La minería promueve el recorte de una reserva en la Amazonía de Ecuador

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Por Jonathan Palma.

En un recóndito cantón amazónico del Ecuador, un puñado de habitantes entendió que tenían en sus manos el deber de proteger el bosque. Querían que a mediano o largo plazo este espacio verde se convierta en una fuente de ingresos económicos a través de actividades como el ecoturismo. Trazaron una hoja de ruta para declarar, en un principio, 500 hectáreas como área de reserva, que luego se extendió a casi 90 000.

Se trata de una iniciativa que podría ser replicada en otras latitudes del mundo, pero que hoy está en peligro por la amenaza de la actividad minera.

 

Los Nugra y los Iñamagua son dos familias que se asentaron a mediados del siglo XX en Gualaquiza, en la provincia de Morona Santiago, en el oriente del país. Varios de sus integrantes llegaron desde Azuay a lomo de mula tentados por las riquezas que escondía la selva.

Al inicio se dedicaron a la minería y, con el tiempo, a la ganadería. No obstante, los colonos sabían que estas dos actividades en algún momento llegarían a un tope con un costo devastador para la flora, fauna y vertientes de agua.

Es así que varios finqueros, encabezados por el biólogo Freddy Nugra, concretaron el sueño de sus antepasados e impulsaron un cambio progresivo del uso del suelo para preservar el bosque.

“Hicimos el trabajo con el Municipio. Esta institución nos apoyó y junto con la comunidad hicimos los linderos, y mediante una ordenanza se creó (2008) el área de conservación municipal (El Paraíso). Con el pasar de los años hicimos un plan de manejo, en ese plan de manejo se dejó una perspectiva para poder ampliar esta área de conservación, es decir, para que esta área tenga unos corredores biológicos hacia los páramos y a los cuerpos de agua”, explicó Nugra, quien es docente de la Universidad de Azuay.

 

Entre 2008 y 2014 se identificaron otras zonas de bosque primario que podían ser parte de la gran reserva ecológica que se tenía previsto conformar, y en el 2015 se creó el Área Ecológica de Conservación Municipal Runahurco (AECMR), que protege 87 000 hectáreas.

La defensa de Runahurco

En la ordenanza con la que se creó esta área se detalla que uno de los objetivos es “la protección de los servicios ambientales, especialmente las fuentes y cursos hídricos para provisión de agua destinada al consumo humano, la preservación del patrimonio arqueológico, la prevención de la contaminación y el uso sostenible de los recursos naturales”.

No obstante, esta ordenanza no resguarda del todo a este espacio de conservación. El biólogo Freddy Nugra indicó que es necesario que esta área municipal sea integrada de forma inmediata al Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP), del Ministerio del Ambiente, para que esta cartera de Estado la administre. Y, sobre todo, para que sea protegida por el artículo 407 de la Constitución, que “prohíbe la actividad extractiva de recursos no renovables en las áreas protegidas y en zonas declaradas como intangibles, incluida la explotación forestal. (Y que) excepcionalmente dichos recursos se podrán explotar a petición fundamentada, de la Presidencia de la República y previa declaratoria de interés nacional por parte de la Asamblea Nacional, que, de estimarlo conveniente, podrá convocar a consulta popular”.

 

A través de un correo electrónico, el MAE le indicó a Mongabay Latam que el Municipio de Gualaquiza firmó un “Convenio de Cooperación Interinstitucional con el Programa de Apoyo al SNAP (Sistema Nacional de Áreas Protegidas) del Ministerio del Ambiente”, y que ambas entidades trabajan para “completar varios requisitos establecidos en el Acuerdo Ministerial No. 083”. Es decir, la autoridad municipal debe trabajar en la elaboración de un Plan de Manejo, Plan de sostenibilidad financiera, en la Sistematización del proceso participativo para la declaratoria y en un Informe sobre el régimen de tenencia de la tierra.

Con esta documentación presentada y aprobada, se espera que para fines de 2018 el Área Ecológica de Conservación Municipal Runahurco  sea anexada al Sistema Nacional de Áreas Protegidas, explicó el Ministerio del Ambiente en su comunicación.

Impactos de la minería

Para el alcalde de Gualaquiza, Patricio Ávila, el panorama es totalmente distinto. La autoridad municipal mencionó, en una entrevista con Mongabay Latam, que el trámite para alcanzar el estatus de área protegida “se cayó” y que “hasta cierto punto” el MAE está “condicionando” el avance de este proceso.

“Nosotros estuvimos muy interesados en ese proceso. Y al comienzo recibimos el apoyo del Ministerio del Ambiente. Tal es así que el ministerio nos dijo que tenía alrededor de 200 000 dólares para hacer un plan de manejo de esa área (requisito para que se apruebe un área protegida), pero no sé cuáles fueron los argumentos de fondo que hicieron que esa consultoría se cayera y nunca se dio”, refirió Ávila, quien aseguró que se reunió con autoridades del MAE hace dos meses, cita que lo dejó preocupado.

En esta reunión, aseguró Ávila, personal del Ministerio de Ambiente le dijo que si querían continuar con el proceso de reconocimiento del sistema nacional, el municipio debía modificar los linderos de la reserva para dar espacio a las áreas de concesiones mineras.

“Casi un 40% de Runahurco va para concesiones. Entonces se ve muy menguado el territorio que con buen criterio y sentido ecologista quisimos destinar para preservar el ecosistema (…). Ese territorio está en proceso de concesión. Nos van a imponer. Eso es selva, bosque (…). Nos echan por la borda el esfuerzo. Personalmente dije que no estábamos conformes y vamos a estar en esa pelea para defender”, declaró enérgicamente el alcalde de Gualaquiza.

 

Ávila añadió que luego de esa reunión con el Ministerio del Ambiente realizaron un catastro local de concesiones mineras y se llevaron una sorpresa: “Hay unas concesiones que están inscritas, otras que están en trámite. La decepción que nos llevamos es que en gran parte del territorio nuestro tenemos concesiones de última hora. Fue un baldazo de agua fría que nos cayó hace quince días. Envié a mis técnicos a georreferenciar en el mapa del cantón Gualaquiza”.

El Ministerio del Ambiente señaló que “se está analizando la posibilidad de modificar su superficie (del área protegida), excluyendo las áreas de concesión minera a fin de no generar conflictos en cuanto al desarrollo y planificación territorial”. Y aclaró “que dicho análisis se realiza en conjunto entre el Municipio y el Ministerio del Ambiente, siendo la autoridad local quien toma la decisión”. Aclaración con la que deslinda su responsabilidad directa en torno a la reducción de los límites de Runahurco.

La cifras mineras

Gualaquiza limita al este con Perú y tiene en sus entrañas ingentes cantidades de oro, cobre y otro tipo de minerales metálicos y no metálicos. La Agencia de Regulación y Control Minero (Arcom) indicó a Mongabay Latam que en este cantón “se reporta un alto índice de actividad minera”. En la actualidad hay 71 permisos de minería artesanal, en su mayoría para extraer oro y 56 concesiones mineras otorgadas para sacar otros minerales metálicos y minerales no metálicos.

Esta institución sostuvo que se ejecutan operativos de forma constante para evitar la explotación ilegal de recursos, pero que en “algunas ocasiones” este control “se ve limitado debido a la intervención de las comunidades asentadas en las áreas de influencia donde se realiza la actividad”, de manera artesanal. La minería ilegal es sancionada con hasta siete años de cárcel.

En tanto, el MAE detalló que, según el catastro minero, con datos actualizados hasta septiembre de este año, se ha determinado que hay “39 concesiones mineras que intersecan (cruzan) con la reserva ecológica Runahurco”. De estas, 37 corresponden a concesiones para extraer minerales metálicos y no metálicos, y 2 corresponden a materiales de construcción.

El biólogo Freddy Nugra dijo que la actividad minera trae consigo afectación para el ecosistema porque se vierte material pétreo en los cuerpos de agua, se desvían ríos y por ende se afecta a la fauna.

 

El alcalde de Gualaquiza informó que preparan un reclamo que será dirigido a la Arcom porque, dijo, se han otorgado concesiones mineras en sectores de dos microcuencas de donde se capta agua para el consumo humano de esta localidad.

“Si el bosque está bien, la gente está bien”

La noticia sobre la reducción de la superficie del área de conservación Runahurco impactó a los habitantes que han impulsado la conservación de la flora y fauna de Gualaquiza, sobre todo, a Freddy Nugra, quien ha generado conexiones con instituciones académicas para realizar estudios en el bosque.

“Piensan que una reserva solo es para mantener el bosque intacto. Una reserva va más allá. Son fuentes de agua, biodiversidad asociada. Si el bosque está bien, la gente está bien. Entonces hay que generar proyectos de conservación, de turismo, que sean sostenibles con el tiempo. Exoneración de impuestos, por ejemplo. Mejoramiento de caminos vecinales, publicidad, unión de la gente, para eso son las áreas de conservación”, sostuvo, con tono de decepción e impotencia, el biólogo.

 

El científico, que junto a Pablo Mosquera, Mercy Reyes y otros especialistas elaboraron el plan de manejo de la Reserva Ecológica El Paraíso —proyecto de conservación que luego derivó en la creación del área Runahurco— protege el bosque como si se tratara de su casa o de una fuente para la solución de muchos problemas que aquejan a la sociedad. Este mismo motivo fue el que atrajo a la academia internacional. En agosto pasado, un grupo de estudiantes y docentes universitarios alemanes visitaron este bosque, como parte de un convenio entre la Escuela Internacional de Biodiversidad de Alemania y la Universidad de Cuenca (Azuay) para promover el estudio de las especies de fauna y flora. Los visitantes quedaron maravillados, expresó Nugra.

En El Paraíso y en el resto del Área Ecológica de Conservación Municipal Runahurco hay plantas medicinales, que pueden ser usadas para el alivio de muchos problemas de salud.

 

Desde hace varios años, alumnos locales de instituciones de tercer nivel también han acudido a esta reserva para palpar de cerca la naturaleza y conocer sus bondades.

El biólogo mencionó que con la ayuda de colegas busca fondos para levantar un refugio científico dentro de El Paraíso. Esta instalación será amigable con el ecosistema y tendrá capacidad para diez personas. La inversión asciende a 20 000 dólares. El Municipio de Gualaquiza también construirá un área de acogida para turistas y se encargará de construir un nuevo sendero para facilitar el ingreso, acceso que será controlado para evitar que se registren invasiones.

 

El Paraíso

Un equipo de Mongabay Latam ingresó a El Paraíso y constató la diversidad de especies que hay en este espacio al que suelen llamar “edén”. Lo hizo con la ayuda de Luis Nugra, hermano del biólogo, quien desde hace más de 30 años camina por esta zona.

La entrada está a 10 minutos de Gualaquiza, por la Troncal Amazónica. Luego se accede por un camino lastrado, en una camioneta, y al final del paso se inicia la caminata.

En este espacio natural, un concierto de aves acompaña a los caminantes. Los rayos del sol ingresan entre las copas de los árboles para evaporar el agua de la lluvia que cayó en la madrugada. Más de un arcoíris aparece durante el trayecto.

En medio del sendero es posible observar en el barro las huellas recientes del paso de algunos animales. Las hormigas ‘Tumba venados’ son las menos tímidas; y obligan al caminante a levantar más de la cuenta los pies para avanzar. Después de una hora y media de periplo el espectáculo es otro. Una cascada de unos 30 metros de alto asombra a los exploradores. Nos cuentan que en este lugar se hacen rituales de limpieza espiritual a cargo de chamanes.

 

“Si ve ese claro que está allá, allí se construirá el refugio para estudiantes y especialistas que vendrán de las universidades y del extranjero”, explicó Luis Nugra.

Solo en este ‘edén’ de 500 hectáreas hay unas 70 especies de aves, entre ellas, varias endémicas, como la Basilauterus trifasciatus y la Basileuterus fraseri, conocidas como ‘Reinitas’, que pertenecen a la familia Parulidae. Así también una gran cantidad de mamíferos, como el tigrillo, el perro de orejas cortas, el venado, el oso de anteojos, la guanta, el armadillo, entre otros. En los cuerpos de agua se han reportado cuatro especies de bagres.

 

Historias sobre conservación

 

Gualaquiza, al igual que otras localidades del Oriente, tiene accidentes geográficos que enamoran al visitante. Entre estos figuran las cascadas. Hay caídas de agua de diferentes alturas. Para llegar a estos sitios mágicos los turistas tienen que dejar de lado las comodidades para caminar entre la vegetación, respirar aire puro y dejar libres las emociones.

Una de estas cascadas está situada a diez minutos de la cabecera cantonal, en el sendero ecológico Los Juanes. Jorge Ávila atendió a un equipo de Mongabay Latam mientras daba la bienvenida a los visitantes que llegaban a este complejo turístico.

Él contó que ahora se dedica a tiempo completo al negocio familiar. Recordó que su abuelo laboró por años en la minería y en la ganadería. No obstante, este hombre dijo estar convencido de que el ecoturismo es la actividad más adecuada para desarrollar en esta zona y en el resto de provincias amazónicas, aunque no descarta del todo la actividad extractiva.

“Yo personalmente no me opongo porque es necesario, pero de forma responsable, delimitada y en sitios que no se afecte al bosque y al agua. Los beneficios para la comunidad deben de ser mucho más reales. Que el acceso a las políticas públicas sea primero para las personas que están en el territorio afectado y luego para el resto de la población del país”, comentó Ávila en referencia a la equidad de la distribución de la riqueza.

En Los Juanes, la piscina y el servicio de hidromasajes se abastecen del líquido que brota de un ojo de agua de la montaña. Los turistas pueden experimentar una caminata por un sendero. La recompensa de este esfuerzo es el chapuzón en una pequeña laguna que está al final del trayecto.

Una perspectiva similar tiene Freddy Choco, quien es propietario de una finca de cinco hectáreas. En este predio, que también está a pocos minutos del poblado de Gualaquiza, cría pollos y cuyes, con alimentos orgánicos. Además desistió de producir cacao que tenía en unas dos hectáreas, para acoger a especies nativas de árboles.

“El método más apropiado y más económico es dejar que la naturaleza se recupere sola, que de a poco se encargue ella misma de sanarse. Las especies de plantas que inician la primera fase de recuperación no necesito cuidarlas. Simplemente me dan ahogando al cacao y me dan recuperando el suelo. Y cuando empieza la decadencia de estas plantas ahí es mi oportunidad para sembrar guayacán, laurel, que es el preciso momento para arrancar. Y esto atrae a los animales”, explicó Choco.

Esta finca agroecológica tiene proyección ecoturística y científica, indicó Don Freddy Choco, con el fin de posicionarse como un ejemplo para reducir la agricultura expansiva.

Los protagonistas de estas dos últimas historias pidieron a las autoridades del Ministerio de Turismo y del Ministerio del Ambiente que impulsen obras viales para mejorar el acceso de visitantes a esta zona del país. Además de políticas públicas que creen incentivos para quienes desarrollan proyectos amigables con la naturaleza y que se supervisen las concesiones mineras para evitar que se afecte al ecosistema.

Mongabay

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