Submarino perdido en Argentina: dolor y bronca de los familiares tras revelarse que hubo una explosión
Familiares de los tripulantes del ARA San Juan: “Nunca nos quisieron decir nada”
Bronca y dolor. Sólo media hora antes de que el vocero de la Armada, Enrique Balbi, haya asegurado ante la prensa que en la zona donde navegaba el submarino ARA San Juan se había detectado el sonido de una explosión, familiares y amigos de los 44 tripulantes recibieron el parte oficial y estallaron: “Estoy segura que sabían desde antes lo que pasó pero nunca nos quisieron decir nada”, dijo la esposa del radarista del navío, Germán Suarez. Sin embargo, el diagnóstico no fue igual para todos los parientes: aquellos que no viajaron a la sede de la Base Naval en Mar del Plata recibieron un llamada telefónica con otra información: “Nos confirmaron que están todos muertos”, contó Luis Tagliapietra, padre de Alejandro, teniente de corbeta del submarino.
A las 10.45 de la mañana, a Tagliapietra le sonó su celular. Del otro lado de la línea estaba el jefe de la base naval de Mar del Plata. La comunicación duró apenas unos minutos. “El jefe de mi hijo me confirmó que están todos muertos. La explosión fue hace ocho días entre los 200 y los 1.000 metros de profundidad. No hay ser humano que sobreviva a eso”, relató Tagliapietra. El padre del teniente del submarino ARA San Juan cargó contra los altos mandos de la Armada. “Son unos cobardes, no nos quisieron decir nada”, comentó. En el parte de Armada, en cambio, nunca se confirmó la muerte de los 44 tripulantes.
“Se manipuló muchísimo la información. A Luis lo llamó el capitán Rossi, jefe de la base de Mar del Plata para confirmarle que no estaban con vida. Otros familiares dijeron que ya lo sabían. No se entiende el manejo”, contó Brenda Salva, amiga de Alejandro Tagliapietra. “Él (Tagliapietra) estaba superfeliz, era un amante del agua. Estaba super feliz porque era su tercer viaje en submarino, pero el primero de larga duración”, agregó. Salva cree que el mensaje de la Armada es igual al que dio el presidente, el lunes pasado, cuando visitó la sede de la base naval. “Los mensajes eran de ‘saquen su propias conclusiones’, desligándose de su responsabilidad”.
En Mar del Plata, tal como los ocho días anteriores, los familiares y amigos de los tripulantes del submarino aguardaban novedades en la base naval. El miércoles se habían acostado con el ruido detectado (“anomalías hidroacústicas”, según las palabras de Balbi) y hoy, cuando amanecieron, esperaban saber cuáles eran las nuevas noticias. El horario pautado era unos minutos antes de la conferencia de prensa dispuesta para las nueve de la mañana. Pero los minutos pasaban y los familiares seguían sin novedades. Una hora y media después de lo acordado, los altos mandos finalmente se acercaron al salón.
“No nos dijeron que están muertos, pero es una suposición lógica. Nos acaban de decir que la explosión fue el miércoles a las 11 de la mañana, que ahí fue la explosión y el incendio, todo lo que fue y que el submarino se hundió a 3000 metros”, indicó María Itatí Leguizamón, esposa de Germán Suarez. El parte de la Armada no se completó: los familiares estallaron de bronca y se fueron del lugar.
“Los mataron, mataron a mi hijo”, gritó el padre de uno de los submarinistas al salir a toda velocidad con su auto de la base naval. Otro de los familiares completó: “Se roban la plata para los jefes. Son unos hijos de mil puta, mataron a mi hermano porque los sacan con alambre a navegar”. Las críticas se repetían en la sede ubicada al sur de la ciudad balnearia. “Nos mintieron, nos mintieron”, dijo una madre de un tripulante en la puerta del lugar. Al mismo tiempo de la declaración, dos ambulancias se retiraban con las sirenas encendidas.
Fernando Villareal, de 38 años, era el jefe de operaciones del navío. Su hermana Natalia destaca su pasión por la navegación, que lo llevó a estudiar en la Escuela Naval de Río Santiago. Luego de la información dada por las autoridades de la Marina, Natalia “perdió” las esperanzas. “Mi mamá está indignada, dolida, siente que le mintieron desde el primer día”, completó la hermana del marinero.
Luego del parte, y ya cuando varios de los familiares se retiraron de la sede, la esposa de Germán Suarez volvió a hablar. La bronca no se había ido. “Los funcionarios son unos desgraciados y perversos. Jugaron con todos nosotros, nos querían preparar pero la Armada sabía de la explosión y no nos dijeron”, dijo Leguizamón y agregó: “Se burlaron de nosotros, a la explosión la escondieron”.
La Casa Rosada evalúa cambiar la cúpula de la Armada
Las horas del almirante Marcelo Hipólito Srur al frente de la Armada estarían contadas. En el Gobierno dejan trascender el enojo no sólo por el desenlace del ARA San Juan sino por el manejo que hizo la fuerza del caso. El Ministerio de Defensa abrió unos 40 sumarios internos, y fuentes gubernamentales hablan de “negligencia” e información “ocultada” por la Armada en relación con hechos del submarino.
El Gobierno esperaría que la Armada confirme el destino del submarino y la suerte de los 44 tripulantes antes de tomar la decisión de relevar a Srur, otros almirantes de la conducción naval y seguramente, la línea jerárquica de responsabilidad directa sobre las operaciones del submarino.
El ministro de Defensa, Oscar Aguad, ya reprochó a Srur haberse enterado “por los medios” de la pérdida del contacto con el ARA San Juan. Fue al principio de la crisis, cuando debió regresar de apuro de Vancouver donde participaba de un congreso sobre misiones de paz de la ONU. Este miércoles volvió a cruzarlo y le cortó el teléfono al almirante cuando éste le dijo desconocer el origen de algunas informaciones que se estaban dando a las familias en Mar del Plata.
En la cuenta que se carga a la Armada está haber reconocido recién el domingo, a cinco días del último contacto con el submarino, que el comandante había informado de averías en las baterías y un “cortocircuito” a bordo. Es decir, la fuerza tenía esa información desde el minuto cero pero esperó días para darla -y cuando lo hizo, la minimizó o buscó desligarla del episodio-. Según fuentes gubernamentales, el Ministerio y el Presidente se enteraron apenas unas horas antes, en la noche del sábado.
“Se rompió la cadena de mando con el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, que es el Presidente”, aseguraron.
Srur comanda la Armada desde enero de 2016, tras ser nombrado por Macri al asumir y como parte de la renovación de la máxima conducción de las Fuerzas Armadas.
En esta crisis Aguad se mantuvo en segundo plano y casi sin apariciones públicas; en estos días despachó a Puerto Belgrano a la secretaria de Logística, Graciela Villata, y al Edificio Libertad al de Asuntos Militares, Horacio Chighizola, dicen que con tensiones con los marinos. La responsabilidad de la comunicación -con aval de la Rosada- quedó para la Armada, con el capitán Enrique Balbi como vocero.
Justamente a través de Balbi la Armada salió este miércoles al cruce de las múltiples críticas que se dispararon tras revelarse la posibilidad de que el submarino hubiese explotado, y la crisis que generó en los familiares de los tripulantes.
“El esfuerzo para encontrar a los 44 tripulantes es una tarea en equipo, sin pausa y con la más alta colaboración entre el Ministerio de Defensa y la Armada. Donde las comunicaciones oficiales a las autoridades correspondientes se brindaron en tiempo y forma”, aseguró Balbi, que fuera de su hábito de estos días, leyó un texto que llevaba por escrito.
Allí negó también que la fuerza haya tenido información previa de las “anomalías hidroacústicas” -como trascendió- y aseguró que la búsqueda “se cumplió en tiempo y forma”, siguiendo protocolos que indican que se inicia a las 36 horas de la pérdida de contacto y 24 horas después, se declaró el plan de búsqueda y rescate. En fuentes oficiales anticiparon a este diario que los relevos llegarán cuando la Armada termine de “asumir sus responsabilidades técnicas” en el episodio.
ARA San Juan: tras confirmar que hubo una explosión, refuerzan la búsqueda en el fondo del mar
«Explosión» y «no sabemos donde está» fueron las palabras que marcaron una jornada de creciente incertidumbre y dramatismo en torno a la expectativa por la situación de los 44 tripulantes del submarino ARA San Juan.
La información que brindó la Armada este miércoles fue percibida con preocupación y angustia por parte de los familiares de la dotación de la nave, ya que se confirmó un «evento anómalo, singular, corto, violento y no nuclear consistente con una explosión» ocurrido el miércoles 15 de noviembre a las 10:51. Se trata de la «anomalía hidroacústica» que el vocero de la Armada, Enrique Balbi, había mencionado un día antes.
El dato surgió a raíz del informe que elaboró el embajador argentino en Austria, Rafael Grossi, con datos del organismo que monitorea ensayos nucleares en todo el mundo. Ese ente tiene acceso a un sistema que controla las explosiones ya sea sobre la superficie terrestre, en la atmósfera, bajo el agua o bajo tierra en todo el mundo.
Atento a la angustia y los rumores que se generaron a partir del nuevo panorama, Balbi aclaró en el segundo parte brindado el miércoles por la noche que en ningún momento se refirió a una explosión del submarino: «Hasta que no tengamos una evidencia certera de dónde está el ARA San Juan no podemos concluir con una información contundente».
El vocero de la Armada también dedicó un párrafo aparte para responder los cuestionamientos sobre el correcto mantenimiento de las naves de la Armada: «Ninguna unidad zarpa o decola si no está en condiciones operativas de navegar o volar con seguridad. La antigüedad de las unidades no implica su obsolescencia «, subrayó.
En cuanto al operativo, se detalló que ahora son seis los buques en el área de búsqueda, entre nacionales y extranjeros, que realizan un «barrido de fondo».
«Se cumplió el plan de vuelo de tres aeronaves de Argentina, Brasil y los Estados Unidos. A su vez, hay nueve buques y otras aeronaves en el resto de las áreas para no dejar nada librado al azar», abundó.
Las condiciones meteorológicas en la zona de los operativos ayudaron para «hacer un patrullaje marino y aéreo más efectivo» durante la jornada de ayer, agregó Balbi.
Búsqueda en la profundidad
A partir de la confirmación de la «explosión», en las próximas horas será clave la búsqueda en el fondo del mar. Para ello, el buque remolcador Skandi Patagonia partió ayer con drones submarinos que pueden patrullar hasta 1200 metros de profundidad. También llevó a la zona de rastrillaje, entre otros elementos, una campana acuática que llega a sumergirse hasta 250 metros.
Además, durante la última hora del jueves zarpó el buque Puerto Argentino hacia la zona de rastillaje, también con elementos para eventuales tareas de rescate.
Con el objetivo centrado en la búsqueda en la profundidad del mar, ayer también se trabajó a contrarreloj en el Sophie Siem para retirar el chapón de la popa e instalar el mini submarino que trajo a la Argentina la Armada de los Estados Unidos.
Este mini submarino, que todavía no se utilizó en una operación de rescate, tiene la capacidad de ser operado de manera remota, se sumerge a 650 metros con dos médicos para las tareas de rescate en el lugar , además de albergar hasta 16 personas con una campana de salvamento que puede operar. Este refuerzo llegará a la zona de búsqueda «en un día y medio o dos», aclararon ayer en Comodoro Rivadavia durante una rueda de prensa.
Resignación y enojo
La confirmación de la «explosión» en el fondo del mar generó una mezcla de resignación y bronca entre los familiares que permanecen en la Base Naval de Mar del Plata. Claudio Rodríguez, hermano del jefe de máquinas del ARA San Juan, Hernán Rodríguez, no disimuló su pesimismo: «Todavía no encontraron los cuerpos, pero la deducción es lógica. No les dio tiempo a nada», sentenció.
«Todavía no los encuentran; cuando lo hagan y cuando los saquen, si es que los pueden sacar, yo como familiar, y esto se lo dije al Almirante anoche, si ha sido culpa de ellos, esperemos que paguen todos los jefes», lanzó el hermano del jefe de máquinas del San Juan a horas de recibir la noticia y apuntando directamente a la posible responsabilidad de la Armada en el incidente.