Argentina: Enrique Martínez, presidente del INTI hasta 2011: «Pretenden que el organismo esté a disposición de las empresas concentradas»

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Por Daniel Cholakian, editor de NODAL*

El ingeniero Enrique Mario Martínez es actualmente coordinador del Instituto para la Producción Popular. Fue decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires entre 1973 y 1974. Una de las situaciones de mayor conflicto político vivida en Argentina desde comienzos del año, fue la ocurrida a raíz de los cerca de 250 despidos en el Instituto Nacional de Tecnología Industrial, INTI, del cual Martínez fue presidente entre 1986 y 1988 y entre 2002 y 2011.

Más allá del conflicto que implica la pérdida de fuentes laborales y la suspensión de servicios que genera el INTI para diversas industrias en el país, la tensión entre ajuste fiscal, desmantelamiento del Estado como actor central del desarrollo y la posibilidad de la existencia de políticas industriales que produzcan conocimiento científico y técnico para superar la dependencia tecnológica, es el eje de la conversación que NODAL sostuvo con Martínez. En esta semana el Estado abrió un canal de negociación por los despidos, aunque los trabajadores aún no han retomado sus tareas y tampoco se avanza en el tema central de la cuestión ¿qué modelo de desarrollo industrial pretende el actual gobierno del presidente Macri y cuál es el rol del INTI en el mismo?

¿Qué es el INTI y qué trascendencia tiene?

Es importante que la gente entienda que el INTI, el INTA y el CONICET son tres componentes de un sistema de ciencia y tecnología potente. Que es único en Latinoamérica y fue creado hace 60 años en los albores del desarrollismo, un poco antes de que Arturo Frondizi comenzara su gobierno. Era un momento en que se pensaba que era imprescindible el desarrollo al interior de cada país. Todo lo contrario a la globalización, porque se imaginaba inminente una tercera guerra mundial.

El INTI nació como un organismo de apoyo tecnológico a regiones y sectores de muy diversa gama, sobre todo dirigido a las empresas más pequeñas y a las regiones con más dificultad. A medida que la industria se fue concentrando, y el mundo se fue globalizando, comenzaron a tomar preeminencia en el país, al igual que en toda la región, las corporaciones multinacionales, que no tienen ningún interés en el desarrollo tecnológico nacional. Porque tienen centro de investigación y desarrollo en los países centrales, que no han trasladado a esta región. Ni en Argentina, ni en ningún país de Latinoamérica, las corporaciones multinacionales tienen centros de investigaciones importantes.

En consecuencia, el INTI fue arrinconado a cumplir algunas tareas de certificación y de control de calidad, que en parte le interesan a los consumidores y son relevantes. El INTI controla los surtidores de combustibles, las balanzas granarias y las balanzas de supermercado; los alcoholímetros y la calidad de los plásticos con que se hacen los juguetes. Así podría enumerar largamente controles que hacen a la vida ciudadana.

Pero el INTI tiene como responsabilidad original, que se ha deteriorado mucho en algunos periodos de su vida institucional, apuntalar a las comunidades y a los sectores de pequeñas y medianas empresas. Esa es la disputa ideológica que se da en estos momentos. Gran parte de su capacidad de trabajo se perdió durante la gestión de Carlos Menem, porque su planta fue reducida en un 40%. Luego se recuperó durante la gestión de Néstor Kirchner y Cristina Kirchner, y otra vez vuelve a plantearse la reducción en términos de reorganización, de búsqueda de eficiencia, pero en realidad los motivos son profundamente ideológicos. Ahora se supone que el INTI tiene que estar a disposición de las empresas concentradas y no realizar ningún tipo de tarea de desarrollo social o comunitario.

En cuanto al caso de los despidos del INTI ¿está el Instituto sobredimensionado para lo que debería ser o lo están achicando para reducir sus funciones?

Yo fui presidente del INTI hasta diciembre del 2011. Nosotros en 9 años habíamos duplicado la planta, porque expandimos enormemente el INTI en el interior y además sumamos funciones. Creo que en los años sucesivos, del 2011 hasta ahora, se siguió expandiendo, aunque ignoro el grado de eficiencia de la posterior expansión. Si puedo dar fe de la que se produjo en nuestra gestión. Lo concreto es que, en todo caso, podría hacerse una comparación cuantitativa: si el INTI hoy tiene 3 mil empleados, el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) debe tener cerca de 7 mil. Pero el INTI nunca tuvo más que del 25% del presupuesto del INTA.

Es importante el INTA, muy importante, porque somos un país agropecuario. Pero la verdad es que no tiene mucha explicación que a lo largo de 50 años la relación presupuestaria se siga manteniendo, que se sostenga que el INTI tenga el 20% del presupuesto del INTA. Esto implica que estamos desatendiendo una cantidad de demandas muy relevantes. Cada vez que nosotros hemos abierto una pequeña oficina con dos o tres personas en una ciudad de 30 mil habitantes, inmediatamente aparecieron demandas que obligaron a duplicar y triplicar el personal presente. Porque al saber la gente lo que el INTI podía brindar, llovían las demandas.

¿Los despidos responden a un necesario ajuste fiscal por el déficit heredado -como explica el gobierno del presidente Macri- o responden a un componente ideológico político?

Han empezado por despedir a la gente más activa en términos de organización sindical y de búsqueda de organización laboral. Sin embargo, es importante entender que parte del INTI está permeado por la cultura neoliberal. No hay que ignorar que durante la gestión de Menem alguna fracción de los trabajadores del INTI adhirió a la idea de facturar hasta el saludo, cobrar todo, no regalar ningún conocimiento a los más pobres, a los más alejados de un centro de investigación.

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Cuando se revirtió la situación, esa fracción lo aceptó a regañadientes, y ahora reaparecen y colaboran en la configuración de un programa neoliberal. Ese problema interno existe, pero este gobierno es bastante más necio que cualquiera de sus antecesores. Ha contratado una consultora vasca que le ha dado recomendaciones más o menos banales sobre como relacionarse con las empresas, y ha presentado a CAME (Confederación Argentina de la mediana empresa) y a la UIA (Unión Industrial Argentina) sus programas. No se los ha presentado a ningún gobernador ni intendente, ni a los representantes del INTI en los centros del interior, de los que hay más de uno en cada provincia. Vale decir que la mirada es hacía afuera. Como el actual presidente del INTI dice, el afuera significa servir a las grandes empresas. Esa es la discusión que hay en estos momentos.

O sea, producir conocimientos o servicios que sean vendidos y que con eso se sostengan…

Exactamente y más que conocimientos, servicios. Brindar servicios de certificación para habilitar exportaciones, o facilitar importaciones a través de documentos que digan que lo que se trae es lo mismo que indican los papeles. Controles más o menos livianos, que signifiquen un control de calidad de las empresas pero no desarrollo de nuevos conocimientos.

¿Es necesario para el desarrollo de una industria autónoma o cualquier tipo de producción local, comunitaria, popular, producir conocimiento específico?

La argentinización de la industria necesitaría tener conocimiento autónomo. Conocimiento generado en red con conocimientos de lo que pasa en el mundo, vinculación con pensadores e investigadores internacionales, pero con autonomía en la propiedad del conocimiento. Este no es el camino que el INTI recorrió en la década menemista, ni el que comienza a recorrer ahora.

¿Esto indicaría qué tipo de proyecto industrial tiene el actual gobierno argentino?

No hay proyecto industrial, se avanza acompañando la concentración. Para elegir un ejemplo muy claro, Argentina comenzó este período fabricando autos con 97% de componentes nacionales y fue en descenso 60 % 50, 25% en la última etapa. El 70 % de los automóviles que se patentaron 0 km durante el año 2017 fueron totalmente importados 100%. Eso significa que, ni siquiera se fomentan las armadurías, que son estimuladas por las multinacionales, sino que esperan que nosotros consumamos sin producir. Este realmente no es un sistema que cierre económicamente, ni es un esquema que podamos ver como promisorio.

*Entrevista realizada en el programa radial ‘Bajo el volcán’ emitido por FM La Tribu. 


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