Pobladores del sur de Bogotá inician un paro cívico indefinido con múltiples demandas

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Balance del primer día de paro del sur – Tunjuelo Bogotá

Sin respuestas por parte de la administración de Enrique Peñalosa finalizó el primer día de paro de los habitantes del Sur – Tunjuelo de Bogotá. Las marchas que se encontraron en la Autopista Sur, transcurrieron sin alteraciones, sin embargo, sobre las 3 de la tarde los ciudadanos denunciaron ataques del ESMAD, dejando como resultado una persona detenida, de igual modo 5 estudiantes de la Universidad Nacional habrían resultado heridos, durante confrontaciones con la Fuerza Pública.

Ayer, desde tempranas horas de la mañana, cientos de personas comenzaron a juntarse en cada uno de los puntos de movilización que se habían citado para la hora cero del Paro Sur-Tunjuelo, convocado en más de 130 barrios, 4 localidades y que fue apoyado por estudiantes, campesinos, organizaciones sociales y miles de ciudadanos que marcharon por las calles del Sur de Bogotá.

Fuerza pública

Los ciudadanos desde el inicio de la jornada denunciaron la fuerte presencia de la Fuerza Pública en cada uno de los puntos de movilización. No obstante las marchas trascurrieron pacíficamente. Sin embargo, otro fue el desenlace en las universidades públicas que acompañaron la movilización desde sus centros educativos.

La Universidad Pedagógica realizó bloqueos sobre las doce de día y posteriormente la reacción del Escuadrón Móvil Antidisturbios, provocó enfrentamientos, hasta el momento no se tiene información de algún estudiante o ciudadano herido. (Le puede interesar: «Comité del Paro Sur-Tunjuelo denuncian estigmatización a líderes»)

En la Universidad Nacional, los estudiantes, en un primer momento salieron a bloquear la Calle 26, posteriormente el ESMAD los desalojo y salieron a manifestarse por la calle 45, en donde agentes del ESMAD los desalojaron con gases lacrimógenos, desatando confrontaciones. Hasta el momento los estudiantes denuncian que 5 personas habrían sido heridas, dos de ellas de gravedad.

De igual forma sobre las 3 de la tarde los habitantes que se movilizaban por la localidad de Usme manifestaron que fueron agredidos por el ESMAD, al parecer habría una persona detenida. (Le puede interesar: «ESMAD también arremetió contra manifestantes en el Relleno Doña Juana»)

Otra de las denuncias tiene que ver con la retención de una profesora en el barrio Usme. Se trata de Mónica Patricia Sánchez, docente del colegio Miguel de Cervantes Saavedra. De acuerdo con las denuncias que ha hecho la comunidad, Sánchez fue agredida por «el oficial 5028», y aún se desconoce el paradero de la profesora.

Sin diálogo con la administración de Peñalosa

Sobre las 12 del mediodía, iniciaron las diferentes asambleas comunitarias, que estuvieron a la espera de enviados por parte de la administración distrital de Enrique Peñalosa, sin embargo no hubo presencia de ninguno para poder entablar el diálogo y las mesas de conversación en donde se trataría el pliego de exigencias compuesto por 4 puntos: el cierre del Relleno Sanitario Doña Juana, la militarización de la vida juvenil, el acceso a la educación y las garantías sociales, que se respete la recolección de firmas y el proceso de la revocatoria del alcalde Peñalosa y que se den mejorías urgentes en el sistema de transporte en el Sur.

El día de hoy los ciudadanos continuaran con diferentes acciones en el marco del Paro y exigirle a la Alcaldía de Enrique Peñalosa respuestas urgentes a las problemáticas que los aquejan.

Contagio Radio


Paro del Sur: la primera movilización de la paz – Por Milena Perdomo

Este miércoles inició en el Sur de Bogotá un Paro Cívico Indefinido. Se trata de la primera gran movilización popular en la capital del país que reúne demandas de diferentes sectores desde la firma de los acuerdos, su refrendación y,-sobre todo- desde el fin de la vida armada de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (Farc-Ep) ¿Cómo imaginamos la protesta social en paz?

Un número importante de organizaciones sociales y colectivos territoriales convocaron este paro. Su propósito surge de las necesidades más básicas de la ciudadanía de las periferias. Uno esperaría entonces que sea bien recibida por el resto de la ciudad, o que las instituciones garanticen el derecho a la protesta.

Si de algo se trata la paz es de eso: permitir la expresión de inconformidad de quienes han estado al margen de las posibilidades. Algo simple, como conseguir que los y las pobladoras de Mochuelo (barrio que tiene como vecino al botadero Doña Juana) tengan un aire respirable.

Uno esperaría que en el momento de la paz -con las Farc-Ep sin armas y cercanos al inicio del cese bilateral entre Gobierno y el Ejérito de Liberación Nacional (Eln)- la movilización fuera el escenario privilegiado para la acción colectiva, la acción política y, claro, para pagar la deuda que tienen hasta el momento los procesos de paz con la participación real de la gente.

No obstante, podemos permitirnos algo de perspicacia, basada en los hechos previos que rodean el paro. ¿Por qué se encuentra militarizado el relleno Doña Juana? ¿Por qué el presidente Juan Manuel Santos anunció desde el año pasado el fortalecimiento de Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) y no se ha hablado de los incumplimientos a los acuerdos logrados con las dignidades o la cumbre agraria? ¿Será que la protesta social en la paz será el sustituto del enemigo?

Las demandas de un sistema digno de transporte, la reubicación de Doña Juana, las mejoras en la alimentación escolar, la desmilitarización de la vida y el territorio, entre otras, son el tipo de realidades que se supone “emergerían” con más fuerza al culminar la etapa del conflicto armado con un actor de gran visibilidad como las Farc-Ep.

La ecuación es más sencilla de lo que parece y la opción sigue siendo la misma: la solución política y el diálogo. Sin embargo, es la menos eficaz para mantener la sensación de orden en una ciudad en la que impera la inconformidad con un mal gobierno local que ha hecho todos los movimientos posibles para impedirle a la ciudadanía su derecho a revocarlo.

Una paz real, que convoque a las ciudades (territorios que pueden ser apáticos por la manera diferenciada en que vivieron el conflicto) pasa por que este tipo de jornadas impliquen una apertura por parte de las instituciones. Implica también que los medios de comunicación cumplan la tarea de comunicar desde la polifonía, contando con la voz de quienes viven en carne propia una guerra sin armas contra un modelo de ciudad que parece enamorado del cemento y que amenaza con sacarlos de su lugar.

Para estar en paz, los otrora campesinos que arribaron a las ciudades llenos de esperanzas y miedos no pueden ser revictimizados por la falta de oportunidades, ni por el hambre o por el miedo a quejarse de lo que les hace daño.

Apostar por una sociedad donde la protesta sea respetada y donde se privilegie el diálogo (donde se pueda sacar la violencia de la política) pasa por reconocer que se trata de seres humanos que sin duda requieren como mínimo ser escuchados pero, sobre todo, requieren espacios para interpelar a unas instituciones que muchas veces olvidan que la ciudadanía debe estar al centro de sus proyectos.

Este paro es una prueba de fuego para ver hasta dónde la protesta será el nuevo enemigo, hasta dónde la represión seguirá reemplazando al diálogo, para medirle el aceite a la sociedad y su capacidad de llenar la calle para pedir soluciones a los problemas que les aquejan.

(*) Periodista colombiana.

El Espectador

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