Michel Temer, presidente de Brasil: “La crisis hizo madurar a los brasileños y no vamos a querer volver atrás”
Por Alejandro Tapia y Antonio Frieser.
Ha estado en la mira desde que asumió las riendas de Brasil luego de la destitución de Dilma Rousseff, en agosto de 2016. Ha recibido también una serie de dardos por acusaciones de supuesta corrupción y siete de cada 10 brasileños desaprueban su gestión. Sin embargo, Michel Temer ha mantenido intacto su ímpetu al frente de la mayor potencia sudamericana. Y pese al clima en su contra, la economía brasileña va camino a su recuperación económica: el año pasado se registró un crecimiento de 1%, tras dos años de sendas caídas del 3,5% del PIB.
Temer arribará a Chile mañana para participar en la investidura de Sebastián Piñera. Brasil es el principal destino de las inversiones chilenas, con US$ 31.000 millones. El intercambio entre ambos países alcanzó los US$ 8.500 millones el año pasado. El Presidente brasileño respondió las preguntas de La Tercera a través de un cuestionario, en el marco de su viaje a Chile.
El despliegue del Ejército en Río de Janeiro ha generado muchas críticas ¿Por qué decidió adoptar esta medida a pesar de que es una acción impopular? ¿Piensa que podría extenderse a otros estados de Brasil?
Las encuestas mostraron más de 80% de apoyo de los fluminenses (gentilicio de los habitantes del estado de Río de Janeiro) y de los brasileños a la intervención sobre la seguridad pública de Río de Janeiro. Es lógico que sea el papel de la oposición, en una democracia, cuestionar las acciones del gobierno. Pero no se puede criticar por el simple hecho de hacerlo; hay que tener grandeza y pensar en el bien común. Están cometiendo el error de politizar e ideologizar hasta el riesgo de vida que sufre la población de Río, sobre todo a los más pobres, que viven en áreas afectadas, bajo el dominio de los traficantes y las milicias. Es una actitud, diría yo, irresponsable. Están tratando de confundir intervención civil sobre la seguridad con militarismo y autoritarismo, apelando además a los tristes recuerdos del pasado. Es una comparación inoportuna. Nuestra democracia es plena hace más de 30 años, con los militares participando y cuidando nuestra Constitución ciudadana. La intervención no es algo banal; es algo que solo se realiza en una situación extrema, como la que lamentablemente todos vimos en Río.
También sus detractores han dicho que hay una motivación política tras la intervención militar en Río. ¿Usted postulará o no en las elecciones presidenciales de octubre?
Ya aclaramos esas especulaciones. Como dije y todos vieron, fue urgente actuar en Río; no podíamos esperar. Soy candidato a entregar un país mejor a mi sucesor. Por eso hicimos las reformas, trabajamos para recuperar el crecimiento y así disminuir el altísimo desempleo que heredamos. Confío en que los buenos resultados que ya conquistamos en la economía, en educación, medio ambiente, salud, comercio exterior, agricultura, energía y tantas otras acciones modernizadoras de nuestro gobierno se volverán a repetir ahora en el combate a la violencia que tanto agobia a los brasileños.
La economía brasileña está dejando atrás una de las peores recesiones de su historia. En 2017 la expansión alcanzó un 1%. ¿Brasil ya superó su crisis económica?
Fue la peor recesión de nuestra historia, que nos costó en 11 trimestres un retroceso de 8,6% del PIB. Afortunadamente, se terminó oficialmente este mes, con el anuncio del PIB positivo de 2017. La recuperación económica, fruto de las medidas que tomamos, está llegando a partir del negocio agrícola y ahora de la industria, a todos los sectores, generando prosperidad. Crecen las ventas, los sueldos, la recaudación, las exportaciones. Controlamos la inflación y los intereses, que terminaron el 2017 en una caída récord y continuamos luchando para expandir el mercado laboral. El PIB debe crecer un 3% este año y la estimación del mercado es de que se creen tres millones de empleos.
La campaña electoral con miras a las presidenciales han estado marcadas por si Lula podrá ser o no candidato. ¿Qué podría ocurrir en Brasil si Lula es inhabilitado como candidato debido a sus procesos judiciales?
Defiendo que todos puedan ser candidatos, me gustaría que todos puedan ejercer el derecho político de ser juzgado en las urnas por el pueblo. Sin embargo, tenemos leyes y a veces éstas imponen restricciones y generan controversias. Quien interpreta y aplica las leyes es el Poder Judicial. Creo que los abogados del ex presidente Lula llevaron y llevarán los recursos a las cortes más altas; entonces debemos esperar que los jueces se pronuncien, incluso el Tribunal Superior Electoral. Como jefe del Poder Ejecutivo, respeto la independencia de los poderes y prefiero esperar los hechos y no especular. Brasil está maduro para enfrentar los desafíos de la democracia.
¿Qué está en juego en las elecciones presidenciales?
Lo que está en juego es la calidad del futuro inmediato de los brasileños. Si Brasil va a continuar en el camino de la recuperación económica, la responsabilidad fiscal y social o retrocederá al tiempo de las medidas populistas, equivocadas, que nos llevaron a una recesión brutal, que superamos con sacrificio y esfuerzo. Pienso que la crisis hizo madurar a los brasileños y no vamos a querer volver atrás. Los electores tienen capacidad de evaluar y exigen que los políticos tengan responsabilidad con la cosa pública. Creo que todos los candidatos saben que se les cobrará duramente después de las elecciones si el país es sacado de su camino por culpa de intereses secundarios. Por lo tanto, también veo 2019 desde esa perspectiva de evolución y renovación. Implantamos las condiciones para que el crecimiento se consolide. El próximo gobernante tiene que mantener a Brasil en ese rumbo y acelerar.
¿Cuál cree que fue su mayor acierto y qué deja pendiente de su gestión en la Presidencia?
Colocamos a Brasil en el rumbo del siglo XXI. Mi mayor acierto fue retomar el diálogo que se había interrumpido con el Congreso y conseguir aprobar algunas reformas fundamentales, comenzando por el ajuste en las cuentas promovido por la enmienda que estableció el techo de gastos públicos. Después hicimos la reforma de la enseñanza media, paralizada por décadas, luego aprobamos la nueva ley laboral, modernizando una legislación de casi 80 años. Hicimos eso manteniendo intacta nuestra millonaria red de protección social. Entonces, en una síntesis de mi gobierno, destacaría estas palabras: diálogo, responsabilidad fiscal y social.
Lo que está pendiente es la reforma previsional. No desistimos de ella; se suspendió debido a la intervención en Río. Nuestra Constitución no permite votar reformas en período de intervención. Pero volveremos a ella en la primera oportunidad. La reforma previsional termina con los privilegios, estableciendo igualdad entre valores de jubilaciones del sector público y privado.
¿Por qué estima que finalmente los pedidos de impeachment en su contra no fructificaron?
Lo que hubo fueron denuncias inconsistentes; se comprobó un gran montaje contra la Presidencia de la República y la mayoría de los diputados vio eso. La gestión del ex procurador general de la República, que presentó las denuncias, se cerró con la anulación sumaria de los acuerdos de delación usados para intentar comprometer, a cambio de inmunidad total a los criminales que hoy están presos, el mandato presidencial. Hoy sabemos que las falsas “pruebas” fueron producidas contra la Constitución, con la participación ilegal de procuradores, que hoy están bajo investigación. Incluso el ex presidente Lula reconoció recientemente que hubo un intento orquestado de golpe en contra mía, el cual tuvimos el coraje de enfrentar y vencer.
¿Coincide en que en los últimos años Brasil ha perdido cierta influencia en cuanto a su rol para resolver conflictos en Sudamérica? Antes la voz de Brasil se escuchaba con mucha más fuerza en los foros regionales. ¿Qué ha ocurrido?
La voz de Brasil es la voz de un país que trabaja permanentemente con nuestros socios sudamericanos por una región de paz, prosperidad y cooperación. Ese es el sentido estratégico de lo que hemos hecho en la región, con pragmatismo para, además de preferencias ideológicas, buscar privilegiar las convergencias y respetar las diferencias. ¿Qué queremos? Queremos continuar sacando adelante iniciativas concretas que se traduzcan en más bienestar para nuestros pueblos. Para eso, no sirve la retórica: hay que actuar. Y hemos actuado al rescatar la vocación original del Mercosur para la democracia, los derechos humanos y el libre mercado. Al promover una creciente aproximación entre Mercosur y los países de la Alianza del Pacífico. Al contribuir, al lado de amigos como Chile, con el proceso de paz entre el gobierno colombiano y el ELN. Al participar del Grupo de Lima y otras instancias donde se discute la preocupante situación en Venezuela.
¿Cómo serán las relaciones entre Brasil y Chile con el nuevo Presidente Sebastián Piñera?
La amistad entre Brasil y Chile es antigua. Hoy, Brasil es el principal socio comercial de Chile en Sudamérica y concentra el mayor stock de inversiones chilenas. A su vez, Chile es nuestro segundo socio comercial en el continente sudamericano. Sobre esa base vamos a trabajar con el Presidente Piñera, con miras a ampliarla y fortalecerla siempre más.
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