica, dijo la parlamentaria Digna Guerra.
La directora del Coro Nacional de Cuba destacó las enseñanzas, la fuerza y la unidad en el pueblo que legan quienes durante décadas preservaron el proyecto con marcado enfoque social que comenzó en enero de 1959.
Esas son herramientas vitales para seguir defendiendo a la Revolución cubana, subrayó la diputada por el habanero municipio de Centro Habana.
Por su parte, el zapatero Jorge Luis Romero, del municipio La Lisa, opinó que la continuidad de la revolución socialista está garantizada en el país caribeño, a partir de la conciencia que existe en la población acerca de la necesidad de preservar las conquistas sociales.
Yo soy un hombre de pueblo, un zapatero y estoy en la Asamblea, eso solo pasa en Cuba, donde tengo todos los días tranquilidad cuando mis hijos salen para la escuela, o cuando alguien de la familia se enferma, porque tenemos educación y salud gratuitas y de calidad, por eso el pueblo defiende su revolución, abundó el cuentapropista, como llaman en la isla a los trabajadores del sector privado.
Después de instalada la IX Legislatura, los diputados elegirán por voto secreto a la presidencia de la Asamblea para los próximos cinco años, y posteriormente a los 31 miembros del Consejo de Estado, órgano que con carácter colegiado ostenta la suprema representación del Estado cubano.
En ese sentido, serán electos el presidente -quien es jefe de Estado y de Gobierno-, el primer vicepresidente, los cinco vicepresidentes, el secretario y los otros 23 integrantes del Consejo de Estado, el cual representa a la Asamblea Nacional entre sus dos periodos ordinarios anuales de sesiones.
Se inicia este miércoles sesión constitutiva de la Asamblea Nacional
El (posible) nuevo timonel
Por Amaury Valdivia
El próximo presidente de Cuba no será un Castro. A las puertas de su aniversario número sesenta, la revolución cubana asume la mayor renovación de su historia, aunque el general del ejército conservará facultades casi omnímodas. El actual vicepresidente, Miguel Díaz-Canel, es su más probable sucesor. Durante su carrera política se destacó por su promoción del respeto a la diversidad sexual y a la difusión de opiniones críticas hacia el oficialismo, pero sigue siendo una incógnita si estas experiencias marcarán su eventual presidencia.
En Santa Clara, la capital oficiosa de la región central de Cuba, no son pocos los que recuerdan los años en que un joven y carismático Miguel Díaz-Canel Bermúdez ocupaba el cargo de primer secretario del partido en la provincia. De aquella época quedaron historias como las de sus largos viajes en bicicleta o por “botella” (autostop), su humilde estilo de vida, y la facilidad con que cualquiera podía acercársele a plantear inquietudes o conversar.
También los encuentros singulares, como el que sostuviera con una de las principales figuras de la disidencia en la isla, Guillermo Fariñas. En esa ocasión “él me saludó y me preguntó por mi salud”, relató Fariñas al diario estadounidense El Nuevo Herald. El opositor se hallaba hospitalizado para recuperarse de una de sus huelgas de hambre en contra del gobierno, y Díaz-Canel se disculpaba –paciente a paciente– por una avería que había dejado sin servicio eléctrico al principal hospital de la región. Antes había trabajado personalmente en la reparación de los daños.
Durante el mandato “villaclareño” de Díaz-Canel –entre 1994 y 2003– los restos del Che Guevara fueron depositados en la Plaza de la Revolución local, luego de años de búsqueda en diferentes puntos de Bolivia; y Santa Clara cimentó su fama de ciudad cosmopolita y tolerante, en la que incluso los homosexuales podían manifestar libremente sus preferencias (en un país que por esa época se caracterizaba por una marcada cultura machista y discriminatoria hacia las personas Lgbt), y en la prensa se toleraban críticas que en otros sitios de la isla hubieran resultado impensables.
“Aun en circunstancias tan difíciles –la isla atravesaba el Período Especial, la crisis económica provocada por la caída del socialismo europeo– nuestras autoridades tuvieron la sensibilidad para entender cuán necesario era el respeto a la diversidad. Y no sólo la que tenía que ver con la orientación sexual”, recordaba acerca de esta época en Santa Clara (en una entrevista televisiva) Ramón Silverio, creador de El Mejunje, el peculiar centro cultural en la ciudad de Santa Clara donde por primera vez en Cuba se desarrollaron galas de artistas trans, y en el que todavía encuentran asiento numerosos creadores alternativos.
Mientras, ganaba notoriedad el programa Alta tensión, de la radioemisora local, Cmhw. Durante sus emisiones la población podía criticar a dirigentes y organismos, y expresar sus criterios. “No faltaron los que quisieron vernos fuera del aire, pero al final llegó la orden del partido provincial: Alta tensión debía seguir aunque a algunos no les gustara”, contó a Brecha el periodista Abel Falcón, realizador del espacio. El respaldo a este programa llegó al punto de que el propio primer secretario condujo varias emisiones de él e hizo obligatorio que los cuadros lo sintonizaran.
Escalando el aparato
Miguel Díaz-Canel Bermúdez, quien actualmente funge como vicepresidente de Cuba, pudiera convertirse el próximo 19 de abril en presidente de los consejos de Estado y de Ministros, es decir, en presidente de Cuba. Es una gran incógnita cuánto de su pasado santaclareño marcará su paso por la presidencia de Cuba. Pero sería el primer mandatario en más de cuarenta años que no pertenece a la familia Castro, ni a la generación histórica.
Para llegar hasta allí ha debido transitar un largo camino dentro de la estructura partidario-estatal, coin-cidiendo con otros candidatos que quedaron en el camino. A finales de los años ochenta se desempeñó como segundo secretario nacional de la Juventud Comunista, a las órdenes de Roberto Robaina. En los comienzos de los años dos mil, durante su primera secretaría del partido en la provincia de Holguín (donde nacieron Fidel y Raúl Castro), estrechó relaciones con el entonces vicepresidente, Carlos Lage.
Robaina fue destituido en 2003, acusado de una larga lista de “errores”, entre los que se contaban hechos de corrupción y ambiciones presidencialistas; seis años después le llegó el turno a Lage y Pérez Roque, bajo similares cargos y en medio de la mayor reestructuración gubernamental en la historia reciente de la isla.
Cada crisis acercó a Díaz-Canel a su actual posición: en 2003 ocupó uno de los 17 puestos del Buró Político (el núcleo duro de la dirección del Partido Comunista), en 2009 se convirtió en integrante del Consejo de Ministros, a cargo de la discreta pero estratégica cartera de Educación Superior, y a comienzos de 2012 cumplió un breve mandato como vicepresidente de ese órgano de gobierno. “No es ni un advenedizo ni un improvisado”, resaltó sobre él Raúl Castro al presentarlo ante la Asamblea Nacional del Poder Popular, tras su elección como primer vicepresidente del país, en febrero de 2013.
El escenario del relevo
A las puertas de su sexagésimo aniversario, la revolución asume la mayor renovación de su historia. De no ser por la avanzada edad de Raúl Castro (85 años) y del resto de los “históricos”, sería difícil imaginar un escenario en el que nuevas figuras asumieran las riendas del país. Sin embargo, el actual traspaso de responsabilidades estará condicionado por el hecho de que el general del ejército se mantendrá al frente del Comité Central del Partido, investido de facultades virtualmente omnímodas.
Con la experiencia de haber ocupado la primera vicepresidencia de “los consejos” desde 2013, Díaz-Canel se perfila como el candidato de mayores opciones en la carrera por la primera magistratura. Recién luego de la “elección” se revelará hasta qué punto podrá haber en Cuba una separación entre el partido y el gobierno, y cómo se resolverán las eventuales discrepancias entre el nuevo presidente y el primer secretario del Comité Central del partido, cargos que por primera vez no serán ocupados por la misma persona.
Entonces también será necesario pensar en cómo superar los insuficientes índices de crecimiento del producto bruto interno, que desde el comienzo de la “actualización”, en 2011, han oscilado en torno al 2 por ciento anual (de acuerdo con las autoridades cubanas el país precisaría crecer a un ritmo de alrededor del 7 por ciento para revertir los efectos de la crisis económica luego de la caída del campo socialista). También habrá que cumplir con el pago de la renegociada deuda externa (con Rusia, China y con un grupo de acreedores del Club de París), sin seguir adosando las facturas al consumo de la población, o mantener en niveles “aceptables” servicios como la salud y la educación públicas.
Todo ello en un contexto en el que la unanimidad no es ya el sello distintivo de la sociedad cubana. Una muestra evidente puede apreciarse si se leen entre líneas los resultados del último proceso eleccionario. Luego de 42 años de votaciones, ya los índices de participación no rebasan cómodamente el 95 por ciento como durante la época de Fidel Castro (esta vez se contabilizó un 82 por ciento al día siguiente de los comicios, y 87 por ciento del padrón poco más de una semana después, en un informe definitivo). Tampoco resulta tarea fácil completar las listas de candidaturas a diversos cargos públicos. Entre los jóvenes no abundan los dispuestos a asumir responsabilidades de dirección que no vayan acompañadas de algún beneficio material.
Para el ex jefe de análisis sobre América Latina de la Cia Brian Latell, autor además de una biografía de Raúl Castro, deberá esperarse más un “Díaz-Canel administrador que un Díaz-Canel visionario”. “Es un hombre del aparato, leal a Raúl. Mas su elección es acertada: es joven, atractivo y ha tenido muchísimo tiempo para congraciarse con las fuerzas armadas, que es en las que reside el verdadero poder de Cuba”, asegura el ex funcionario de las administraciones de Clinton. Pero es una incógnita si el posible futuro presidente optaría por desarrollar una línea política propia, diferente a la del líder de la revolución, y cuál sería, en ese caso, su orientación.
Un poder mediado por la influencia de Raúl Castro y quienes hicieron la revolución en la década de 1950, que previsiblemente se harán firmes en la estructura del partido; un esquema de relaciones no muy claro respecto al poderoso Grupo de Administración Empresarial (de los militares); e innumerables urgencias por afrontar conforman el legado que recibirá el nuevo presidente de los consejos de Estado y de Ministros de Cuba.
Cuando el 11 de marzo pasado ejerció su derecho al voto en la ciudad de Santa Clara, Díaz-Canel esperó por casi media hora en la fila, hasta que llegara su turno. Mientras, conversó sin protocolos con los asistentes y se tomó fotografías con muchos de ellos. Alguien entre el público apuntó sotto voce que ningún otro dirigente había hecho algo similar. Ni ese día ni antes.
¿Cómo se elige al Presidente de Cuba?
No es preciso hurgar para encontrar la respuesta. La Ley No. 72, Ley Electoral, del 29 de octubre de 1992, es explícita, y el doctor José Luis Toledo Santander, presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales y Jurídicos de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), no se permite rodeos.
«El Presidente del Consejo de Estado en Cuba se elige en elecciones de segundo grado, o sea, los diputados, electos por el pueblo y en representación del pueblo, aprueban la candidatura y luego votan, de manera directa y secreta, por quienes integrarán el Consejo de Estado, es decir, el Presidente, el Primer Vicepresidente, los vicepresidentes, el Secretario y demás miembros».
A veces escuchamos criterios, y no siempre dichos con buena intención, que cuestionan, a juicio de Toledo Santander, «si la elección del Presidente responde a una expresión directa popular. Desconocen, sin embargo, que para que alguien en Cuba llegue a ese cargo tiene que pasar por varios momentos electorales, en los cuales participa el pueblo directamente o sus representantes electos».
Durante el diálogo con Granma, el también profesor titular de La Universidad de La Habana prefiere particularizar en cada etapa, de modo que sea posible entrever el tránsito por un camino que inicia, según su explicación, cuando «el compañero (o compañera) resulta propuesto como precandidato a diputado a la Asamblea Nacional en el pleno de una organización de masas».
En esta ocasión, los 605 candidatos a diputados a la ANPP, por los cuales se votó el 11 de marzo y entre quienes emergerá el Presidente, salieron de las más de 12 000 propuestas surgidas en los 970 plenos celebrados en todo el país. Y de esos candidatos, el 47,4 % son delegados de circunscripción, de base, los mismos que el pueblo eligió durante la primera etapa del proceso de elecciones generales.
Después, continúa Toledo Santander, «corresponde la nominación por la Asamblea Municipal del Poder Popular», proceso que no es, en modo alguno, formal. «Es allí donde las comisiones de candidaturas a ese nivel presentan los precandidatos, y son las asambleas las que deciden, mediante votación directa y abierta, si los aprueban o no». De hecho, cada una de las propuestas, para ser suscritas, deben contar con más de la mitad de los votos favorables de los delegados presentes.
Y en caso de no ser aprobada la candidatura o alguno de los precandidatos, la Comisión tiene la responsabilidad de presentar una nueva propuesta, la cual se somete al mismo procedimiento.
«Una vez nominado como candidato a diputado asistimos a otro episodio electoral, el cual se corresponde con el ejercicio del voto libre, directo y secreto del pueblo, ya sea en una circunscripción o distrito, donde son elegidos los diputados».
Este momento del cual habla el Presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales y Jurídicos coincide, justamente, con los comicios del 11 de marzo venidero, donde los cubanos y cubanas elegiremos también a los delegados a las asambleas provinciales.
En su opinión, vale destacar que, de acuerdo con la Ley, «cada diputado es electo por cada 20 000 habitantes o fracción mayor de 10 000, e incluso en aquellos municipios que tienen 30 000 habitantes o menos siempre se elegirán dos diputados. De ahí que la Asamblea Nacional ostente la representación de todo el pueblo».
Explica que «tras ser elegidos los diputados y tomar posesión en la ANPP, la Comisión de Candidaturas Nacional llama a consulta a cada uno de los electos y todos tienen el derecho de proponer quiénes serían, a su juicio, los integrantes del Consejo de Estado, o sea, sugerir 31 personas de entre ellos, que incluye, como es obvio, al Presidente.
«Posteriormente, dicha Comisión pone a consideración de la Asamblea Nacional, en votación abierta, una candidatura, fruto de las propuestas realizadas, y es un derecho de los diputados modificarla total o parcialmente; y luego de ser aprobada, se somete al voto libre, directo y secreto de estos. Es ahí entonces cuando se elige, finalmente, al Presidente del Consejo de Estado».
Según el espíritu de la Ley Electoral, de cesar en sus funciones el Presidente, es sustituido por el Primer Vicepresidente.
El camino por el cual transcurre el proceso resulta, en palabras de Toledo Santander, «el reflejo más claro de la participación del pueblo o de los representantes electos por el pueblo. Cuba no es el único país que elige a su Jefe de Estado en comicios de segundo grado. Hay muchas naciones que implementan ese tipo de elección, que no limita, en ningún sentido, su legitimidad y amparo democrático».