Mejores vecinos: el camino para que América latina pueda crecer – Por Jorge Familiar

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Un informe del Banco Mundial destaca la importancia de fortalecer la integración regional para mejorar la competitividad global; redefinición de conceptos y estrategias luego de años de bajo crecimiento económico y recesión; reducir la pobreza, el gran objetivo

Los esfuerzos hacia la integración regional de América latina y el Caribe no son nuevos. Desde al menos los años 60, la región ha experimentado con diversas formas de integración con miras a que lazos económicos más fuertes entre nuestros países puedan conducir a sociedades más prósperas.

Durante los 90, una revitalización de esta estrategia se tradujo en la proliferación de acuerdos comerciales y reducciones arancelarias.

De hecho, antes de 2000, el país promedio en América latina y el Caribe tenía un acuerdo comercial preferencial con cerca de cuatro socios regionales; para 2013 esta cifra era de cerca de 10.

A pesar de estos esfuerzos, la proporción de las exportaciones intrarregionales en las exportaciones totales se mantuvo en alrededor de 20%. Claramente, hay todavía mucho terreno por recorrer.

Cabe recordar que la integración regional no es un fin en sí mismo, sino un instrumento para acelerar el crecimiento económico y generar así las condiciones para continuar reduciendo la pobreza y elevar el nivel de vida de la población.

No sorprende entonces que los esfuerzos de integración intrarregional estén cobrando fuerza ante la necesidad de encontrar nuevos motores de crecimiento. La región lleva seis años de bajo crecimiento, incluyendo dos años de recesión económica, que amenazan con estancar la gran transformación social de la década pasada. La Alianza del Pacífico, conformada por Colombia, Chile, México y Perú, y el nuevo acercamiento entre esta alianza y el Mercosur, fundado por la Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, son ejemplos de este esfuerzo.

Y no son sólo los líderes y gestores de políticas latinoamericanos los que están promoviendo la integración; la última encuesta de Latinobarómetro encontró que 77% de la población está en favor de la integración económica con países vecinos y con el mundo.

Desde el Banco Mundial queremos contribuir a estos esfuerzos con nuestra investigación y conocimiento. El nuevo informe «Mejores vecinos: hacia una renovación de la integración económica en América latina» busca ofrecer argumentos sustentados para un acercamiento más amplio y profundo entre los países de la región.
Efecto revitalizante

El estudio propone revitalizar la integración entre nuestros países con el doble beneficio de reducir trabas en el interior de la región y mejorar así nuestra capacidad de competir a nivel mundial.

Esto implica ir más allá de una simple reducción de aranceles. El país promedio latinoamericano aplica hoy un arancel de 8% a sus socios comerciales, muy por debajo del 12% que aplicaba a mediados de los 90. Pero aun así los exportadores latinoamericanos siguen enfrentando costos de comercio que son el doble de los de países de Asia y el Pacífico.

Estos costos se atribuyen, por ejemplo, a elevados costos de transporte asociados a los déficits de infraestructura evidentes en la región. También son el resultado de una escasa armonización regulatoria que puede hacer menos eficiente el paso de cargamentos entre fronteras.

El beneficio de un mayor acercamiento no sólo radica en reducir trabas al comercio. Más importante aún es el hecho de que ese acercamiento abre oportunidades aún no aprovechadas para ser más productivos.

Consideren, por ejemplo, el potencial de explorar economías a escala. Una mayor integración entre países pequeños, como los de las islas del Caribe, les daría oportunidades que hoy no tienen para entrar a economías más grandes y ser más competitivos.
Integración energética

O el potencial de aprovechar plenamente los avances ya significativos en integración energética, armonizando normas regulatorias. Una regulación simplificada podría, por caso, incentivar intercambios de electricidad entre los países centroamericanos, dando como resultado una fuente de energía más confiable y menos costosa para todos.

Todo esto ilustra que la competitividad no depende solamente de la política comercial de cada país. No es suficiente con que cada país reduzca sus aranceles. El potencial de crecimiento de una integración más profunda dependerá de que el esfuerzo vaya más allá y abarque medidas conjuntas que requerirán creatividad, visión a largo plazo y coordinación entre países.

Además deberá complementarse de políticas enfocadas a apoyar a aquellas personas que no estén en posición de sacar provecho inmediato, de tal forma que no queden rezagadas.

Invertir en nuestra gente debe seguir siendo prioritario; crear igualdad de oportunidades, atendiendo temas como la calidad de la educación pública, será fundamental para generar las habilidades que el mercado laboral del futuro demandará de nuestro capital humano.

A largo plazo, creemos que el ímpetu que ha surgido en la región para integrarnos más y mejor nos brindará los réditos de no sólo habernos acercado más entre nosotros, sino de haber logrado con ello un mayor crecimiento sostenido, indispensable para reducir la pobreza y aumentar la prosperidad de nuestra región.

*El autor es vicepresidente del Banco Mundial para América latina y el Caribe

La Nación

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