Rafael Correa afirma que Ecuador «empieza a dejar de ser» una democracia

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Así lo afirmó en una entrevista con Efe transmitida por la emisora local FM Mundo, y en la que hizo un amplio repaso a su gestión de diez años como jefe del Estado y de sus intenciones políticas.

Correa, que reside en Bélgica desde julio y llegó el sábado pasado a Ecuador a raíz de una crisis en el movimiento oficialista Alianza País (AP), insistió en que el vicepresidente, juzgado por la trama de corrupción de la empresa Odebrecht, es víctima de las «injerencias políticas» de Moreno.

«Existe demasiada presión sobre los jueces, se presiona a autoridades de control, desde Carondelet (presidencia) se amenaza, se sanciona, se seduce y no se permite un proceso imparcial en el caso de Glas, un proceso con alto perfil político», declaró.

Consultado el exmandatario sobre si esas acusaciones no significan de facto que Ecuador dejaría ser una democracia, respondió que: «Empieza a dejar de serlo».

«Ese es el país que comenzó hace seis meses (cuando dejó el poder en manos de Moreno)», abundó Correa y destacó que, «sin la presión que existe ahora, por supuesto» confiaría en el aparato judicial ecuatoriano, que es prácticamente el mismo que él creó en las reformas aplicadas durante su gestión.

Todos los jueces que juzgan al vicepresidente fueron nombrados antes de que Moreno llegara al poder.

Correa insiste en que «no hay ninguna prueba contra Glas» y que «el vicepresidente se encuentra preso» cuando a los verdaderos responsables, los de la empresa Odebrecht, se les ha sobreseído.

«No me puede decir que eso es un juicio imparcial», valoró, y aseguró, sin revelar las pruebas, «tener información de funcionarios de Carondelet que van hablar con las autoridades para que metan preso a Glas».

La llegada del carismático dirigente a Ecuador, después de casi cinco meses de ausencia -aunque seguía involucrado a través de Twitter-, ha agitado el entorno político local y coincidido con la convocatoria de una consulta popular que afecta directamente a su futuro político.

Una de las siete preguntas a las que el próximo 4 de febrero deberán contestar los ecuatorianos es sobre la anulación de una enmienda introducida por él mismo en 2015 que permite la reelección indefinida, y que cree atenta directamente contra sus derechos.

«Cuando Angela Merkel es elegida para su cuarto periodo, va a tener 16 años al frente del gobierno de Alemania, eso es una democracia madura y una lideresa, pero cuando sucede eso con líderes latinoamericano es porque somos caudillos y hay dictadura»,se queja.

Preguntado por sus intenciones en un momento en el que el movimiento que fundó se halla al borde de la ruptura («se ha traicionado lo que el pueblo eligió en las urnas», dice), Correa asegura que «lo que interesa es su patria».
Pero aplaza su regreso a Ecuador hasta que su hijo menor se gradue y entre a la universidad, es decir «por lo menos tres años».

«No puedo por razones familiares, le debo a mi familia (después) de diez años de pérdida de privacidad, de inseguridad, de insultos en redes», describe.
Señala que ha cometido «la ingenuidad» de creer que se había hecho ya «no todo, pero lo suficiente, para que el país no regrese al pasado».

«¡Cuán equivocado estaba, en seis meses han destruido todo!», sentencia a dos días de una disputada convención nacional del movimiento AP convocada por el sector correísta.
Desautorizada por la dirección oficial del movimiento, que encabeza Moreno, Correa insiste que se celebrará el domingo en la ciudad de Esmeraldas (noroeste): «Veremos cómo van las cosas y si se apoderan del partido yo no podré ser cómplice».

Su dura crítica a Moreno incluye la acusación de que ha dado un «golpe de estado» con la convocatoria de una consulta popular por decreto que incluye también la posible anulación del Consejo de Participación Ciudadana, un polémico organismo que designa a los altos funcionarios de control y supervisión del Estado.

«Eso es apoderarse de toda la estructura del estado. Esa pregunta (habla de) reemplazar al Consejo de Participación con delegados de Carondelet, será una sucursal de la presidencia», explica al describirlo como una forma de «totalitarismo».

Correa, que reconoce que se cometieron errores durante su gestión y que también hubo en los últimos años «mala suerte» (menciona entre otros la caída del mercado del crudo y el trágico terremoto de 2016), tiene previsto regresar el próximo lunes a Bélgica.

El Diario

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