Argentina: Luis Tonelli y Martín Rodríguez analizan el triunfo de Cambiemos en las últimas elecciones y el rol del peronismo
Luis Tonelli, analista político y docente: “El peronismo está quizá atravesando su peor hora histórica en la nueva democracia Argentina”
Por Carla Perelló – NODAL
El gobierno “ha superado con creces y sorprendido” en el test de gobernabilidad que ofrecen las elecciones legislativas en Argentina al imponerse con el 42 por ciento de los votos, sostiene Luis Tonelli al ser consultado por Nodal. Él es analista político y profesor titular de Política Comparada de la Carrera de Ciencia Política de la Universidad de Buenos Aires.
Y, según ofrece en su lectura sobre los comicios del pasado domingo, son varios los factores que han entrado juego en esta ocasión y que han dejado en segundo lugar a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, al frente de Unidad Ciudana: los casos de corrupción adjudicados al kirchnerismo, la “perplejidad” del movimiento peronista y una estética de la nueva política que hace fuerza en las estrategias de comunicación. ¿En qué lugar ha quedado el peronismo? “Está quizá atravesando su peor hora histórica en la nueva democracia Argentina, que comenzó en 1983”, asevera.
En cuanto a la expresidenta, sostiene que con el 37 por ciento de los votos que ha cosechado, “no queda como la alternativa a Cambiemos, sino como la alteridad a un modelo político”. Y, aclara que “solamente en la crisis de Cambiemos puede ser que el liderazgo de ella renazca como potencialmente presidenciable”.
¿Qué análisis hace sobre los resultados de estas elecciones legislativas?
Las elecciones legislativas de medio término siempre han sido un test de gobernabilidad para un gobierno no peronista. En esta oportunidad, el gobierno ha conseguido una imagen de gobernabilidad, porque ha superado con creces y casi ha sorprendido con su triunfo en muchas provincias donde no se esperaba que pudiera ganar. Por supuesto que esto en la Argentina está ad referéndum (N. de R: Para o hasta que se refrende o apruebe) de toda una serie de variables que hoy no nos podemos imaginar, como ser variables económicas y sociales. Aun así, es cierto que el gobierno ha llenado el tanque de la gobernabilidad, y con votos.
¿Por qué considera que ganó Cambiemos?
El triunfo de Cambiemos se apoya en tres pilares. El primer pilar es un vacío político que deja el kirchnerismo con la consecuente perplejidad de este movimiento. Como siempre pasa en las crisis por shock externo, esto es una caída en las commodities que impacta de lleno en su programa económico y social. Y es algo que le pasó al kirchnerismo y a todos los movimientos de izquierda populares en América Latina. Y, la interpretación que se hace aquí es siempre una interpretación ética de la crisis de los movimientos populares, que entiende a los escándalos de corrupción como la clave para comprender los problemas económicos.
En ese sentido, el no peronismo se coloca en frente y llena ese espacio vacío basado también en los escándalos de corrupción evidentes de la última etapa del gobierno anterior. El segundo pilar, si se quiere funcional, es gracias a que el kirchnerismo no pudo tomar deuda, dada sus características de conflicto con los centros de poder internacionales. En cambio, el gobierno actual tiene esa espalda financiera muy importante para acometer los problemas económicos con gradualismo, con un endeudamiento a tasas bajas, que puede mantenerse por un tiempo largo y que le ha permitido cimentar un triunfo atrayendo a sectores populares sin la necesidad de pasar por ajustes salvajes. Y, el tercer pilar, es muy importante y es estético: Cambiemos evidencia toda una nueva estética de lo que podríamos llamar la nueva política que en última instancia se coloca como contraria a la vieja política. Estas nuevas técnicas de comunicación y esta nueva estética cimenta la idea de cambio y hoy la idea de cambio es una idea mayoritaria en Argentina.
Usted dijo que a más participación del electorado sería más favorecido Cambiemos, ¿por qué?
El aumento de participación del umbral de votos, especialmente en la provincia de Buenos Aires, favorece a Cambiemos. Esto se debe a que el electorado que tiene más reticencia a ir a votar es el de mayor edad, que en su mayoría es favorable a Cambiemos, y el electorado del interior de la provincia de Buenos Aires que también es favorable a esta fuerza.
El triunfo de Cambiemos también es interesante como novedad sociopolítica. En Argentina el electorado se divide en tres tercios: el Conurbano, el correspondiente a las provincias chicas y, el otro, el tercio de las ciudades grandes y del interior de la provincia de Buenos Aires, que es básicamente el centro de apoyo de Cambiemos. Así fue que pudo llegar a la presidencia Mauricio Macri. Pero en estas elecciones hay otro tipo de coalición incipiente que es novedosa, que es entre las ciudades grandes y el interior de la provincia de Buenos Aires a la que se agregan algunas provincias chicas.
Ya esto había empezado en Jujuy, con (el gobernador) Gerardo Morales; pero ahora se vislumbra el triunfo en Chaco, Salta y La Rioja. Y esto es nuevo, se puede decir que esta es la base de las coaliciones liberales conservadoras, es típico de los gobiernos conservadores populares que se apoyan en el electorado del interior de las provincias a lo que se le suma la clases medias liberales.
¿Qué análisis hace de la situación del peronismo?
El peronismo está quizá atravesando su peor hora histórica en la nueva democracia argentina, que comenzó en 1983. Uno puede decir, bueno, en 1985 también el peronismo quedó fragmentado ante el triunfo legislativo de (expresidente radical) Raúl Alfonsín, fue así, pero en ese momento nació la renovación.
El exgobernador de la provincia de Buenos Aires, Antonio Cafiero; el expresidente Carlos Menem y exintendente de la Ciudad de Buenos Aires Carlos Grosso, encarnaban la renovación y quedaron bien parados en ese año. En estas elecciones quien queda como referente del espacio peronista es Cristina Fernández de Kirchner y uno lo que puede decir es que ella se coloca como alteridad de este modelo.
Vale decir que solamente en la crisis de Cambiemos puede ser que el liderazgo de ella renazca como potencialmente presidenciable. Esto es azaroso, a Cambiemos le puede ir bien o pueden cambiar las etapas o pueden pasar estas coyunturas y volverse todo viejo, como ha pasado en la Argentina. Así que el peronismo no es un partido de oposición, es un partido de poder. Y, se podría decir sarcásticamente, que el peronismo sin la posibilidad de vislumbrar un horizonte de poder, está de vacaciones.
¿Y cómo queda la figura de Cristina Fernández de Kirchner?
Cristina Fernández de Kirchner no queda como la alternativa a Cambiemos, sino como la alteridad a un modelo político. Sólo en la crisis de este modelo político que comienza a consolidarse con el triunfo de Cambiemos, es posible pensar en un regreso de ella. Eso queda evidenciado porque el peronismo se ha fragmentado y en gran medida huye de su liderazgo, entonces todo dependerá de cómo se desenvuelven los tiempos para Cambiemos y su éxito relativo. Si tiene éxito relativo el peronismo tarde o temprano va a encontrar una alternativa, sino se verá qué sucede con esta alteridad al modelo de Cambiemos que, por ser polar y estar colocada en las antípodas ideológicas, sólo puede permitir una crisis explosiva.
¿Tiene alguna lectura sobre el crecimiento del Frente de Izquierda de los Trabajadores (FIT) y el rol que puede llegar a jugar de aquí en adelante?
El voto del FIT es el voto típico de protesta frente al sistema. Al no haber alternativas intermedias lo que quedan son alternativas de protesta que estén al margen del sistema. Pero es una muy buena oportunidad para el FIT para crecer y creo que ahí la agenda tiene que ser de valores, diría, poscapitalistas. La cuestión ecológica, la cuestión de derechos de las minorías, las cuestiones que tienen que ver obviamente con la pobreza y la marginalidad, pero tratadas en términos modernos.
Me parece que ahí hay figuras jóvenes que pueden llegar de la manera en la que hoy se llega al electorado que es a través de los medios y esto choca evidentemente con una base ideológica dogmática, pero las reglas del juego no las pone la izquierda, las pone el sistema. Aun así, creo que es una buena oportunidad. Me parece que el FIT no tiene que jugar a la crisis, porque el partido de la crisis es el peronismo. Ante la hegemonía, decía Gramsci, puede crearse una contrahegemonía, la crisis genera el pánico y va al partido de los factores de poder. Entonces, me parece que el FIT tiene que tener una agenda, de alguna manera, de poscrisis o precrisis.
Martín Rodríguez, periodista y analista político: “Este gobierno fue políticamente subestimado y económicamente sobreestimado”
Por Luca Gillén – NODAL
“Queda la sensación de que en lo político son mucho más hábiles de lo que pensábamos”, sentencia el periodista y analista político Martín Rodríguez luego de que el gobernante Cambiemos se impusiera en los últimos comicios legislativos.
En dialogo con Nodal, Rodríguez también analiza la situación de la expresidenta Cristina Fernández, quien salió segunda en la elección para senadora por la provincia de Buenos Aires. La exmandataria “sabe gestionar su permanencia en el escenario político”, expone. Asimismo, agrega que “la fragmentación se encuentra en el corazón del peronismo”.
En términos generales ¿cómo analiza los resultados de las últimas elecciones legislativas?
Me parece que este gobierno fue políticamente subestimado y económicamente sobreestimado. Desde el principio el macrismo, PRO y Cambiemos parecían ir a contramano de las tradiciones políticas en Argentina: la idea de que no se puede ganar ni después gobernar sin el peronismo.
Queda la sensación de que en lo político son mucho más hábiles de lo que pensábamos. Y en términos económicos imagino que el gobierno puede hacer dos lecturas del triunfo de las elecciones. Una que considere que el resultado habilita a tomar medidas más de fondo, en una suerte del fin del gradualismo. Y otra que considere que en realidad la sociedad refrendó el gradualismo.
Porque el concepto de gradualismo marca un objetivo inalterable a una velocidad alterable. Cuando el macrismo dice gradualismo está diciendo que tiene un objetivo pero que se puede tomar todo el tiempo del mundo para llevarlo adelante.
¿Por qué considera que ganó Cambiemos?
Es difícil medir por qué ganó Cambiemos, me parece que hay otros resultados históricos de gobiernos con elección a medio término que son más nítidos en su mandato. Yo preguntaría, y no lo sé, si todos los que votaron a Cambiemos votaron más o menos por lo mismo. Creo que se superponen racionalidades o deseos en ese voto.
Simultáneo a eso, el avance del oficialismo se da garantizando la fragmentación opositora. Algo que se vincula con su habilidad política. Consolida lo propio y fragmenta a la oposición. Y a la vez es muy difícil romper la fragmentación opositora con un simple llamado a la unidad, porque la fragmentación tiene naturalezas distintas y se encuentran en el corazón del peronismo.
¿Cómo evalúa el desempeño del peronismo en la contienda electoral?
Malas noticias. Hay algo del sistema político, como dice Marcelo Leiras: “todas las oposiciones son fragmentadas desde hace años”. Parece algo sistémico, el partido del Estado lleva la etiqueta nacional. El resto son decenas de realidades locales difíciles de articular.
Históricamente el kirchnerismo le dio al peronismo una estructura de sentimientos y el peronismo le dio al kirchnerismo su estructura de poder. ¿Tenía futuro el peronismo sin el kirchnerismo? Ahora eso está separado, quebrado. Hay una parte del peronismo más clásico e institucional que se alejó del kirchnerismo y que, en muchos casos, se parece demasiado a Cambiemos, como Juan Manuel Urtubey (gobernador de Salta), y no le fue bien. Y al kirchnerismo como versión pura tampoco le fue tan bien, no logró una performance electoral como la que esperaban, guardaban la carta de Cristina como un ancho de espadas que iba a asordinar las internas. Y esos votos no fueron tantos.
Entonces, veo que al interior del peronismo se sigue librando, más allá de los números, un empate. Un empate entre el kirchnerismo y su calle por un lado, y el peronismo de palacio por otro. Entre Cristina y el senador Miguel Ángel Pichetto. Ese empate, cuando el kirchnerismo era el partido de Estado, se desempataba.
¿Cómo observa la figura de Cristina? ¿Cuál es la relevancia de la elección en la provincia de Buenos Aires en el plano nacional?
La provincia parece ser el caso testigo nacional. Como el peronismo no tiene etiqueta nacional, lo que se define en la provincia definiría lo nacional. Ese exceso bonaerense es, a su modo, también una trampa. Porque Cambiemos logra adherir el peronismo a lo bonaerense. Y lo bonaerense (el Conurbano) a una cultura improductiva, de delito y territorio tóxico. Pues bien, se produjo además la tercera derrota consecutiva del peronismo. Hay problemas serios.
Cristina gestiona bien su vigencia, produce identificación, lo que no parece es que pueda tener una imaginación política con la que dar un salto. Cristina fortaleció desde 2011 su imagen y su lazo con los representados, a la vez que achicó el espectro de representación y se alejó de muchos sectores del peronismo que tenía poder territorial. El crecimiento de su conducción achicó también su poder. No hubo más creatividad para pensar que lo que se tenía desde 2003 era una coalición que articulaba contradicciones. Perdió densidad, paulatinamente fue perdiendo poder y elecciones (en 2013, 2015 y 2017).
Cristina sabe gestionar su permanencia en el escenario político, maneja muy bien la televisión, tiene drama y densidad ideológica por encima de la media, pero no la capacidad para volver a armar una alternativa de poder. Cambiemos logró segmentar al kirchnerismo. La tarea del peronismo más allá o más acá de Cristina es romper su conurbanización, reconstruir su lengua nacional.