Disyuntivas latinoamericanas en tiempos de transición – Por Carlos Javier Avondoglio

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El orden mundial, tal como lo conocemos, se halla en franco proceso de agotamiento y, simultáneamente, lanzado hacia una vertiginosa transición. Basta echar un vistazo a los movimientos de relieve internacional que cobran fuerza día tras días: la sostenida crisis internacional y sus derivas depresivas y deflacionarias, el achatamiento de la inversión, la productividad y el comercio global.

Además, la amenaza constante de las burbujas especulativas, la aceleración en la concentración y centralización del capital(acumulación y fusiones) en el marco de una descarnada puja por los mercados y la expulsión masiva de mano de obra-expuesta al avance de la inteligencia artificial (IA)-, el desgranamiento de los vínculos societales, el desplazamiento del dólar-petróleo como moneda de intercambio global y el ascenso del yuan-oro, el vertiginoso corrimiento del centro económico-productivo mundial desde el Atlántico Norte hacia Asia-Pacífico.

Estos fenómenos tienen, desde luego, una expresión política en la consolidación del multipolarismo (con eje en China y Rusia) y el surgimiento de nuevas formasinstitucionales (el banco de los BRICS, la OCS, etc.) que aspiran a regular y articular las relaciones regionales y globales en detrimento de los desvencijados organismos controlados por las potencias occidentales.

Llevando estas contradicciones a los términos más simples en que pueden descomponerse, visualizamos un marcado enfrentamiento entre, por un lado, el puñado de corporaciones que controlan la producción y el intercambio mundial –con énfasis en la aplicada a la producción y los servicios y la industria info-comunicacional- y por otro lado las grandes mayorías populares del centro y de la periferia integradas en unidades políticas –los Estados nacionales- absolutamente rebasadas por relaciones que operan a una escala mayor (planetaria) condicionando cualquier atisbo de soberanía.

La era de los Estados continentales está en marcha y es uno de los aspectos más notables de los movimientos geopolíticos que se proyectan hacia el futuro próximo (1). Nos referimos a la conformación de unidades políticas con mayor capacidad objetiva para reencauzar las fuerzas productivas desatadas por el capitalismo y las sucesivas olas globalizadoras.

No es casualidad que los tres polos de poder más relevantes en la actualidad sean, si se observan sus áreas de influencia directa, poderosos estados continentales: Estados Unidos (que controla mediante la OTAN la parte occidental de Europa, sacudida por fuertes tendencias centrífugas), China y Rusia. En el mismo sentido deben examinarse el ascenso de India y las disputas por el dominio de Medio Oriente entre Irán y Arabia Saudita.

Los pueblos latinoamericanos deben prestar atención al legado de sus libertadores, héroes y mártires, si quieren influir con peso y autonomía en las reconfiguraciones que signan la transición global en marcha. La definitiva integración regional es, sin dudas, un deseo profundo que late en el corazón de Nuestra América, pero es también una necesidad histórica y una urgencia de cara al futuro.

Ciertamente, requiere cierta audacia mirar con optimismo este formidabledesafío cuando tanto en Brasil como en Argentina –dos piezas cruciales del proyecto latinoamericanista- se desregula la economía, se desarman los sistemas previsional y laboral, se reabre un fabuloso proceso de endeudamiento externo, se resucitan los planes de ajuste sobre los sectores más humildes, se entregan los recursos naturales estratégicos y se desacredita a los líderes populares mediante la inquisición mediática-judicial, con el objetivo de desandar el recorrido hecho en términos de distribución de la riqueza e integración regional, profundizando la condición semicolonial de nuestros pueblos.

Este fenomenal retroceso se consagra con los avances en las negociaciones entre el Mercosur y la Unión Europea para la firma de un Tratado de Libre Comercio (TLC), nuevo pacto de dependencia auspiciado, principalmente, por los gobiernos de Mauricio Macri y Michel Temer. En simultáneo, aparecen sólidos los gobiernos neoliberales en Colombia y Perú, situación aprovechada por Estados Unidos para regar de bases militares la región, sin olvidar la fuerte presencia británica en el Atlántico Sur mediante la ocupación ilegítima del territorio argentino.

En sentido inverso, cabe mencionar la vigencia de los proyectos populares en Venezuela y en Bolivia, con sujetos sociales definidos y directamente vinculados a la dirección de los respectivos procesos políticos, articulados en las comunas del poder popular en el caso de la nación caribeña y en los movimientos indígenas-campesinos en lo que al país andino refiere.

Para lograr una mirada integral, resta preguntarsepor el rol de China. El gigante asiático viene creciendo al 6,5% desde 2009 como consecuencia del extraordinario aumento del ingreso per cápita y la productividad a partir de la fuerte inversión en I+D, esfera en que antagoniza directamente con las corporaciones norteamericanas.

En ese escenario, donde se posiciona como defensor y motor de la globalización frente al reverdecer nacionalista en los países de occidente, China desplaza progresivamente a Estados Unidos como principal socio comercial e inversor en América latina e intenta estrechar sus vínculos con todas las regiones del globo, regido por el objetivo estratégico de erigirse como alternativa de poder en el concierto internacional.

No obstante, es oportuno dejar abiertos algunos interrogantes en torno a la incidencia china en América latina, ¿su acercamiento se orienta a la formación de plataformas meramente extractivas o abona relaciones de tipo ‘ganar-ganar’?, en esa línea ¿la potencia en ascenso conforma una alternativa real al imperialismo o intenta replicar nuevas formas de dominación?

En otro orden, ¿es plausible (y conveniente) desandar las cadenas globales de valor?, ¿cómo afecta la creciente mundialización a nuestras identidades y en qué medida distorsiona la personalidad de los pueblos del tercer mundo que luchan por su liberación?Lo dicho hasta aquí nos sugiere poner especial atención en los procesos de reorganización que se vienen dando los sectores populares en la región, pues en ese terreno de inagotable creatividad se definirán las posibilidades latinoamericanas de intervenir con fuerza en el nuevo tiempo que se abre.

(*) Licenciado en Ciencia Política (UBA), miembro del Centro de estudios de Integración Latinoamericana “Manuel Ugarte”, Universidad Nacional de Lanús (UNLa), Argentina.

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