El reconocido periodista Roberto Navarro denuncia presiones del gobierno de Macri para acallar su voz

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Contexto Nodal
Roberto Navarro es uno de los periodistas más populares de la Argentina. Es conductor de varios programas de televisión y ha sido premiado en numerosas oportunidades por sus investigaciones periodísticas. Hace 15 años, en 2002 –en plena crisis económica y de altísimos niveles de pobreza y personas sin comida que revolvían tachos de basura- publicó un informe asegurando que en un país de 40 millones de habitantes se producían alimentos para 330 millones de personas. Los programas de televisión de Navarro “Economía Política” y “El Destape” emitidos por la señal C5N tenían altísimos niveles de audiencia hasta su reciente despido. El periodista denunció públicamente que el gobierno del presidente Mauricio Macri presionó a los directivos de C5N para provocar su salida ya que se había convertido en la figura más importante de la señal, la única opositora al gobierno actual que cuenta con el apoyo de los principales medios de comunicación masivos, diarios, radios y canales de televisión.

Navarro dice que lo despidieron por presiones de Macri contra C5N

Roberto Navarro, periodista ícono del kirchnerismo, fue despedido el pasado martes por las autoridades de C5N luego de tener un duro cruce vía twitter con uno de los gerentes del canal, Federico Maya, donde lo acusa de no dejarlo poner al aire un supuesto informe sobre la candidata a senadora por Cambiemos Gladys González, entre otras denuncias que involucran a Gabriela Michetti y a Horacio Rodríguez Larreta. Tras la decisión del medio, Navarro difundió un comunicado en el que apuntó contra el macrismo: «El Gobierno logró que me despidieran».

Su enojo comenzó el domingo cuando cargó contra Maya por reírse del pedido de unión opositora de Cristina y lo tildó de creerse «más vivo que CFK». Fue entonces cuando desde la empresa lo suspendieron por tres días y finalmente decidieron echarlo por haber amenazado a otros dos gerentes. «Sé que lo hicieron bajo la presión del Gobierno», lanzó Navarro.

Según el mediático, que denunció que lo censuraron, la decisión se produce «después de un mes de fuertes presiones para que fuera yo quien renunciara». Y disparó: «Días después de las elecciones del 13 de agosto, supe por una fuente oficial que el Gobierno le exigió mi salida al propietario del canal y le sugirió que intente antes lograr mi renuncia».

El periodista fue notificado que dejaría de estar en la señal C5N, aunque todavía seguirá su vínculo con Radio 10, según dijeron las autoridades.

A Navarro lo habían sancionado por haberse tomado vacaciones sin previo aviso. El clima dentro del canal no era el ideal y terminó de estallar con los tuits dedicados al gerente de Contenidos, con quien tenía muy mala relación, informaron fuentes del canal. Según el periodista, Maya buscaba desplazarlo de la grilla.

El periodista explicó su visión de los hechos: «No les molesta mi critica, que también existe en el resto de la programación de C5N; les molestan nuestras investigaciones (…) Es un cambio de época y van por más. Todo indica que lo que Macri piensa hacer en los próximos tiempos necesita la complicidad del silencio. Estamos ante una democracia precarizada».

El conductor lo atribuyó directamente a una bajada de línea del canal en sintonía con el Gobierno, pero desde la empresa Indalo dijeron que eso no era cierto. Roberto Navarro fue protagonista de muchas polémicas en los últimos tiempos: la más mencionada es su anuncio cerca de las 18 horas en las elecciones presidenciales 2015 dando «una amplia diferencia de Daniel Scioli», cuando ganó Mauricio Macri.

El descargo del periodista

El Gobierno logró que me despidieran

Hoy las autoridades del canal me comunicaron mi despido. Sé que lo hicieron bajo la presión del Gobierno.Esto sucede después de un mes de fuertes presiones para que fuera yo quien renunciara.Las mismas fueron llevadas a cabo por el gerente, Federico Maya, y sus subordinados y constan en innumerables watsapp que publicaré en Eldestapeweb.

Días después de las elecciones del 13 de agosto, supe por una fuente oficial que el Gobierno le exigió mi salida al propietario del canal y le sugirió que intente antes lograr mi renuncia.

Lo intentaron de diversas maneras, fundamentalmente, censurándome. Me prohibieron difundir una denuncia sobre la Nº 2 de la lista de Cambiemos en Provincia, Gladys González. Me prohibieron difundir un informe sobre la financiación de la elección, que compromete gravemente a Gabriela Michetti. E informes sobre Larreta y otros actores importantes del Gobierno. Investigaciones que publicaré en Eldestapeweb.

Se buscó que yo me vaya del canal sin pagar el costo público del despido. Y sin que el Gobierno pague el costo político de la censura. No les molesta mi critica, que también existe en el resto de la programación de C5N; les molestan nuestras investigaciones: Arsat, El Socio del Presidente, Dólar futuro, Compra de armas y tantas otras. Y el ingreso a Economía Política de Horacio Verbitsky, que difunde sus investigaciones de Página 12 en el programa. El blanqueo de más de 600 millones del hermano del presidente, por citar una.Conduje el programa Economía Política, que es el más visto en señales de noticias y gana de manera consecutiva desde hace tres años. Y también El Destape TV, que acaba de ganarle el mes a Los Leuco, A dos Voces y Juego Limpio, juntos.

En la radio dupliqué la audiencia que heredé hace un año al comenzar. Lo que deja claro que los problemas no son profesionales.Tampoco, como intentan camuflar, una pelea con un gris funcionario del canal, que sólo fue una herramienta para provocar mi renuncia.Esta es la tercera vez que ocurre un hecho similar desde que asumió Macri.

En diciembre de 2015, el reclamo del público frenó mi salida. Luego volvió a ocurrir en febrero de 2016 y también se echaron atrás. En esas oportunidades no perdí mi empleo. Pero fueron dejando la sensación – y eso se buscaba también- de que el problemático soy yo. La idea era que me fuera sin un telegrama de despido y mostrar un canal que sigue siendo crítico a partir de las 18 horas. Así conseguir sacar del medio a un periodista que con su grupo de trabajo, cadete incluido, daña la imagen del Gobierno.

Es un cambio de época y van por más. Todo indica que lo que Macri piensa hacer en los próximos tiempos necesita la complicidad del silencio. Estamos ante una democracia precarizada.

Contexto Tucumán


Las investigaciones de Economía Política que incomodaron al Gobierno y llegaron a la Justicia

En su primer año y medio de gestión, el programa que condujo Roberto Navarro generó decenas de imputaciones a través de sus revelaciones periodísticas.

-Memorando con Qatar: El año pasado, el periodista Ezequiel Orlando reveló el memorando secreto que firmó la Argentina con Qatar para enviar U$S 300 millones de los jubilados a una guarida fiscal. Luego de que la Justicia suspendiera el acuerdo, imputó a todos los involucrados, incluyendo a Mauricio Macri, Gabriela Muchetti y el ex tenista Gastón Gaudio, que ofició de intermediario.

Al momento de que el Gobierno firmó el documento confidencial, Argentina consideraba al emirato catarí guarida fiscal. Sumado a esto, en junio de 2017 Estados Unidos marcó al país de financiar al terrorismo internacional.

-Panamá Papers:

En octubre de 2016, este programa mostró los documentos originales de 19 sociedades offshores vinculadas a Mauricio Macri. De todas ellas compañías, el Presidente mantiene activas al menos seis.

A la vez, en el informe se reveló la estrategia del grupo Macri para que sus actividades pasen desapercibidas: crear una empresa en una guarida fiscal, nombrar el directorio real y luego reemplazarlo por empleados de confianza.

Este medio también mostró en exclusiva las pruebas de una operación sospechosa, en la que la offshore del jefe de Estado transfirió U$S 9 millones desde Bahamas a Brasil a cambio de acciones sobrevaluadas.

-Dólar futuro:

El 17 de abril pasado, el periodista Ivan Schargrodsky reveló la lista de las personas y empresas que compraron contratos de dólar a futuro en el Mercado a Término de Rosario S.A (ROFEX) entre el primero de septiembre y el once de noviembre del 2015. En la nómina se destacaban nombres que hoy forman parte del gabinete de ministros y del círculo íntimo del Presidente Mauricio Macri: Nicolás Martín «Nicky» Caputo, el secretario de Coordinación de Políticas Públicas, Gustavo Sebastián Lopetegui, Mario Quintana e incluso Martín Lousteau figuraban entre los compradores.

-Las bolsas de Michetti:

En agosto de 2016, este medio reveló a través de la firma de Juan Amorín que la empleada doméstica de la vicepresidenta Gabriela Michetti había asegurado que era «habitual» guardar dinero en bolsas y sobres dentro del domicilio de la funcionaria, en el marco del robo que había sufrido en noviembre de 2015. Como producto de ello, Economía Política realizó una de las investigaciones más completas del año, donde demostró todas las irregularidades que rodeaban a la Fundación y las inconsistencias del relato que mostraba la vice y su entorno en la Justicia.

Incluso, se comprobó que la familia de la segunda funcionaria del país mantiene negocios inmobiliarios con la esposa del periodista Luis Majul, y que los propios aportantes y trabajadores de la Fundación figuraban como empleados del Senado de la Nación.

-Compra de armas a Estados Unidos:

En el mes de marzo, durante la primera emisión de Economía Política del año, el columnista Juan Amorín mostró el escandaloso listado de equipamiento militar que había solicitado Argentina mediante el entonces embajador Martín Lousteau a los Estados Unidos de América, que incluía poderosos aviones de caza, tanques de guerra, misiles de mediano y largo alcance y helicópteros similares a los utilizados en la guerra de Malvinas, por un costo total que supera largamente los 2 mil millones de dólares que proyecta desembolsar la administración nacional en los próximos dos años.

Tras ello, el propio Lousteau admitió la existencia del pedido y luego que desde el gobierno salieran a negarlo, decidió presentar su renuncia indeclinable, para finalmente presentarse como candidato en la Ciudad de Buenos Aires.

Además, producto de dicha investigación resultaron imputados judicialmente los diputados de Cambiemos Eduardo Amadeo y Luciano Laspina y el entonces ministro de Defensa Julio Martínez, causa que aún tramita en el Juzgado Federal de Sebastián Casanello.

-La primera privatización en la era Macri:

En agosto pasado, el periodista y economista Darío Gannio expuso el documento que comprobaba que el Gobierno autorizó a la compañía Hughes a que se quede con «al menos» el 51% del ARSAT 3 y también la autorizó a cambiarle el nombre.

En dicha emisión, Gannio expuso que la venta es ilegal, ya que va en contra de la ley 27.208 de Desarrollo de la Industria Satelital aprobada en 2015, que en su artículo 8 dicta que no se pueden ceder los derechos de este nuevo satélite y que, de hacerse cambios en el esquema que propuso el kirchnerismo, deben ser aprobados por el Congreso, según el artículo 10, por lo que finalmente resultaron denunciados los funcionarios involucrados en dicha negociación.

-La plata negra de los funcionarios:

El pasado 27 de agosto, el periodista de Página 12 Horacio Verbitsky reveló en Economía los nombres de los familiares y allegados al gobierno que habían ingresado dinero proveniente de la evasión mediante el decreto de blanqueo de capitales. De esta forma, el periodista expuso que el hermano de Mauricio Macri, un primo de Peña Braun, el hermano de la vida Nicolás Caputo, el alegado comprador de la empresa familiar, Marcelo Mindlin, un cuñado de Clusellas blanquearon 132 millones de dólares, equivalente a 2300 millones de pesos.

-El sofisticado programa que utilizó el gobierno en la campaña electoral:

Apenas una semana antes que se diera el despido y el intento de censura por parte de C5N a Roberto Navarro y su equipo, en Economía Política se expuso que Cambiemos utilizó el aparato del Estado para beneficiarse en la campaña electoral en Provincia.

A través del Ministerio de Producción, el gobierno desarrolló un GPS que mezclaba datos socioeconómicos de las personas, sus ingresos y hasta las empresas geolocalizadas en el mapa de la provincia de Buenos Aires, y a ello le sumó encuestas y los resultados electorales de 2015, para poder entender con claridad qué tipo de discurso debía realizar en cada una de las localidades que visitaba durante la campaña, o qué tipo de medidas promover en cada distrito para poder vencer en la contienda electoral.

-El testaferro de José López, un beneficiado de la era Macri:

En la última emisión de Economía Política en C5N, Roberto Navarro y Juan Amorín mostraron cómo, pese a contar con un procesamiento dictado por el juez Daniel Rafecas, el empresario Eduardo Gutiérrez, señalado por la Justicia como testaferro del ex secretario de Obras Públicas José López, se benefició con jugosas readjudicaciones de precios del gobierno de Mauricio Macri, incluso en agosto de este año, cuando ya estaba confirmado su pase a juicio oral en la causa que investiga el enriquecimiento ilícito del ex funcionario K.

En la actualidad, Gutiérrez, titular de Grupo Farallón, mantiene aceitados vínculos con la administración nacional: además de haber sido socio del Grupo Macri en un emprendimiento inmobiliario en 2005, desde la firma Diedra Paneles S.A, de su propiedad, aportó $1.000.000 a la campaña presidencial de Macri, así como también su grupo empresarial figura como uno de los generosos «donantes» de la fundación SUMA, de Gabriela Michetti.

El Destape


El zapping de los huérfanos – Por Martín Becerra

El despido del conductor Roberto Navarro de la señal de noticias C5N, donde realizaba los programas Economía Política (domingos de 21 a 23hs), y El Destape (de martes a jueves a las 22hs), pone en perspectiva la reorganización del sistema de medios a casi dos años del triunfo de Mauricio Macri como presidente a la vez que cuestiona un mito, tan invocado como falso, sobre el rating como garantía de continuidad en las pantallas, mito que tiende a explicar de modo sumario los cierres de medios con la supuesta falta de audiencia o su sesgo editorial.

Al echar a Navarro, los dueños del grupo Indalo Media al que pertenece C5N junto con Radio 10 (donde tampoco continuaría el conductor) y otros medios, Cristóbal López y Fabián de Sousa, se desprenden de uno de sus animadores más competitivos. En efecto, con un estilo gritón y faccioso, de abierta oposición a Macri e identificación neta con Cristina Fernández de Kirchner, Navarro alcanzó niveles de audiencia notables, superando con creces a los ciclos políticos que programa TN los domingos en su franja horaria (“Los Leuco” y “Desde el Llano”). Además de la paradoja de que empresarios de medios resignan una de sus cartas en la disputa por el mercado, el caso exhibe otra: López es uno de los capitalistas más próximos al kirchnerismo pero ofició de verdugo de uno de los voceros más enfáticos de su sector político.

Navarro no fue, para usar un latiguillo de época, “inviable” por reglas de mercado, sino indigerible en el nuevo mapa político.

Intemperie

Amén del posicionamiento editorial de los medios, que en la Argentina resulta evidente para quien se interese en el asunto, y de su desempeño económico, que como se verá tiene bastante relación con la línea política, hay otra cualidad escasamente aludida entre analistas y opinadores sobre el tema: la función de contención, de reparo y de identificación que tienen los medios en la sociedad. Para seguir con el caso Navarro, este conductor oficia(ba) no sólo como destacado portavoz de un segmento intenso del kirchnerismo, sino también como guía y como espacio de catarsis y escucha. Con su despido, para su importante audiencia allí donde había comprensión e identificación, ahora hay orfandad. A menos que se aliente una perspectiva atomizadora del orden social, la ausencia de representación en la institucionalidad discursiva -que ejercen principalmente los medios de comunicación- de una parte de la ciudadanía, que es además un porcentaje significativo del electorado, es un hecho digno de atención.

La audiencia kirchnerista parece condenada al nomadismo. La salida de Navarro del multimedios de López-De Sousa se suma al peculiar abandono de Radio del Plata por parte de Electroingeniería que, tras colocar segunda en audiencia (detrás de Radio Mitre) a la emisora luego del cambio de gobierno, se desligó de su obligación de pago de salarios provocando el vaciamiento de sus contenidos y la migración de sus oyentes. Así, pues, no sólo quebraron los emprendimientos anémicos liderados por Sergio Szpolski y Matías Garfunkel y nucleados en el ex Grupo Veintitrés, que como otros fue engordado en el feedlot de la publicidad oficial a cambio de su sujeción editorial a un verticalismo exacerbado hasta diciembre de 2015, sino también compañías con sólido acompañamiento de audiencia u otras que no estuvieron relacionadas con el gobierno anterior, como Atlántida (Televisa).

Desde luego, Navarro no es irremplazable; habrá otros conductores que asuman posiciones genéricamente concordantes. Tampoco fueron irremplazables otros comunicadores, ligados con otros espacios políticos, echados de medios comerciales o estatales en el pasado. En ocasiones, incluso, su cambio de lugar laboral fue premiado por el crecimiento de audiencia (como cuando Victor Hugo Morales fue despedido de Radio Continental y pasó a la AM750 del Grupo Octubre). Pero sería ingenuo para el oficialismo festejar el alejamiento del enfático Navarro de C5N y Radio 10 sin preguntarse por el sentimiento de desafección de su audiencia.

Desde la asunción de Macri como presidente varios puntos de referencia del sistema de medios cambiaron velozmente de orientación y otros, más drásticamente, cerraron. De las cinco principales señales de noticias y actualidad, hoy cuatro son oficialistas y una sola opositora. A Cristina Fernández de Kirchner le llevó varios años durante dos mandatos domesticar esas señales y finalmente, en el último tramo de su último gobierno (2013-2015), gozó del (más o menos fervoroso) favoritismo de esas señales de TV con la sola excepción de TN (Grupo Clarín). No obstante, en todas las etapas del ciclo kirchnerista hubo fuertes medios opositores (primero La Nación, más tarde se sumó el Grupo Clarín con múltiples sus empresas y a ellos hay que sumar a Vila-Manzano, Perfil, Hadad, Cadena 3, entre otros). En cambio, las opciones para quienes no adhieren al macrismo son hoy escasas y menguantes. Como consecuencia, una parte de la población se halla cada vez menos contenida por la industria mediática.

En términos más sociológicos la cuestión sería: si los medios no sólo son agencia (actores conscientes, troqueladores de la agenda pública) sino también reflejo del estado de conciencia y organización de grupos sociales, entonces ¿cuál es la representación en la institucionalidad de los medios del 65% de los argentinos que no vota a Cambiemos (y que, huelga decirlo, excede con creces al kirchnerismo)? ¿acaso no es ese un mercado de puntos de vista, de ideas y de identificaciones más vasto que el que interpelan Indalo Media y el Grupo Octubre en el sector de medios comerciales masivos? ¿cómo gestionan estos grupos, variopintos y heterogéneos, lo que Aníbal Ford llamaría sus necesidades sociales de infocomunicación?

En el campanario mediático resuena potente la melodía oficial y casi nadie ejecuta otra melodía.

Óxido

Desde la asunción de Macri, los medios con mayores audiencias viven una etapa de oficialismo desaforado. Conductores radiales y televisivos se presentan no sólo como exégetas del guión oficial –lo que no es novedoso en el periodismo vernáculo, altamente dependiente de la conducción estatal-, sino como vectores de una mayor polarización. Para estos protagonistas de la escena diaria en medios que siguen siendo masivos -a pesar de las profecías sobre su inmediato reemplazo-, el gobierno es tibio. Desde sus micrófonos exigen el escarnio del pasado y mayor confrontación a los propios funcionarios gubernamentales. Con un goce que sonrojaría a cualquier cultor de la ideología de la independencia periodística, los medios oficialistas destinan el presente a oponerse a una parte de la oposición.

El 11 de agosto se realizó la primera movilización masiva reclamando la aparición con vida de Santiago Maldonado. Su convocatoria desbordó las expectativas y fue tapa en todos los diarios, excepto en Clarín. Sus directivos, al omitir el tema, priorizaron su lectura acerca de quién capitalizaría políticamente la marcha en las vísperas de las primarias (PASO) antes que el valor periodístico de la noticia de que decenas de miles de personas protestaron en todo el país por un desaparecido en pleno régimen constitucional. La conducción del diario Clarín subordinó el criterio periodístico a su inercial oposición de la oposición.

El duranbarbismo sostiene una relación ambivalente y funcional con esta corriente de comunicadores oficialistas, a los que en privado menosprecia. El núcleo duro del macrismo los usa como recurso funcional y complementario a su estrategia de singularización de la comunicación a través de las redes sociales digitales. Se deja hablar por ellos, como diría María Esperanza Casullo. Por eso el discurso oficial se confunde con los monólogos de Jorge Lanata. Pero este es un giño anacrónico, un entretenimiento para el círculo rojo (y algo más), mientras la planificación de la campaña profundiza el contacto segmentado, emocional y pretendidamente posideológico en Facebook, YouTube e Instagram donde despliegan su credo gentista 2.0.

El macrismo más lúcido reconoce en los excesos de los conductores y periodistas oficialistas (tanto de aquellos que los bancaron desde el principio como de los que se acercaron al fuego cuando no les cupo dudas de que la mecha sería duradera) el síntoma del agotamiento de un modelo de comunicación que tiene en el programa del PRO/Cambiemos su relevo y superación. Para el núcleo duro de la comunicación del gobierno, el “cambio” y la “normalización” suponen también el reemplazo de la institucionalidad mediática a la que perciben corroída, oxidada y en proceso de extinción.

Mientras tanto, los medios oficialistas reportan ventajas coyunturales y por eso el gobierno nutre a sus principales exponentes con caricias y recursos como si fueran una jauría de mastines salvajes a los que, llegado el caso, podrán calzarles su bozal. El experimento, visto desde la perspectiva de esa encarnación periférica y bifronte del Cardenal Richelieu que son el jefe de Gabinete Marcos Peña y el tardíamente blanqueado consultor Jaime Durán Barba, sería dejar que el círculo rojo se entretenga con el guión sobreactuado y enfático de los medios afines mientras la cúpula macrista dirige una operación de “cambio cultural” (que Gabriel Vommaro caracteriza muy bien) más capilar y más honda que, a la larga, terminará por desfigurar la propia estructura de medios con su secuela de excesos. Darwinismo.

Pauta

Sin mayoría en el Congreso tras acceder a la presidencia vía balotaje y con una agenda socioeconómica candente, el gobierno de Macri desplegó una contundente actividad en comunicaciones. Con la consigna de la convergencia, Macri decretó nuevas reglas de juego que allanan mayores niveles de concentración y cruces internos (ver Quipu, el blog del autor); moderó el profuso manantial de publicidad oficial; y restauró el dogma del mercado como rector de las comunicaciones con el consiguiente desalojo de la noción de que se trata de un campo donde se juegan derechos en el que los desposeídos requieren de la acción estatal para compensar las desigualdades en el acceso a los recursos culturales e informativos.

En apariencia, donde durante el kirchnerismo disciplinó la política, hoy disciplina el mercado. Pero la restauración de la disciplina de mercado tiene una dirección política (así como antes la disciplina política tuvo su economía) y es la conducción estatal. La prórroga de licencias, la eliminación y relajación (según el tipo de medios) de límites a la concentración de la propiedad multimedios, la autorización de transferencias sin previa autorización estatal y la asignación de publicidad oficial son indicadores elocuentes de la dirección política de PRO/Cambiemos en el sector.

El gobierno es consciente de la alta dependencia que tiene el sistema de medios del Estado, de sus regulaciones y de sus auxilios selectivos. Y los usa. Aunque Indalo Media, Electroingeniería o el Grupo Octubre logren construir medios competitivos (y no siempre lo hacen), sus conglomerados dependen de lazos múltiples con el Estado que los fuerzan a desarrollar en simultáneo varias negociaciones “paritarias” donde rige el quid pro quo (esto por aquello). Esto no es nuevo, por supuesto, y explica los espasmos de amor y odio entre el kirchnerismo y los Grupos Clarín o Vila Manzano a través de los años mucho más que la hiperinflación semiótica de sus protagonistas.

A pesar de la promesa que proclamaba cuando era oposición, el actual gobierno no eliminó la discriminación ni la discrecionalidad en la asignación de publicidad oficial, el más sentido de todos los vínculos económicos entre el Estado, los medios, productoras y conductores del star system. Sin embargo, es mucho más equilibrado que el kirchnerismo en su reparto y las empresas de Indalo Media captan una porción superior a la que obtuvo el Grupo Clarín entre 2013 y 2015 (en el segundo trimestre de 2017 el gobierno nacional destinó 3,3 millones de pesos a C5N y 2,3 millones a Radio10, además de pautar en Ámbito Financiero y en las FM (Pop, Mega, Vale, One, Vorterix). Tal vez el despido de Navarro fue mencionado en las negociaciones paritarias, como antes lo hayan sido otros despidos. Una economía inestable y precaria que marca los tiempos de la precarización laboral.

El derecho a expresarse, que en la Argentina estuvo y está limitado al derecho a opinar de una elite con acceso a redacciones y micrófonos, tiene el renovado desafío de superar el monocromo oficialista que descompensó la posibilidad de hallar perspectivas disonantes en medios con potencia junto con una estructura concentrada y dependiente de las señales de la conducción estatal.

El rating premia la intemperancia y vomita a los tibios, festejando excesos polarizantes. Pero la Argentina presente sólo ofrece condiciones políticas para que uno de los polos amplifique su monserga.

(*) Investigador y profesor universitario argentino.

Revista Anfibia

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