Dora Barrancos, historiadora feminista argentina: «Las mujeres tenemos una larguísima lucha de resistencia»
Por Carla Perelló, de la redacción de NODAL
El arte de tejer alianzas y crear estrategias se aceleró en Argentina desde el momento en el que la presión en la calle ingresó al recinto del Congreso Nacional. Ingresó de la mano de una ola verde que reclama que se debata –y se apruebe- el proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo que desde hace más de diez años impulsa la Campaña Nacional por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Así, mientras hay quienes hablan de “oportunismo” político para “tapar” otros problemas que suceden en el país; el movimiento avanza. “Los feminismos están bien desbordados felizmente. No debe extrañar, pese al contexto, que las mujeres se dispongan a hacer apuestas sobre más derechos”, avisa Dora Barrancos, socióloga, historiadora feminista argentina, en entrevista con NODAL.
La iniciativa, alzada por el movimiento feminista, de mujeres y de las sexualidades diversas (LGBTTTIQA), fue instalada a fuerza de acciones que no comenzaron ahora. Es difícil encontrar la raíz: cada derecho fue una lucha en la calle y una puja en el Parlamento. Encuentro Nacional de Mujeres, en 1986, forjó espacios de debates plurales y abiertos que se tradujeron en acciones como cuando, en 2004, una articulación de organizaciones creó la actual Campaña Nacional por el derecho al aborto. Ellxs, de manera asamblearia, fueron quienes escribieron las letras del proyecto que cada dos años -cada vez que perdió estado parlamentario- presentan, pero nunca llega al recinto. Esta es la séptima vez.
En el pasado cercano, en 2015, el femicidio de Chiara Páez, de 14 años, engendró las marchas de Ni Una Menos, que hicieron efecto dominó en la región. El grito atravesó el mundo entero. Hasta que se paró. “Si nuestras vidas no valen, produzcan sin nosotras”, fue la consigna del Primer Paro Internacional de Mujeres (PIM). En los últimos días, al menos dos acciones condicionaron a los dirigentes políticos –y al presidente de la nación, Mauricio Macri- a “dar luz verde”: un masivo pañuelazo en las puertas del Congreso al grito de “nosotras abortamos” y la irrupción de mujeres en el programa televisivo del prime-time de la tarde pañuelo verde al cuello. La consigna: defender el lema “Educación Sexual para decidir, Anticonceptivos para no abortar, Aborto Legal para no morir”.
En la Argentina el aborto es legal por causales, desde 1921, si hay violación, si el embarazo es inviable, si corre riesgo la vida de la madre y, también, si afecta a la salud en un sentido físico o psíquico. Sin embargo, la despenalización (que no pese condena penal sobre las mujeres) y su legalización (implica la universalidad y gratuidad de la práctica en el sistema de salud) se vuelve urgente cuando la Justicia obstruye el acceso al derecho o los médicos son objetores de conciencia. Según el Ministerio de Salud de la Nación entre 350 y 500 mil mujeres abortan en la ilegalidad y es la primera causa de mortalidad materna. Por eso, entre otros puntos, el proyecto es claro: el derecho al aborto es un derecho humano.
Ahora, ¿por qué es necesario? Barrancos plantea cuatro dimensiones fundamentales para lograr la “equidad”. 1. Parar la violencia hacia las mujeres. 2. Lograr la participación idéntica de mujeres y varones en tareas domésticas y profesionales (que no haya especialidades feminizadas o masculinizadas). 3. Paridad en la representación de la ciudadanía en órganos parlamentarios y en todas las instituciones. 4. Soberanía de los cuerpos: “Necesitamos este derecho”, dice. Este último reclamo, es también uno de los ejes del PIM.
Usted menciona el acceso al derecho al aborto como una de las cuatro dimensiones fundamentales para conseguir la equidad. Ese debate, justamente, pareciera llegar al Congreso en Argentina. ¿Por qué considera importante “la soberanía de los cuerpos femeninos”?, tal como lo plantea.
El primer derecho de las mujeres es el derecho al propio cuerpo. El acceso al aborto seguro y gratuito es una condición fundamental para la sostenibilidad del derecho al cuerpo. Incluso, aumenta la equidad entre las mujeres, porque hay una distancia tremenda entre las mujeres de clase alta y las de clases populares, porque muchas mueren. Pero por encima de la cuestión sanitaria, yo sostengo antes que nada la soberanía del cuerpo para poder ejercer decisiones sobre el mismo. El embarazo es una contingencia y no puede ser una fatalidad. La maternidad debe ser un acto del deseo, de elección, que tiene y debe ser estratégico. Es una decisión impactante. No debería ser una situación obligada. Las que estamos en esta posición tenemos un aprecio fundamental por la vida, entonces la vida de los otros corre todos los riesgos cuando no se ha deseado, cuando no se han hecho los cálculos de cuidado de otro ser. Es macabro pensar que de la contingencia se va a la obligación que es entonces una fatalidad. Al margen de esto, las mujeres ya han venido tomando decisiones: tiene alta legitimidad la decisión de no reproducción desde antes de los años 20. ¿Cómo limitabas sino la cantidad de embarazos en esos años? El aborto en Argentina tiene alta legitimidad ante su ilegalidad, pero es mucho más ilegal para las más pobres. La ilegalidad se penaliza con la muerte. Es una condena.
¿Qué análisis hace sobre este impulso y expresiones que dan desde el movimiento feminista y de mujeres pese al contexto de represión que se ha dado en los últimos tiempos (como sucedió en la marcha por el Paro Internacional de Mujeres hace un año)?
Porque los feminismos están bien desbordados felizmente, hay una enorme recepción de las mujeres, de sí mismas, las sexualidades disidentes también están muy presentes. Todo esto hace que irrumpan estas formas de feminismos que hace rever muy fuerte el derecho a decidir sobre tener o no hijos. Obviamente la sociedad argentina está atravesando un ciclo muy aciago, pero no debe extrañar que las mujeres se dispongan a hacer apuestas sobre más derechos. Las mujeres tenemos una larguísima lucha de resistencia y en algunos casos eso ha sido extraordinariamente visible: la resistencia de las Madres y de las Abuelas de Plaza de Mayo, y a lo largo de los tiempos siempre ha habido resistencia. Para estas luchas no importan los contextos, las mujeres desafiamos los contextos represivos y, de alguna, manera nos hacemos más resistentes.
¿Qué opina sobre la apertura que se dio desde el Gobierno? ¿Cuál es su posición sobre el cambio de estrategia de tratamiento al llevar el debate a las comisiones, en lugar de llevarlo al recito el 8 de marzo?
Este gobierno huyó para adelante, como hacen las dictaduras, como sucedió con Malvinas. Ahora, a las feministas no nos importa nada el contexto de la significación política. Vamos a ir a fondo. Y como estamos empeñadas, estamos empeñadísimas de convencer a las almas que están en duda. Y yo no quería que fuera sobre tablas porque estaba casi condenado para el no tratamiento. Era de mucho riesgo porque de movida se exige mayoría especial y lo que necesitamos es habilitar el debate y convencer a quienes están en dudas. De muy buena fe, hay gente que las tiene. Bueno, las vamos a convencer de que no es un acto criminal. En Europa, incluso en los países más católicos como Polonia y España los estados presumían que su voluntad regresiva se iba a imponer y no lo lograron, en esos países el aborto es legal. Así que sólo queda la periferia del antes llamado Tercer Mundo. Nos empeñaremos en conquistarlo. Hay que seguir con mucha firmeza, convenciendo a quienes dudan. Y hay que dejar en claro que las feministas defendemos la vida. Porque el proyecto plantea la interrupción del embarazo hasta las 14 semanas, cuando es un feto. Por otra parte, ¿por qué no se da el mismo debate cuando el cuerpo médico decide sobre la muerte de personas de cierta edad o en ciertas condiciones, cuando sabemos que no es el apagón de todos los síntomas, como es la muerte cerebral?. Por otro lado, la codificación penal argentina es muy clara, cuando se tramita la sucesión -herencia- se hace reserva hasta que la criatura nazca y no es lo mismo si nace muerta o si nace viva; entonces, no es la misma situación de derecho.
¿Cuál es su visión respecto de lo que sucede con el movimiento de mujeres y feminista en la región latinoamericana y caribeña y sobre el derecho al aborto en particular?
La identidad compartida en todos los feminismos latinoamericanos es vertebralmente la procura del derecho a acceder al aborto legal, seguro y gratuito. Esto, creo que forma parte de todas las agendas, me parece que no hay nadie que no ayude en esta formulación. Y las movilizaciones que esperamos de aquí en más, además de no retroceder en otros derechos de ciudadanía y derechos sociales, es la conquista de este derecho porque en realidad no hay ninguna posibilidad de denigrarnos, porque efectivamente somos las mujeres de América Latina las que hemos quedado a merced de esta suerte de reacción entelequial. En todos los países europeos hay derecho al aborto, así que esa agenda compartida, unánime, es el acceso seguro y gratuito al aborto.