En México estudian efectos climáticos sobre vacas lecheras
Especialistas del Departamento de Nutrición Animal de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro (UAAAN) estudian los efectos de las condiciones climáticas de la región de la Comarca Lagunera sobre diversos aspectos fisiológicos, productivos y reproductivos de las vacas lecheras.
“En la zona de la laguna tenemos la cuenca lechera más importante, no solamente de México sino de América Latina, y desde el punto de vista ecológico, la crianza de vacas lecheras en esa zona no pareciera lo más indicado por el intenso calor.
Entonces estas vacas arriba de los 25 grados Celsius ya están entrando en un proceso de estrés térmico y, en consecuencia, hay una serie de afectaciones en las vacas por el intenso calor la mayor parte del año”, comentó el doctor Miguel Mellado Bosque, profesor investigador del Departamento de Nutrición Animal de la UAAAN y miembro nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).
El científico precisó que investigan el impacto del estrés por calor en muchos aspectos como: producción de leche, ocurrencia de enfermedades infecciosas y metabólicas, efecto del estrés térmico sobre el desarrollo de los becerros, efecto del estrés térmico en la ocurrencia de abortos y natimortos (becerros que nacen muertos), impacto del calor sobre la calidad de la leche y el calostro y su variación durante las diferentes épocas del año, entre otros.
Los investigadores estudian la producción de leche de las vacas y su desempeño reproductivo bajo las condiciones climáticas de la región.
“Lo que hacemos es medir la composición de la leche durante los diferentes meses del año, esto es en los distintos establos de la Laguna y aquí; lo que vemos es cómo la lactosa, grasa y proteína disminuyen drásticamente en la primavera, verano y otoño. De
esta forma, lo que podemos hacer es ver qué tanto afectan las condiciones de intenso calor del verano esta composición de la leche”, indicó Mellado Bosque.
Por otra parte, los científicos estudian los efectos sobre estos rumiantes, a través de la medición de variables fisiológicas como: temperatura rectal, tasa respiratoria, tasa de jadeo, afectación en componentes de la sangre como glóbulos rojos, blancos, leucocitos, plaquetas, entre otros; uso de termógrafo (equipo que mide la temperatura de la superficie corporal) para medir la temperatura externa del animal en diferentes partes del cuerpo como costillas, ubres, ojos, orejas, etcétera.
“En otros estudios estamos midiendo el efecto del intenso calor sobre la supervivencia de los becerros, lo que estamos detectando, por ejemplo, es que en las épocas de mucho calor se incrementa la pérdida fetal, es decir, los abortos de las vacas. También cuando se incrementa el calor hay mayor porcentaje de becerros que nacen muertos o que mueren en las 24 horas posteriores al parto”.
Respecto a los resultados del proyecto, el investigador señaló que el estrés por calor impacta principalmente la eficiencia reproductiva de los bovinos y genera mortalidades embrionarias muy altas cuando las temperaturas rebasan los 35 grados Celsius con más de 50 por ciento de humedad.
Agregó que normalmente en la región Laguna, las vacas requieren de cuatro a seis inseminaciones para que queden preñadas, cuando en zonas del centro-norte de Estados Unidos, Canadá y Europa, requieren 1.5 o máximo dos inseminaciones por preñez.
“Lo que tenemos son mortalidades embrionarias muy altas y, como consecuencia, las tasas de preñez de las vacas en esta zona de Torreón en lugar de ser de 60 por ciento con un primer servicio o inseminación, como ocurre en el resto del mundo, tenemos tasas de preñez de 20 a 25 por ciento máximo, y esto debido, no a que no queden preñadas las vacas, sino a que los embriones de pocos días de vida no sobreviven a las altas temperaturas del aparato reproductivo de vacas sometidas a estrés térmico”.
En cuanto a la producción de leche, esta se reduce durante el verano, debido a que las vacas tienen que utilizar mayor cantidad de energía para mantener su homeostasis y reducen su consumo de alimento como una medida para disminuir el calor generado por la digestión del alimento.
“Una forma de defenderse del calor es reduciendo el consumo de alimento porque el proceso de digestión genera una enorme cantidad de calor, entonces la vaca come menos para que no se produzca tanto calor por la digestión y esto, en consecuencia, trae una reducción marcada en la producción de leche”.
Sobre las alternativas que tienen los productores de regiones de intenso calor, el investigador Mellado Bosque invitó a que busquen opciones para que las vacas no tengan estrés por calor tan marcado.
“Una de las opciones puede ser el manejo nutricional, por ejemplo, utilizar grasa en la dieta de las vacas, esto haría que las vacas estuvieran ingiriendo dietas con mayor densidad energética y, de esta forma, aunque reduzcan su consumo de alimento, ingieren suficiente cantidad de energía para una abundante síntesis de leche”.
Otras alternativas que enumeró el especialista son inseminar las vacas durante las horas del día de menos calor y adecuar las instalaciones para que la vaca tenga mejor calidad de vida y pueda soportar el calor.
“Las instalaciones de las vacas tienen que diseñarse de tal forma que los animales se vean menos afectados por el intenso calor, en este caso sombreaderos en diferentes ubicaciones del corral con tres metros cuadrados de sombra por animal y orientados de oriente a poniente; los comederos deben estar bajo la sombra.
Sombras bastante altas para que haya buena circulación del aire, una buena orientación para que exista la mayor cantidad de sombra posible, agua fresca todo el tiempo y, hasta donde sea posible, porque es caro, la utilización de ventiladores sencillos o ventiladores combinados con aspersores de agua”.
El científico de la UAAAN subrayó que aunque añadir ventiladores y aspersores es costoso, esta inversión llega a pagarse en el mediano plazo debido al aumento en la producción de leche y un incremento importante en la eficiencia reproductiva.
“Lo que sigue es continuar documentando los impactos de este calor ambiental sobre la salud de los animales, tenemos proyectos donde vemos qué tanto afecta el calor durante el verano y parte de la primavera y otoño sobre la aparición de enfermedades. Por ejemplo, el impacto del calor sobre la ocurrencia de enfermedades de las pezuñas, mastitis y la cetosis, que es una enfermedad metabólica que deriva del retiro de grasa del cuerpo del animal para síntesis de leche”, finalizó el especialista Miguel Mellado Bosque.