Fracaso de la OMC en Argentina: la cumbre cierra sin acuerdos ni documento final
El cierre del encuentro en Buenos Aires confirmó el fracaso en las negociaciones
La cumbre de la Organización Mundial del Comercio (OMC) de Buenos Aires dejó al descubierto la debilidad de esa entidad como instancia de coordinación global a raíz de la oposición de los Estados Unidos al sistema de negociación multilateral y la desconfianza de otros países que mantienen políticas de protección para evitar el descontrol de sus economías. En este contexto de desazón dado por las nuevas circunstancias políticas globales, el gobierno argentino se lleva una derrota propia con el fracaso inmediato de la negociación para el acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea (UE). Además, el Ejecutivo nacional fue protagonista del escándalo global de la revocación de acreditaciones para especialistas de organizaciones no gubernamentales participantes de la cumbre.
Ayer cerró la cumbre de la OMC organizada en Buenos Aires. “Hemos progresado en algunos ámbitos pero en la mayoría de ellos no fue posible, los miembros no se pudieron poner de acuerdo. Sabíamos que el progreso aquí exigiría un salto en las posturas de los miembros y eso no lo vimos. No hemos podido obtener resultados, no siempre es posible hacerlo”, admitió Roberto Azevedo, director de la OMC, en la sesión de clausura. “Evitar un derrumbamiento del sistema es también importante”, dijo la ex canciller y presidenta de la cumbre de Buenos Aires, Susana Malcorra.
El sistema multilateral de comercio cuyo eje es la OMC tambalea desde 2008, cuando estalló la crisis de las hipotecas subprime que hundió a la economía mundial en una debacle que motivó la multiplicación de las medidas de protección comercial en contra del espíritu liberal de la OMC. La nueva postura proteccionista y en contra del sistema de negociación multilateral de los Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump terminó de lesionar al organismo. De hecho, Robert Lighthizer, representante de Trump en la reunión de la OMC, se fue del país el martes por la noche, antes del último día de negociaciones. Como en la OMC las resoluciones de adoptan por consenso, el paisaje en el cierre de la cumbre era malo de antemano.
Cuatro temas se destacaban como los más relevantes de la agenda de trabajo. En comercio electrónico, la intención de la mayoría de los países desarrollados, de la mano de Estados Unidos y con el lobby de las grandes empresas del sector, era introducir este tema en las negociaciones multilaterales. La idea es establecer una regulación laxa a nivel global que restringa la posibilidad de los Estados nacionales a aplicar políticas más estrictas de control en el sector. La declaración de comercio electrónico fue votada por apenas 46 de los 164 países, con la oposición de los africanos y de Japón. Otro tema relevante era la regulación doméstica, que suponía que las normas de la OMC se apliquen no sólo a las políticas nacionales sino también a nivel provincial y municipal. En este punto tampoco hubo avance.
“Estados Unidos bloqueó todas las negociaciones sistemáticamente, a punto tal que su embajador se fue antes del cierre de la cumbre. Estados Unidos quiere destruir el sistema de negociación multilateral, quiere que la OMC fracase porque quiere acuerdos bilaterales”, indicó a PáginaI12 Sofia Scasserra, investigadora del Instituto del Mundo del Trabajo Julio Godio, Untref. También India, con una postura más vinculada al desarrollo económico, se opuso en un buen número de negociaciones. “Además, el gobierno argentino quedó muy mal en la visión de muchos países a raíz de la revocación de acreditaciones. Esto no funciona así en el mundo, hasta los noruegos dicen que las ONG son importantes”, agregó Scasserra.
Otros temas en donde no hubo acuerdo fue la eliminación de subsidios a la pesca ni en la facilitación de inversiones. “Había muy pocas expectativas en esta cumbre porque está todo trabado. El mundo está convulsionado y encima después de Trump, la agenda del libre comercio está muy dañada. En particular, todas las apuestas de la agenda de política comercial le salen mal al Gobierno. Estados Unidos no promociona el ingreso de Argentina a la OCDE y le cierra el mercado de biocombustibles en la cara a Macri, se cayó al menos en el corto plazo el acuerdo con la Unión Europea y fue un fracaso la cumbre de la OMC. El Gobierno también accedió al pedido de China para que la reconozca como economía de mercado en las investigaciones de dumping. Pero no hay inversiones. Macri le da un poco a todo el mundo pero el mundo no le devuelve nada”, analizó Carlos Bianco, docente de la Universidad de Quilmes y asesor de la CTA de los trabajadores.
“La OMC no se ofrece como un foro para debatir las cuestiones globales. Hacia adentro del organismo hay tres jugadores grandes: Estados Unidos (que a partir de esta ministerial quiere tener reglas propias), la agenda neoliberal de la propia OMC muy alineada a la UE y el tercer jugador es China, que empieza a hacer su propio juego”, dijo Javier Echaide, doctor en Derecho, investigador de la UBA y miembro de la Attac.
Cumbre de la OMC: no hubo acuerdos, se impuso la confrontación y naufragó el documento final
En medio del arduo debate entre los países proteccionistas y aquellos que promueven el multilateralismo, fracasó este miércoles el resultado final de la cumbre de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Buenos Aires con una fotografía irrefutable y poco feliz: los 164 ministros presentes no alcanzaron un consenso necesario para arribar a la firma de un documento final entre los ministros y sólo se logró una declaración conjunta que apenas reúne un listado de expresiones aisladas de deseo para mejorar los flujos comerciales internacionales.
Luego de tres días de deliberaciones, los ministros de los países que integran la OMC se enfrascaron en duras discusiones y escasos acuerdos. No se llegó al punto de mayor temor que imperaba entre los organizadores de la cumbre, por empezar el gobierno argentino como país anfitrión, que era el de la ruptura definitiva de la OMC. Pero tampoco los resultados alcanzados fueron suficientes como para avanzar en nuevas reglas comunes a futuro en el comercio mundial.
«Sabíamos que esta reunión iba a ser complicada por las posturas muy distintas que hay hoy en el mundo sobre el comercio. Sabíamos que teníamos que sobrevivir a Buenos Aires. Y esto fue lo que ocurrió», dijo la presidenta de la cumbre de la OMC, la ex canciller Susana Malcorra, al finalizar la reunión ministerial. El sabor a poco quedó en el aire. Se evitó que Estados Unidos, que llevó la postura de países proteccionistas, pateara el tablero de las negociaciones. Pero no se logró imponer el esquema multilateralista en muchos de los temas discutidos en la agenda de la cumbre.
El director de la OMC, el brasilero Roberto Azevedo, también se mostró visiblemente desilusionado con los resultados de la cumbre de Buenos Aires cuando expresó en una síntesis de lo que fueron los debates: «No siempre hay acuerdos. Tenemos que hacer un ejercicio de introspección sobre los puntos que no hemos logrado acordar». También lamentó que no se haya comprendido el mensaje inicial que dio el presidente Mauricio Macri junto con sus pares de la región, entre ellos los jefes de Estado de Brasil, Uruguay, Paraguay y Chile respecto de la «necesidad de apostar por el multilateralismo» en el comercio internacional. Azevedo no dio nombres concretos, pero buena parte de los cuestionamientos al fracaso de esta cumbre apuntaron a la postura excesivamente proteccionista que pregonó el gobierno norteamericano de Donald Trump.
En el resultado global de la cumbre no se pudo ni siquiera mostrar un documento consensuado de temas más «ligths». Se leyó en cambio una declaración de principios donde cada país miembros expresa sus diferentes puntos de vista sobre los temas discutidos: la facilitación de normas para profundizar las inversiones; las nuevas reglas al comercio electrónico mundial; la incorporación más aceitada de las pequeñas y medianas empresas en los mercados y las eventuales modalidades nuevas de subsidios a la pesca. En ninguno de estos puntos hubo acuerdo. Por el contrario la antinomia proteccionismo-multilateralismo se impuso en contra de cualquier acuerdo.
«Fue la crónica de un fracaso anunciado y el comienzo de un declive severo de la OMC como organismo con una razón de ser en el mundo», dijo a Infobae en tono pesimista un ministro de un país europeo que siguió de cerca cada uno de los debates de los 164 miembros.
Para el gobierno argentino los resultados fueron los esperados y los «más factibles en un contexto mundial complejo», según expresó una calificada fuente de la Casa Rosada. Se refería abiertamente a la dura puja entre Estados Unidos y China por el comercio mundial o al profundo debate de multilateralismo versus proteccionismo que hay hoy en el mundo. Para la administración de Macri el sólo hecho de que la cumbre de Buenos Aires no se convirtiera en otra Seattle, en relación a la cumbre antiglobalización que hace unos años que culminó con miles de heridos por las protestas callejeras, resultó ser todo un éxito y el puntapié inicial para la organización del próximo desafió por delante: la cumbre de presidentes del G20 que se hará en Buenos Aires el año que viene. Desde el punto de vista de la organización y la seguridad de la cumbre de la OMC el gobierno se mostró satisfecho.
En cuanto al contenido de fondo de los temas de debate comercial, ni siquiera el contexto regional ayudó al clima que hubo en Buenos Aires: durante todos estos días tampoco se alcanzó un acuerdo final entre el Mercosur y la Unión Europea para dar con un entendimiento de libre comercio. «Estamos muy muy cerca», dijo un ministro argentino tras las jornadas paralelas de deliberaciones que se realizaron en el Palacio San Martín. Pero la apuesta de máxima del Ejecutivo, que era la de exponer en medio de la cumbre de la OMC un trofeo como el acuerdo de libre comercio entre la UE y el Mercosur, quedó frustrado.
En la exposición final que dieron Malcorra y Azevedo sobre la cumbre de la OMC, ambos funcionarios coincidieron en un punto casi como premio consuelo: «Habrá vida después de Buenos Aires», dijeron a coro. Es decir, que se continuarán los debates abordados aquí en la próxima cumbre ministerial. Los ciudadanos de a pie recordarán esta cumbre por las molestias que ocasionó en el tránsito de Buenos Aires. Los ministros y participantes, la recordarán como un hito en el fracaso de las negociaciones en un mundo globalizado cada vez más complejo.
Macri cedió pero no alcanza: Fracasó la firma del tratado comercial con la Unión Europea
Fueron, en total, treinta reuniones “bilaterales”, contando la del 10 al 13 de noviembre pasado en Brasilia. Los puntos críticos, los de mayor rigidez para arribar a un acuerdo, se mantuvieron a través de todos los intercambios de propuestas en los últimos dos años. Y ni siquiera la extrema voluntad de Mauricio Macri y Michel Temer en “ceder” resultó suficiente. El hipotético tratado, que ambos mandatarios buscaron hasta último momento como una expectativa próxima a alcanzar, no pudo ni podía ser. Finalmente, ni siquiera una declaración final maquillada y disfrazada de “futuro acuerdo” fue posible. Lo que se soñaba como una gloriosa “entrada al mundo” entre trompetas y una guardia de recepción formada para la ocasión, terminó en rotundo fracaso para Macri, incluso más que para Temer.
El 31 de octubre último, al tiempo que los negociadores argentinos, con Horacio Reyser a la cabeza, trataban de acordar una postura con sus pares del Mercosur que acercara posiciones con el Viejo Continente, se informaba la renuncia de Ricardo Buryaile, ministro de Agroindustria, dirigente de CRA y referente, por lo tanto, de la Mesa de Enlace. El problema argentino para el acuerdo no estaba en el frente de negociaciones con el adversario, sino en la retaguardia. Buryaile terminó desplazado por la propia dirigencia rural, absolutamente disconforme por el manejo de las negociaciones en torno al ingreso de productos agropecuarios a la Unión Europea. Los negociadores argentinos no habían conseguido ni una sóla concesión de los europeos: ni para granos, ni carne ni productos regionales. La versión de una apertura de un cupo más generoso para la carne vacuna mercosureña no pasaba de ser una excusa irreal para mantener viva la negociación. El “núcleo duro” europeo, encabezado por Francia, no estaba dispuesto a ceder nada en materia de mercados para productos agrícolas. La tensión entre el bloque rural y el gobierno incomodó a Buryaile, que terminó afuera del Gobierno dejando a un ruralista “duro” en su lugar: José Miguel Etchevehere. La versión de que Buryaile iba a ser designado como representante en Bruselas para continuar las negociaciones UE-Mercosur no fue más que otra farsa: nada podía estar más lejos de su destino que, precisamente, ese lugar.
El grupo de negociadores sudamericanos encabezado por Reyser se encontró en Brasilia con la peor versión de la postura europea. El gobierno de Emanuelle Macron se había puesto al frente de un bloque de países productores agrícolas, que además de Francia, Irlanda y Polonia, incluía a otras diez naciones, que no estaban dispuestos a ningún acuerdo que cediera mercado europeo para esos productos. Al Mercosur le quedaban pocas cartas para jugar. Encima, Europa traía una demanda de apertura de las licitaciones para “compras públicas” de los gobiernos sudamericanos, por la cual exigían la aplicación del modelo de “licitación cerrada”: una misma empresa concursante puede adjudicarse la obra (por ejemplo, una construcción), el aporte de los rodados, maquinarias y otro equipo pesado, y una vez finalizada la obra dejar “en donación” para el país los equipos usados (que, en realidad, ya había pagado el gobierno contratante). Este sistema tiene el impulso, principalmente, de firmas constructoras italianas. La voluntad de “ceder” en este punto de Macri y de su par brasileño no iba a ser suficiente. Para los países agrícolas europeos, el bloqueo a la entrada de productos sudamericanos seguía siendo innegociable.
Pese al resonante fracaso con que el que regresó la delegación argentina de Brasilia, la postura del gobieno de Cambiemos fue no dejar que se empalideciera el clima festivo con el que se esperaba la cumbre de la OMC en Buenos Aires. Tanto cuidado por el brillo llevó a cometer la torpeza de prohibir el ingreso de activistas y militantes de organizaciones no gubernamentales de diversos países. En ese clima ficticio, se informó, horas antes de la inauguración de la cumbre, que los países del Mercosur habían acordado, entre sí, “dejar de lado sus diferencias” para apurar la firma del tratado con la Unión Europea. Como si las dificultades residieran, en serio, en las distintas miradas de los socios del Mercosur.
Habrá que admitir que los gestos de optimismo con respecto a un probable tratado de libre comercio entre UE y Mercosur provino no sólo de los altos funcionarios argentinos y brasileños. También le aportó lo suyo la comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmstrom. Aunque hay que admitir que se trata de una persona clave en las negociaciones comerciales, es a la vez una figura resistida y rechazada por Francia y demás países con intereses agrícolas. “¿Qué puede saber o defender en materia de comercio agrícola una funcionaria sueca que no conoce a nuestras zonas rurales?”, se escuchó más de una vez en boca de dirigentes políticos o sectoriales de esos países. Ni siquiera haber residido en Francia durante parte de su juventud la redime.
El intento de Macri de llevar a cabo el acuerdo de cualquier manera chocó con una realidad adversa. Los acuerdos comerciales multilaterales están en retroceso en el mundo, y no sólo por la postura de Donald Trump y su gobierno. Europa no es la excepción, sino el ejemplo más palpable. Y esta vez, la defensa declinante de la producción propia, por parte de Macri y Temer, no fue suficiente para llegar, aunque más no fuera, a la foto del estrechón de manos de un hipotético acuerdo.
Cumbre de la OMC: una nueva manifestación de activistas copó el lobby del Hilton
“¡Nuestro mundo no está a la venta!”, fue el grito que copó el lobby del Hotel Hilton de Puerto Madero donde se desarrolla la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Representantes de ONG de 24 países protestaban pacíficamente contra el desarrollo de la reunión ministerial. Llevaban cartulinas con consignas y habían avisado a la organización de su protesta, que se extendió menos de 10 minutos.
El Gobierno había objetado la participación de varios de ellos en los días previos a la Cumbre e incluso deportó a dos activistas, Sally Burch y Petter Titland, una decisión que le valió una protesta formal de Ecuador y otra de Noruega, y que luego debió revisar.
La estadounidense Deborah James, del Centro de Investigación para la Economía y la política, llevaba la voz cantante. “Tenemos muchas demandas y no nos dan respuestas para cambiar las reglas actuales del comercio internacional. No nos querían permitir ni siquiera estar acá”, le dijo la activista a Clarín.
Una de las principales quejas de los manifestantes es la celeridad con la que la OMC incorporó a su agenda la necesidad de regular el comercio electrónico. “Estamos en contra. Hemos tenido agricultura por 2000 mil años y durante los 20 años de la existencia de OMC no han acordado disminuir los subsidios en agricultura y la regulación del comercio electrónico está impuesta por Google y Facebook, es un caballo de Troya”, argumentó la activista estadounidense, a la que la acompañaban representantes de ONG de Bangladesh, India , Bélgica , Noruega, Nepal, Filipinas, Chile, Ecuador y Canadá, entre otros países.
Los reclamos eran variados, desde seguridad alimentaria, pasando por mayor participación de mujeres en el comercio y en contra la cartelización del algodón hasta la denuncia de una lista negra para ONG.
El enojo por el espacio que ocupó el comercio electrónico también se coló entre las delegaciones de países oficiales. Susana Malcorra se refirió a ese punto el martes durante la clausura del foro de negocios. “Hay una parte de la membresía que ve con convicción que no se debieran avanzar en temas nuevos, la realidad es que el día a día, la realidad de la tecnología, el futuro que se nos viene encima es imparable y se están empezando a dar discusiones plurilaterales. Muchas veces nuestras negociaciones no están lo suficientemente aggiornadas”, había sentenciado la ex canciller.