Costa Rica, ante la encrucijada electoral

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Por David Vargas

Uno representa un movimiento religioso que obtuvo una enorme relevancia política al cierre de la primera ronda electoral al defender la familia tradicional costarricense. El otro es candidato oficialista que se coló en la segunda fase con un empuje final en los días previos a las elecciones.

Fabricio Alvarado del Partido Restauración Nacional y Carlos Alvarado del Partido Acción ciudadana son los dos aspirantes a la presidencia de Costa Rica para la segunda ronda electoral del país que se realizará el domingo 1 de abril.

A unos días de las elecciones, ambos candidatos se alistan para un cierre ajustado en esta carrera electoral. Dos de las tres firmas que han publicado resultados de encuestas favorecen al representante evangélico; la otra declara un empate estadístico entre ambos Alvarados.

“Podríamos estar viendo una elección de photo finish”, indica el analista político costarricense Gustavo Araya, refiriéndose a lo difícil de pronosticar un posible ganador en este escenario.

Para Araya, lo que están decidiendo los costarricenses en esta elección es un modelo de desarrollo para Costa Rica con más o menos participación del Estado. En los temas de urgencia para el país –control del alto déficit fiscal, generación de empleo, seguridad ciudadana, entre otros– los partidos coinciden en el qué pero se diferencian en cómo implementarlos.

Restauración Nacional, que en las últimas semanas se le han sumado empresarios, banqueros y militantes del Partido Liberación Nacional (PLN), con mayoría en el Congreso recién electo, apuesta por sacudir la institucionalidad que se ha utilizado tradicionalmente para solucionar los problemas del país. En las últimas semanas, Fabricio Alvarado ha retado al Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC) cuestionando los reportes de reducción de pobreza logrados en el actual gobierno en Costa Rica, y al Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) por limitar a las iglesias evangélicas de hacer propaganda para un candidato usando la religión como plataforma.

Carlos Alvarado y el PAC han firmado acuerdos con el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), cuarta fuerza política del país y otrora una de las dos agrupaciones que conformaban el bipartidismo costarricense. También ha sumado en sus filas a un sector del Partido Liberación Nacional. Este apoyo viene principalmente de personas que han ocupado puestos en anteriores gobiernos y respaldan la institucionalidad vigente en Costa Rica.

A pocos días de realizarse los comicios, el analista Gustavo Araya vaticina que el ganador será quien comenta menos errores en la recta final.

Una noticia difundida el domingo 25 de marzo sacudió las tiendas de Restauración Nacional. Ese día, un radionoticiario liberó un audio grabado en una reunión entre el candidato Fabricio Alvarado y cientos de pastores evangélicos de todo Costa Rica donde el candidato presidencial solicitó ayuda para instar a los miembros de las iglesias su apoyo para el día de las elecciones, insistir que la pobreza no se había reducido en el actual gobierno del PAC, y apoyar un proyecto “para poner en su lugar al TSE”.

“Esto podría ser un traspié para Restauración Nacional”, indicó Araya.

El analista opina que ambos candidatos caminan “una cuerda floja” en la que deberán avanzar cuidadosamente su agenda política sin indisponer a los aliados que recién se suman a cada bando.

Fabricio Alvarado suscribió pactos con políticos del PLN y al menos tres partidos políticos más sin aún haber presentado un plan de gobierno. Por su parte, Carlos Alvarado tiene un acuerdo ya firmado y una agenda común con miembros del PUSC.

Gustavo Araya apunta que Restauración Nacional tiene su principal apoyo del PLN y sus 17 diputados del Congreso (que en total conformarían un bloque de 31 congresistas), pero enfrentaría la indisposición de grupos sociales y culturales en Costa Rica.

Por su parte, el Partido Acción Ciudadana carece de esa legitimidad en la Asamblea Legislativa costarricense (con un bloque de sus 10 diputados más 9 del PUSC), pero tendría el apoyo de colectivos sociales y culturales que adversan las propuestas de Restauración Nacional en temas de matrimonio igualitario y la conformación de un estado teocrático.

Forbes

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