Entrevista a Rubens Sawaya, académico brasileño: «Los grupos en el poder en Brasil no tienen ningún interés en América Latina»
Por Jorge Marchini, para NODAL
Para Rubens R. Sawaya, Profesor de Posgrado en Política de la Universidad Pontificia Católica de San Pablo, el 10% más rico que concentra el 43,4% de la riqueza brasileña y que hoy detenta el poder, no tiene ningún interés en el desarrollo de mayores vínculos con América Latina y sí en mantener las relaciones históricas de subordinación a la política exterior estadounidense.
– ¿Cuáles son los significados y consecuencias de la prisión de Lula? ¿Se están generando condiciones para una mayor injerencia de las fuerzas armadas?
-Lula fue arrestado sin pruebas, con una velocidad nunca vista antes en la justicia brasileña. El claro objetivo fue proscribir al candidato más popular que probablemente ganaría las elecciones presidenciales de 2018. Tras el golpe de Estado de 2016 el objetivo central se ha convertido no sólo en inhibir el retorno al gobierno del Partido de los Trabajadores, sino eliminar al PT de la vida política brasileña. Imaginaban que los miembros del partido actuaban de la misma forma que otros políticos, con gran patrimonio personal obtenido por corrupción. No pudieron encontrar indicios de ese tipo de práctica y tuvieron que apelar a una condena sin pruebas, lo que generó una inestabilidad política sin precedentes en el país.
Hoy, gracias a las redes sociales todos saben de la fragilidad de la situación que se ha generado. Las élites que comandan al país crearon un riesgo mayor indeseado: un candidato de extrema derecha, Jair Bolsonaro, una verdadera bomba incontrolable. El intento actual, después del arresto de Lula, también es el de eliminar a este candidato y construir uno de derecha, «salvador de la patria», que represente los intereses de los grandes bancos nacionales y del gran capital transnacional, interesados en la privatización de los fondos de pensiones públicos y de Petrobras. La encrucijada es enorme y el proceso de desestabilización política creciente. Esperarán hasta la víspera de las elecciones. Si no consiguen imponer la estrategia de un candidato asimilable, tal vez no haya elecciones e intenten un golpe militar. Los militares hoy sólo están apoyando esta estrategia. No tienen más la estructura y el poder del pasado, pero apoyan el golpe.
– ¿Realmente ha comenzado la recuperación de la economía brasileña luego de años de caída?
-El golpe tuvo como claro objetivo el acabar con las políticas redistributivas del PT. Hoy hay un vínculo entre un conservadurismo político y una política neoliberal agresiva: fin de los derechos laborales, caída en los recursos para educación y salud, reducción del papel del Estado, etcétera. Pero este modelo económico históricamente nunca funcionó en Brasil. Duró poco y con resultados económicos malos. La economía probablemente no caerá más. Fue la mayor caída del PBI brasileño en la historia y, quizás, la mayor de una economía capitalista en tiempos de paz. Pero esto no significa recuperación. La demanda es muy baja, el consumo y las inversiones se han reducido a mínimos históricos, y el desempleo también alcanza niveles nunca registrados antes. Si no ocurre ningún cambio en la dirección de la política económica, el nuevo proyecto neoliberal en Brasil nos condenará a un estancamiento a largo plazo.
– Medidas drásticas, como la reforma laboral y previsional, son defendidas por buena parte del establishment como necesarias «luego de años de populismo». ¿Qué opina?
-Hay una visión que afirma que la elevación en los salarios de los gobiernos del PT habían perjudicado la competitividad de la economía brasileña y que para revertir eso se debía reducirlos a través de las nuevas leyes laborales. Pero no existe referencia alguna de que ello sea verdad. Se trata de la reacción de la elite económica -y de la clase media más pequeña de mentalidad- a quienes les ha resultado inaceptable la distribución de la renta ocurrida en el país en los últimos años.
Los datos (de esta semana) del IBGE -el ente de estadísticas de Brasil- muestran que el 10% más rico concentra el equivalente al 43,4% de la riqueza nacional. Cualquier política de reducción de este nivel de desigualdad enfrentará una gran oposición de las clases altas. Las clases medias, incómodas por el ascenso de las clases más bajas, se vuelven contra ellas. La ocupación por parte de las clases más bajas de espacios antes supuestos como propios por la clase media y alta -aeropuertos, centros comerciales y universidades- les incomodó mucho. En consecuencia, debido a la desigualdad económica tenemos en Brasil una sociedad fragmentada que no logra convivir.
– Los gobiernos del PT pusieron mucha expectativa en formar parte de los países BRICS y referir un mayor asentamiento de los vínculos con América Latina. ¿Habrá un nuevo cambio de posicionamiento geopolítico de Brasil?
-Vivimos una coyuntura mundial en la que el cambio del eje económico hacia Asia provoca profundos conflictos geopolíticos creando una enorme incertidumbre en el sistema mundial. Pero son estos momentos de reconfiguración del sistema cuando se abren las pocas ventanas de oportunidad. Brasil parecía estar aprovechándose de ello. El cambio en la política exterior brasileña es nítido. Los grupos que hoy están en el poder no tienen ningún interés en el desarrollo de mayores vínculos con América Latina. Son economistas, empresarios y políticos que se juzgan cosmopolitas y que quisieran mantener las relaciones históricas de subordinación del país a la política exterior estadounidense.
– Existe una larga polémica en América Latina, y en Brasil en particular, sobre la necesidad de politicas económicas públicas activas o, por el contrario, una mayor apertura y liberalización económica y financiera. ¿Cuál es su opinión en el marco de los desafíos actuales?
-En Brasil, desde la asunción de Getulio Vargas en 1930 se creó una dicotomía entre liberales y desarrollistas. Los liberales siempre fueron más cercanos a la aristocracia y clases políticas conservadoras. Los desarrollistas son más variados. Pueden ser más conservadores, como los que apoyaron la dictadura, o más progresistas. En el campo desarrollista existen hoy algunos referentes que son más cercanos a la visión liberal, que incluso defienden el rol del Estado, pero son mucho más conservadores en lo que se refiere a la participación en las políticas sociales y de redistribución de la renta. Y hay otros que creen que sólo un Estado presente en la economía conseguirá revertir nuestra histórica desigualdad del ingreso.
Esta dicotomía no aparece en países como China, Alemania y Corea, en los cuales la integración entre sector público y privado les permite adoptar políticas de innovación tecnológica y desarrollo económico que garanticen su posición privilegiada en la economía mundial. Los países de América Latina todavía padecen de la falta de este tipo de consenso económico y se pierden en discusiones sobre cuál debería ser el papel del Estado en la economía.