Elecciones en Venezuela – Análisis de Pedro Brieger, director de Nodal
Las elecciones regionales del 15 de octubre en Venezuela son la comprobación de que la política puede prevalecer en este país aún en tiempos de altos niveles de conflictividad y violencia.
Después de unos cuatro meses de movilizaciones, paros y barricadas callejeras impulsadas por la oposición cuyo objetivo era provocar la caída del presidente Nicolás Maduro y cuando se pensaba que todo estallaba en mil pedazos el gobierno diseñó una fórmula política para destrabar el enfrentamiento y encontrar una salida política a lo que parecía una inevitable guerra civil.
La convocatoria a una Asamblea Constituyente y el llamado a adelantar las elecciones regionales permitieron encauzar la violencia hacia la política. Para que esto fuera así se tuvieron que combinar tres factores. En primer lugar, la imposibilidad de la oposición de derrocar al gobierno por medio de una revuelta. Por otra parte, al gobierno se le hacía muy difícil contener la protesta sólo por medio de la violencia en un contexto de protestas que provocaron decenas de muertos. El tercer factor, tal vez el decisivo y consecuencia de los anteriores fue el hartazgo de la mayoría de la población de la violencia instalada y la necesidad de encontrar un respiro y paz.
El gobierno convocó a la Constituyente y la votación fue masiva, demostrando que un sector muy importante de la población lo respalda a pesar de que los partidos opositores insisten –especialmente a través de los medios de comunicación internacionales- que cerca del 90 por ciento de la población rechaza al chavismo y que el gobierno está aislado. Pero en Venezuela todo paso de tragedia se combina con pasos de comedia. Hoy sesionan y conviven en el mismo Palacio Federal una Asamblea Nacional electa en diciembre de 2015 dominada por la oposición y una Asamblea Constituyente dominada por el chavismo, dos instituciones que se disputan la legalidad institucional y se rechazan mutuamente en una inédita puja de poderes. En el mismo Palacio, en salas contiguas, al mejor estilo de una novela de Gabriel García Márquez.
La sociedad venezolana está profundamente dividida y la disputa por la construcción de una hegemonía política y emocional tampoco se salda con elecciones como quedó comprobado con el chavismo ratificando su poder durante años en las urnas.
A diferencia de unos meses atrás cuando en varios puntos de la capital Caracas las calles estaban cortadas por barricadas y la violencia se sentía a flor de piel, en estos días de octubre se puede transitar por toda la ciudad y se respira un clima de disputa política sin violencia.
La inmensa mayoría de los partidos políticos opositores decidió participar de las elecciones regionales a pesar de sus reparos sobre la Asamblea Constituyente y sus permanentes críticas hacia el Consejo Nacional Electoral. Pero participa. La política por ahora se impone. La pregunta es por cuánto tiempo.