La FAO y Cuba: una alianza por el desarrollo sostenible

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Desde la presentación en octubre del estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, todas las alarmas sonaron en la región, afirmó ayer Marcelo Resende, representante en Cuba de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Por primera vez en décadas, el número de personas que padecen hambre aumentó, aseveró además en su columna de opinión el funcionario.

En ese contexto y asentada en políticas públicas de protección social y agrícolas, Cuba continúa siendo un referente de la seguridad alimentaria en América Latina y el Caribe.

Durante tres bienios, refiere en su artículo, la isla se ha mantenido entre los países con una de las más bajas tasas en el orbe de personas subalimentadas y continúa cumpliendo las metas relativas al hambre de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), y de la Cumbre Mundial de la Alimentación.

Según Resende, datos del Perfil Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional dan cuenta que en el bienio 2014-2016, el consumo calórico en la isla alcanzó las tres mil 553 kilocalorías/día/persona como promedio.

El Estado cubano, señala, destina cuantiosos recursos a la importación de alimentos, aunque en el 2017 las políticas agrarias permitieron un crecimiento de un tres por ciento de la agricultura, a partir del incremento de producciones como las hortalizas, frijoles, viandas, carne bovina y de cerdo, entre otras, de acuerdo con datos suministrados al cierre del año anterior.

Esta atención al sector agrícola y alimentario, recogida en los Lineamientos de la Política Económica y Social del país, permite trabajar conjuntamente en otros fenómenos que están caracterizando el contexto regional: la obesidad y la incidencia de los efectos del cambio climático, comentó el representante de la FAO.

En relación con la obesidad, los índices en la Isla han ido en aumento; de 19,2 por ciento en 2005 a 25,5 en 2014. En el Caribe el país con mayor obesidad es Bahamas con un 31,6 por ciento.

Ante esto, tanto las autoridades como el sector científico, impulsan diversas acciones educativas para intervenir en el fenómeno de manera integral, desde la embarazada, incluyendo las edades más tempranas, tanto en el ámbito escolar, como en la familia o el espacio comunitario.

Un camino en esa dirección es la prioridad que se otorga a programas como el de la Agricultura Urbana y Suburbana, que ha tenido efectos en el incremento del consumo de vegetales en la Isla.

En cuanto al impacto de los efectos del cambio climático en la agricultura y la alimentación en Cuba, el más reciente tuvo que ver con el azote de los huracanes Mathew e Irma, que afectaron no solo la producción agrícola (las pérdidas por este último en el sector superaron los cuatro mil millones de pesos), sino también los medios de vida de las personas que viven en el espacio rural.

Frente a esas realidades, la FAO en Cuba, alineada con las prioridades de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible, continuará apoyando al país en las estrategias nacionales para buscar la soberanía y seguridad alimentaria y nutricional, aumentar las capacidades productivas, el volumen, calidad y diversidad de las producciones agrícolas, incrementar la resiliencia y reducir los riesgos.

A la par, la organización potenciará la participación de los expertos cubanos para brindar asistencia técnica de alta calidad a otras naciones, en el marco de la cooperación Sur-Sur.

Prensa Latina


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