Hidroeléctricas: una mirada a la inversión china en la Amazonía de Ecuador

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Por Max Nathanson.

Ha pasado un año y  16 días desde que la hidroeléctrica Coca Codo Sinclair (CCS)inició sus operaciones en Ecuador. Un proyecto financiado por la empresa estatal china Sinohydro que costó alrededor de 2240 millones de dólares y que es sin exagerar uno de los proyectos de infraestructura más grande en la historia de Ecuador.

La hidroeléctrica, que es manejada por la empresa estatal CELEC, posee una capacidad de 1500 MW y tiene proyectado producir un promedio de 8,734 GWh de electricidad al año – 30 % de la necesidad eléctrica del país, según el Ministerio de Electricidad y Recursos Renovables. El gobierno afirma que esto equivaldría a un ahorro de 600 millones de dólares en importaciones de petróleo, sin contar que el país aspira a convertirse en un exportador energético.

CCS es el más grande de una serie de proyectos de desarrollo ecuatorianos financiados y construidos por actores chinos en la última década. Actualmente, China es el principal financista de Ecuador y la inversión de este país, tanto la pública como la privada, ha generado un auge de infraestructura que se evidencia en las hidroeléctricas, minas, plataformas petrolíferas, carreteras, líneas energéticas, sistemas de telecomunicaciones y escuelas.

 

Si bien los proyectos chinos pueden encontrarse por todo el país, la mayoría se concentra en el Oriente. Para los expertos que han seguido de cerca el avance de estos proyectos y el ingreso al Ecuador de la inversión China, esta alianza encarna la idea de un desarrollo ecuatoriano contemporáneo bastante polémico. ¿Cuál es el futuro de la inversión China en la Amazonía de Ecuador?

Buen Vivir: ¿Un modelo de desarrollo sostenible?

Para entender en qué momento China se convirtió en el principal financista de Ecuador, es necesario remontarse al 2008. Ese año, después de la elección de Rafael Correa como presidente, el partido Alianza País, organización política con la que se presentó a los comicios, escribió una nueva constitución basada en la ideología indígena del Buen Vivir, que incluye conceptos como los derechos indígenas, la sustentabilidad y la soberanía estatal.

Correa elogió que se trasladarán los valores indígenas y ambientales a la idea de desarrollo, identidad y patria ecuatoriana, y proclamó el inicio de la ‘Revolución Ciudadana”.

Uno de los conceptos clave dentro de los planes de desarrollo correísta (llamados Planes Nacionales de Buen Vivir) consistió en la diversificación de la matriz productiva. A través de esta se buscaba reducir la dependencia de financistas occidentales, en particular bancos comerciales y de los Estados Unidos, y de una economía petrolera que además Correa consideraba equivalente a “sangrar” ingresos a manos de multinacionales extranjeras.

 

Los beneficios de la energía limpia eran publicitados como transformativos. Construir megaproyectos, según la gestión de Correa, traería trabajo y generaría ganancias que podrían financiar programas sociales enfocados en reducir la pobreza y mejorar los indicadores de educación y salud.

El gobierno de Correa promocionó los proyectos hidroeléctricos como fuentes de trabajo e industrialización, y el Ministro de Energía y Minería, Alberto Acosta, alabó a Coca Codo Sinclair por el papel que jugaría en asegurar la “soberanía energética” de Ecuador. Cuatro años más tarde, en 2012, el gobierno lanzó un Plan de Electrificación detallando una serie de inversiones considerables en hidroeléctricas, incluyendo ocho proyectos nuevos en la Amazonía.

El fin del Buen Vivir

Lo cierto es que muchos observadores consideran que Alianza País adoptó la ideología del Buen Vivir para perseguir metas políticas. En realidad, como sostienen algunos analistas y ex funcionarios del gobierno ecuatoriano consultados por Mongabay Latam, lo que realmente hizo Correa fue consolidar su poder e instalar un proceso de planificación industrial dirigido por élites, sobrepasando leyes constitucionales de participación comunitaria, es decir, sin aplicar adecuadamente mecanismos como los procesos de consulta previa que corresponden para a proyectos de desarrollo de este tipo.

“Correa creó una nueva élite político-económica protegida por la ley a través de su nueva constitución,” comentó un ex-ejecutivo de Petroecuador. “Correa no trató de crear una estrategia desarrollista para cuatro, ocho ni doce años. Quería que el partido estuviera en el poder por cien”.

Investigadores de la Universidad de Ámsterdam han discutido cómo, a través del uso de la marca del Buen Vivir, el gobierno equiparó infraestructura y extractivismo con la patria. Es decir, Correa creó un ambiente en el que oponerse o combatir proyectos “estratégicos” para el desarrollo nacional significaba un rechazo al Estado.

Si bien durante los primeros años se vieron mejoras en salud, educación y alfabetización, la recesión después de la caída de los precios de las materias primas en 2013 reveló el estado de la economía: una gran dependencia petrolera y del financiamiento chino.

Un estudio realizado en 2015 por la Agencia Internacional para Energía Renovable declaró que a pesar de la retórica de los cambios a la matriz productiva, que incluía el objetivo de Ecuador de ser 60 % renovable para el 2017 y la exploración de energía de biomasa, geotérmica, solar y eólica, el porcentaje de petróleo comprometido para la generación y consumo energéticos en realidad aumentó entre 2000 y 2012.

La inversión China en Ecuador

Las propuestas de Correa fueron populares pero tuvieron consecuencias. Después de asumir la presidencia, declaró 320 mil millones de dólares de la deuda externa ecuatoriana como “ilegítima”, proclamando que había llegado la hora de que los “monstruos” occidentales dejaran de oprimir al país.

Los mercados y financistas internacionales no respondieron amablemente. Correa fue nombrado un paria y Ecuador se encontró con una falta de crédito de sus fuentes tradicionales.

Siguiendo la cancelación de la deuda, China se presentó como prestador de último minuto. Los dos países encontraron piso común en lo ideológico y económico, ya que China parecía proveer líneas de crédito aparentemente sin límites y Ecuador se presentaba como un destino rentable para empresas estatales y la sobrecapacidad industrial china.

Muchos atribuyen la relación bilateral a la enorme demanda energética china, aunque informes periodísticos denunciaron que las empresas estatales chinas estaban desviando petróleo ecuatoriano a los Estados Unidos. En lugar de usar petróleo ecuatoriano para estimular el motor económico chino, Petrochina, según se informó, lo vendió en mercados regionales por lucro.

Megaproyectos en la Amazonía

En la práctica, los esfuerzos de desarrollo económico de Ecuador están enfocados en la energía hidráulica y la “minería responsable” en el Oriente. Estos proyectos son mayormente financiados por una combinación de capitales chinos y ganancias petroleras.

El deseo actual ecuatoriano de construcción de infraestructura refleja el de China, que por mucho tiempo ha promocionado una política que iguala inversión en infraestructura con crecimiento económico.

El auge de infraestructura en la China de las últimas décadas, ha sido impresionante aunque costoso en términos ambientales, financieros y sociales. En 2016, investigadores de Oxford concluyeron que “inversiones infraestructurales mal manejadas son una explicación clave de problemas progresivos económicos y financieros en China(…)el modelo inversionista de infraestructura china no es uno para repetirse en otros países sino más bien uno que evitar”.

En un sentido similar, muchos megaproyectos amazónicos hidroeléctricos han tenido consecuencias ambientales, sociales, y fiscales. Philip Fearnside, un experto en energía hidráulica, sostiene que “las represas tropicales son muchas veces retratadas como fuentes de energía ‘limpia’ y sin emisiones. Los cálculos(…)muestran que las emisiones de las hidroeléctricas sobrepasan los de generación eléctrica basada en combustibles fósiles”.

En un estudio sobre más de cien hidroeléctricas en la Amazonía publicado en Nature, un equipo internacional de 16 investigadores indicó que “los efectos ambientales negativos acumulados de las hidroeléctricas actuales y planeadas, si fueran construidas, provocarían disturbios hídricos y bióticos masivos que afectarían las llanuras de inundación amazónicas”. También puntualizaron que “(…)los impactos ambientales y sociales de las hidroeléctricas grandes son severos, disruptivos y característicamente irreversibles”.

Coca Codo Sinclair: los impactos ambientales

Para Carolina Viola Reyes, profesora en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, proyectos como CCS “(…)abren una serie de preguntas sobre sus impactos verdaderos: por un lado, sobre el desarrollo nacional y por otro, con respecto a los territorios y poblaciones ubicadas en el área de influencia de los proyectos”.

La autoridad local dijo que si bien hubo oposición a CCS durante el período de planificación, las comunidades alrededor del proyecto eran demasiado pequeñas para enfrentar el poder del gobierno correísta, que aprobó la evaluación de riesgo ambiental para el proyecto a través de su propio Ministerio del Ambiente. “Habría sido David versus Goliat” comentó.

Este millonario proyecto hidroeléctrico se ubica en una zona de alta actividad sísmica, al pie del volcán El Reventador, una zona no aconsejable para el desarrollo de proyectos, según lo señalaron un grupo de científicos en los años 70. De hecho, en 1998, una propuesta para construir en el sitio actual fue rechazada por no cumplir las regulaciones ambientales.

 

La autoridad local también contó que terremotos en 1986, 2010 y 2012 causaron un daño significativo a las áreas alrededor de Coca Codo Sinclair, que albergan una población de casi 2000 personas.

El agua de la hidroeléctrica es desviada por un túnel subterráneo de 25 km para la generación de energía. Un empleado de CELEC mencionó que, por ahora, el viento sopla la ceniza del volcán Reventador en la dirección opuesta al embalse de CCS, preservando la calidad del agua ahí, que es posteriormente liberada en el Río Coca después de pasar por las turbinas.

Sin embargo, preocupaciones abundan sobre la vulnerabilidad del proyecto frente a las actividades sísmicas. “Si hubiera otro terremoto o una erupción significativa sería una catástrofe,” comentó otro empleado de CELEC.

Los impactos ambientales observados en el área afectada por la hidroeléctrica incluyen un aumento de sedimento y una disminución significativa de los flujos de agua, que ha amenazado los suministros de pescado y resultaría en una probable decadencia de las Cascadas de San Rafael, una de las atracciones turísticas más importantes del país. La sección del Río Coca situada debajo de la captación de CCS se ha secado casi en su totalidad.

 

Además, un estudio realizado a la evaluación de riesgo ambiental preparada para el proyecto (por Sinohydro) enumeró una serie de efectos adversos como una probable deforestación, consecuencias negativas de la eliminación inadecuada de residuos que afectaría a los suministros de agua doméstica, cambios en escorrentía subterránea, oscilaciones en flujos de agua, niveles de sedimento y patrones de inundación, y amenazas a flora y fauna en el Parque Nacional Cayambe-Coca y la Reserva Natural Sumaco.

Altos funcionarios del estado contaron cómo el gobierno no aplicó normativas laborales durante la construcción de la hidroeléctrica Coca Codo Sinclair, a petición de los actores chinos involucrados con el proyecto. Esta situación rompió las relaciones con los trabajadores locales, pero también trajo como saldo la muerte de 13 de ellos durante la construcción.

En un recorrido por la casa de máquinas de la hidroeléctrica, ubicada en las profundidad de una montaña, Mongabay Latam pudo confirmar que existen fugas de agua en las paredes alrededor de las turbinas, chorros pequeños que corrían a la vista de los técnicos que atendían en ese momento las estaciones eléctricas. Cuando se preguntó sobre la causa de las goteras, el guía de CELEC respondió:“¡Es una hidroeléctrica, hay agua por todos lados!”

 

Dentro del perímetro de seguridad de la presa, pudimos ver también que varios campamentos y sitios de trabajo han sido abandonados dejando espacios deforestados. El líder de la comunidad que nos mostró los alrededores se quejó de la calidad de las carreteras construidas alrededor del proyecto, señaló que fueron terminadas contra el tiempo y sin preocuparse por el uso que se les daría luego de la construcción de la hidroeléctrica. Un sector del embalse se veía recortado, dejando ver el agua dulce color turquesa del río Coca mezclándose con el sedimento enlodado del embalse.

CELEC y el Ministerio del Ambiente de Ecuador declararon, en una comunicación con Mongabay Latam, que todas las normativas relevantes fueron seguidas durante la planificación y construcción de la hidroeléctrica Coca Codo Sinclair. Pero Sinohydro se negó a atender nuestra solicitud de entrevista.

El Legado de Coca Codo Sinclair

El guía de CELEC mencionó los beneficios para las comunidades alrededor de la hidroeléctrica, enfatizando la construcción de 50 km de carreteras y el empleo de muchos ecuatorianos. La autoridad local de la comunidad Reventador dijo que las carreteras fueron muy apreciadas desde un punto de vista económico, y añadió que el gobierno local tomó la decisión de expandir el nuevo sistema de vías para permitir que finqueros cercanos pudiesen llevar sus mercancías al mercado.

Con respecto al empleo, la autoridad local dijo que durante los siete años de construcción hubo entre cinco y diez mil obreros en el área trabajando para CCS. La mitad eran chinos y la otra ecuatorianos, la mayoría de estos últimos eran ingenieros de Quito. Casi todo los trabajadores no eran del área y vivieron en campamentos especiales cerca de la hidroeléctrica.

La contribución de CELEC y Sinohydro a las comunidades cercanas fue una cancha de fútbol y una escuela primaria. Aunque lo que más recuerda la autoridad local es un edificio cerrado al lado de un campamento chino abandonado donde solía funcionar un burdel.

 

Lenin Moreno: ¿un nuevo escenario para la inversión China?

Un oficial de CELEC contó que el gobierno actual de Lenin Moreno está explorando el gran potencial geotérmico del país con el apoyo de un préstamo japonés de 8 millones de dólares. Y luego siguió hablando emocionado de la nueva hidroeléctrica de 5000 MW (más de tres veces el tamaño de CCS) que pretende construir Sinohydro en el río Zamora, al sureste de Ecuador.

Aparte de la hidroeléctrica en Zamora, aún hay poco que señalar en términos de inversión en infraestructura desde que Lenin Moreno asumió la presidencia en mayo. La mayor parte de su esfuerzo se ha enfocado en marcar una distancia con la gestión de su antecesor. Los expertos que siguen la política económica de Ecuador creen que lo más probable es que las inversiones chinas no se canalicen ahora para el desarrollo de nuevos proyectos.

 

Varios funcionarios del gobierno le dijeron a Mongabay Latam que la administración de Moreno está tratando de encontrar nuevas formas de diversificar sus fuentes de inversión, más allá de la China, lo que incluye explorar otros caminos para la renegociación de la deuda del país. Además, Moreno tiene que enfrentar el desafío de haber perdido liderazgo dentro de Alianza País, tras haber sido removido de su posición como líder del partido (ocupado por el ex canciller Ricardo Patiño). Algunos expertos incluso creen que Correa podría volver al poder de alguna forma muy pronto.

En conclusión, es probable que la inversión china y el desarrollo de grandes infraestructuras sean limitados en un futuro cercano. También sigue siendo difícil saber si la estrecha relación del gobierno de Correa con los bancos chinos ahora se ve amenazada por el intento de Moreno de cambiar la trayectoria política del país. Lo que parece claro para los críticos es que la fijación que tuvo Correa con los proyectos de infraestructura construidos por China ayudó a situar a Ecuador hoy en un escenario de incertidumbre política, fiscal y ambiental.

Mongabay

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