Rafael Correa, expresidente de Ecuador: “Me siento totalmente traicionado”

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Por Rodrigo Pardo.

El expresidente de Ecuador, Rafael Correa, dejó el gobierno hace apenas 100 días y se ha radicado en Bélgica, el país de origen de su esposa, con la intención- según sus propias declaraciones- de alejarse de la política. Sin embargo, en un término que nadie habría imaginado, las relaciones con su sucesor, Lenín Moreno –ex vicepresidente de Correa elegido con su apoyo y como opción de continuidad frente a la oposición de derecha- las relaciones se han deteriorado gravemente. Desde Bogotá, donde asistió a la conmemoración de los 150 años de la Universidad nacional de Colombia, Correa concedió esta entrevista con Rodrigo Pardo, de la revista SEMANA. En ella explica su propuesta de una asamblea constituyente, explica las razones de su distanciamiento con su sucesor –y ex aliado- Lenín Moreno, y se refiere a su visión sobre la realidad del continente en un momento de auge de la derecha, de los efectos para la región de la presidencia de Donald Trump en Estados Unidos, y de las perspectivas de las negociaciones entre el gobierno de Colombia y la guerrilla del ELN, que se iniciaron bajo su mandato y siguen su curso en las afueras de Quito.

Rodrigo Pardo: ¿Cómo es su propuesta de convocar una constituyente?

Rafael Correa: El problema es que la situación en Ecuador es incomprensible. Hemos ganado las elecciones, pero es peor de que si las hubiéramos perdido porque se está aplicando todo el programa de la oposición, están persiguiendo a nuestra gente, y están convocando una consulta popular en la que no sabemos que van a preguntar. Presumimos que van a descabezar las autoridades de control, lo cual sería terrible para el Estado de Derecho. Entonces, si quieren cambiar tanto, si quieren gobernar con el programa que perdió, si están persiguiendo la gente… bueno, vamos a una asamblea Constituyente, vamos nuevamente a elecciones.

Rodrigo Pardo: Usted comenzó su mandato con una Asamblea Constituyente ¿cree que hay normas de esa Constitución que apenas 10 años después, hay que cambiar?

Rafael Correa: Usted tiene toda la razón Rodrigo, suena hasta ridículo cada 10 años tener una asamblea Constituyente, porque tuvimos una en el 98, otra en el 2007-2008. Esta es una propuesta frente a la coyuntura gravísima que estamos viviendo, que puede sonar hasta ridícula, pero igual de ridículo es que hayamos ganado las elecciones y que ahora gobierne la oposición y se aplique el programa de la oposición. Y a quienes ganamos las elecciones -lo dijo el presidente actual- nos odia, estamos perseguidos, insultados, calumniados. La Constitución que tenemos es muy buena pero la constituyente sería una alternativa para parar esto, porque la relación de fuerza está totalmente rota a nivel comunicacional,

Rodrigo Pardo: ¿Cómo explicar lo que ha ocurrido presidente?, ¿Usted se lo imaginó alguna vez?

Rafael Correa: Jamás. Ya lo podría explicar parcialmente, pero jamás nos imaginamos esto después de la generosidad y lealtad con que apoyamos a este gobierno. Nos dimos por entero en la campaña, para que ahora digan que odia a los que votaron: así lo dijo (el presidente Lenín Moreno). Para analizar la política ecuatoriana, no puede uno limitarse al eje ideológico izquierda-derecha. Hay otro eje. Si hacemos un plano cartesiano, el eje de las equis horizontal izquierda y en otro extremo derecha, hay también un eje vertical: sierra-costa porque Ecuador es un país muy marcado regionalmente. Yo tengo un temperamento que no le gusta la Sierra, y puede que haya un temperamento en la sierra que no guste en la costa. Pero más allá de eso, siempre ha habido un grupo muy centralista que nos trata despectivamente como monos ladrones, ignorantes, que cree que todo debe dominarse desde Quito.  Que está muy resentido, porque desde hace 10 años un costeño estaba en la presidencia y créame que esa dimensión regional es más importante que la dimensión ideológica y esto se agravó ahora.

Cuando mi vicepresidente Lenín Moreno, después de 6 años dice “yo no quiero participar” -él es de la Sierra, nació en la Amazonia, pero toda la vida ha vivido en Quito- yo propongo como candidato a la vicepresidencia a Jorge Glass, que también era de la costa aunque los dos vivíamos en Quito, no sé imagina la presión que tuve. Que se rompía el equilibrio regional, decían. Desconocían que somos un solo país. Por eso al inicio odiaron a Jorge Glas, -ya me odiaban a mí- pero no tenían justificaciones.

Rodrigo Pardo: ¿Hay algún asunto de fondo, algún tema ideológico, alguna diferencia profunda?

Rafael Correa: No. Es básicamente este tema regional y de estilo. Lo ideológico, es que Lenín Moreno es alguien de centro derecha, es una persona sin convicciones pero nunca creíamos que iba a tener tal grado de deslealtad y de perversidad. Cada semana monta un escándalo, que hay una cámara que yo manejo con un celular ….

Rodrigo Pardo:  La historia de la cámara ¿se aclaró?

Rafael Correa: Es una ridiculez. Es una cámara de vigilancia, no de espionaje, que se instaló en el 2009 cuando se remodela el despacho presidencial. Pero que me filmaba a mí también. Yo pedí que la desconectaran, se la sacó, se puso un tape en la que estaba en la pared. Nunca funcionó eso.

Rodrigo Pardo: El presidente Moreno dice que la ley de plusvalía, desestimula la inversión y sobre todo la inversión extranjera.

Rafael Correa: Lastimosamente el presidente Moreno no entiende ciertas cosas, está muy mal asesorado. El argumento que dio es que la construcción ha decrecido un 7 ñor ciento. Pero construcción es otra cosa.  Ha decrecido porque bajamos 6 puntos en inversión pública, el mayor impulso para la construcción era la inversión pública, carreteras, multipropósito, hidroeléctricas. Hace dos años hay graves dificultades económicas: nos despreciaron más de 80 por ciento el peso y no teníamos cómo responder -porque tenemos dólar fijo-, tuvimos terremoto, 10000 millones de exportaciones que se perdieron… fue el ajuste más grande de América Latina. Entonces el principal afectado ha sido la construcción, pero no es que tenga que ver con la plusvalía.

Rodrigo Pardo: ¿Se siente traicionado?

Rafael Correa: Totalmente. ¿Cuándo me iba a esperar esto? Yo quería retirarme totalmente de la política. Se lo dije al país antes de saber quiénes eran los candidatos. Yo me había retirado de la política para vivir con mi familia en Bélgica -porque mi esposa es belga-. Me iba tranquilo a tener una vida lo más privada posible. ¡Qué ingenuo que fui!

Rodrigo Pardo: ¿Ahora está dispuesto a regresar al Ecuador?

Rafael Correa:  No voy a permitir que esta gente arrase con todo lo logrado. No voy a permitir que se juegue con nuestra reputación. Somos gente honesta, íntegra.

Rodrigo Pardo: ¿Cree que en el Ecuador podría ocurrir algo parecido a lo que ha pasado en Colombia entre Santos y Uribe?

Rafael Correa: Es un caso totalmente distinto. Uribe se fue contra Santos por la paz. En Ecuador, yo he tenido que participar nuevamente en política porque empezaron a destruir todo lo que habíamos hecho, a decir que el manejo económico había sido equivocado a legitimar el neoliberalismo, y a decir que todos éramos unos corruptos y a destruir a Correa.

Rodrigo Pardo: ¿Se podría evitar una polarización? ¿Usted estaría dispuesto hablar con el presidente Moreno?

Rafael Correa: No, las cosas han ido muy lejos. Podríamos hablar, pero que (el presidente Moreno) pare este show y ya empiece a trabajar. Pero si continúan con este show, con esta traición, con tanta inmoralidad, falta de verdad, tendremos que defendernos.

Rodrigo Pardo: Usted ayudó a la iniciación de los diálogos entre el gobierno de Colombia y el ELN en Quito. Pero estamos un poco pesimistas sobre el resultado de ese proceso…

Rafael Correa: Yo creo que el proceso es irreversible, a los elenos no les queda más remedio que llegar a un acuerdo después de que las FARC llegaron a un acuerdo.

Rodrigo Pardo: En su contacto con delegación de paz del ELN ¿se llevó la impresión de que hay voluntad de negociar?

Rafael Correa: Sí.  Estuve en un desayuno de trabajo con las dos delegaciones y se veía voluntad para llegar a un acuerdo.

Rodrigo Pardo: Bueno y hay un cese al fuego.

***

Rodrigo Pardo: Cambiemos de tema…¿cómo ve a América Latina en un momento tan distinto al que había cuando Usted llegó a la Presidencia, porque ahora la derecha gobierna en mayoría?

Rafael Correa: Eso depende del punto de referencia. Sí compara con el 2009, cuando de los diez países latinoamericanos (no cuento a Guyana y Surinam) ocho tenían gobiernos de izquierda -salvo Colombia y Perú-, por supuesto hemos retrocedido. Pero sí compara con los noventa cuando no había ni un solo gobierno de izquierda entonces hemos avanzado. Estamos en tiempos difíciles pero no terribles: ya no somos la izquierda del 3 por ciento. Somos una izquierda con vocación de gobierno, con proyectos y con procesos exitosos.  Les encanta sacar el ejemplo de Venezuela, pero veamos el ejemplo de Uruguay el país más desarrollado de América Latina, que lleva diez años manejado por el frente amplio de izquierda. Veamos a Bolivia: lo que ha hecho Evo Morales es un milagro. O la transformación de Ecuador en los últimos 10 años. Pero obviamente estamos menos bien que el 2010: son tiempos duros pero no terribles.

Rodrigo Pardo: ¿Cuál ha sido el legado de esa izquierda?

Rafael Correa: Hemos avanzado mucho. La década pasada fue la década ganada (para América Latina). En Ecuador hemos sacado dos millones de personas de la pobreza. Hay estudios internacionales que dicen que Ecuador fue el mejor el país, el que mejor aprovechó el boom del petróleo a nivel mundial: Se ha logrado disminuir la desigualdad, disminuir muchísimo la pobreza, tuvimos crecimiento económico, la economía ecuatoriana se duplicó en tamaño.

Rodrigo Pardo: Lo que sí parece más difícil en este momento es la integración ¿como ve al Alba al cual usted le apostó?

Rafael Correa: Eso suena eso de eso como si fuera excluyente y en realidad era otra opción, y de diferente naturaleza, de integración. Éramos un grupo importante en la OEA y en Naciones Unidas, articulando nuestras decisiones. Teníamos peso y eso funcionó. No era una integración como UNASUR con un banco de desarrollo, buscando armonizar políticas,  planificación regional cosas así…

Rodrigo Pardo:  Ya que hablamos del ALBA, en todas partes la preocupación principal en la región es Venezuela ¿Cómo ve la situación del presidente Maduro?

Rafael Correa: Pues yo también estoy preocupado por Brasil, por ejemplo. Es que hay un sesgo en los análisis. Lo que sucedió en Brasil es impresentable y estamos hablando de la economía más grande de América Latina y de las 5 más grandes del mundo. Botaron una presidenta por parte de un parlamento acusado de corrupción, iniciaron juicio y ahora está inocente de todo, pero ya perdió la presidencia. ¿Sabe lo que significa aquello? y ¿qué dice América Latina? ¿ Qué dice el mundo? Yo sí creo que hay un doble estándar. Venezuela por supuesto nos preocupa, pero siempre nos mantendremos en el principio de que eso lo tendrán que resolver los venezolanos en democracia y en paz.

Rodrigo Pardo: ¿Cree en el diálogo entre el gobierno y la oposición en Venezuela?

Rafael Correa: Sí. Yo creo que el presidente Nicolás Maduro cree en el diálogo, pero hay una derecha tremendamente violenta en Venezuela.

Rodrigo Pardo: ¿Por qué dice que hay un sesgo y una mayor atención sobre Venezuela?

Rafael Correa: Por motivos ideológicos. ¿Por qué dicen que Chile es el país más avanzado de América Latina? Porque es un modelo neoliberal. Pero el país más avanzado de América Latina se llama Uruguay, que es un modelo de izquierda. ¡Mire México! Con todo respeto -y nuestra  solidaridad por el terremoto- a diario se asesinan policías, desaparece gente… Perdón, periodistas, ¿es noticia? Pero en Venezuela hay una marcha violenta y la contiene la policía y es primera página de todos los diarios.

Rodrigo Pardo: Pero en Venezuela sí hay un deterioro, hay gente en la calle, mucha violencia, ha habido más de 200 muertos este año en manifestaciones…

Rafael Correa: Porque ha estado bajo un ataque y una agresión terrible, no podemos hacer abstracción del contexto. Es como cuando hablan de Cuba. Usted no puede hacer abstracción de un bloqueo de medio siglo que ningún país de América Latina hubiera resistido. En el caso venezolano, pedir una democracia normal, formal con lecciones a cada rato, cuando está bajo un bombardeo mediático, bloqueo, boicot económico, injerencia externa etcétera, es hacer abstracción del contexto.

Rodrigo Pardo: ¿Qué debe hacer la comunidad internacional? ¿Qué podemos hacer los pueblos latinoamericanos?

Rafael Correa: Respetar que se solucione el problema como lo están haciendo, internamente en paz, en democracia. Pero no quererle resolverle el problema desde afuera y amenazando hasta con intervención e invasión.

Rodrigo Pardo: Ya que habla de intervención ¿cómo ve el efecto del presidente Trump sobre la región?

Rafael Correa: Hay que agradecerle…porque es tan primario que va a generar una reacción, en conjunto de toda la región. La mayoría de gobiernos de izquierda en América Latina, llegamos en la época Bush, como una reacción a sus políticas tan elementales. Este es más elemental todavía, Bush era un premio Nobel al lado de Trump. Yo creo que va a generar una reacción en América Latina que nos puede unir. Por supuesto puede haber efectos ambiguos, políticas que nos hagan mucho daño, pero puede darse también el efecto que ya se dio con Bush.

Semana


Presidente de Ecuador, Lenín Moreno, sobre Rafael Correa: «A algunos expresidentes se les olvida que dejaron de serlo»

Por Gerardo Lissardy.

«A algunos expresidentes se les olvida que dejaron de serlo», dice Moreno en una entrevista exclusiva con BBC Mundo en Nueva York, la primera que concede a un medio internacional desde que asumió en mayo.

Aunque ambos pertenecen a la misma fuerza política, sus diferencias son cada vez más notorias, al punto que Moreno insiste en que la instalación de una cámara oculta hallada en el despacho presidencial «fue ordenada y dispuesta» por Correa, quien lo ha desafiado a que pruebe que lo espiaba o renuncie «por ridículo».

El actual mandatario también afirma que «lastimosamente se han detectado muchísimos actos de corrupción» desde que asumió.

Pero Moreno, el único jefe de Estado del mundo que usa silla de ruedas por haber quedado parapléjico tras ser baleado en un asalto en 1998, afirma que su principal logro como presidente hasta ahora fue reducir la polarización política en el país.

Y anticipa que evitará buscar la reelección cuando caduque su mandato de cuatro años.

Lo que sigue es una síntesis del diálogo que Moreno mantuvo con BBC Mundo en la sede de las Naciones Unidas, a cuya Asamblea General asistió por primera vez como presidente.

Acaba de pasar el umbral de los 100 días como presidente de Ecuador. ¿Cuál ha sido su principal logro?

Para mí ese umbral es un convencionalismo al que poca atención le he prestado.

El Ecuador estaba bastante polarizado: la diferencia que hubo en votos de una candidatura a otra fue bastante pequeña y las controversias eran bastante grandes. Había que iniciar un proceso de reconciliación nacional, volver a hacer que se encuentren personas que no coincidían ideológicamente.

Todos acudieron a un gran diálogo nacional. Se han implementado muchísimas mesas, en las cuales de manera libre y espontánea cada uno de los sectores está exponiendo sus puntos de vista. Y los resultados están empezando a verse. Hemos tomado algunas decisiones y vamos a tomar muchas más.

¿Esa despolarización o reconciliación es el principal logro hasta ahora?

Así es. Pero hemos empezado a trabajar también con nuestro programa, que lo hemos denominado «Toda una vida», así como el bolero de Los Panchos. Un gobierno debe atender y proteger a su pueblo desde la concepción hasta que Dios decide cerrarnos los ojos, dándonos un buen vivir y un bien morir también.

Muchos se han sorprendido por el nivel de diferencias que está demostrando con el expresidente Rafael Correa. ¿Desde cuándo vienen y hasta dónde llegan esas diferencias?

Desde hace rato. Habíamos conversado con el presidente Rafael Correa cuando él fue a Ginebra a solicitarme que sea su candidato. Yo le he manifestado que existen diferencias en la concepción misma de cómo se relaciona con los sectores productivos, gremiales, sociales. Yo apelo bastante más al diálogo que a las imposiciones. Y él me había manifestado que no hay ningún problema, que va a vivir a Bélgica y no va a molestar —lo estoy diciendo como un término un poco feo— que va a respetar completamente mis decisiones. Parece que se le ha olvidado un poquito la promesa.

¿Cree que él hubiera preferido a otro sucesor?

Sí, ya que lo mencionas, sí. El hubiera preferido una persona que esté más acorde con su forma de pensar, de actuar. Él sabía que yo en muchos aspectos difería de su forma de concebir la vida, la relación con los ciudadanos.

¿Hasta qué punto piensa desmantelar el legado de Correa? En octubre habrá una consulta popular y hay temas que pueden entrar, como la ley de comunicación, la ley de educación superior, que son banderas de ese legado…

En la subjetividad, la ley de comunicación por ejemplo es una buena ley; tal vez haya que hacer algún cambio. En la práctica, estamos demostrando que no necesariamente debe ser una ley punitiva, sancionadora, castigadora, sino más bien una ley orientadora y que los organismos así se comporten.

Respecto a la llamada ley de plusvalía (para evitar la especulación con inmuebles), ha causado un impacto bastante negativo en quienes invierten en compras de bienes raíces o construyen, lo cual produce consecuencias bastante nefastas en el trabajo. Recordemos que la construcción es un sector de la economía que dinamiza todos los demás. Hemos sufrido un deterioro de -7% en el crecimiento. Apelaré a la Asamblea Nacional para ver si encuentro un cambio, caso contrario acudiré a la ciudadanía para que decida.

Sus diferencias con Correa se han expresado sobre todo a través de las redes sociales. ¿Ha intentado hablar con él por teléfono para discutir esto?

Una vez lo conversamos. Él volvió a manifestarme que respetaba mi forma de actuar. Pero con frecuencia parece que los expresidentes se olvidan, no se han dado cuenta que son expresidentes y suelen comportarse de manera diferente. Como que tendrían todavía la potestad de decidir.

De todas formas, es un ciudadano más. Respeto su opinión, aún cuando está cargada a veces de una dosis alta de agresividad. No he contestado así. Un presidente debe comportarse como espera que se comporte su pueblo: con cortesía, respeto, tolerancia.

Hace unos días usted denunció que apareció una cámara oculta en un despacho presidencial. Correa calificó esto de ridículo. ¿Usted está convencido de que lo está espiando?

No puedo estar convencido, pero es muy extraño que detecten una cámara que fue ordenada y dispuesta por él para que se instale allí, que se la encuentre prendida. El servicio técnico, que había trabajado con él, entró y estuvo durante todo un día y una noche revisando la cámara y las conexiones.

Y, oh sorpresa, al otro día la Fiscalía, cuando hizo la investigación, encontró que la cámara sí estaba prendida, pero que los cables que conectaban con los discos duros entiendo yo que estaban desconectados. Una sorpresa bastante extraña, bastante rara.

La preocupación que surgió en ese momento por parte de varios compañeros que habían trabajado colaborando con el gobierno del expresidente Correa es si se los estaba grabando, si se grababan las reuniones con amigos. En forma particular, yo no lo haría jamás.

Es un presidente denunciando que está siendo espiado de alguna forma, o que hubo un intento de espionaje…

Es por eso que en las redes puse que una definición particular de ridículo es alguien que es sorprendido haciendo algo que él dice que no ha hecho.

¿Cuán seguro se siente en su gobierno, que está lleno de funcionarios que antes sirvieron para Correa?

Sí, ningún problema. La lealtad no es una condición. La lealtad se la construye con el comportamiento cotidiano. Si es que un presidente se comporta de manera ética, moral, es cordial, tolerante, respetuoso, inmediatamente se generan las lealtades.

Pertenecemos al mismo movimiento político, la misma tendencia socialista que generó el gobierno este que ha durado 10 años y ha avanzado muchísimo en conquistas sociales. Pero hay cierto tipo de libertades que se vieron mermadas y hay que devolverlas a las instancias sociales que les pertenecen.

Ha hecho de la lucha contra corrupción una de las principales banderas de su gobierno. ¿Había tanta corrupción en el gobierno anterior?

Sí señor. Lastimosamente se han detectado muchísimos actos de corrupción. Eso no significa que antes no los había. Muy posiblemente los había. Lo que pasa es que acá hemos tomado la firme determinación de erradicar. La tarea es muy difícil, pero tenemos el firme compromiso con el pueblo ecuatoriano de erradicar la corrupción.

Usted fue vicepresidente de Correa y aceptó la candidatura por el mismo partido de gobierno. ¿No sabía nada? ¿No sospechaba que había corrupción?

Yo nunca participé en el tema económico. Estaba dedicado al tema social, principalmente al rescate de los derechos de las personas con discapacidad, y tuvimos bastante éxito en ello.

Vuelvo a recalcar, a mí me ha asombrado el comportamiento del expresidente Correa. Sin embargo, he guardado un silencio prudencial porque un presidente no puede ponerse a discutir con ninguno de sus ciudadanos. Y a algunos expresidentes se les olvida que dejaron de serlo.

Usted es el único jefe de Estado del mundo en silla de ruedas. ¿Esto lo limita de alguna forma en el ejercicio de su función presidencial?

No, todo lo contrario: me motiva más. Como me motivó para el trabajo que hice como vicepresidente o cuando el secretario general (de la ONU), Ban Ki-moon, me nombró su enviado especial para las discapacidades. Y me motiva bastante más hoy que las responsabilidades son mayores.

¿Eso ayuda a que la gente lo vea más como alguien de carne y hueso, que tiene limitaciones humanas, y no tanto como el superhombre que muchos suelen esperar de un presidente?

Como estoy más bajo que todos, estoy más cercano a ellos. Estar en una silla de ruedas, lo digo de forma alegórica, hace que uno deje de ver tanto arriba y vea más al frente y hacia abajo. Y cuando uno observa hacia abajo encuentra temas terribles que hay que resolverlos.

Varios colegas suyos han expresado su preocupación por Venezuela, diciendo que hay una dictadura o al menos un quiebre del orden democrático. ¿Qué piensa usted: es una dictadura o no Venezuela?

Uno debe ser extremadamente respetuoso con la decisión que toman los países. Cada país encuentra su propio camino. Es una falta de cortesía intervenir en los temas de otras familias, de un vecino o un país amigo. Pero siempre estaremos prestos a dar nuestro contingente para que el diálogo que entiendo se ha iniciado sea fructífero.

Hay instancias a las cuales uno debe acudir y expresar su opinión. Nosotros hemos manifestado que sí estamos preocupados por el número de muertos que ha habido, muy preocupados por el número de presos seguramente políticos. Pero siempre apelamos a que las partes puedan dialogar y resolver las controversias al interno.

¿Hasta cuándo puede permanecer Julian Assange en la embajada de Ecuador en Londres? Usted lo ha calificado como un «hacker» aunque ha mantenido su asilo que ya lleva cinco años.

Independientemente de que no estemos de acuerdo con la actividad que el señor Assange representa, hay un valor mayor que es la protección de su vida. En Ecuador no hay pena de muerte y tememos que la persona a la cual dimos acogida en nuestra embajada pueda correr peligro de muerte.

Mientras eso ocurra, él tendrá nuestra protección, independientemente de que estemos acudiendo permanentemente a él, indicándole que su condición no le permite opinar de asuntos políticos de Ecuador o de países amigos.

Siempre buscamos una solución. No se la ha encontrado todavía, pero no perdimos la esperanza. Estamos activamente en negociación con el gobierno británico.

¿Qué se lleva en concreto de esta primera Asamblea General de la ONU?

Me llevo muchos entusiasmos compartidos con los representantes de los países. El tema del ser humano, lo más importante. Hemos firmado el tratado de no proliferación de armas nucleares, depositado nuestro compromiso y ratificación del tratado de París (contra cambio climático) y del protocolo de Nagoya (sobre biodiversidad y uso de recursos genéticos).

En su discurso habló de la importancia de renovar los liderazgos. ¿Es ese un problema que de la izquierda en la región, con presidentes que llegaron y quisieron perpetuarse en el poder sin buscar a alguien que los reemplace?

Sí es un problema, el querer perpetuarse en el gobierno y que se genere en el entorno la creencia de que hay personas predestinadas para sacar adelante a un país. Es un problema porque impide la generación de nuevos liderazgos y hace que las personas pierdan la perspectiva de lo que debe ser un gobierno democrático.

¿Y usted cuánto piensa permanecer en la presidencia?

Los cuatro años para los cuales el pueblo me ha elegido. No optaré por la reelección. No creo en las reelecciones.

BBC

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