Panamá: Universidades inclusivas y el derecho a la educación – Juan Bosco Bernal
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.nodal
Por Juan Bosco Bernal, docente universitario
La educación superior es considerada un bien público, al servicio de todos los grupos humanos y es, a su vez, un derecho de todas las personas. Es, fundamentalmente, una de las vías más idóneas para promover y alcanzar el desarrollo sostenible, la equidad y el progreso de las naciones.
Las Instituciones de Educación Superior (IES) se ubican en el tercer nivel de los sistemas educativos y, desde esa altura, en general, miran desde allí los fenómenos sociales, científico-tecnológicos y económicos de su entorno. Desafortunadamente, muchas veces lo observan con poco interés y compromisos en la solución de la deuda histórica acumulada en materia de: exclusión, pobreza, delincuencia, carencias de servicios básicos.
Un paradigma que adquiere especial importancia en el mundo universitario, es el modelo de inclusión. Las universidades inclusivas son instituciones que trabajan por asegurar espacios de aprendizaje y de atención con servicios especializados, a todos sus estudiantes, docentes y personal administrativo. Apuntan a construir un ecosistema en donde todos los miembros de los estamentos de la universidad tienen las oportunidades de aprender, trabajar, desenvolverse con autonomía y a recibir el acompañamiento profesional, según sus capacidades y necesidades educativas-sociales.
La idea es lograr que todas estas personas se sientan unidas por los lazos de la comprensión, la interdependencia, el afecto y la esperanza. Ello es, condiciones organizativas, evaluativas y de estímulo creciente hacia la humanización de los procesos y resultados en los que participen las personas aportando sus talentos y mejores competencias.
Estas instituciones atienden con alta prioridad los grupos con vulnerabilidad, es decir, aquellos que están en desventaja respecto de los otros segmentos de la sociedad, tales como: los discapacitados, los indígenas, los afrodescendientes, los pobres, las mujeres y aquellos con necesidades educativas especiales (NEE). La permanencia, graduación e inserción laboral exitosas de estos grupos en la universidad y en su entorno, dependen de una serie de factores como: su formación en el nivel medio y el tránsito hacia el superior; los procesos de admisión en la universidad, la eliminación de las barreras físicas, tecnológicas y académicas dentro de la institución; la nivelación académica que les permita alcanzar la condición de aprovechamiento de los cursos y de su carrera; la ausencia de estructura de acompañamiento, como: tutores, intérpretes de lengua de señas, acompañamiento profesional; las creencias de profesores y directivos de las universidades, así como de empresarios y dirigentes políticos; los recursos que permitan invertir en las adecuaciones y las tecnologías indispensables para la atención de estos grupos.
Este proceso de inclusión de los estudiantes con vulnerabilidad implica un trabajo de sensibilización y de acompañamiento académico de los docentes, de modo que comprendan el valor de la diversidad y trabajen en las adecuaciones de los procesos de enseñanza, que permitan el desarrollo de sus competencias, sin tener que bajar el nivel de dificultad cognitiva. También conviene trabajar con otras instituciones, las comunidades y organizaciones interesadas en estos grupos humanos, para la atención profesional y más humana de esa población. Llegar a construir comunidades y una sociedad inclusiva debe ser la utopía realizable en este campo.
Una de las primeras acciones debe ser el conocimiento de la existencia de estas personas y las características que presentan, para luego planificar y ejecutar la intervención. Si son estudiantes con discapacidad, cuántos lo son por razones de visión, audición, físico-motriz, asperger, autismo, déficit atencional, o por dificultades en los aprendizajes (lenguaje-disfasia-dislalia, lectura-dislexia, escritura-disgrafía, aritmética-discalculia). Cuántos son por razones de lengua y cultura (indígenas y afropanameños), por razones de pobreza multidimensional, o mujeres indígenas (son en Panamá las más afectadas por la exclusión y la pobreza).
La Universidad Especializada de las Américas (Udelas) está sustentada en los principios de la inclusión. Su planificación, organización y los servicios que ofrece tienden a dar respuestas a las demandas educativas de los grupos en vulnerabilidad. Para ello, posee un curso de Atención a la Diversidad que actúa como hilo conductor en todas las carreras que se ofrecen. También tiene el Departamento de Admisión, que es la puerta de entrada para conocer las condiciones y características del estudiantado que aspira a ingresar a una carrera. Además, se cuenta con dos servicios especializados importantes. Uno es el sistema de Clínicas Universitarias en Salud y Educación, que ofrece atención a público externo e interno en unas catorce especialidades de la institución. Este sistema es, a su vez, un escenario de prácticas universitarias y fuente de investigación sobre patologías y su tratamiento. El otro, es el Centro de Atención a la Diversidad (CADI), que sirve de apoyo a estudiantes universitarios con discapacidad y atiende niños pequeños con discapacidad, dificultades en los aprendizajes y necesidades educativas especiales. Los estudiantes sordos cuentan con un traductor de lengua de señas. Allí existe un aula especial para ofrecer microclases innovadoras en un ambiente hermético y transparente. Aún queda mucho por realizar, en este modelo de universidad inclusiva. Las aulas de simulación, las videoconferencias, los laboratorios, la ampliación de los softwares especializados a todas las extensiones y programas académicos y las adecuaciones físicas en todos los edificios, son parte del gran reto que tiene la Udelas en esta política.
Lo más importante de este desafío es, sin duda, la sensibilidad de toda la comunidad acerca de la importancia y el alcance de ser una institución inclusiva, garantizándolo con las buenas prácticas que contribuyan a la equidad, la democratización y la excelencia universitaria.