EE.UU. y elecciones en Honduras: silencios e impunidad de ayer y hoy – Por Silvina Romano y Javier Calderón

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Silvina Romano y Javier Calderón (*)

El inesperado “apagón” del sistema de conteo electoral acontecido en las recientes elecciones presidenciales en Honduras, no debe ser concebido como un hecho aislado en la “democracia” hondureña. Antes del apagón, ganaba el candidato de la Alianza de izquierdas, Salvador Nasralla, por cinco puntos, luego del apagón, aparece a la cabeza Juan Orlando Hernández-JOH, del partido oficialista. La impunidad del fraude remite inmediatamente al golpe de junio de 2009 contra el entonces presidente Juan Manuel Zelaya.

Dicho golpe fue perpetrado por la cúpula de las Fuerzas Armadas, en complicidad con el Poder Judicial, con el protagonismo de la prensa local y el visto bueno del sector público-privado estadounidense[1]. Una de las “marcas” del derrocamiento de Zelaya fue el “apagón mediático”: los medios concentrados hondureños promovieron la desinformación (afirmando que Zelaya había firmado una carta de renuncia) y la censura de medios comunitarios, para evitar que trascendiera la verdad (que Zelaya había sido secuestrado y llevado a la base militar de Palmerola) y silenciar la resistencia[2].

A su vez, el golpe y el “apagón mediático” fueron apoyados de modo directo o indirecto por la prensa internacional[3], que contribuyeron a una larga campaña en contra de Zelaya, afirmando que la Consulta Popular impulsada por el presidente tenía como único propósito su reelección, pues deseaba “perpetuarse en el poder”[4]–aunque en realidad ha sido JOH quien finalmente logró imponer la posibilidad de reelección quebrando la constitución-[5].

En la coyuntura actual, a diferencia de lo publicado en junio de 2009, la mayoría de los medios se refieren con naturalidad al golpe contra Zelaya. Sin embargo, no solo no acusan a Juan Orlando Hernández de querer perpetuarse en el poder, sino que cuestionan el accionar del opositor Nasralla por no aceptar los resultados de las elecciones, apuntando que: “meciendo la mano de Nasralla se encuentra el expresidente Manuel Zelaya”[6].

No obstante, debe subrayarse que la prensa estadounidense y europea mencionan (con mayor o menor detalle) el vínculo entre las protestas de la gente en las calles con lo sucedido en 2009, asegurando que desde el derrocamiento a Zelaya se ha exacerbado la crítica situación económica, política y social, en un país signado por la violencia, gobernado por cárteles, con unas fuerzas de seguridad entrenadas en contrainsurgencia[7]. Tampoco ocultan (a diferencia del modo en que fue cubierto el proceso de Golpe a Zelaya en 2009) los intereses estadounidense en Honduras[8]. Incluso afirman que Honduras es la histórica “república bananera”, sometida a los designios del sector público-privado EE.UU. desde la presencia de la United Fruit Company (“la bananera”)[9].

Sin embargo, debe subrayarse también que un común factor en los análisis es señalar inmediatamente el vínculo del círculo de Juan Orlando Hernández con el lobby republicano de Miami o el círculo cercano a Trump en la Casa Blanca[10], mencionando incluso su presunta complicidad con el tráfico de drogas[11]. Esto genera ciertas sospechas. Parece que la “sinceridad” con respecto a lo que sucede en Honduras, no solo llega diez años tarde (años caros al pueblo hondureño) sino que es tributaria de uno de los frentes de batalla internos de la política estadounidense, donde los principales medios de comunicación apoyaron la candidatura de Hillary Clinton y perdieron. El inmediato vínculo mostrado entre el gobierno de Trump y el “proyecto de país” del partido oficialista hondureño, sin embargo, tiene raíces más profundas que se visualizan en el Plan Puebla Panamá refundado como Plan Mesoamérica, o en la reciente Alianza para la Prosperidad (celebrada por el ex vicepresidente Joe Biden)[12], todos programas de asistencia “para el desarrollo” y la seguridad del Triángulo Norte de Centroamérica impulsados por demócratas o republicanos indistintamente, que se han mostrado nefastos para el pueblo hondureño[13].

El sinceramiento es escueto, considerando los intereses del sector público-privado estadounidense en Honduras, país que alojó a los mercenarios que invadieron la Guatemala de Arbenz en los ‘50, con apoyo expreso del Departamento de Estado y la CIA[14]; territorio que albergó a la CONTRA y sus escuadrones de la muerte a inicios de los ‘80 para acabar con el Sandinismo y la insurgencia en Centroamérica[15] –financiada por una comisión bipartidista que justificó el flujo de fondos a través de nuevas instituciones como la NED, encargadas de “impulsar la democracia”, esquema en el que los medios de comunicación estadounidenses tuvieron un rol fundamental en justificar la presencia de EEUU en Centroamérica-.[16]

EE.UU. en Honduras hoy

La continuidad de la presencia de intereses estadounidenses tiene como eje la promoción de la democracia liberal de mercado, obturando cualquier tipo de proyecto político que “insinúe” algún tipo de desviación de este trayecto. Encontramos al menos tres ámbitos donde el sector público-privado estadounidenses se mueven con total libertad,  y que en su momento parecieron ser “amenazados” por algunas de las propuestas de Zelaya –temores que probablemente vuelve a revivir el (negado) triunfo de Nasralla-.

  • La “reconversión” de la economía hondureña como plataforma de exportación de materias primas y fuerza de trabajo barata. Profundización de la maquila y el turismo y el arrasamiento del medio ambiente. Para ello, se contrató a la consultora Mckinsey,[17] que sugirió el desarrollo de los mencionados sectores por medio de las (polémicas) Zonas de Empleo y Desarrollo Económico (ZEDE)[18]. Uno de los objetivos, el desarrollo del turismo, no ha “repuntado” como se esperaba, debido a los altos índices de violencia, exacerbados por la explotación minera, promotora de violaciones de derechos humanos en contra de activistas ambientales[19]. Es por eso que, entre otras tareas, Mckensey se encarga también de marcar pautas publicitarias y propaganda destacando la disminución de los índices de violencia en el país como un “gran logro” –ocultado las condiciones estructurales que propician la violencia[20]-.
  • La modernización del Estado ha sido uno de los “target” de la asistencia para el desarrollo proveniente de EE.UU. La agencia Millennium Challenge Corp. ha destinado “millones” en ayuda para promover la transparencia y la responsabilidad, como una estrategia para reducir el flujo de migrantes ilegales hacia los EE.UU.[21]. El plan de la Alianza para la Prosperidad tiene como meta “fortalecer las instituciones”, para entre otros objetivos, evitar el desplazamiento de migrantes, en especial los menores no acompañados. Cuenta con un monto de 750 millones de dólares para sus actividades[22]. En paralelo a esta “alianza”, la USAID está realizando en Honduras seis (6) programas y dos convenios, orientados a la seguridad ciudadana, la gobernabilidad responsable, educación, salud, reactivación agrícola y crecimiento económico, con un aporte de 534 millones de dólares[23]. Un esfuerzo para lograr una gobernabilidad a la medida del Departamento de Estado.
  • El vínculo no sólo es a través de la cooperación al desarrollo con “programas sociales”, también las FFAA estadounidenses tienen presencia permanente en el país mesoamericano, particularmente a través de las relaciones con el Comando Sur de los EE.UU., que tiene base en Miami, pero también opera desde la base aérea de Palmerola ubicada a 90 km de Tegucigalpa.  Debe recordarse que en febrero de 2016 trascendió documentación que daba cuenta de un plan de intervención militar en Venezuela (Operación Freedom II) que sería perpetrada desde esa base en Honduras. El entrenamiento de FFAA hondureñas por parte de EE.UU. se realiza, como se señaló arriba, desde los años 80 con la CONTRA. En 2015, recibieron entrenamiento estadounidense más de 1000 integrantes de las fuerzas de seguridad hondureñas[24]. Actualmente, al menos 500 soldados norteamericanos participan permanentemente en tareas operativas, asesorías y entrenamiento de:
  • Fuerza Especiales Navales.
  • Grupo Operativo Conjunto Bravo, ubicado en la Base Naval Soto Cano (Palmerola), en la cual participan en tareas operativas, entrenan y asesoran la formación de comandos.
  • Tropa de Inteligencia y Grupos de Respuesta Especial de Seguridad (TIGRES), un grupo formado por especialistas norteamericanos y colombianos, en tareas de reacción contra “grupos violentos”.
  • Fuerza Nacional de Seguridad Interinstitucional (FUSINA). Creada por el presidente Juan Orlando Hernández en 2014, se ha visto involucrada en escándalos por violaciones de derechos humanos. Cerca de 300 militares y personal civil estadounidense, incluyendo los infantes de la Marina y el FBI, realizaron entrenamientos de “respuesta rápida” con 500 agentes de dicha fuerza en 2015.[25]
  • Desde el 2012 y contando el presupuesto del 2018, la asistencia para la seguridad de EE.UU. para Honduras suma casi 91.000.000 dólares[26]. La mayor parte de los fondos se destinan (aparentemente) a la guerra contra las drogas que se ha institucionalizado a nivel centroamericano en el CARSI (la ampliación de la Iniciativa Mérida en Centroamérica, que a su vez intenta ser una réplica del Plan Colombia)[27].

Las elecciones en Honduras no pueden ser concebidas por fuera del proceso de presencia permanente del sector público-privado de EE.UU. en Honduras. Tampoco es suficiente asumir que “existen intereses estadounidenses en Honduras”. Es tiempo de que los análisis profundicen en las implicancias de estos profundos vínculos entre las derechas de EE.UU. y Honduras, que no se reducen a las alianzas con los republicanos. La contradicción entre las incipientes afirmaciones de la prensa internacional sobre los intereses de EE.UU. en Honduras y la legitimación de esta presencia, se materializa en hechos clave como el escaso cuestionamiento frente al rol de veedor brindado a la OEA en el fracasado proceso electoral, marcado por el fraude (la OEA  desde su conformación, ha tendido a salvaguardar los lineamientos hemisféricos de EE.UU., más que a procurar por la soberanía de los Estados y las democracias en América Latina).

En este proceso de permanente injerencia, tras un discurso de gobernabilidad y fortalecimiento institucional, EE.UU. se muestra decidido a impedir cualquier cambio en la política hondureña, liderada por la derecha local. Honduras, un país donde se reprime a la oposición, se rompen los principios constitucionales y se violan los procesos democráticos del voto, con la complacencia sinérgica de la comunidad internacional y de los medios de comunicación. A esta joint-venture, hay que agregar el respaldo que implica para la derecha local, la presencia militar de EE.UU., que materializa la impunidad de las élites del Partido Nacional, el poder judicial y los militares locales. Una tranquilidad lograda a cambio de la soberanía nacional, la justicia social y los derechos sociales de la población.

[1] http://www.celag.org/golpes-siglo-xxi-nuevas-estrategias-para-viejos-propositos-los-casos-de-honduras-paraguay-brasil-por-sabrina-flax-silvina-romano-y-camila-vollenweider/

[2] http://www.cadtm.org/Golpe-mediatico-en-Honduras

[3]https://www.aporrea.org/medios/n137511.html

[4] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=89750

[5] http://cnnespanol.cnn.com/2016/11/11/polemica-en-honduras-juan-orlando-hernandez-busca-reeleccion-basado-en-fallo/

[6] https://elpais.com/internacional/2017/11/30/america/1512079199_944317.html

[7] https://www.washingtonpost.com/news/worldviews/wp/2017/12/04/the-crisis-in-honduras-should-matter-to-the-u-s/?utm_term=.1b9576cb7bd9

[8] https://www.voanews.com/a/protests-honduras-election-results/4146317.html

[9] https://www.washingtonpost.com/news/worldviews/wp/2017/12/04/the-crisis-in-honduras-should-matter-to-the-u-s/?utm_term=.1b9576cb7bd9

[10] https://www.reuters.com/article/us-honduras-election-usa-exclusive/exclusive-u-s-document-certifies-honduras-as-supporting-rights-amid-vote-crisis-idUSKBN1DY2K7

[11] https://www.nytimes.com/es/2017/10/10/honduras-dea-narcotrafico-corrupcion-fabio-lobo/

[12]enerohttp://www.nytimes.com/2015/01/30/opinion/joe-biden-a-plan-for-central-america.html?_r=0&module=ArrowsNav&contentCollection=Opinion&action=keypress&region=FixedLeft&pgtype=article

[13]http://www.newrepublic.com/article/120962/alliance-prosperity-wont-help-central-american-violence.

[14]Cullather, Nick (2002) PBSUCCESS. La operación encubierta de la CIA en Guatemala, 1952-1954. Serie de Autores Invitados, n. 6. Guatemala:   AVANCSO

[15]https://www.jacobinmag.com/2016/08/negroponte-honduras-nicaragua-contras-reagan-clinton/

[16]Congress Research Service (CRS). (1987). Draft Report ‘Public Diplomacy’ ‘Project Democracy’ and Contra Aid’”. Goodtimesweb.org, Sensitive Diplomatic Relations, 1981-1988.Consortium for independent journalism, p.85.

[17] http://americaeconomia-ca.com/2016/07/29/la-asesoria-mckinsey/

[18] http://radioprogresohn.net/index.php/comunicaciones/reportaje/item/1505-zedes-o-ciudades-modelo-%C2%BFsoluci%C3%B3n-o-m%C3%A1s-deterioro-para-honduras

[19] https://www.amnesty.org/es/countries/americas/report-americas/

[20] http://www.cadtm.org/Golpe-electoral-en-la-republica

[21] https://www.voanews.com/a/protests-honduras-election-results/4146317.html

[22] https://www.un.int/honduras/sites/www.un.int/files/Honduras/1-acciones_estrategicas_del_plan_de_la_alianza_para_la_prosperidad_del_triangulo_norte_folleto_07abril20151.pdf

[23]http://www.sefin.gob.hn/wp-content/uploads/2017/06/1Trim2017_USAID.pdf

[24] https://securityassistance.org/honduras

[25] https://www.wola.org/es/analisis/cuales-unidades-militares-y-policiales-de-centroamerica-reciben-la-mayor-asistencia-por-parte-de-estados-unidos/

[26] https://securityassistance.org/data/program/military/Honduras/

[27] http://www.celag.org/eeuu-la-guerra-las-drogas-colombia-mexico-centroamerica/

(*) Silvina Romano es Doctora en Ciencia Política por la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, y Licenciada en Historia y en Comunicación Social por la UNC. Y Javier Calderón es Magister en Sociología y doctorando de la UBA, e investigador CELAG

CELAG

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