Tras visitar Temuco y reunirse con jóvenes, el papa Francisco dará hoy su última misa en territorio chileno
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Papa reconoce rol histórico de la PUC y aboga por «enseñar a pensar y a razonar de manera integradora»
«La historia de esta universidad está entrelazada, en cierto modo, con la historia de Chile». Con estas palabras empezó su discurso el Papa Francisco en su visita a la Casa Central de la Universidad Católica, donde se reunió con la comunidad universitaria y con personajes del mundo de la ciencia, la cultura y las artes.
Hace casi 31 años, cuando el Papa Juan Pablo II visitó el mismo campus, Ignacio Sánchez estudiaba medicina y se encontraba de turno en el Hospital Sótero del Río. «Cómo iba a imaginar que treinta años después iba a recibir al segundo Papa como rector de la universidad», afirmó la autoridad minutos antes del inicio de la actividad.
«Tenemos importantes desafíos para nuestra patria, que dicen relación con la convivencia nacional y con la capacidad de avanzar en comunidad tras la búsqueda de aquello que consideramos en esencia justo, bueno, bello y verdadero», afirmó el rector Sánchez en sus palabras de bienvenida.
Lo dicho fue retomado por el Pontífice, quien expresó su «alegría» por estar en la casa de estudios, que «ha ofrecido un servicio inestimable al país» y recordó el paso de San Alberto Hurtado por la Facultad de Derecho.
Con respecto a la «convivencia nacional», el Papa afirmó que «hablar de desafíos es asumir que hay situaciones que han llegado a un punto que exigen ser repensadas». «Lo que hasta ayer podía ser un factor de unidad y cohesión, hoy está reclamando nuevas respuestas», afirmó Francisco.
«La convivencia nacional es posible en la medida en que generemos procesos educativos también transformadores, inclusivos y de convivencia. Educar para la convivencia no es solamente adjuntar valores a la labor educativa, sino generar una dinámica de convivencia al interno del propio sistema educativo», aseguró el Pontífice.
«No es tanto una cuestión de contenidos, sino de enseñar a pensar y a razonar de manera integradora», añadió.
«Avanzar en comunidad».
En el acto estaban presentes el ministro del Interior, Mario Fernández; el Presidente electo, Sebastián Piñera; y el fiscal nacional, Jorge Abbott, entre otras autoridades. Al finalizar el acto, un hombre se intentó acercar al Papa para hablar con él, rompiendo el protocolo y la seguridad. Fue rápidamente sacado del lugar y alcanzó a gritar una consigna.
En su discurso, el Pontífice también se refirió a una «pérdida de conciencia del espacio público», uno que «exige un mínimo de trascendencia sobre los intereses privados -vivir más y mejor- para construir sobre cimientos que revelen esa dimensión tan importante de nuestra vida como es el ‘nosotros’», afirmó.
En esa línea, agregó que «la cultura actual exige nuevas formas capaces de incluir a todos los actores que conforman el hecho social y, por lo tanto, educativo», relevando la importancia de «ampliar el concepto de comunidad educativa».
Finalmente, y sin referirse a temas llamados «valóricos», como el aborto o el matrimonio homosexual, el Papa llamó a la universidad a «buscar espacios recurrentes de diálogo más que de confrontación; de encuentro más que de división; caminos de amistosa discrepancia, porque se difiere con respeto entre personas que caminan en la búsqueda honesta de avanzar en comunidad hacia una renovada convivencia nacional».
Francisco recurre a metáforas sobre el «ancho de banda» y la «falta de conexión» en los celulares para hablarle a los jóvenes
Si bien no se consideraba una actividad compleja, el escaso interés que principio mostraron los jóvenes por participar en su encuentro con el Papa transformaron al acto en el Templo Votivo de Maipú en uno de los que más expectativas generó.
De hecho, la organización repartió entradas entre los vecinos de la comuna para permitir que otras personas pudiesen ver de cerca a Francisco.
Sin embargo, utilizando un lenguaje directo y con metáforas claras, el Papa logró congeniar con los casi 40 mil asistentes a quienes llamó a «ser valientes» y salir al encuentro «de aquellos que están en un momento de dificultad».
Fue, además, el discurso más improvisado del Papa en Chile, pese a contar uno ya escrito. Esa comunión con el público aumentó cuando se detuvo y llamó a orar luego que una asistente se desmayó. También sacó muchas risas con sus frases, dando cuenta de una soltura que no se había visto en otros eventos.
Entre el público se incluían jóvenes de Paraguay, Argentina y Ecuador, en un día marcado por las altas temperaturas que sobrepasaron los 31°.
«La Virgen del Carmen los acompaña para que sean los protagonistas del Chile que sus corazones sueñan. Y sé que el corazón de los jóvenes chilenos sueña y sueña a lo grande, porque de estas tierras han nacido experiencias que se fueron expandiendo y multiplicando a lo largo de diferentes países de nuestro continente», comentó Francisco.
Tras esto, alabó a los jóvenes nacionales puesto que «cada vez que sucede una catástrofe natural tienen una capacidad enorme para movilizarse».
«Si ustedes no aman a la patria no llegan a amar a Jesús. Si no son patriotas, no patrioteros, no será nada en la vida. Den lo mejor de ustedes por su Chile», añadió. Tras esto, los jóvenes respondieron con un ceachei.
El Papa mencionó que «el problema lo tenemos los grandes que, muchas veces, con cara de sabiondos, decimos: ‘Piensa así porque es joven, ya va a madurar’. Pareciera que madurar es aceptar la justicia, es creer que nada podemos hacer, que todo fue siempre así».
Tras esto, les dijo: «La iglesia necesita que ustedes saquen el carnet de mayores de forma espiritual y nos digan que está mal».
La conexión y la contraseña
Haciendo un paralelo con un joven que se le acaba la batería del celular o se queda sin señal en internet, Francisco dijo que con la fe puede pasar lo mismo. «Después de un tiempo de camino o del ‘embale’ inicial, hay momentos en los que sin darnos cuenta comienza a bajar ‘nuestro ancho de banda’ y empezamos a quedarnos sin conexión, sin batería, y entonces nos gana el mal humor, nos volvemos descreídos, tristes, sin fuerza y todo lo empezamos a ver mal».
Al igual que en la mañana en Temuco, cuando citó a Violeta Parra, en el templo Votivo recurrió a una rima del grupo La Ley. «Al quedarnos sin esa conexión el corazón comienza a perder fuerza y, como dice esa canción, ‘el ruido ambiente y soledad de la ciudad nos aíslan de todo. El mundo que gira al revés pretende sumergirme en él ahogando mis ideas’».
«Sin conexión, sin la conexión con Jesús, terminando ahogando nuestras ideas (…). Nunca pienses que no tienes nada que aportar o que no le haces falta a nadie. Nunca. Ese pensamiento, como le gustaba decir a Hurtado, ‘es consejo del diablo’ que quiere hacerte sentir que no vales nada… pero para dejar las cosas como están. Todos somos necesarios e importantes, todos tenemos algo que aportar».
Finalmente, para no perder no la conexión, el Papa llamó a lo jóvenes a «apuntar en sus teléfonos» la contraseña del Padre Hurtado: «Que haría Cristo en mi lugar'». Y además, pidió a los asistentes a «arriesgarse, correr riesgos. Queridos amigos, sean valientes, salgan ‘al tiro’ al encuentro de aquellos que no conocen o que están en un momento de dificultad».
Papa en La Araucanía: cita a Violeta Parra y habla sobre “violación a los DDHH” de los pueblos originarios
Esta mañana, el Papa Francisco llegó hasta La Araucanía, particularmente al Aeródromo Maquehue, para realizar la Misa por el Progreso de los Pueblos donde aprovechó de hablar sobre la “violación a los Derechos Humanos” de los pueblos originarios de Chile, citando de paso a Violeta Parra y lanzando una frase en mapudungún.
Miembros de la comunidad mapuche saludaron a la autoridad religiosa e incluso participaron de la ceremonia, a lo que respondió: “Mari, Mari. Küme tünngün ta niemün” (“Buenos días” y “la paz esté con ustedes”). “Tierra bendecida por el Creador con la fertilidad de inmensos campos verdes, con los bosques cuajados de imponentes araucarias – el quinto elogio realizado por Gabriela Mistral a esta tierra chilena-“, dijo.
“Quiero detenerme y saludar de manera especial a los miembros del pueblo Mapuche” -agregó- “y también saludar a otros pueblos originarios, rapa nui, aymara, quechua, atacameños y tantos otros”.
“Esta tierra, si la miramos con ojos de turistas, nos dejará extasiados, pero luego seguiremos nuestro rumbo sin más. Pero si nos acercamos a su suelo lo escucharemos cantar, y cantar con tristeza: “Arauco tiene una pena que no la puedo callar, son injusticias de siglos que todos ven aplicar”, dijo el Papa citando a Violeta Parra.
En esa línea, Francisco afirmó que “en este contexto de acción de gracias por esta tierra y por su gente, pero también de pena y dolor, celebramos la Eucaristía” y que “lo hacemos en este aeródromo de Maquehue, en el cual tuvieron lugar graves violaciones de derechos humanos“, pidiendo un minuto de silencio “ante tanto dolor y tanta injusticia”.
“Jesús sabe que una de las peores amenazas que golpea a los suyos, será la división (…). No permitas que nos gane el enfrentamiento ni la división”. “La riqueza de una tierra nace precisamente de que cada parte se anime a compartir su sabiduría con los demás”, dijo, agregando que “necesitamos de la riqueza que cada pueblo tenga para aportar, y dejar de lado la lógica de creer que existen culturas superiores o inferiores”.
También indicó que “la unidad que nuestros pueblos necesitan reclaman que nos escuchemos, pero principalmente que nos reconozcamos” y que “nos necesitamos desde nuestras diferencias para que esta tierra siga siendo bella“.
“!Es imprescindible defender que una cultura del reconocimiento mutuo puede construirse en base a la violencia y destrucción que termina cobrándose vidas humanas. No se puede pedir reconocimiento aniquilando al otro, porque esto lo único que despierta es mayor violencia y división”, dijo, agregando que “la violencia llama a la violencia, la destrucción aumenta la fractura y separación (…) Por eso decimos ‘no a la violencia que destruye’, en ninguna de sus dos formas”.
En esa línea, el Papa Francisco afirmó que “todos nosotros que, en cierta medida, somos pueblo de la tierra, estamos llamados al Buen vivir (küme Mongen) como nos lo recuerda la sabiduría ancestral del pueblo Mapuche” y que “cuánto camino a recorrer, cuanto camino para aprender el Küme Mongen, un anhelo hondo que brota no solo de nuestros corazones, sino que resuena como un grito, como un canto en toda la creación”.