Perú: falleció Fernando de Szyszlo, figura clave del arte abstracto en Latinoamérica

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Fernando de Szyszlo, un gran referente artístico y cívico del Perú

Víctima de un accidente doméstico, falleció el destacado pintor abstracto Fernando de Szyszlo (1925-2017). Reconocido a nivel internacional, participó en la vida intelectual y ciudadana del Perú y se convirtió en un gran referente artístico y cívico del país.

Era el suyo un universo abstracto, bello, misterioso, proyectado sobre telas de grandes formatos. Un universo de texturas y colores que remitían al mundo precolombino. Y cuando un universo se acaba, el vacío que causa es inconmensurable. 
Se llamaba Fernando de Szyszlo (Lima 1925-2017) y fue un artista central para la plástica del Perú y América Latina a escala global.
Estuvo gravitando en el arte y en la vida del país desde finales de los años cuarenta, cuando dejó la arquitectura y montó su primera exposición en Lima. Luego, en 1949, partiría a Europa junto a su primera esposa, la poeta Blanca Varela, y frecuentaría los círculos de arte modernista y el debate intelectual. Posteriormente, retornó al Perú.
Szyszlo nunca dejó de pintar a lo largo de siete décadas, a pesar que pontificaba que cada cuadro era una derrota para él.
 
Fue amigo personal de escritores como José María Arguedas, y los premios Nobel de Literatura Octavio Paz y Mario Vargas Llosa. 
Participó activamente en la vida política del país con posiciones firmes y promoviendo valores democráticos.
 
El ministro de Cultura, Salvador del Solar, recordó que además de ser reconocido a nivel mundial, se trató de “un defensor de los derechos humanos y la democracia”. 
En su caso, dijo, trascendió el arte y se convirtió en “un referente cívico del Perú”.
En el 2011, el Gobierno peruano condecoró al renombrado pintor con la Orden El Sol del Perú en el Grado de Gran Cruz. Ello en reconocimiento a su obra plástica y a su contribución al fortalecimiento de la institucionalidad en el país.
En diciembre, Szyszlo publicó sus memorias La vida sin dueño. Este año, el Instituto Cervantes de París le rindió homenaje.  Participó en mayo en una distinción que le hizo la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM).

Andina


Sol Negro Fernando de Szyszlo ha muerto

Sol negro en la pintura peruana. «Sol negro» como el título de uno de sus famosos cuadros. El artista Fernando de Szyszlo murió ayer junto a su esposa Liliana Yábar en un accidente dentro de su domicilio, en San Isidro. Ambos rodaron por una escalera. Szyszlo, pintor de arte abstracto, tenía 92 años y ella 96. Así se apagó la vida de un hombre que irrumpió en la cultura peruana, que suscitó no pocas polémicas alrededor del arte y la política de nuestro país.

Al cierre de nuestra edición, un informe escueto de la Policía Nacional del Perú señalaba detalles del accidente. A las 5:30 p.m., agentes de la policía acudieron al domicilio y hallaron los cuerpos inertes del artista y su esposa. El parte policial recoge el testimonio del señor Rómulo Rosas, que trabaja en la casa. El artista «tropezó en la última grada y fue en esas circunstancias que jala a su señora esposa».

Lo que son las ironías de la vida. La tragedia ha rondado la vida del artista. No solo porque su hijo Lorenzo murió junto con otras 123 personas en 1996, en un accidente de aviación, sino porque Szyszlo muere en circunstancia similar en la que murió su tío, el escritor Abraham Valdelomar, quien pereció días después de rodar por una escalera en noviembre de 1919.

«(…) yo mismo he estado en Ayacucho, donde me señalaron el sitio en el que se cayó Valdelomar. Al rodarse la escalera se rompió la columna vertebral», escribe Szyszlo en su libro de memoria La vida sin dueño.

Pintor poseso

Fernando de Szyszlo Valdelomar nació en el balneario de Barranco, en Lima, en 1925. Su padre fue Vitold de Szyszlo, un científico naturalista polaco, residente en el Perú. Su madre, María Valdelomar Pinto, hermana de Abraham Valdelomar.

Se hizo contra la voluntad de su padre, es más, contra una carrera ya iniciada, la de ser arquitecto. Según refería, descubrió su vocación de artista cuando siendo estudiante de arquitectura de la Universidad de Ingeniería y tenía problemas con el dibujo, se matriculó en un taller de arte en la Universidad Católica. Y ahí se quedó para ser el artista que llegó a ser.

En agosto de 1949, viajó por primera vez a Europa junto a su primera esposa Blanca Varela. Siempre decía que ese viaje significó mucho, no solo porque hizo amistad con grandes hombres como Octavio Paz, Roberto Matta, Wilfredo Lam, Rufino Tamayo, Alejandro Obregón, André Breton, entre otros, sino también porque se encontró en los museos con las obras de los grandes maestros.

Contó que llegó a París creyendo que sabía dibujar. Al ver las obras maestras, se dio cuenta de que tenía que volver a empezar. Y así lo hizo, día tras día iba al Louvre a copiar dibujos.

Y eso ha sido su trabajo, pintar el cuadro soñado, aquel cuadro que siempre buscaba y que sabía que nunca lo iba a pintar.

Amigo de Arguedas, Emilio Adolfo Westphalen, Vargas Llosa, fue un hombre de cultura que no se calló en el campo del arte ni en la vida cívica de nuestro país. Polémico, por ejemplo, cuando acusaba la banalidad del arte actual o cuando cuestionó, en 1975, el Premio Nacional de Joaquín López Antay. Pero también radical, irreductible, contra los populismos, sobre todo contra la dictadura del fujimorismo.

En el arte lo dio todo. Su pintura evocó el mundo prehispánico. Están sus cámaras, su Inkarri, sus tótem y su «Sol negro» que tras su ausencia seguirá echando luces.

«Soy pintor. Esas dos simples palabras han dado sentido a mi existencia. ¿Es eso lo que quiero contar? Tal vez sí, pero no se trata solamente de mi vida. Sobre todo, quiero dejar constancia de toda una época de gran transformación del arte y la cultura en el Perú que me tocó vivir y en la que he tenido la fortuna de participar. ¿Se explica la vida de una persona de forma aislada? Pienso que no. Yo soy más yo gracias a mis amigos y las personas que he amado, también con las que he discrepado, las que he perdido y hasta algunas que no llegué a conocer, como los artistas y escritores que he admirado y han dejado huella en mí. Esa es la historia que quiero contar, ese es el sentido de estas palabras.

La memoria selecciona nuestros recuerdos, los conserva y elige. Algunos, casi siempre los mismos, a un primer plano mientras la gran masa de hechos y experiencias aparece desenfocada o simplemente tragada por la oscuridad del olvido. ´Somos nuestra memoria, somo ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos´».
La República


Falleció Fernando de Szyszlo: esta es la última entrevista que dio a El Comercio

En su sala, donde originalmente fue su taller, cada respuesta del maestro Fernando de Szyszlo llega con calma, pausada. Delante de él, una antología de Blanca Varela, su primera esposa, reposa sobre la mesa. Pocos metros más allá, frente a la puerta de ingreso a su casa, la escultura de un esqueleto casi de tamaño natural parece dar la bienvenida al visitante, junto a una serie de huacos eróticos que completan un inquietante conjunto visual.

Subiendo las escaleras, ingresar al estudio del artista es como adentrarse en una atmósfera de eternidad. Su mundo, dominado por lienzos, óleos y las melodías de Chopin, incluye también un balón de oxígeno y una reproducción, en su versión original, de aquel cartel reversionado por el márketing contemporáneo hasta decir basta: “Keep calm and carry on”.

— ¿Para qué sirven los homenajes?
Pues no para mucho. Estoy muy agradecido que a alguien se le ocurra hacerme un homenaje, pero no tiene otro objeto que reconocer de alguna manera el trabajo que uno ha hecho durante tantos años, sin calificarlo. Mi cuadro más viejo es del año 45, o sea que son 72 años, ¡qué horror! Nunca he dejado de pintar, nunca.

— ¿A quién homenajearía usted?
A todas las personas que admiro, pero desgraciadamente el 99 por ciento están muertas. A Eielson, a Blanca Varela, a Sologuren, a Westphalen, a César Moro, a Octavio Paz, que fue realmente importante en mi vida. Me llevaba 11 años, pero siempre me trató como a un igual, y siempre fue muy generoso conmigo. Bueno, y a Mario Vargas Llosa, por quien siempre he tenido mucha admiración.

— Alguna vez dijo usted que Paz, hacia el final de su vida, se había sentido impotente y furioso.
Los dos últimos meses de su vida. Estaba furioso porque no podía hablar casi, pero no de furia, sino porque las cuerdas vocales no le funcionaban. Fui a México a despedirme de él porque el cáncer lo había tomado ya totalmente, y yo estaba conversando con su mujer cuando él entró en una silla de ruedas llevado por un mozo, y entonces me di cuenta de que estaba furioso porque escuchaba la conversación que le interesaba mucho y no podía exponer su punto de vista, no podía expresar lo que sentía. Fue muy doloroso para mí.

— Vargas Llosa ha dicho que usted es su mejor amigo.
Es verdad, y yo lo he dicho también siempre: mi mejor amigo vivo es Mario, pero he tenido otros amigos: José María Arguedas, el arquitecto Ricardo Sarria, Cartucho Miró Quesada, pocas personas, pero van sumándose. Tengo en mi computadora un ‘file’ cuyo título es “Ausentes”, y ahí figuran todas las personas que he querido seriamente durante mi vida, desde mis padres, mi hermana, mi hijo y todos mis amigos. Son más de 50 personas. O sea, se ha muerto alrededor mío todo el mundo. Soy uno de los pocos sobrevivientes de la generación del 50.

Fernando de Szyszlo: "Lo único que veo son estafas artísticas"

«Se ha muerto alrededor mío todo el mundo. Soy uno de los pocos sobrevivientes de la generación del 50». (Foto: Nancy Chappell)

— Sobre Vargas Llosa, precisamente, usted ha dicho que siente envidia de su nueva relación. ¿Qué es lo que le envidia, exactamente?
Que haya redescubierto ese estado fantástico que es estar enamorado. Eso con el tiempo se vuelve una cosa que no cambia. Yo soy muy feliz con mi mujer, pero Mario… era muy feliz, y de repente se enamoró y ahí está en las nubes.

— ¿Qué batallas ha dado por perdidas?
Yo luché tanto por que el Museo Nacional de Arqueología fuera hecho en el corazón de la ciudad, para mostrarle a los peruanos y extranjeros que para nosotros era una cosa muy importante lo que habíamos heredado de las personas que hicieron el Perú prehispánico. Pero ya doy esa batalla por perdida. Uno no manda las cosas valiosas que tiene a 30 kilómetros de la ciudad. ¿Se imagina usted que un habitante de San Juan de Lurigancho o de San Cosme va a ir hasta allá, tomando tres buses, viajando más de dos horas? A los turistas los llevan en un autobús acondicionado… Pero todavía no he dado por perdida la batalla del amor por el Perú. Sigo creyendo que este país tiene un gran destino y que cuando nos pongamos serios vamos a desarrollar lo que este país tiene, que es todo. Tiene agricultura, minería, cultura en cantidad, los mejores poetas.

— Usted, como muchos otros, se mostró muy entusiasta del Gobierno de PPK, pero ha dicho luego que ese entusiasmo y efervescencia ya pasó, como lo demuestran las encuestas también.
Sigo creyendo que Kuczynski es un buen presidente, pero estoy decepcionado de que no se hayan puesto en movimiento las cosas que prometió, que son las que hubieran dado la sensación de un aire nuevo, como el ferrocarril de cercanías y el agua para todos. La hostilidad y la mala voluntad del Congreso fujimorista frustró todo eso, porque el Gobierno ha sido hostigado, censurado, por un grupo que después se ha probado hasta en conversaciones hace poco [que han dicho] “que no lo vayan a hacer antes de que lleguemos al Gobierno”. Lo que para mí quiere decir que no va a ser nunca, porque ellos nunca van a llegar al Gobierno. Yo creo que, para bien o para mal, aquí termina el fujimorismo, aquí termina la dinastía fujimorista.

—Está usted pronto a cumplir 30 años de matrimonio. ¿Cómo lograr tal hazaña?
Los franceses a veces son cínicos y dicen: “l’amour c’est un que souffre et un que s’enmerde”, uno que sufre y uno que se aburre, pero eso no es. Los dos tienen que tener voluntad de que eso dure. Cuando yo me casé con Blanca, intelectualmente estábamos muy desarrollados, habíamos leído todo lo que se puede leer, pero humanamente éramos un par de chicos irresponsables que no sabían lo que querían, y no supimos conservar eso [el amor], y se fue perdiendo. Felizmente, encontré a Lila. Ninguno de los dos éramos jóvenes ya, pero teníamos la virtud de estar enamorados y querer que durara para siempre… Eso es todo.

Fernando de Szyszlo: "Lo único que veo son estafas artísticas"

Fernando de Szyszlo: «La pintura tiene algo sagrado que participa en una forma oscura que los surrealistas llamaban ‘lo segundo laico'». (Foto: Nancy Chappell)

— ¿Es leyenda urbana o Blanca jugaba Monopolio con Simone de Beauvoir cuando se aburrían?
Sí, eran muy amigas… Cuando llegamos a París, Blanca y yo nos separamos ideológicamente. Ella se juntó con el grupo de los existencialistas, con Simone de Beauvoir, con Sartre, y yo me incliné hacia la teoría del surrealismo, hacia Breton, Éluard. El primer distanciamiento que tuvimos fue ese. Yo nunca oí a Blanca alabar a Stalin, pero frecuentaba un grupo que era muy comunista, de intelectuales marxistas, y yo he visto a Sartre vendiendo los domingos el periódico comunista “L’Humanité Dimanche”. Nunca me atrevería a decir que Blanca era comunista, pero se dio la suerte de que ella en París frecuentara a un grupo que lo era. Los surrealistas eran más bien trotskistas.

— Pero compartían los pocos francos que tenían en los mismos cafés.
Ah, sin duda, y vivimos juntos en un departamentito que nos alquiló Claudine Fitte, que era la mujer con que Sérvulo vivió mucho tiempo acá. El departamento quedaba a media cuadra del Colegio de Francia, donde se reúnen los más grandes intelectuales del país. Yo estaba a un paso, pero nunca entré, tenía 24 años, era delgadito y no tenía qué comer, pero fumaba tres paquetes diarios, qué horror. Dejé de fumar cuando cumplí 60, de un día para otro. Nunca más fumé ni una pitada. Si lo hubiera hecho, volvía a la cadena. Juan Rulfo estuvo una vez en mi casa para comer, cuando todavía estaba casado con Blanca. Él había sido un alcohólico de esos que lo encontraban tirado en una banca durmiendo, y me llamó por teléfono en la mañana del día que iba a comer a la casa y me dijo: “Fernando, por favor, que no haya en la comida ni un caldo que tenga jerez, ni un postre que tenga licor”. Eso lo podía volver a tirar abajo. Nunca más bebió él, pero nunca más escribió. Terrible.

— ¿Cuál es la última gran estafa artística que ha visto usted?
Uy, lo único que veo son estafas artísticas. Lo que llaman arte contemporáneo para mí es una estafa, porque pegar periódicos en cuadros no requiere ningún compromiso, nadie pone el alma en lo que hace. Antes yo criticaba mucho a estos pintores, pero me doy cuenta de que son fruto de su época y pintan lo que su época merece. La civilización actual es banal, no le gusta profundizar.

— ¿Merecemos los cadáveres de Hirst?
Yo creo, yo creo. Mire, y la música pop, rock, que cada vez se acerca más al tan tan primitivo, al tan tan prehistórico.

— ¿Necesitamos un gran terremoto quizá?
Ojalá. ¿Cómo es que decía Borges? En un cuento dice: “La copulación y los espejos son abominables, porque multiplican el número de los hombres”.

— ¿Es corta la vida?
¡Ay, qué horror, qué horror! Piense usted que el otro día decía: “¿Cómo se llama esa prima que vivía en Barranco y que frecuentábamos con mi familia?”. No me acuerdo, y no tengo a quién preguntarle porque ya todos los que participaron no existen. Es efímera, totalmente.

—¿Qué es lo que más extraña de la juventud?
La energía y la voracidad por la vida, la voracidad por ser feliz. Octavio Paz decía una cosa que es muy cierta: “¿Qué ha pasado con nuestra civilización que la palabra placer se ha vuelto obscena?”. Tener placer es obsceno, y mucho tiene que ver el cristianismo: el placer genera culpa, y no tiene por qué.

Fernando de Szyszlo: "Lo único que veo son estafas artísticas"

«Todavía no he dado por perdida la batalla del amor por el Perú. Sigo creyendo que este país tiene un gran destino», afirma De Szyszlo. (Foto: Nancy Chappell)

— ¿Sigue siendo divertido pintar o nunca lo fue?
Tiene etapas. Todo cuadro es una derrota para mí, pero cuando el cuadro está a la mitad o a tres cuartos es divertidísimo, es una pasión, siente que va a cogerlo y plasmarlo finalmente, pero entonces comienza a verle los defectos.

— ¿Como con el amor?
Exacto, exacto, pero el amor tiene compostura, pues. La pintura no, pero tiene algo sagrado que participa en una forma oscura que los surrealistas llamaban “lo sagrado laico”, que es la misma sensación de cuando va a Machu Picchu. Como dice la Biblia en el Génesis: “Este lugar es terrible, Dios habita aquí”.

— Una última pregunta: ¿por qué es usted tan generoso dando entrevistas?
Le decía a Mario [Vargas Llosa] que soy como Zeffirelli, quien una vez dijo: “Si yo fuera mujer estaría siempre embarazada; no sé decir que no”.

MÁS INFORMACIÓN
La Noche de Arte 2017
Es una megaexposición con fines benéficos. Con lo recaudado se brindará apoyo a quienes luchan por la reconstrucción de sus vidas luego de El Niño costero.
Lugar: BBVA Continental en San Isidro (Av. República de Panamá 3055 ).
Fechas: del 29 de setiembre al 1 de octubre.
Entradas: Teleticket.
El homenaje a Szyszlo será el sábado 30 a las 7 p.m.

El Comercio


Muere Fernando de Szyszlo, gran exponente del arte abstracto en Latinoamérica

El artista plástico Fernando De Szyszlo, que ha fallecido hoy en Lima a los 92 años, fue el pintor peruano más reconocido del siglo XX, principal precursor del arte abstracto en Perú y uno de sus mayores baluartes en Latinoamérica. Gran amigo de Mario Vargas Llosa, murió junto a Liliana Yávar, su esposa durante los últimos 29 años de su vida, en un aparente accidente doméstico cuyas circunstancias no han sido aún detalladas.

Con la pintura y la escultura como sus disciplinas predilectas, De Szyszlo logró sintetizar el arte, los mitos y los símbolos del Antiguo Perú con el arte abstracto y las nuevas tendencias modernistas mediante un lenguaje no figurativo con el que irrumpió en el panorama artístico nacional e internacional.

Ese es el caso de «Inkarri» (1968), considerada su obra maestra, al representar simbólicamente, con formas abstractas de fuertes tonos rojos y negros, el mito donde el último inca, despedazado por los colonos españoles, recompone su cuerpo y derrota a los invasores para restaurar nuevamente el imperio incaico.

 «Inkarri» es contemporánea a series como «Apu Inca Atawallpaman» (1963) y «Paisaje» (1969), mientras que en las dos décadas siguientes De Szyszlo evolucionó hacia un expresionismo abstracto de fuerte colorido, como se manifiesta en las series «Interiores» (1972), «Waman Wasi» (1975) y «Anabase» (1982).

Nacido en la capital peruana el 5 de julio de 1925, De Szyszlo fue hijo del físico polaco Vitold De Szyszlo y de María Valdelomar, hermana del célebre escritor peruano Abraham Valdelomar, y se crío en el bohemio distrito de Barranco, hogar de numerosos artistas y literatos peruanos.

Aunque primero se decantó por estudiar arquitectura en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), abandonó esa carrera para centrarse en el arte e integrarse en la Escuela de Artes de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), donde tuvo como maestro al pintor expresionista austríaco Adolf Winternitz.

En 1947 creó junto al poeta Emilio Adolfo Westphalen la revista cultural «Las Moradas», que se publicó por dos años. Ese mismo año realizó su primera exposición, con una clara influencia cubista, a la que luego le siguieron más de cien muestras en Perú, Latinoamérica, Estados Unidos y Europa. Solo dos años más tarde de su primera muestra se casó con la destacada poetisa peruana Blanca Varela y tuvo dos hijos, Vicente y Lorenzo, el segundo de ellos fallecido en un accidente de avión en 1997, lo que le causó profundo dolor.

El mismo día de su boda con Varela viajó a París, donde estudió de manera autodidacta a los pintores clásicos y estuvo en contacto con el surrealismo, informalismo y abstraccionismo. Durante su estancia en Francia también conoció a intelectuales como el mexicano Octavio Paz, el francés André Breton y el novelista argentino Julio Cortázar.

A su regreso a Lima ejerció una gran influencia en las artes peruanas a través de su trabajo como docente de la Escuela de Arte de la PUCP, cargo que ejerció entre 1956 y 1976. Además, fue profesor visitante de las Universidades de Cornell, Yale y Texas, en Estados Unidos.

Después de divorciarse de Blanca Varela, De Szyszlo se casó en segundas nupcias con Liliana Yávar en 1988, con quien fue hallado muerto hoy en su casa tras compartir con ella los últimos años de su vida.

De Szyszlo siempre se declaró«liberal de izquierdas sin dogmas». De hecho, participó en 1987 en la fundación del Movimiento Libertad junto a su amigo Vargas Llosa.

En los últimos años siempre se manifestó en contra del Gobierno del encarcelado expresidente Alberto Fujimori, y hasta hace pocos días se expresaba contrario a cualquier tipo de indulto que le exonere de la condena a 25 años de prisión por delitos de lesa humanidad que cumple el exmandatario.
ABC

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