Los gritos de la tierra: ecos de la comunicación popular, territorios y disputas

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Por María Cianci Bastidas*

La palabra también es un territorio en disputa. La palabra nos dice, nos dibuja, nos enuncia. La palabra, el derecho a decirla, a expresarla constituye una de las construcciones políticas y educativas que se evidencian en nuestras cotidianidades con mayores riesgos en los últimos tiempos.

América Latina y el Caribe, AbyaYala – Patria Grande, con frecuencia se identifica como el continente de la esperanza, en la que se construyen diversas alternativas para la vida. A nuestro pesar, según varios informes, es la región con mayores amenazas para quienes ejercen la defensa del territorio, de los derechos humanos y de la naturaleza. Solamente en el año 2017 se registraron más de 170 asesinatos, cientos de desalojos forzosos, detenciones arbitrarias y demás acciones criminalizadoras que atentan contra las personas identificadas con estas causas.

Los cambios en la demanda de alimentos, energía y bienes naturales exigen mayor explotación y depredación, que se acompañan con la liberalización de los regímenes comerciales y laborales. Esto determina una competencia por tierras cada vez más creciente a nivel global, lo que a su vez radicaliza la desigualdad y la exclusión. La ubicación del continente latinoamericano y caribeño en el escenario mundial nos permite comprender las razones geopolíticas por las que crecen de forma avasallante las acciones de su explotación y dominación, las mismas que sustentan el sistema capitalista con fuerte tendencia neoliberal.

La palabra tiene poder, y no es igual usar una palabra que otra. El argumento de la “crisis”se ha constituido como una narrativa naturalizada, que heredamos de situaciones anteriores, sobre la cual hay un destino ineludible e infranqueable. Sin embargo, sabemos que es mucho más complejo. De ello se derivan otros elementos que deben considerarse: reinversión social, redistribución, política fiscal, justificación de la participación de empresas privadas, desregulaciones, intereses en conflictos, sólo por mencionar unas pocas.

Surgen muchas preguntas: ¿Crisis de quiénes? ¿Afectan por igual las crisis a sectores populares que a la clase media o al sector empresarial? Podemos indignarnos y pasar a la movilización social, o por el contrario, pasar indiferentes sobre el asesinato de Marielle Franco en Brasil o de Berta Cáceres en Honduras, Santiago Maldonado en Argentina por tomar tres de tantas vidas que se sembraron para siempre en la lucha colectiva del continente.

El capitalismo neoliberal establece como base que todo puede ser mercancía, así la vida puede ser patentada y manipulada en laboratorios para experimentos genéticos, la educación puede ser privatizada para una formación hacia el trabajo con rentabilidad, la salud es una oportunidad de negocio, la comunicación se muestra como una cartera de rentabilidad rápida y con poca inversión (incluyendo la publicidad). Cuando todo puede ser mercancía, las leyes se rigen por la oferta, la demanda y la especulación, la optimización de la ganancia es la única meta, no importa a qué costo. Queremos descentrar esta lógica que es perversa, porque sólo alimenta la maquinaria capitalista para la explotación de personas y de la naturaleza.

Defender el derecho a la comunicación, es defender la propia palabra para el reconocimiento y la autodeterminación con libertad y desde las múltiples identidades. La concentración monopólica en los medios de comunicación muestra un pensamiento único, homogeneizante, que suele ser ridiculizante de las diferencias culturales, estereotipar los roles de género, exacerbar el morbo desde la cobertura de sucesos. Se hipersexualizan los cuerpos, se reproducen los mecanismos de control securitistas y el descreimiento de la política y al final del día estas matrices allanan la realidad para ser “consumidas” de forma simple, reduccionista, sin profundizar en las causas que generaron estas condiciones de desigualdad, exclusión y violencia.

La propiedad de la tierra en América Latina y el Caribe demuestra la misma tendencia de concentración hegemónica que la descrita para la comunicación, y no dista mucho del resto de propiedades que se acumulan cada vez más en pocas manos. Para contrarrestar esta forma de contar la historia desde un mismo lado, para decir la palabra en testimonio de quienes sufren la explotación y la injusticia nacieron los medios comunitarios.

La historia de la radio popular en el continente está llena de amenazas, asesinatos, persecuciones, desalojos y enfrentamientos en unos años con dictaduras militares y con gobiernos conservadores elitistas en otros, y siempre con los grupos económicos. Muchas emisoras tuvieron fuertes luchas por facilitar los micrófonos y hacer programas en lenguas e idiomas indígenas, a pesar que la mayoría de la “audiencia” no siempre eran hispanohablantes.

El proceso de innovación institucional que ha llevado a cabo ALER[2] con sus socias en el continente inspira una revisión permanente de las prácticas educativas y de comunicación con un compromiso ético, que trasciende las aulas y las cabinas de radio, para asumirse como actores sociales que inciden en la opinión y políticas públicas desde propuestas colectivas, colaborativas a favor de una ética para la sostenibilidad de la vida. Esta mirada renovada nos ha exigido potenciar nuestros esfuerzos en articulación con otros que en afinidad desean tejer redes de solidaridad para el impulso de las potencialidades.

La comunicación en tres gritos:

Colombia, República Dominicana y Honduras

La convergencia entre territorio y la comunicación puede ser múltiple e interdisciplinar.En esta ocasión compartiremos tres experiencias que muestran los esfuerzos por comprometerse con la acción creativa de propuestas alternativas al desarrollo, de buenos vivires/vivir bien e inspiran con esperanza la resistencia.

Un punto común (apenas una muestra, pero pudieran ser muchas más) se determina porque la concentración de la tierra tiene una larga trayectoria histórica.Si bien ahora los actores han fortalecido sus monopolios en multinacionales, la tendencia de estas propiedades en manos extranjeras atenta no sólo contra la soberanía y autodeterminación de los pueblos, agudizando -y en muchos casos provocando- conflictos territoriales con violentos desalojos, criminalización de la movilización y protesta social, valiéndose de amenazas, persecuciones, encarcelamientos y asesinatos. Casi siempre el Estado permanece en connivencia con las jugosas ganancias que distribuyen las empresas multinacionales, bien por omisión e ineficiencia en garantizar los derechos humanos o por abiertamente mostrarse promotor del clientelismo y la corrupción.

En cada esquina: Colombia

Las fronteras invisibles. Se llaman así a los obstáculos que se pueden tener para pasar de un sector a otro, esto significa en muchos casos riesgo de amenazas, extorsión o muerte. Una de las dolorosas historias que recuerda Dione, es de un padre que no podía pasar a buscar a su hija a la salida de la escuela, a menos que pagara 20 mil pesos. Entonces se propuso un radioteatro titulado “Tiros de esquina, un partido por la vida”, proyecto que utilizó al futbol para hacer partidos deportivos con jóvenes de un sector y otro, permitiendo pasar las fronteras sin tener que pagar. Habitar la ciudad, también significa transitarla sin miedo y eso quiso demostrar una propuesta creativa que también se valió de las artes y sus producciones comunicativas. Actualmente el padre puede transitar con su hija sin novedades.

Azúcar con sabor amargo: República Dominicana

En 2017, hubo un momento álgido en la comunidad de El Seybo, en el que violando todas las normativas nacionales e internacionales se produjo un violento desalojo a 80 familias, en el cual se apuntaba con armas a niños y niñas durante la madrugada del día de Duarte (el Padre de la Patria). Ésta y otras denuncias han sido llevadas a tribunales internacionales de Naciones Unidas, pero la historia y los intereses son muy pesados a la hora de movilizar decisiones vinculantes.

En otra ocasión un tractor trasladaba impunemente un tanque de glifosato frente a lo cual la gente se mantuvo en cadena humana para evitar su paso. Se obligó al tractor a que se marchara, pero dejó el tanque en medio del campo con el riesgo que se extendiera el veneno por la tierra y el aire. Los intentos para que el gobierno retirara el tanque resultaron infructuosos y la radio decidió utilizar su auto y movilizar este tanque a 15 kilómetros de distancia con una ruta improvisada y peligrosa.

Aún hoy, se realizan diferentes movilizaciones, paros, vigilias para denunciar la situación de estos desalojos en El Seybo, pero también para exigir un hospital, camino asfaltado y una universidad, han enfrentado la fuerza antidisturbio, o la obstrucción policial cuando quisieron ingresar al diálogo con una viceministra en solicitud de una casa de la cultura. Miguel cuenta que Dangeli, una niña de 11 años proveniente de Mata de Palma del Seybo, comentó en una Asamblea de más de 300 campesinos y campesinas con mucha firmeza “nos tratan como si no fuéramos personas, no nos dejemos vencer”.

Vamos a vencer, me lo dijo el río[3]: Honduras

Radio Progreso y el ERIC se han sumado con valentía en la denuncia de los escenarios de abusos y atropellos que se consolidan con la dictadura (con fraude electoral incluido), no sólo oficial desde el Estado sino también la del poder corporativo, actuando con total impunidad. Los editoriales, las coberturas, eventos de formación, son algunas de las estrategias participativas que desarrollan desde este equipo para acompañar la defensa de derechos humanos y de la naturaleza. Han innovado con un formato sarcástico con un programa titulado NotiNada, que rompe la estética tradicional y promueve la reflexión de la audiencia.

La radio también tomó posición, participando incluso en la mesa de mediación y diálogo nacional, cuando 60 estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) enfrentaron procesos penales, 10 de ellos fueron condenados por exigir ampliar la participación y democratización de la gestión universitaria. Otro ejemplo que destaca de muchos, son las acciones de defensa de territorio y auténtica ciudadanía en contra de represas, proyectos turísticos inmobiliarios, de proyectos de privatización de carreteras con instalación de peaje, este último con más de 400 días de movilización para la recuperación de espacios públicos.

A modo de corolario

No se puede cambiar el mundo sin palabras, sin prácticas que concretan nuestras reflexiones particulares y colectivas, saberes, experiencias que se encuentran, interpelan en los espacios de debate. Cambiar la realidad, sus interpretaciones y condiciones inequitativas incluye también disputar los sentidos del mundo que queremos. No podemos cambiar el sistema capitalista que nos estructura sin palabras. Desde la comunicación popular también se disputan los sentidos del territorio aire para decir nuestra propia palabra, para que las luchas, los derechos humanos y de la naturaleza no sean un negocio. Es la voluntad de la esperanza, de la vida que se abre frente al desencanto y la muerte.

Referencias

  • ALER (2013): Memorias del Encuentro Latinoamericano Comunicación popular y Buen vivir. Del 19 a 22 de septiembre 2012. ALER. Quito.
  • ALER (2016): Siembras del buen vivir. Entre utopías y dilemas posibles. ALER. Quito.
  • ALER; Humberto Vandenbulcke (2017): Comunicar la Esperanza. Camino al Buen (con)vivir. ALER. Quito.
  • Contreras Baspineiro, Adalid (2016): La palabra que camina. Comunicación popular para el Vivir bien / Buen Vivir. ALER, CIESPAL, FES Comunicación.
  • Entrevista a Pedro Landa (diciembre 2017).
  • Webinar (noviembre 2017): Diálogo con Dione Patiño y Miguel Ángel Gullón. https://www.youtube.com/watch?v=5CuCKvam6dg

(*) María Cianci Bastidas es Coordinadora de Formación e Investigación en Asociación Latinoamericana de Educación y Comunicación Popular  / ALER

Correo electrónico mcianci@aler.org

[1]Para esta publicación se realizaron entrevistas colectivas e individuales a integrantes de las experiencias: Pedro Landa, integrante del Equipo de Reflexión Investigación y Comunicación (ERIC) junto Radio Progreso en Honduras; Dione Patiño, directora de La Esquina Radio – Palco Comunicaciones en Colombia y Miguel Ángel Gullón, director de radio Seybo y presidente de la Unión Dominicana de Emisoras Católicas (UDECA). Así como la revisión de documentos institucionales.

[2]ALER promueve e impulsa el trabajo en red para la profundización de la democracia en favor del protagonismo de los pueblos, así como ganar mayor participación social. Acompaña las luchas y denuncias que vulneran los derechos humanos, exaltando la incidencia social y política que se evidencia en las organizaciones y movimientos sociales; así como ayuda a resaltar experiencias de cooperación y logros colectivos inspiradores. Visibiliza campañas a nivel regional y se articula con las iniciativas que amplían los derechos humanos y de la naturaleza con / desde las comunidades, con una opción de lo popular.

[3] Palabras de Berta Cáceres, indígena lenca y lideresa de COPINH, asesinada por la defensa del río.


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