Venezuela: Reinicia diálogo por la paz – Por Pablo Siris Seade
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Los medios de comunicación global y sus adláteres han hecho desaparecer a Venezuela de las primeras planas de los periódicos del mundo entero. Y no es porque no haya temas que informar, sino porque simplemente las noticias que provienen de Caracas no son las que desean los intereses a los que representan.
El convidado de piedra
Desde el pasado 30 de julio – día en que se eligió la nueva Asamblea Nacional Constituyente (ANC) – no hay incidentes violentos en Venezuela. Cualquiera podría adjudicar esta situación a una suerte de magia, ya que los medios de comunicación social no explicaron por qué sucedió esto. Simplemente Venezuela salió de las portadas.
Persisten aún declaraciones de algunos gobiernos de derecha y extrema derecha en el mundo, así como algunos organismos internacionales cuyos voceros son enemigos declarados de la Revolución Bolivariana que intentan empujar desde afuera la conflictividad dentro del país.
El inefable Luis Almagro trata de poner a la Organización de Estados Americanos (OEA) como palestra continental para lapidar al Gobierno Bolivariano presidido por Nicolás Maduro, pero ya ni siquiera sus más cercanos aliados se suben a ese tren. Algunos incluso señalan que “se le fue la moto” o “se le volaron los tapones”, de acuerdo a los localismos correspondientes.
Personajes como los expresidentes Vicente Fox (México), Andrés Pastrana (Colombia) o Jorge “Tuto” Quiroga (Bolivia) quedaron en “off side” reclamando la radicalización de la violencia fascista opositora y sin comprender cómo es que “la dictadura narcocastrochavista” convoca a unas elecciones y la oposición en masa se presenta a las mismas.
Y la respuesta es en realidad sencilla, lo que sucede es que es contradictoria de lo que los medios han dicho hasta este momento: más de ocho millones de personas votando a favor de la paz y eligiendo el máximo organismo democrático previsto en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela no pueden ser ignoradas.
De hecho, no solamente no fue ignorado este resultado por los sectores más radicales, sino que con escasas excepciones, aún los grupos fascistas que lideraron los episodios de violencia extrema que asolaron a Venezuela durante más de cuatro meses y produjeron casi 200 muertos, han decidido utilizar los caminos electorales.
Es así que ante la convocatoria a la elección de gobernadores prevista para el 15 de octubre, la casi totalidad de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) decidió participar, con la excepción de Alianza Bravo Pueblo y Vente Venezuela (dirigidos por Antonio Ledezma y María Corina Machado), cuyo caudal de votos – por otro lado – hubiera sido previsiblemente escaso.
De hecho, la oposición de derecha agrupada en la MUD decidió presentarse a estas elecciones y lo hará con varios candidatos por cada estado, aún cuando realizaron elecciones internas (con muy baja votación y no exentas de conflictos) para intentar determinar candidatos unitarios en cada lugar.
Ya destacados voceros opositores cuestionan la decisión de no haber participado de la elección de constituyentes, ya que se le cedió al chavismo un importante espacio en la definición del futuro de la República, además de una instancia político-institucional que – por la propia función que la Constitución Bolivariana le da a la ANC – es el máximo organismo del poder del Estado, ya que representa al poder originario del pueblo de Venezuela.
La oposición intentará ahora lavarse la cara, poner globitos y sonrisas y hacer una campaña electoral para disputar espacios de poder que hasta ahora le han resultado esquivos (el chavismo controla 20 de 23 gobernaciones).
Demanda de sanciones gringas
Quizás lo más complejo para la dirigencia opositora sea intentar explicar las gestiones realizadas por sus principales voceros a lo largo y ancho del mundo reclamando sanciones contra Venezuela, que han tenido como resultado una orden ejecutiva del presidente norteamericano Donald Trump que pretende doblegar por hambre al pueblo y a la Revolución Bolivariana.
El viernes 25 de agosto, el magnate-presidente firmó una “executive order” (decreto presidencial) que impone sanciones financieras contra el Gobierno presidido por Nicolás Maduro y contra la compañía de hidrocarburos estatal Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima (Pdvsa).
El decreto prohíbe la compra y venta de bonos por parte del gobierno de Venezuela y de Pdvsa, así como la repatriación de dividendos de la refinadora y comercializadora Citgo (que produce y vende gasolina y otros derivados del petróleo en Estados Unidos) e impide también “la negociación de ciertos bonos que estén en manos del sector público venezolano”.
En un país en el que más del 90% de las divisas es generado por la renta del petróleo, no se necesita tener mucha imaginación para percibir hasta dónde llega el daño que el gobierno imperialista de Estados Unidos pretende producir al pueblo venezolano.
La MUD emitió de inmediato un comunicado en el que señala textualmente: “Sanciones de quien sea a vagabundos, violadores de derechos humanos y saqueadores de los recursos públicos siempre contarán con nuestro apoyo”.
La MUD también respaldará y solicitará “todo el apoyo diplomático mundial que contribuya al restablecimiento constitucional y democrático”.
En el documento se solicita “a toda la comunidad internacional advertir a todos los ciudadanos y empresas de sus respectivos países que deben abstenerse de efectuar operaciones financieras o contratos de interés nacional”.
El inevitable diálogo
A pesar de la violencia, a pesar de la guerra económica contra el pueblo, a pesar de los sucesivos intentos de golpe de Estado, a pesar de los fracasados cantos de sirenas a sectores militares, a pesar de la traición a la Patria que implica el reclamo de sanciones extranjeras que afectan al propio pueblo, a pesar de todos los pesares, Venezuela necesita paz y para eso necesita diálogo.
Por eso mismo, en estos mismos días en República Dominicana – a instancias del expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero y del presidente dominicano Danilo Medina – se reúne una delegación del chavismo integrada por el alcalde de Caracas Jorge Rodríguez, la presidenta de la ANC Delcy Rodríguez y el veterano diplomático Roy Chaderton por un lado, y en representación de la MUD participa una delegación encabezada por el presidente de la Asamblea Nacional (parlamento en desacato) Julio Borges y el exgobernador del estado Zulia, Manuel Rosales.
Esta participación opositora en dicha reunión se da a pesar de que la MUD emitió este 12 de septiembre un comunicado en el que afirma que tal diálogo en realidad no existe (https://goo.gl/hDB2Gn).
En tiempos de posverdad todo es posible, pero pareciera que si el mencionado señor fue a dialogar, entonces sí hay un diálogo.
Como decíamos antes, el diálogo es imprescindible para la paz y paz es a lo que aspira el pueblo de Venezuela. Paz que se imponga a pesar de los expresidentes de extrema derecha, a pesar de los radicales fascistas apátridas venezolanos, a pesar del imperialismo norteamericano y sus amenazas.
Paz que permita soñar nuevamente con construir una sociedad con justicia social, en equidad, libertad y la más amplia democracia.
La sociedad con la que soñaron Chávez, Fidel y tantas y tantos otros que ofrendaron hasta la vida por ese sueño que es el de todos los pueblos del mundo.
(*) Comunicador uruguayo-venezolano. Consejero de la embajada de Venezuela en Uruguay.