Santiago O’Donnell, periodista argentino: “No conozco a nadie que haya podido explicar el propósito legal de tener una offshore”

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Entrevista a Santiago O’Donnell, periodista argentino

Por Nadia Luna – Nodal

A un año y medio de los Panama Papers, otra megafiltración copa la primera plana de los diarios a nivel mundial. Paradise Papers es el nombre de la nueva investigación periodística liderada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) y el diario alemán Süddeutsche Zeitung. Durante un año, unos 380 periodistas de 67 países analizaron más de 13,4 millones de documentos provenientes de dos grandes estudios jurídicos dedicados a proveer servicios offshore: Appleby (islas Bermudas) y Asiaciti Trust (Singapur). Al igual que Mossack Fonseca, protagonista de los Panamá Papers, estos estudios jurídicos se dedican a crear entramados societarios complejos que les permiten a sus clientes ocultar su identidad y evadir impuestos.

Entre los involucrados argentinos que develan los Paradise Papers, hay dos ministros del gobierno de Mauricio Macri: Juan José Aranguren, de Energía, y Luis Caputo, de Finanzas. También aparece el empresario Ignacio Rosner, quien recientemente compró el emporio de medios conocido como Grupo Indalo. En lo que respecta a América Latina, una de las personalidades más mecionadas ha sido la del presidente colombiano Juan Manuel Santos.

¿Qué impactos tienen estas investigaciones? ¿Cómo ha sido el tratamiento de los medios? ¿Es ilegal tener una sociedad offshore? Para reflexionar sobre estas cuestiones, Nodal charló con el periodista argentino Santiago O’Donell, editor del diario Página 12, autor de Argenleaks y coautor junto al periodista Tomás Lukin de “Argenpapers. Los secretos de la Argentina offshore en los Panama Papers”, de reciente publicación.

¿Qué repercusión está teniendo en América Latina la investigación de los Paradise Papers?

La fuga de capitales es un tema muy serio. Usar estos vehículos offshore para no pagar impuestos es muy grave a mi modo de verlo porque permite que menos del 1% de la población más rica no pague impuestos y el otro 99% pague muchos. Todo esto disimulado a través del uso de eufemismos como paraísos fiscales y cuentas offshore cuando en realidad se está hablando de mecanismos para evadir impuestos o realizar operaciones opacas que pueden ocultar crímenes financieros. Sin embargo, la cobertura es similar a la de los Panamá Papers. La narrativa que utilizan muchos medios es que se trata una extravagancia de ricos y famosos. Mencionan más a la reina de Inglaterra que a la empresa Apple, que para mí es mucho más importante. También se centran en actores de cine, cantantes, deportistas, cuando son un porcentaje ínfimo de los que usan estas facilidades. La gran mayoría son grandes empresarios y grandes corporaciones. Al invisibilizar este aspecto, la narrativa es funcional a los grandes grupos concentrados.

Da la impresión de que el impacto que generaron en la Argentina es menor al que tuvieron los Panama Papers. ¿Se debe a que hay menos involucrados provenientes de estas latitudes?

La novedad mayor fueron los Panamá Papers. El estudio de Mossack Fonseca estaba especializado en América Latina, mientras que Appleby se especializa en las colonias británicas. Entonces, había más información sobre el capítulo argentino en los Panama Pepers. Otra cosa a destacar es que la mayoría de los funcionarios del Gobierno aparecen no porque son políticos, sino porque es un Gobierno de CEOs y empresarios, por lo que las revelaciones tienen relación con su actividad empresarial anterior.

La justificación que intentan dar los perjudicados es que tener una sociedad offshore en sí no es ilegal, aunque en realidad lo es si no se declara a las autoridades tributarias correspondientes.

Lo que está claro es que la fuga de capitales le hace daño al país y le quita autonomía a sus autoridades para hacer políticas de Estado que tienen que ver con el desarrollo y la distribución del ingreso. Porque de algún modo, es como decir que fabricar armas en sí tampoco es un delito. En ArgenPapers, que creo tiene mucha actualidad con lo que está pasando ahora, hay declaraciones de Claudio Belocopitt, dueño de Swiss Medical y accionista mayoritario de América TV, donde dice que las offshore son como armas: se pueden usar para tiro al blanco o se pueden usar para matar a alguien. Dentro de su analogía, yo no termino de entender qué vendría a ser «tiro al blanco», salvo que sea la evasión fiscal. No conozco a nadie que tenga una offshore por otra cosa que no sea evadir impuestos o algo más grave, ni que haya podido explicar cuál es el propósito legal de tener una offshore.

Y aprovechan lo que puede llamarse «zonas grises» del derecho internacional para encontrar una salida más conveniente.

Yo creo que zona gris suena muy neutro y pasivo. En realidad, me parece que es una parte muy integral y sistémica del capitalismo globalizado y lo que demuestra es el gran poder que tienen las corporaciones. Todos los años vemos que los Gobiernos prometen que van a cerrar los paraísos fiscales y nunca sucede. También me parece que hay un problema que tiene que ver con el discurso. Con la pregunta de si es legal o no, evitamos preguntas más pertinentes, como si está bien o está mal, si perjudica o beneficia al país.

¿Crees que los Gobiernos nacionales tienen la capacidad de cerrar o frenar de algún modo la actividad de los paraísos fiscales?

En este momento, las naciones están muy débiles. Por un lado, se van diluyendo en organismos supranacionales, como la Unasur o la Unión Europea. Y por otro lado, están amenazadas por la fragmentación de los nacionalismos, como pasa ahora con Catalunya, pero también se ha hablado de casos como el de Santa Cruz de la Sierra en Bolivia, San Pablo en Brasil o California en Estados Unidos. Ahí las grandes corporaciones, que son el poder permanente, ganan mucha fuerza. Creo que que las batallas se tienen que dar en distintos niveles. A partir de los Panama Papers, Rafael Correa, cuando todavía era presidente de Ecuador, lanzó un referéndum para prohibir que funcionarios del Gobierno tengan offshore a su nombre. La medida fue aprobada en Ecuador y no va a tener influencia a nivel mundial, pero son maneras de traer el tema a la discusión pública. Estas megafiltraciones están haciendo su trabajo en ese sentido. En el caso argentino, el Gobierno es particularmente resistente a la interpelación en este tipo de temas por estar mayoritariamente integrado por empresarios. Sin embargo, en otros países estas megafiltraciones han producido renuncias de ministros en España, de presidentes en Pakistán e Islandia, y fue bastante responsable de la caída del Primer Ministro de Gran Bretaña, junto con el Brexit. Es un tema globalizado pero depende mucho de las respuestas individuales en cada país.

A un año y medio de los Panamá Papers, ¿cuáles dirías que son los principales impactos que generaron?

Los impactos fueron múltiples, diversos y difíciles de medir. En Argentina, se puede decir que sacó a la luz lo que mucha gente ya pensaba de este Gobierno en cuanto a sus manejos financieros. Por otro lado, muestra un problema de dimensión global. Creo que uno de los grandes impactos es que interpeló a los medios de comunicación: desnudó sus limitaciones y conflictos de interés. Otro impacto es el geopolítico, golpearon a Rusia y China, pero no tocaron a corporaciones importantes en Estados Unidos, cosa que sí vemos en los Paradise Papers, que impactan en algunas empresas norteamericanas y el gabinete de Trump.

 

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