Colombia: la Amazonia se volvió tierra de nadie – Por Juan José Hoyos

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Desde que la guerrilla se retiró de los territorios que ocupaba en las selvas de la Amazonia, Colombia está perdiendo miles de hectáreas de bosque cada día. Se estima que solo durante este año allí fueron arrasadas por lo menos 40 mil hectáreas.

Grupos de ganaderos, explotadores ilegales de madera, cocaleros y mineros están aprovechando el vacío militar y político que dejaron los guerrilleros para quemar y talar los árboles que encuentran a su paso.

“Antes las Farc controlaban la deforestación, ahora que no están y con la falta de presencia del Gobierno, estos territorios están sin Dios ni Ley y muchos están aprovechando para acaparar tierras ilegalmente” advirtió la organización civil Avaaz.

Avaaz ―que reúne a 45 millones de personas que luchan contra el cambio climático, la guerra y la corrupción en el mundo― también lamentó que ningún medio de información está cubriendo esta tragedia y ningún político está hablando de esto. Mientras tanto, después de la salida de las Farc, la Amazonia se volvió tierra de nadie.

En el resto del país, la deforestación también aumentó en un 44 % al pasar de 124 mil hectáreas de bosque taladas en 2015 a más de 178 mil hectáreas en 2016, según el último informe del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales -Ideam-.

Pero la Amazonia sigue siendo la región con mayor superficie deforestada. Allí se concentra el 39 por ciento de la tala de bosques en Colombia. La región pasó de 57 mil hectáreas perdidas en 2015 a 70 mil hectáreas perdidas en 2016. Le sigue la región Andina. Allí se acumula la cuarta parte de la desforestación del país. En 2016 se perdieron más de 45 mil hectáreas.

Para el primer trimestre de 2017, el Ideam detectó ocho núcleos donde se concentra la deforestación. La mayoría están situados en el noroccidente de la Amazonia, Norte de Santander, el nudo de Paramillo y Chocó. Su ubicación coincide con las zonas de mayor intensidad del conflicto armado. También, con las regiones donde se presenta un aumento acelerado de los cultivos ilícitos y se expanden con mayor fuerza la minería legal e ilegal.

Los departamentos más afectados son, en su orden, Caquetá, Chocó, Meta, Antioquia, Norte de Santander, Guaviare y Putumayo. El nororiente de Antioquia es la zona más vulnerable de la región Andina, en especial en la Serranía de San Lucas, situada entre el nordeste de Antioquia y el sur de Bolívar.

La región que más incrementó su participación en la deforestación total de Colombia fue el Pacífico. Allí las hectáreas de bosques perdidos se duplicaron durante el último año, al pasar de 12 mil 206 hectáreas taladas en 2015 a 29 mil hectáreas en 2016.

La principal causa de este desastre nacional, según el Ideam, es el afán de acaparamiento de tierras. También, la expansión de cultivos ilícitos, la construcción de obras de infraestructura, los incendios forestales, la ganadería extensiva y la minería ilegal.

El periodista Alfredo Molano, en una crónica publicada en El Espectador, cuenta que antes de su desmovilización, la guerrilla de las Farc regulaba la proliferación de cultivos de coca para mantener su precio y controlaba la tala de bosques. Ahora, cuando la guerrilla se fue, el grito de la gente es: “¡A tumbar monte!”.

“Por el Guaviare abajo, por el Orteguaza, por el Caquetá, las motosierras están avanzando de una manera criminal y sin control. Se tumba, se quema, se siembra coca y se sigue selva adentro. La madera y la coca financian la apertura de fincas y la fundación de haciendas… Los colonos quieren tener dos o tres fincas; los ganaderos, dos o tres haciendas; los vivos, todo lo que puedan tumbar y coger”.

Entre tanto, “el Gobierno mira impasible”.

(*) Columnista de El Colombiano.

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