Argentina: el presidente Mauricio Macri celebró la reforma previsional y agradeció a la policía su «labor» tras la represión

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Macri, agradecido con la policía

El presidente Mauricio Macri agradeció “a la policía por la labor que hizo ayer” en el operativo que derivó en una nueva y salvaje represión contra las masivas manifestaciones en repudio a la cuestionada ley de reforma previsional. El mandatario anticipó esta misma a tarde dictará el decreto que establece una compensación por única vez por el cambio en el método de cálculo de los haberes jubilatorios y aseguró que con el cambio “los jubilados van a estar mejor de lo que estuvieron este año”. Además, acusó a diputados de la oposición de “incitar a la violencia” y autoelogió su gestión: “El mundo dice ‘estos señores se despertaron’.”

“En la Argentina se vive un clima de paz” y los hechos de violencia de ayer fueron producto de “una violencia orquestada que vamos a enfrentar junto con la Justicia” para determinar las responsabilidades. Dijo, aseguró, que “hubo diputados de la Nación que incitaron a la violencia”.

La única referencia que hizo sobre los multitudinarios cacerolazos fue para expresar su “respeto de que haya gente que piense que estas reformas no son buenas” y dijo “comprenderlo” porque “sería inusual que hubiese unanimidad”. Además, les pidió a los manifestantes “que dejen una ranura para creer” que esa ley es “buena”. “Es importante que no se cierren totalmente sin siquiera dale una oportunidad”, insistió.

En lo que fue enfático fue en su cerrada defensa a las fuerzas de seguridad porque, según dijo, «los policías también son argentinos». Lamentó que «ochenta» de ellos hayan sido heridos durante los disturbios y justificó el operativo represivo: «Todo es perfectible. No les pidamos a ellos una perfección que no tenemos nosotros. No les pidamos de accionar perfecto, lo cual no significa que vayamos a avalar abusos de poder”, definió.

El jefe de Estado tuvo esas definiciones durante una conferencia en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno a pocas horas de que la Cámara de Diputados convirtiera en ley la iniciativa que reduce el porcentaje de incremento anual a las jubilaciones y la Asignación Universal por Hijo (AUH) con el voto del oficialismo y de diputados de extracción peronista.

Luego, las respuestas fueron un largo derrotero de los tópicos que Cambiemos utilizó en la campaña y con los cuales justificó la ley votada después de 17 horas de debate en la Cámara baja. Habló de la herencia recibida, dijo que la sociedad tiene “esperanza de futuro”, que la meta con la que quiere que se lo juzgue es el grado de reducción de la pobreza, y que uno de sus objetivos “es cuidar a los jubilados”.

En su lectura de la realidad, “el mal que han sufrido siempre los jubilados es la inflación que todavía no pudimos vencer”. Por eso, agregó, con la nueva fórmula de movilidad -que reduce el incremento que perciben por año y les lesiona el poder adquisitivo- “van a estar mejor que la inflación”

También dijo sentirse “conforme con los gobernadores” por haber cumplido con el acuerdo de consensos básicos que los comprometió a garantizar el tratamiento y la aprobación de la reforma previsional a cambio de recibir mayores fondos del Estado nacional para sanear sus finanzas a través de las reformas fiscal y tributaria que se tratará esta tarde.

“Ese paquete de proyectos fue el centro del acuerdo con ellos”, remarcó el mandatario. Lo que ocurre, admitió, es que “todos estos cambios generan incomodidad pero son necesarios”. Y acto seguido deslizó que esta no es la única iniciativa que despertará polémicas: “Son muchas las reformas que tenemos que encarar”, anticipó. “Todos estos cambios generan incomodidad pero son los necesarios. Entiendo que todavía hay mucha gente que no los siente porque hay muchas cosas que se recuperar.”

Macri consideró que, “tal vez”, uno de los motivos por los cuales la mayoría de la sociedad cuestionó la flamante ley es porque pudo haber errores “en términos de comunicación”, pero aseguró que tratarán de mejorarlo “como lo hemos hecho en estos años que nos ha ido bien y en los que volvió el crédito, crecer y mejorar la relación con el mundo”.

Por otra parte, negó que las consecuencias del masivo rechazo afectara la gobernabilidad. “La gobernabilidad no está en discusión. Es una fantasía de una minoría”, remarcó y señaló que las medidas que toma su gobierno son apoyadas por “una mayoría que lentamente crece”.

También intentó despejar roces internos en Cambiemos. “Debemos tener paciencia entre nosotros mismos”, dijo en referencia a las críticas que el jueves pasado le hizo la diputada Elisa Carrió a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, por el accionar de las fuerzas de seguridad federales. “Estamos intentando encontrar el camino del equilibrio”, suavizó Macri.

Luego volvió a insistir con la necesidad de reformas: “Cambios que hay que hacer. Los tengo que hacer. Porque si no, no va a haber futuro. No hay magia. Cada uno tiene que poner su granito de arena”.

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Una reforma que salió a palazo limpio

La alianza Cambiemos –acompañada por diputados peronistas que responden a gobernadores “dialoguistas”– convirtió en ley la reforma previsional que rebaja la actualización de los haberes de jubilados, pensionados por discapacidad, ex combatientes de Malvinas y los beneficiarios de las asignaciones universales por hijo y embarazo. Con la presión sobre los gobernadores, que llegaron hasta el Congreso para respaldar el pacto con el Gobierno central, el oficialismo se aseguró el quórum y despejó el camino para imponer en una embestida legislativa la reforma más resistida del paquete económico, que ayer se tradujo en otra multitudinaria manifestación de rechazo frente al Congreso, acompañada por un paro general decretado por la CGT. La protesta derivó en una nueva represión de las fuerzas de seguridad, que chocaron con grupos de izquierda, dejando un saldo de cientos de detenidos y unos 60 heridos. Por la noche, se multiplicaron los ruidazos de protesta por todo el país, incluyendo frente a la quinta de Olivos, Plaza de Mayo y de nuevo en el Congreso, mientras los diputados seguían con el debate que cerró con 128 votos a favor del ajuste, 116 en contra y dos abstenciones.

La oposición expresó su rechazo a la reforma y al bono “compensador” que sólo restituye unos 4 mil de los 100 mil millones anuales que quitarán a jubilados y pensionados para tapar los agujeros económicos del Gobierno nacional y las provincias.

Tras casi cinco horas de discusiones que rondaron la continuidad o no de la sesión en medio de la represión desatada afuera del Congreso, el oficialismo logró arrancar el debate pasadas las 19. Una larga lista de 80 oradores iniciales, la sesión –que también tiene en su temario la reforma tributaria– amenazaba con extenderse hasta avanzada la madrugada. Apurado por los tiempos, Eduardo Amadeo, como presidente de la comisión de Previsión Social, defendió el proyecto del Gobierno leyendo su discurso –en medio de los abucheos opositores–, lo que no le evitó fallidos sobre los objetivos de la iniciativa. “El Estado cumplirá sus obligaciones con los jubilados y los demás pobres”, afirmó Amadeo, quien pretendía convencer que la nueva fórmula no representaba un recorte a los sectores más castigados por las políticas económica del Gobierno macrista.

“Llegamos al recinto en medio de una enorme campaña de falsedades, pero a fin de año los jubilados no sólo van a estar mejor, sino que van a tener una fórmula que los va a proteger por décadas”, insistió, para luego afirmar no tener culpa por el recorte. “Tenemos la conciencia tranquila”, se justificó y rechazó los cuestionamientos opositores. “Estamos orgullosos del enorme compromiso social de nuestro gobierno”, afirmó. Desde la oposición no se mostraron muy de acuerdo.

La massista Mirta Tundis y la kirchnerista Luana Volnovich compartieron su turno luego de unificar el dictamen opositor de rechazo. “Vamos a rechazar este proyecto porque lo consideramos inviable”, arrancó Tundis y agregó: “Dicen que la ley no vulnera ni afecta los derechos de los mayores, sin embargo afecta los derechos humanos del sector alcanzado por esta reforma, que en realidad es un ajuste, es un recorte”. “Esta ley es inconstitucional porque viola tratados, convenciones, como la del derecho del niño, fallos de la Corte Suprema de Justicia. Esto va a ir a la justicia pero sólo se van a poder defender los jubilados con haberes más altos, el que gana 7600 pesos no va a poder contratar un profesional para defenderse”, añadió.

“Este bono para los jubilados es como si un delincuente secuestrara a un jubilado, lo llevara a un descampado, le robara todo lo que tiene y después le diera 200 pesos para que vuelva a su casa. Eso es el bono (Pablo) Kosiner”, soltó Volnovich, que le apuntó a los peronistas conciliadores pero también al Gobierno nacional: le dijo a los legisladores oficialistas que son “débiles con los fuertes y fuertes con los débiles”.

Martín Lousteau, que aportó al quórum oficialista, quiso diferenciarse en el recinto. “Esto que está ocurriendo hoy es la grieta, es la calamidad de la grieta, es el peligro de jugar con la grieta por temas electorales, es el peligro de creer que uno puede ir por todo porque tiene los votos”, dijo tomando distancia de la iniciativa y advirtió sobre la “prepotencia de un proyecto de ley que no se discutió, que quiso ser impuesto, que no se debatió como corresponde”. “Nosotros no estamos a favor del proyecto. Presentamos un proyecto alternativo y decimos de dónde debe salir el dinero para obtener este fin”, cerró tras allanarle el camino a Cambiemos.

“En este Parlamento tenemos un problema con realidad si no le decimos a la gente de que se trata esto. Esto se trata de sacarle la plata del bolsillo a los jubilados. Tiene ese único nombre, aunque le agrego a los trabajadores, embarazadas, población vulnerable. Es un saqueo no tiene otro nombre”, afirmó el ex ministro de Economía Axel Kicillof (FpV-PJ), que cargó contra la mentira “planteada por el Gobierno y el presidente Macri en campaña, cuando dijeron que no iban a tocar los haberes jubilatorios. “El ajuste es el ahorro, como le gusta decir a ustedes”, agregó y le piso números al saqueo: 100 mil millones de pesos anuales. “Es una bancarrota de la estafa electoral”, sentenció Kicillof.

“Este es un Gobierno de mamarracho. Como puede enviar al Congreso un decreto para modificar un proyecto que se está debatiendo sin modificaciones”, soltó Leopoldo Moreau sobre el bono que firmó Macri “para compensar lo que dice que no le saca”. En la esquina Rivadavia y Riobamba, del Congreso aun sitiado por la policía, comenzaron a sonar algunas cacerolas. El oficialismo evaluaba entonces un cuarto intermedio inmediatamente después de que se sancionara la ley. Querían evitar el desgaste de la tropa propia en medio de la continuidad de los reclamos en la calle.

Hasta el dialoguista Diego Bossio mostró su resistencia al proyecto. “Que una ley como la de movilidad esté tan enraizada en toda la sociedad significa que es buena para la gente. Nunca fue cuestionada esta ley”, dijo el ex titular de la Anses y diputado de Argentina Federal que responde mayoritariamente a los gobernadores peronistas. “Si el reconocimiento es que con esta ley no se pierde poder adquisitivo, lo que estamos reconociendo es que el haber mínimo jubilatorio actual es bueno, y lo estamos congelando”, se justificó Bossio.

Desde el Movimiento Evita, el jefe de la bancada Leonardo Grosso también cargó contra el “recorte previsional” que “quieren imponer a los tiros”. “Le mienten a la gente y a los jubilados”, insistió. Consideró que “la ley no tiene legitimidad política”. Los puntanos de Compromiso Federal también adelantaron su rechazo y destacaron que el gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saá, fue el único que no se sometió a la presión del Gobierno sobre las provincias.

Nicolás del Caño (FIT) repasó los recortes que sufrieron en estos dos años de gobierno macrista, trabajadores, jubilados y los sectores más pobres de la población mientras que favoreció a los capitales concentrados. “Los recursos para los jubilados están. Pero se lo lleva un pequeño puñado de grandes empresarios que representan el cinco por ciento de la población”, afirmó el diputado de izquierda.

Las versiones sobre los cacerolazos crecían dentro del recinto. La sesión continuaba y al cierre de esta edición, Cambiemos aseguraba el triunfo y sólo esperaba que transcurrieran los discursos. Afuera del Congreso ya comenzaba a reagruparse la gente y se escuchaban ruidos de cacerolas.

Página 12


Los cacerolazos de Capital Federal marcharon hacia el Congreso

Con la llegada de la noche volvió a verse en muchas calles de la ciudad de Buenos Aires a vecinos golpeando cacerolas en reclamo ante el debate que se está llevando adelante en la Cámara Baja del Congreso de la Nación, por la denominada reforma previsional. Un condimento clave fue la poca intervención de las fuerzas de seguridad.

En zonas como Vicente López, por ejemplo, adonde el oficialismo obtuvo una amplia mayoría, se pudo observar a miles de ciudadanos que se autoconvocaron para manifestar el repudio a la reforma sobre el sistema previsional que por aquel entonces se llevaba a cabo en el Congreso.

En los barrios de Caballito, Boedo, Belgrano, San Nicolás, Recoleta, entre otros, miles de vecinos salieron a las calles haciendo sonar sus cacerolas pasadas las 20 y se agolparon en lugares como Acoyte y Rivadavia, en Caballito, o Cabildo y Juramento, en Belgrano, entre otros, según informó la agencia Télam.

En algunos casos las calles fueron cortadas pero dejando liberado un carril para la circulación de vehículos. Otra protesta similar ocurrió en las cercanías de la quinta presidencial de Olivos, según se pudo registrar mediante las imagenes vertidas en las redes sociales.

Muchos sectores habían convocado a un cacerolazo para defender al gobierno y para criticar las escenas de violencia que se suscitaron durante la jornada de ayer, sin embargo las manifestaciones que emitieron sus protagonistas fue el repudio a lo que denominaron un “ajuste a los jubilados”.

Las fuerzas de seguridad, que ayer por la tarde protagonizaron escenas de violencia para repeler los ataques que muchos manifestantes desataron en varios puntos céntricos de Buenos Aires, no actuaron en esta protesta.

“Venimos a concientizar a la población, sin violencia y sin agredir”, dijo uno de los manifestantes que se expresó en contra de la ley que se debate puertas adentro del Congreso de la Nación. Sobre la medianoche comenzaron a circular móviles policiales y efectivos a pie, pero sin incidentes.

Los focos, que en algunos casos concentraron a miles de vecinos, se dirigían hacia el Congreso, según informaron sus protagonistas. Otros eligieron dirigirse hacia plaza De Mayo.

Río Negro


Multitudinaria manifestación de rechazo a la reforma previsional

“No se quejen… ¡Esto es un juego de niños!”, dice Beto López Camelo, ex dirigente de los municipales de San Miguel, hoy devenido en profesor de historia en un colegio secundario. Lo dice cuando en la plaza del Congreso, con mucha gente a pesar de los choques con la policía que se siguen produciendo contra las vallas, unos metros más adelante, varios manifestantes comienzan a señalar hacia los pisos altos de un edificio donde la policía abrió las ventanas para disparar desde la altura gases lacrimógenos. “¿Qué no se queje quién?”. Pero López Camelo ya no responde: acaba de caer cerca un cartucho de gas, y después otro. Desde adelante llega una oleada: los manifestantes que están más cerca de las vallas ya vienen retrocediendo en masa. “¡No corran! ¡Tranquilos!”, gritan mientras retroceden. Todo el mundo sabe que en medio de una corrida lo que no hay que hacer es correr.

El problema son los gases. Las fuerzas de Seguridad tienen nuevas armas que les permiten tirarlos a distancia, desde 60 o 70 metros. Si se riega una plaza llena, habrá empujones para salir. Si se siguen tirando gases durante varios minutos –los cartuchos caen en medio de las columnas que tratan de retirarse–, lo que se produce es una avalancha.

Muchos logran salir por la Avenida de Mayo, pero las calles paralelas a la avenida son angostas. Pronto hay escenas de ahogamiento: personas que caen al piso y son pisoteadas, pánico. El dueño de un bar de esta zona de embudo abre sus puertas cuando los vidrios parecen a un paso de estallar por la presión humana. Una vez que los gases se dispersan, la policía, desde atrás del vidrio, filma a los manifestantes refugiados dentro. Después empiezan las detenciones.

Hasta ese momento, en la franja de plaza que bordea el Congreso habían transcurrido dos horas de piedrazos contra una policía que, a su vez, tiraba balas de goma y gases, a corta distancia. Jóvenes con pulmones de 20, piernas de 20 y nada que perder cargaron contra el vallado que se desplegó para el blindaje del Congreso. Los primeros piedrazos comenzaron unos minutos después de las dos de la tarde, cuando en la Cámara de Diputados se reunía el quórum para a sesionar.

Los canales de televisión lo mostraron en directo, ya que todos sus móviles estaban instalados en el lugar. En cambio, quedó invisibilizado lo que pasaba unos metros más atrás, sobre gran parte de la plaza, donde los gremios y los movimientos sociales permanecían en el lugar. Por la Avenida de Mayo, cubrieron desde la mitad posterior de la plaza hasta la Avenida 9 de Julio. A su vez, por la 9 de Julio hacia el Obelisco se extendieron por otras tres cuadras más.

En la plaza o sus cercanías, hasta la avanzada policial que gaseó toda la zona, permanecieron también sus dirigentes: entre ellos, Héctor Amichetti (Gráficos), Sergio Palazzo (Bancarios), Omar Plaini (Canillitas).

–¿Por qué se quedan? –le preguntó PáginaI12 al titular de la Federación Gráfica, que en uno de los canteros se mantenía con su columna, a pesar de que radios y canales sólo hablaban de grupos violentos. Las transmisiones en vivo de los choques ya llevaban más de una hora.

–Para mantener esto, que es una expresión de las organizaciones sindicales y sociales contra la reforma. Hay que sacar esa idea de que lo que está protestando es el activismo- dijo Amichetti.

Sobre la Avenida de Mayo, casi llegando a la 9 de Julio, estaban los Bancarios, con Sergio Palazzo.

–¿Cómo ve esto que pasa?

–Se amplió la base social de la protesta –contestó el dirigente–. Es lógico que haya reacción frente lo que es un paquete de leyes insensible, que implica un despojo a los sectores más vulnerables. Por eso nos vamos a quedar a pesar de que haya represión.

Otros gremios que movilizaron: sectores de la CGT, como la Unión Obrera Metalúrgica, con sus seccionales del conurbano y San Lorenzo; delegaciones de las regionales cegetistas, como la de Rosario; todos los gremios de la Corriente Federal (bancarios, gráficos, docentes del Sadop, curtidores); los gremios de las dos CTA, como Ctera, Asociación de Trabajadores del Estado, el sindicato del Neumático, entre otros; también seccionales de Luz y Fuerza, del Sipreba (trabajadores de prensa), taxistas (los de la CTA), los telefónicos, ladrilleros, aceiteros, entre otros.

Marchó también todo el arco de los movimientos sociales –completo– y el movimiento cooperativo –aquí hay que listar desde las empresas recuperadas del MNER hasta las cooperativas de trabajo nacidas de los programas de construcción de viviendas, creadoras de la CNCT–.

Con el antecedente de la represión del jueves, la gente fue a la marcha mucho más organizada. Esto se vio en que armaron columnas acordonadas, listaron a los integrantes de cada grupo, designaron encargados de centralizar la información y abrieron grupos de WhatsApp. Esto fue algo generalizado.

A las 10 de la mañana, en la estación San Martín, Caseros: un grupo de Pueblo Unido (organización barrial que integra la CTEP) se junta en el andén esperando el tren. Antes de la partida, un referente reúne a todos y explica: “Esta marcha es diferente a las que venimos yendo. Los que estuvieron el jueves vieron la represión: se llevaron detenidos, tuvimos corridas, nos desorganizamos. Hoy tenemos que mantenernos juntos, no separarnos ni empezar a correr para cualquier lado. Hicimos un listado, si alguien se pierde hay que avisar enseguida. Pero, sobre todo, no corran. Vamos todos y volvemos todos juntos”.

La argumentación que atribuye los choques con la policía a “infiltrados” es un discurso fácil, además de contagioso, pero tiene poco que ver con la plaza real. Aquí viene el difícil trabajo de explicar lo que se podía ver sin la intermediación de las pantallas: los tiradores de piedras contaron todo el tiempo, a pocos metros, con la permanencia de los gremios y movimientos sociales. Nadie en la plaza se escandalizó por estos choques. Las columnas de manifestantes se acordonaron, corrieron a sus integrantes unos pasos más atrás y cuando pudieron, trataron de recuperar terreno, de nuevo hacia el vallado.

Algunos testimonios tomados entre estos sectores –los de los piedrazos–, en palabras de protagonistas que aquí se evitará identificar:

“Hoy seguramente a la reforma la van a aprobar y van a estar sesionando por varias horas. Para nosotros, la mayoría de la cúpula ya arregló. Ya hicieron sus cuentas, se quedan con menos afiliados pero les cierran los números, no van a plantarse. Por otro lado, este no es un Gobierno como los anteriores, que no podían sostenerse sin un cierto grado de consenso, pongamos el caso de (Fernando) De la Rúa. Lo que se viene es sostener los reclamos hasta que se arme una nueva camada de dirigentes”.

Otro: “Estos son pibes duros, curtidos, pero además en los barrios hay toda otra cabeza. No son el papeo del 2001, cuando tenían bronca pero no sabían ni lo que pensaban”.

Como a medida que pasaban las horas el clima se caldeó, buena parte de los gremios se alejó unas cuadras y esperó en la Avenida 9 de Julio. Tenían la intención de reagruparse y volver a entrar en la plaza, pero luego se desató el operativo policial de “barrido”, con gases de toda la zona.

Así fue la desconcentración, en medio de choques que se trasladaron y siguieron por varias horas, hasta entrada la noche, hacia el Bajo.

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