Papa Francisco en Colombia: «La búsqueda de la paz es un trabajo que exige el compromiso de todos»

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Este fue el primer discurso del papa Francisco en Colombia

En la Plaza de Armas de la Casa de Nariño, el pontífice leyó el primer discurso en territorio nacional. Envió un mensaje a todos los colombianos para apoyar la lucha por conseguir la paz y citó al escritor Gabriel García Márquez. Aquí puede leer sus palabras.

Señor Presidente, miembros del Gobierno de la República y del cuerpo diplomático, distinguidas autoridades, representantes de la sociedad civil, señoras y señores.

Saludo cordialmente al Señor Presidente de Colombia, doctor Juan Manuel Santos, y le agradezco su amable invitación a visitar esta nación en un momento particularmente importante de su historia; saludo a los miembros del Gobierno de la República y del cuerpo diplomático. Y, en ustedes, representantes de la sociedad civil, quiero saludar afectuosamente a todo el pueblo colombiano, en estos primeros instantes de mi viaje apostólico.

Vengo a Colombia siguiendo la huella de mis predecesores, el beato Pablo VI y San Juan Pablo II y, como a ellos, me mueve el deseo de compartir con mis hermanos colombianos el don de la fe, que tan fuertemente arraigó en estas tierras, y la esperanza que palpita en el corazón de todos. Sólo así, con fe y esperanza, se pueden superar las numerosas dificultades del camino y construir un país que sea patria y casa para todos los colombianos.

Colombia es una nación bendecida de muchísimas maneras; la naturaleza pródiga no sólo permite la admiración por su belleza, sino que también invita a un cuidadoso respeto por su biodiversidad. Colombia es el segundo país del mundo en biodiversidad y, al recorrerlo, se puede gustar y ver qué bueno ha sido el Señor (cf. Sal 33,9) al regalarles tan inmensa variedad de flora y fauna en sus selvas lluviosas, en sus páramos, en el Chocó, los farallones de Cali o las sierras como las de la Macarena y tantos otros lugares. Igual de exuberante es su cultura; y lo más importante, Colombia es rica por la calidad humana de sus gentes, hombres y mujeres de espíritu acogedor y bondadoso; personas con tesón y valentía para sobreponerse a los obstáculos.

Este encuentro me ofrece la oportunidad para expresar el aprecio por los esfuerzos que se hacen, a lo largo de las últimas décadas, para poner fin a la violencia armada y encontrar caminos de reconciliación. En el último año ciertamente se ha avanzado de modo particular; los pasos dados hacen crecer la esperanza, en la convicción de que la búsqueda de la paz es un trabajo siempre abierto, una tarea que no da tregua y que exige el compromiso de todos. Trabajo que nos pide no decaer en el esfuerzo por construir la unidad de la nación y, a pesar de los obstáculos, diferencias y distintos enfoques sobre la manera de lograr la convivencia pacífica, persistir en la lucha para favorecer la cultura del encuentro, que exige colocar en el centro de toda acción política, social y económica, a la persona humana, su altísima dignidad, y el respeto por el bien común. Que este esfuerzo nos haga huir de toda tentación de venganza y búsqueda de intereses sólo particulares y a corto plazo. Cuanto más difícil es el camino que conduce a la paz y al entendimiento, más empeño hemos de poner en reconocer al otro, en sanar las heridas y construir puentes, en estrechar lazos y ayudarnos mutuamente. (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 67)

El lema de este país dice: “Libertad y Orden”. En estas dos palabras se encierra toda una enseñanza. Los cuidadanos deben ser valorados en su libertad y protegidos por un orden estable. No es la ley del más fuerte, sino la fuerza de la ley, la que es aprobada por todos, quien rige rige la convivencia pacífica. Se necesitan leyes justas que puedan garantizar esa armonía y ayudar a superar los conflictos que han desgarrado esta nación por décadas; leyes que no nacen de la exigencia pragmática de ordenar la sociedad sino del deseo de resolver las causas estructurales de la pobreza que generan exclusión y violencia. Solo así se sana de una enfermedad que vuelve frágil e indigna a la sociedad y la deja siempre a las puertas de nuevas crisis. No olvidemos que la inequidad es la raíz de los males sociales (cf. ibíd., 202).

En esta perspectiva, los animo a poner la mirada en todos aquellos que hoy son excluidos y marginados por la sociedad, aquellos que no cuentan para la mayoría y son postergados y arrinconados. Todos somos necesarios para crear y formar la sociedad. Esta no se hace solo con algunos de “pura sangre”, sino con todos. Y aquí radica la grandeza y belleza de un país, en que todos tienen cabida y todos son importantes. En la diversidad está la riqueza. Pienso en aquel primer viaje de san Pedro Claver desde Cartagena hasta Bogotá surcando el Magdalena : su asombro es el nuestro. Ayer y hoy, posamos la mirada en las diversas étnias y los habitantes de las zonas más lejanas, los campesinos. La detenemos en los más débiles, en los que son explotados y maltratados, aquellos que no tienen voz porque se les ha privado de ella o no se les ha dado, o no se les reconoce. También detenemos la mirada en la mujer, su aporte, su talento, su ser “madre” en las múltiples tareas. Colombia necesita la participación de todos para abrirse al futuro con esperanza.

La Iglesia, en fidelidad a su misión, está comprometida con la paz, la justicia y el bien de todos. Es consciente de que los principios evangélicos constituyen una dimensión significativa del tejido social colombiano, y por eso pueden aportar mucho al crecimiento del país; en especial, el respeto sagrado a la vida humana, sobre todo la más débil e indefensa, es una piedra angular en la construcción de una sociedad libre de violencia. Además, no podemos dejar de destacar la importancia social de la familia, soñada por Dios como el fruto del amor de los esposos, “lugar donde se aprende a convivir en la diferencia y a pertenecer a otros” (ibíd., 66). Y. por favor, les pido que escuchen a los pobres, a los que sufren. Mírenlos a los ojos y déjense interrogar en todo momento por sus rostros surcados de dolor y sus manos suplicantes. En ellos se aprenden verdaderas lecciones de vida, de humanidad, de dignidad. Porque ellos, que entre cadenas gimen, sí que comprenden las palabras del que murió en la cruz—como dice la letra de vuestro himno nacional-.

Señoras y señores, tienen delante de sí una hermosa y noble misión, que es al mismo tiempo una difícil tarea. Resuena en el corazón de cada colombiano el aliento del gran compatriota Gabriel García Márquez: “Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte. Una ventaja que aumenta y se acelera”. Es posible entonces, continúa el escritor, “una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra”. (Discurso de aceptación del premio Nobel, 1982)

Es mucho el tiempo pasado en el odio y la venganza. La soledad de estar siempre enfrentados ya se cuenta por décadas y huele a cien años; no queremos que cualquier tipo de violencia restrinja o anule ni una vida más. Y quise venir hasta aquí para decirles que no están solos, que somos muchos los que queremos acompañarlos en este paso; este viaje quiere ser un aliciente para ustedes, un aporte que en algo allane el camino hacia la reconciliación y la paz.

Están presentes en mis oraciones. Rezo por ustedes, por el presente y por el futuro de Colombia.

Papa Francisco

El Espectador


Presidente Santos agradeció al papa su respaldo a la paz de Colombia

En un discurso centrado en el proceso de reconciliación y en el respaldo de la paz, el Presidente, Juan Manuel Santos le agradeció al Papa Francisco su presencia en Colombia.

“Con cuánta ilusión lo hemos esperado y con cuánta alegría le damos la bienvenida a nuestra querida Colombia! Lo hago como presidente de la república –en nombre de más de 49 millones de compatriotas– y lo hago también desde el fondo de mi corazón, como uno más que ha sido tocado por sus palabras y su ejemplo”, manifestó el Jefe del Estado en el evento de la Plaza de Armas de la Casa de Nariño.

Añadió que “Gracias, Su Santidad, por venir a acompañarnos en este momento único de la historia de nuestro país. Gracias, Su Santidad, por venir a confirmarnos en la fe, en la unidad y en el amor. Gracias, Su Santidad, por invitarnos a ser defensores de la vida; a ser instrumentos de paz, tal como oraba –hace ocho siglos– Francisco, el santo de Asís. Gracias, Su Santidad, por expandir el don de la misericordia, que nos mueve a la compasión frente al dolor y la experiencia del otro”.

El presidente Santos agradeció por venir hasta Colombia, a esta tierra fértil y hermosa, a acompañarnos, a estimularnos, a dar el primer paso a la reconciliación.

Dijo que el país ha logrado grandes cosas, comenzando por el fin del conflicto armado con la guerrilla más antigua y numerosa del continente.

“Colombia es el único país del mundo donde hoy las armas se están cambiando por las palabras; donde las armas se destruyen y se funden para convertirse en monumentos a la paz”, afirmó el jefe del Estado.

Agrego que “miles de vidas se han salvado, miles de víctimas se han evitado, pero nos falta dar ese paso renovador, ese primer paso que es el más importante de todos: el paso hacia la reconciliación”.

“De nada vale silenciar los fusiles, si seguimos armados en nuestros corazones. De nada vale acabar una guerra, si aún nos vemos los unos a los otros como enemigos. Por eso necesitamos reconciliarnos. Porque por más de medio siglo nos resignamos a la violencia en nuestro suelo, y sus cenizas –de rencor, de dolor, de venganza– todavía son brasas ardientes que debemos apagar”, señaló el Mandatario durante la bienvenida al Papa Francisco en la Casa de Nariño.

El presidente Santos manifestó que se necesita vencer los odios con la fuerza maravillosa del amor, ser capaces de perdonar y pedir perdón, reconciliarnos con el medio ambiente y “necesitamos –como usted lo ha dicho, Su Santidad–: “memoria, coraje y esperanza”.

“Por eso esperamos y ansiamos sus palabras como la tierra sedienta añora el agua. Y le agradecemos, Su Santidad, que lleve sus pasos y su prédica a lugares emblemáticos de nuestra patria, como esta capital de Bogotá, como Villavicencio, Medellín y Cartagena. Confiamos en que su visita abra el corazón y las mentes de los colombianos a la paz que viene de Dios y habita en el alma de los hombres… A esa paz que ahora estamos construyendo”, concluyó el mandatario.

Caracol


Los cinco mensajes clave del discurso de papa

El sumo pontífice le entregó al país un discurso muy conmovedor que fue recibido por quienes estaban en la Plaza de Armas en medio de aplausos y euforia. El papa llegó en un carro sencillo acompañado por miles de bogotanos que salieron a las calles para verlo pasar. Llegó en medio de un protocolo estricto que rompió de inmediato. Decenas de niños, algunos con enfermedades graves, lo recibieron en ese camino. Y el abrazo y la simpatía que el papa desplegó por ellos conmovió a quienes estaban presentes o seguían la transmisión por televisión.

1. Colombia es un país bendecido por su inmensa riqueza natural

El papa comenzó su discurso con un mensaje ecologista que ratifica el enorme compromiso que tiene con esta causa. “Colombia es una nación bendecida de muchísimas maneras… Colombia es el segundo país del mundo en biodiversidad y al recorrerlo se puede saber que tan inmenso es el señor”, dijo. El papa habló de los Farallones de Cali, del Chocó, del Amazonas, elogió las selvas lluviosas y las playas colombianas… Pero aseguró que más importante que todos esos tesoros es saber que “Colombia es rica por la calidad humana de su gente, personas con tesón y valentía para sobreponerse a los obstáculos”. Ese mensaje ya había sido incluido en el video que envió al país a comienzo de semana. Francisco ha sido el primer jerarca católico en asumir las banderas de la lucha contra el cambio climático, un tema muy controversial en la geopolítica mundial, y de hecho publicó una encíclica papal sobre ese asunto.

2. El proceso de paz para él es histórico

El sumo pontífice elogió los esfuerzos para poner fin a la violencia armada y encontrar caminos a la reconciliación. Para él, en el último año se ha avanzado de modo particular. Aseguró que «no queremos que cualquier tipo de violencia restrinja y anule ni una vida más». Y emocionó a los asistentes cuando dijo «quise venir hasta aquí para decirles que no están solos, que somos muchos los que queremos acompañarlos en este paso». El papa aseguró que se ha pasado mucho tiempo en el odio y la venganza y que la soledad de estar siempre enfrentados ya se cuenta por décadas y huele a cien años. «Están presentes en mis oraciones rezo por el pasado, por el presente y por el futuro de Colombia».

3. La tarea que viene es difícil

El sumo pontífice destacó el esfuerzo que ha tenido el país en construir el camino hacia el posconflicto. “Los pasos dados hacen retomar la esperanza y confirman que la búsqueda de la paz es una tarea que no da tregua”, dijo. Luego, hizo algunas sugerencias sobre la forma cómo se debe construir ese futuro. Explicó que el lema del país dice “libertad y orden”, y dijo que esto debería ser un recordatorio de que la sociedad no debe regirse sobre la ley del más fuerte, sino sobre el poder de la ley en si misma. “Se necesitan leyes justas que no nazcan de la exigencia de ordenar la sociedad, sino de resolver las causas estructurales de la pobreza que generan exclusión y violencia”. El sumo pontifice también pidió «no decaer en el esfuerzo por construir la unidad de la nación y, a pesar de los obstáculos, diferencias y distintos enfoques sobre la manera de lograr la convivencia pacífica, persistir en la lucha para favorecer la cultura del encuentro».

4. El papa recordó que la principal lucha debe ser por superar la inequidad

El sumo pontífice recordó que existe «una enfermedad que vuelve frágil e indigna la sociedad: la inequidad, la raíz de los males sociales”. Luego, pidió centrar la mirada en los marginados y arrinconados. “Todos somos necesarios para la sociedad… Ahí radica la grandeza de un país en que todos tienen cabida.. Todos somos importantes”. Recordó que en la vida a veces hay que romper los planes y los protocolos para atender las necesidades de quienes so más debiles como lo hizo él cuando llegó a la Plaza de Armas. «Escuchen a los que sufren. Mírenlos a los ojos y déjense interrogar por los rostros surcados de dolor y sus manos suplicantes. En ellos aprenderán verdaderas lecciones de vida, humanidad y de dignidad…ellos si comprenden las palabras del que murió en la cruz», dijo.

5. Reivindico el rol de la mujer y la familia

Al final de su discurso, el papa reivindico el rol de la mujer en la sociedad: «su aporte, su talento, su ser madre en sus múltiples tareas». Hizo un llamado para recuperar los valores de la familia y para que la unidad puedan reinar en los hogares colombianos. “No podemos dejar de destacar la importancia de la familia, soñada por Dios como el fruto del amor de los esposos, lugar donde se aprende a convivir en la diferencia y a pertenecer a otros”.

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