Ya no quedan presidentas en América Latina
Hace un tiempo no tan lejano, en América Latina tres mujeres que lideraban países. Cristina Fernández de Kirchner lo hizo en la Argentina, Dilma Rousseff en Brasil y Michelle Bachelet en Chile.
Desde el sábado pasado ya no quedan más mujeres al frente de ningún país en el continente con la salida de Michelle Bachelet y la asunción de Sabastián Piñera en Chile.
Justamente Bachelet había sido la primera en retomar como jefa de Estado en 2006, para que luego se sumaran CFK y Dilma, destituída en un Brasil que hoy gobierna Michel Temer.
Con el reclamo de igualdad de género aún sonando fuerte en todo el mundo, apenas hay dos mujeres como vicepresidentas: Gabriela Michetti en el gobierno de Mauricio Macri y Lucia Topolansky, esposa de Pepe Mujica, en Uruguay.
Laura Chinchilla Miranda fue presidenta de Costa Rica entre 2010 y 2014. Hace unos semanas contestó a la pregunta ¿Por qué no hubo relevos femeninos después de estas presidencias?
“En alguna medida se debe al estándar de valoración inusualmente drástico al que las mujeres en el poder fuimos sometidas. El caso más dramático quizás es el de Rousseff, destituida de su cargo en 2016. En su salida anticipada hubo un elemento misógino”.
En una columna de opinión publica en el New York Times, Chinchilla también escribió: “A Bachelet le preguntaban de manera insistente por su vida sentimental y era común que a mí me preguntaran si había llorado después de algún evento dramático. Ser mujer se convirtió en la causa que explicaba nuestros errores: los yerros que comenten los hombres se quedan con el individuo, pero los errores que cometemos las mujeres los paga todo el género”.
La ex presidente de Costa Rica cierra con una promesa en base a su experiencia: “Con los congresos más igualitarios y diversos —un hecho que ya es irreversible—, las jóvenes lideresas de América Latina serán las protagonistas de la política de los próximos años. No pasará mucho tiempo más sin que haya mujeres en el poder. Las mujeres latinoamericanas ya saben que pueden ser presidentas. Falta mucho por avanzar, pero en nuestra parte del mundo, el techo de cristal se quebró”.
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