Un hito histórico: la Guerra del Agua en Cochabamba

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Salmo Pluvial

Con la privatización del agua en Cochabamba, se desató en Bolivia la Guerra del Agua. Las poblaciones indígenas y campesinas sufrieron el golpe asfixiante de las multinacionales que agregaron elevados costos al consumo del agua, hasta el punto en el que la recogida de la lluvia fue un acto ilegal. En pocas palabras se erradicó el derecho al agua.

El fenómeno que vivió en 1999 fue la cúspide del abandono sufrido por el estado corrupto. Este se benefició del Consenso de Washington y las maquinaciones a cuarto cerrado que los políticos hicieron con los diligentes del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional: los mismos grupos financieros que propiciarían la crisis económica mundial en el 2008.

La llegada del neoliberalismo a Bolivia

El contexto general de Bolivia fue delicado a comienzos de los años noventa. La década de los ochenta había generado en la región difíciles cambios estructurales, primariamente por la crisis de la deuda latinoamericana, donde la deuda externa excedió el poder adquisitivo de la región.

El Banco Mundial junto con el Fondo Monetario Internacional intercedieron en las repúblicas para implementar el modelo neoliberal. En Bolivia llegaron criterios de mercado para introducirse en el manejo de recursos hídricos, esto quiere decir que en todos los proyectos relacionados con distribución de agua, se permitía la entrada de capitales privados de los grandes magnates internacionales. El nacimiento del Viceministro de Saneamiento Básico fue la prueba de ello, el primer objetivo de esta institución era crear proyectos para la sociedad con capitales neoliberales.

La creación de SEMAPA (Servicio municipal de agua potable y alcantarillado) fue la organización regulatoria que nació del Viceministro mencionado. SEMAPA buscó resorber los problemas hídricos de la región cochabambina o eso fue lo que dijeron en un inicio.

Cochabamba, la región sin agua

La ciudad de Cochabamba contaba a inicios del siglo XXI con 700.000 personas. Solamente la mitad de ellas tenía servicio de agua, esto era debido a que nunca se realizó un megaproyecto para distribuir el agua. Muchos políticos para convertirse en alcaldes de la ciudad boliviana pregonaban en sus agendas resolver esta problemática, pero sólo lo hacían para llegar al poder y allá se olvidaban de sus deberes sociales y se dedicaban a la corrupción.

Las personas que no contaban con servicio directo de agua la consumían de “los carros cisterna”, vehículos que llevaban el agua a los barrios marginales a módicos precios. Las asociaciones sindicales fueron capaces de ayudar gran parte de la sociedad en su derecho básico.

La mencionada SEMAPA por fin empezó a desarrollar el megaproyecto de trasvase hídrico que medía 19 km de largo y 115 metros de altura. El contrato fue firmado directamente por el expresidente de Bolivia, Hugo Banzer, el cual lo adjudicó a una recién creada empresa llamada Aguas de Tunarí (consorcio empresarial con capitales de la gran firma capitalista Bechtel).

La Guerra del Agua

La ley 2029 ratificaba el contrato con Aguas de Tunarí y ella permitía que la empresa cobrara grandes tarifas a los cochabambinos por su derecho al agua. Los precios eran irrisorios, tanto que la misma población tuvo que sacar a sus hijos del colegio para pagar las facturas.

Ni siquiera habían empezado el megaproyecto, por eso una gran movilización empezó en el año 2000. Su meta: desbaratar la perversa ley donde los bolivianos perdían su derecho a una vida digna.

Recordemos que la ley no clasificaba a los bolivianos según sus necesidades: no habían tarifas diferenciadas para el campesino que tenía que irrigar el suelo, para el rico citadino o el marginado indígena que vivía en la ciudad.

Las grandes marchas y la utilización de los medios de comunicación sirvieron para unir toda la población en contra de ese consorcio que les cobraba hasta el agua lluvia. Omar Hernandez, dirigente de la Federación Departamental Cochabambina de Regantes (FEDECOR) organizó a los campesinos y a todos los inconformes en la famosa y siempre célebre Coordinadora para la defensa del agua y de la vida.

La organización de la protesta masiva sirvió en gran parte para mostrar las irregularidades en las excavaciones de Aguas de Tunarí, vieron que no era nada rentable para la población pues esa empresa no conocía nada referente a las dificultades de la sociedad. Al inicio los acercamientos pasivos no sirvieron para nada, pues el gobierno no daba paso atrás, con el tiempo todo cambió.

La victoria del pueblo boliviano

El dirigente de los cultivadores de coca, Evo Morales (actual presidente de Bolivia), fue una de las principales cabezas en este proceso contra el gobierno. Las grandes manifestaciones trajeron una cantidad de protestantes detenidos y heridos, además el estudiante Víctor Hugo Daza murió por el disparo de un oficial del ejército.

Fue cuestión de tiempo para que se cayera ese proyecto y el agua volviera a ser un servicio sin intermediaciones capitalistas. La empresa Bechtel demandaría en el 2001 al estado boliviano al ver que caía su negocio, pero con el descontento mundial por este acto tenían que retirar la absurda demanda. El pueblo cochabambino actualmente sigue esperando una solución para el problema del agua.

La película “También la lluvia” enmarca cómo fue la Guerra del Agua, arguyendo implícitamente lo que fue (¿es?) el colonialismo en nuestro continente.

El Pensante


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