Guilherme Boulos, dirigente social y precandidato presidencial: “Brasil vive la crisis democrática más grave desde el fin de la dictadura”

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Entrevista a Guilherme Boulos*, dirigente social y precandidato presidencial.

Por Lucio Garriga y Gerardo Szalkowicz

Es quizás la principal figura de la nueva generación de la izquierda brasileña. A fuerza de carisma, liderazgo popular y claridad política, a sus 35 años Guilherme Boulos pasó de referente social (líder del Movimiento Sin Techo) a ser “la esperanza del futuro», según palabras del propio Lula en el cierre de su último discurso antes de ir a prisión. En esta entrevista, el también precandidato presidencial por el Partido Socialismo y Libertad (PSOL) analiza la crisis estructural del sistema político brasileño y destaca que “va a ser muy importante la presión internacional para la libertad de Lula y para restaurar la democracia”. Además, reflexiona sobre los límites que mostraron los gobiernos del PT: “Ya no hay más espacio para una política de conciliación de clases, no hay posibilidades de avanzar sin enfrentar los privilegios de los de arriba”.

– Por estos días los ojos del mundo están puestos en Brasil. ¿Cuál es su análisis de lo que ha venido pasando en los últimos tiempos con la democracia brasileña, con el sistema político brasileño, y en particular cómo califica el proceso judicial y la detención de Lula?

– Brasil vive hoy la crisis democrática más grave, más profunda, desde el fin de la dictadura militar. El proceso contra Lula es la expresión de una farsa judicial, protagonizada por sectores del sistema judiciario que fueron parte del golpe parlamentario contra Dilma. Estos sectores no hicieron un juicio, hicieron política. Condenaron a Lula sin ninguna prueba al tiempo que hay pruebas de sobra de corrupción contra Temer, Aécio Neves y varias figuras de la derecha y no han sido condenados.

Está claro que el sistema político brasileño está fallido, no funciona más, no tiene credibilidad. Hay una crisis de hegemonía en las instituciones y una desesperanza completa en la sociedad de las salidas políticas tradicionales. Eso nos pone el desafío de conformar un frente democrático para luchar por la libertad de Lula, y sobre todo para recuperar y profundizar la democracia en Brasil.

-¿Cómo evalúa la respuesta de los movimientos populares y de la sociedad brasileña en general ante esta crisis política y en especial ante la persecución contra Lula?

– Estamos en un fuerte proceso de resistencia. El próximo sábado se va a cumplir un mes del asesinato de Marielle Franco, representante política de la izquierda, del PSOL, una representante negra, mujer, que venía de las favelas, que era una de las voces de la diversidad y de una nueva forma de hacer política. Marielle fue brutalmente asesinada y hubo una reacción muy fuerte en las calles exigiendo justicia. Ahora, como parte de este avance del proceso antidemocrático, se generó una resistencia importante en rechazo a la prisión de Lula. En la sede de la Policía Federal de Curitiba, donde Lula está encarcelado, hay un campamento de los movimientos sociales con acciones y movilizaciones todos los días. Sabemos que es necesario más, una reacción más fuerte, por eso las organizaciones estamos construyendo un proceso de unidad democrática amplio que nos permita fortalecer la resistencia en las calles y también la denuncia internacional. Porque el sistema judicial de Brasil no nos deja muchas expectativas de que se pueda revertir la situación sin una presión importante en las calles, pero también desde afuera de Brasil. Va a ser muy importante la presión internacional para la libertad de Lula y para la restauración democrática en el país.

-En relación a su candidatura, ¿qué posibilidades hay de hacer una alianza con el PT y eventualmente usted asumir la candidatura de toda la izquierda brasileña en caso de que Lula no pueda presentarse?

– Creemos que no es momento para anticipar ese debate. Nosotros defendemos el derecho de Lula a presentar su candidatura. Tenemos nuestra propia candidatura, con un proyecto para el país, y rechazamos que se saque a Lula de forma ilegítima. Hoy Lula es candidato a presidente y nosotros defendemos su derecho a presentarse.

-¿Qué lecciones y enseñanzas dejan los 12 años de gobierno del PT y la destitución de Dilma de cara a su proyecto de gobierno?

-El golpe nos demostró que no hay más espacio para una política de conciliación de clases, de los de abajo con los de arriba. Ellos han roto esa posibilidad cuando nos dieron el golpe. Los mismos sectores que han ganado con el desarrollo económico en los gobiernos del PT hoy son los que apoyan la persecución a Lula. Es necesaria entonces una política de mayor enfrentamiento. La mayor lección de este proceso es que no hay posibilidades de avanzar en derechos sociales y en conquistas democráticas sin enfrentar los privilegios de los de arriba, del 1%.

Tenemos el desafío de profundizar la democracia. El modelo de gobernabilidad de alianzas entre partidos, que incluso significaba bajar muchas banderas que son importantísimas para la izquierda, ese modelo ya no funciona más. Es necesario ampliar, profundizar la democracia a partir de la participación popular: con plebiscitos, con referendos, con concejos, con formas de participación que comprendan que democracia no es sólo ir y votar cada cuatro años y después no se participa más en nada. No puede ser un cheque en blanco y que los políticos hagan lo que quieran. La participación popular, la movilización y la organización de la sociedad es esencial para sostener cualquier proyecto efectivo de cambio. Esto es lo que analizamos del último ciclo progresista en Brasil y en esto se basa nuestro proyecto político, no sólo para el proceso electoral de octubre sino sobre todo como un proyecto de reorganización del campo progresista para enfrentar los desafíos del próximo período histórico.

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– Y abriendo el abanico hacia la región, ¿cuáles cree que son las principales razones del cambio de escenario político en América Latina en los últimos años, de la recomposición de las derechas y el retroceso de los proyectos progresistas y populares?

– Los proyectos progresistas tuvieron muchas dificultades para dar una respuesta más fuerte ante la crisis económica. En un proceso de ascenso económico, esos proyectos impulsaron con políticas sociales el crecimiento económico durante una década pero no consiguieron establecer una política de mayor confrontación distributiva, de la riqueza, de la renta, en el momento de la crisis. Cuando llega la crisis, las posibilidades se tornan menores y es necesario confrontar para mantener una política social. Es claro que también hay muchas diferencias entre los gobiernos progresistas en América Latina, pero muchos de ellos, incluso en Brasil, tuvieron dificultad para presentar una política que necesariamente debe pasar por la movilización de la sociedad, por dar un paso más allá. Eso nos faltó. Entonces la derecha lo aprovechó muy bien, con el control de los medios y el control de las fuerzas económicas, y ha logrado reconstruir una hegemonía política, en algunos casos por el voto, como en Argentina, y en otros casos, como en Brasil o Paraguay, a través de un golpe parlamentario. El desafío para nosotros ahora es ir más allá y pensar en los pasos que tenemos que dar para recuperar la democracia y profundizarla.

(*) Coordinador del Movimiento Sin Techo de Brasil y candidato presidencial 2018.


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