Un frente unido contra Nicolás Maduro – La Prensa, Nicaragua
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
El secretario de Estado de los Estados Unidos (EE.UU.), Rex Tillerson, inició este jueves una gira por varios países latinoamericanos con el propósito de consolidar un frente unido contra la dictadura de Venezuela.
Esto no es una especulación. Según publicó este jueves el diario La República, de Perú, un alto funcionario del Departamento de Estado aseguró a periodistas en Washington D.C. que el objetivo del viaje de Tillerson a México, Argentina, Perú, Colombia y Jamaica, es conversar y planear con los aliados de EE.UU. cómo “continuar presionando al corrupto régimen de Maduro para que regrese al orden democrático”.
Algunos analistas consideran que Venezuela ha llegado al punto crucial de que, o se actúa drásticamente para erradicar a la dictadura, o esta se consolidará y podría volverse tan longeva como la de Cuba, que dura ya 59 años.
Se habla incluso de una posible intervención humanitaria para auxiliar al pueblo venezolano, como la de Vietnam en Camboya, en 1978, para poner fin al genocidio de los jemeres rojos, acción militar que tuvo el respaldo de la Unión Soviética y el consentimiento tácito de la comunidad internacional; o la intervención de Francia en Ruanda, en 1994, que fue avalada por las Naciones Unidas.
El contraalmirante retirado venezolano Carlos Molina Tamayo, quien vive exiliado en España y fue una de las figuras principales en el golpe de 2002 que sacó del poder durante dos días al dictador Hugo Chávez —pero fracasó por falta de respaldo internacional sobre todo estadounidense—, dijo esta semana en Miami que no hay condiciones para reanudar las movilizaciones callejeras masivas y salir por esa vía del régimen de Maduro. Según el militar venezolano “tiene que llegar alguien de afuera para ayudar a los que están adentro y se puedan sumar”.
Sin embargo, otros analistas estiman que EE.UU. tiene todavía otros recursos no tan extremos, para obligar a la dictadura a devolver la democracia al pueblo venezolano. Se menciona concretamente el boicot petrolero. EE.UU. le compra a Venezuela 750 mil barriles de petróleo diarios y es uno de los dos únicos países que lo pagan en efectivo; el otro es la India. Quitarle a Nicolás Maduro ese enorme flujo de dinero de los EE.UU. significaría un golpe mortal contra la dictadura.
No es cierto, como dicen algunos, que la suspensión de la compra de petróleo a Venezuela golpearía más al pueblo venezolano que a la dictadura, porque el gobierno no podría importar comida ni medicinas. En realidad, el dinero que consigue el régimen de Maduro por la venta de petróleo lo devora la corrupción. La falta de productos básicos en Venezuela viene desde 2014, cuando el barril de petróleo venezolano se vendía en 100 dólares y nadie hablaba de sanciones. Las penurias del pueblo venezolano se deben al totalitario sistema socialista bolivariano, que es necesario erradicarlo para que Venezuela pueda volver a la racionalidad económica y la democracia.
El boicot petrolero podría ser el principio del fin de la dictadura venezolana. Pero también adelantaría el final de las demás dictaduras populistas que han infectado a otros países latinoamericanos.