Tabaré Vázquez, presidente uruguayo: “La oposición no está preparada para ser gobierno”

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Por Mateo Grille.

El presidente Tabaré Vázquez aceptó responder un cuestionario de Caras y Caretas centrado en los debes y haberes del gobierno que preside, aunque no evitó una valoración general del desempeño opositor en los últimos tiempos. Considera que el Poder Ejecutivo está cumpliendo con lo prometido a la ciudadanía y que el Uruguay actual es mucho mejor que el de 2005 en materia económica, cultural, de infraestructura y educativa. No desconoce que queda mucho por hacer, pero dice que es de necios negar los avances o, peor aun, imputárselos a un “viento de cola”.

Usted anunció que el gobierno está trabajando en una segunda generación de reformas en varias áreas del Estado. ¿En qué áreas se están estudiando o se aplicarán dichas reformas y en qué consistirán?

Desde 2005 a la fecha, los sucesivos gobiernos han instrumentado una serie de reformas referidas al desempeño de la economía, el funcionamiento y control del sistema financiero, el sistema tributario, las relaciones laborales, la salud, la educación, la seguridad y convivencia ciudadana, la recreación y la cultura, así como a nuevas institucionalidades en áreas tales como la infraestructura, la vivienda, la promoción comercial, el fomento a pequeños emprendimientos y el cooperativismo, la  investigación científica, la innovación, la descentralización, el gobierno abierto, etc.

Los resultados están a la vista: el Uruguay de hoy es bastante diferente y mejor que el de 2005. Ello es mérito de la sociedad uruguaya en su conjunto. ¿Quién puede negarlo? Nosotros somos los primeros en reconocerlo y lo hacemos con convicción y satisfacción.

Pero sería muy necio negar que los sucesivos gobiernos y la fuerza política  responsable de los mismos han sido factores fundamentales en ese proyecto y proceso estratégico aún en curso y que, por su propia naturaleza, encara ahora nuevas etapas en todas sus dimensiones. No todo ha sido “viento de cola”, como sugieren algunos que en su necedad se niegan a reconocer que incluso el “viento de cola” dejó de soplar hace un buen tiempo.

En las últimas semanas analistas de la derecha esbozan una agenda restauradora. Hablan de “apertura internacional agresiva”, “clausura de programas y agencias estatales”, “programa de reducción de la plantilla estatal”, “simplificación tributaria y recorte de impuestos”, “detener la bomba del endeudamiento público”, “flexibilización laboral para  desmontar el cogobierno sindical”, etc. ¿Qué opina de la agenda pública que manejan desde la oposición?

Ojalá la oposición tuviera una agenda y fuese, además de oposición política, alternativa como proyecto estratégico de Uruguay. Sería saludable para ella, para el gobierno, para el sistema político y para el país en su conjunto. Pero lamentablemente su propuesta no va más allá de unos titulares bastante ambiguos pero suficientemente retrógrados.

Sé que la palabra “retrógrado” puede sonar fuerte. Pero más fuerte es que a falta de un proyecto de futuro o simplemente a falta de confianza en sí mismos, en la sociedad y en el futuro, haya quienes propongan volver a un pasado ya superado. Porque no es verdad que todo pasado fue mejor.

En fin, creo que quien siendo oposición es incapaz de ser alternativa, tampoco está capacitado para ser gobierno.

En su discurso de asunción de mando dijo que su gobierno se basaría en tres pilares. Uno, la descentralización. ¿Cuáles han sido los avances más significativos y cuáles han sido las trabas?

La descentralización comprende varias dimensiones. En materia institucional y política es un proceso relativamente nuevo y en algunos aspectos aún en fase de implementación, pues la ley 18.567 de Descentralización Política y Participación Ciudadana fue aprobada en setiembre de 2009 y las primeras elecciones municipales  se realizaron en mayo de 2010. ¿Que en esta dimensión se puede y debe funcionar mejor? ¡Por supuesto! El encanto de la democracia radica en que nunca será perfecta, pero siempre es perfectible.

En materia de relacionamiento entre el gobierno nacional y los gobiernos departamentales, y sin creer ni pretender hacer creer que la historia comienza con nosotros, existen antecedentes que se remontan a anteriores gestiones de gobiernos frenteamplistas tales como los programas Uruguay Integra, Uruguay Más Cerca, Electrificación y Caminería Rural, Desarrollo y Gestión Subnacional, Incentivo a la Gestión Municipal, etc.

Pero más allá de estas líneas de acción en curso, sobre las cuales hay mucha información disponible en el sitio web del Estado uruguayo (porque la disponibilidad y accesibilidad de la información actualizada y completa también son factores de descentralización), hay un permanente diálogo entre el gobierno nacional y todos los gobiernos departamentales sobre bases de reconocimiento y respeto mutuos. Sin excepción y sin discriminación de ningún tipo, porque consideramos ética, institucional y políticamente rechazable que “para los correligionarios todo lo que pidan  y para los adversarios nada de lo que necesiten”.

La composición y gestión del Fondo de Desarrollo del Interior expresa nuestra postura al respecto: tiene como objetivos promover el desarrollo local y regional e impulsar la descentralización de actividades en los departamentos del interior; está compuesto por un porcentaje de los tributos nacionales que se recaudan fuera de Montevideo y que se devuelve a los departamentos para ser invertido en proyectos. El 66% del fondo lo ejecutan los distintos ministerios y el 33% restante lo ejecutan las 18 intendencias municipales del interior. La alícuota correspondiente a cada departamento se determina en base a un índice que combina extensión territorial, población, PIB per cápita y necesidades básicas. Nada de eso es improvisado o queda librado a la “veleidad de los hombres”, como decía Artigas. Todo está debidamente legislado y reglamentado. Porque los gobiernos, más que de hombres o mujeres, han de ser de leyes.

El segundo pilar refería a políticas públicas y sociales. ¿Cómo valora los avances obtenidos hasta ahora con el Sistema Nacional de Cuidados? ¿qué falta?

Falta mucho, porque en materia de cuidados siempre se puede hacer algo más por la gente. Pero en los dos años transcurridos desde la aprobación de la ley Nº 19.353, se aprobaron ocho decretos reglamentarios de la misma que sientan las bases legales, técnicas e institucionales del Sistema de Cuidados y se despliegan diversos programas del mismo, especialmente aquellos vinculados a primera infancia y asistencia a personas en situación de dependencia.

En lo que hace a primera infancia, 9.500 niños y niñas de hasta tres años de edad han ingresado a jardines de ANEP o centros CAIF de INAU. Nuestra meta para 2020 es que 28.000 niños de esa edad accedan a estos servicios de educación y cuidados. De alcanzarla, Uruguay será el primer país de Latinoamérica en lograr tal universalización.

En materia de asistencia a personas en situación de dependencia, unos 3.600 compatriotas ya tienen ese servicio y otros 2.500, a quienes se les ha asignado el mismo, están en proceso de contratación de sus asistentes personales.

A cuenta de otros resultados y datos disponibles, pero lamentablemente no siempre adecuadamente difundidos,  permítame mencionar que 1.000 niños y niñas menores de tres años usufructúan becas de inclusión socioeducativa en lugares del país donde no hay suficiente oferta pública, que se ha aprobado una nueva reglamentación para residenciales para personas mayores y a partir de 2018 se instrumentarán planes de mejora de calidad, tanto en centros infantiles de inclusión socioeducativa como en centros residenciales para la tercera edad. Porque no basta con tener servicios accesibles para todos; a todos hay que darles servicios de calidad.

En materia educativa se comprometió -y aún falta medio período de gobierno- a que en 2020 100% de los jóvenes de hasta 17 años estarían en el sistema educativo y 75% culminaría enseñanza media. ¿Lo ve posible?

Por obvias razones aún no están disponibles los resultados estadísticos correspondientes al año 2017, pero según el Sistema de Monitoreo de la Educación Obligatoria, que funciona en el ámbito del Instituto Nacional de Evaluación Educativa, en el año 2016 la cobertura de enseñanza media se ubicaba en 87% para el tramo etario 12-14 años y 80% para nivel 15-17 años.

En materia de trayecto y egreso educativo, 67% de los jóvenes de hasta 17 años de edad había completado la enseñanza media básica, mientras que 29% de los jóvenes entre 18 y 20 años y 38% de los de entre 21 y 23 años de edad habían completado el nivel superior de enseñanza media.

Estos datos muestran que, si bien aún estamos lejos de la meta planteada, respecto al año 2006 hay avances significativos hacia la misma. Tomo 2006 no solamente para compararnos con nosotros mismos y evitar otras comparaciones que pueden resultar más incómodas, sino también porque en esta materia, como en tantas otras, los resultados no son inmediatos y comienzan a concretarse y visibilizarse varios años después.

También hay problemas y desafíos nuevos que debemos entender y atender. Por ejemplo, un análisis objetivo y profundo de los datos disponibles demuestra que el rezago y/o la deserción en enseñanza media no están inexorablemente vinculados al lugar de residencia, género o nivel socioeconómico del estudiante.

Tomemos por caso el egreso de enseñanza media superior, caracterizado aún por una inocultable y dolorosa inequidad: los jóvenes de niveles socioeconómicamente más altos tienen casi cinco veces más oportunidades de completar este ciclo que los de niveles socioeconómicos más desfavorecidos (71% a 15%, respectivamente). Pero ese 71% demuestra que aún en los niveles socioeconómicos más altos hay 29% de jóvenes que no terminan el ciclo de enseñanza media. Y eso no se arregla con partidas presupuestales solamente, ni a los gritos para la tribuna.

El tercer pilar abarcaba la economía, la producción, el trabajo, el medioambiente y el cambio climático. ¿Cuáles concreciones destacaría y dónde aún faltan resultados?

Ese pilar tiene varios planos y en todos ellos hay resultados y objetivos pendientes. Pero también hay avances constatables en cada uno de ellos.

Aún con un entorno externo complicado, Uruguay mantiene un marco macroeconómico adecuado y, aunque aún no se ha cerrado el ejercicio 2017, cabe esperar que los resultados globales del mismo sean superiores a lo inicialmente previsto. Así, por ejemplo, a inicios de 2017 se preveía un aumento anual del PIB en el entorno de 1,1%, que a mediados de año fue ajustado a 2,4% y el mes pasado se ajustó nuevamente a 3,2%. Veremos.

En materia de trabajo y relaciones laborales ha disminuido la desocupación; ha mejorado la calidad y formalidad del empleo (especialmente entre las mujeres);  ha mejorado el salario, la formación y la capacitación de los trabajadores; se ha ampliado la cobertura de seguridad social y las prestaciones de la misma; se han reequilibrado las relaciones laborales. Y todo ello en clave de negociación tripartita y diálogo social. Es bueno tenerlo en cuenta pues hay mucho ruido mediático según el cual, para algunos, Uruguay vive una  dictadura del proletariado y, para otros, padece una dictadura del empresariado. Pero hacer ruido no significa tener razón, y lo cierto es que en Uruguay la democracia es forma y estado de la sociedad.

En materia de infraestructuras, se implementa un plan que representa una inversión de aproximadamente US$ 12.500 millones  durante el quinquenio 2015/2020. Asimismo recientemente ha sido presentado un Plan Estratégico de Infraestructura, Transporte y Logística con horizonte en el año 2030.

En lo que a medioambiente y cambio climático refiere, me remito al sitio web del  Observatorio Nacional Ambiental, plataforma del Mvotma, a la que se puede acceder libremente, que ofrece información al público en general e insumos para la toma de decisiones institucionales.

En ese portal están disponibles indicadores ambientales que permiten visualizar la evolución y tendencias del estado del ambiente, ecosistemas, emisiones contaminantes, residuos, afectaciones a la calidad del agua, aire, suelo y biodiversidad, así como las medidas de protección y respuesta desarrolladas por las instituciones.

También hay información sobre ordenamiento territorial y la gestión ambiental de cuencas hidrográficas y acuíferos, además de informes técnicos y datos abiertos disponibles para instituciones e investigadores.

También hay disponibles diferentes aplicaciones de interés ciudadano que permiten realizar denuncias, compartir información de monitoreo de costas y avistamiento de especies, así como un mapa de organizaciones y grupos ambientales.

Porque los asuntos medioambientales no son patrimonio de nadie en particular (por muy esclarecido que sea o crea ser), sino responsabilidad de la sociedad en su conjunto.

Por cierto que falta y siempre faltará bastante, pero Uruguay viene avanzando en un proceso de desarrollo que combina crecimiento económico, justicia social y sostenibilidad ambiental.

¿Qué tan avanzada está la idea planteada por usted de una Asociación Estratégica Uruguay-China?

La Asociación Estratégica Uruguay-China acordada en octubre 2016 está llenándose de contenidos en términos de relaciones diplomáticas, intercambio comercial, promoción de inversiones, cooperación técnica y diálogo cultural.

Para Uruguay esta asociación significa un desafío muy exigente en términos de pensarse a sí mismo en todas las dimensiones, particularmente en lo que refiere a integración regional e inserción internacional, porque está claro que aunque somos un Estado independiente y soberano, no estamos solos ni en la región ni en el mundo. Nadie lo está.

La visita oficial a Uruguay del canciller chino, prevista para fines de enero próximo en el marco del 30º aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países, será una excelente oportunidad para seguir avanzando conjuntamente en dicha asociación.

Caras y Caretas

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