Esquizofrenia a la venezolana – Por Aram Aharonian

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Diálogo, elección regional, asfixia financiera, tropas extranjeras, terrorismo, todo a la vez

En República Dominicana el gobierno y la oposición venezolanas dieron inicio a una nueva mesa de diálogo, con acompañamiento multilateral y de gobiernos de la región, para intentar blindar al país ante las agresiones internacionales en lo económico y financiero, mientras Washington sigue impulsando la ocupación de territorio venezolano por fuerzas “insurgentes”, posiblemente aportadas por países sudamericanos.

Y mientras sesiona la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), pese a la invisibilización que de ella hace la prensa hegemónica, el 15 de octubre se realizarán las elecciones regionales en el país, con participación de candidatos de la oposición en todos los territorios, en un clima de paz que los medios internacionales prefieren desconocer.

Sin lugar a dudas, la ANC necesita debatir el papel del Estado, sus posibilidades reales y sus fallas acumuladas, balancear lo hecho, corregir la estrategia, ponerle nombre a los responsables de la corrupción, los robos y enjuiciarlos. Abstenerse de insistir con las mismas estructuras que no se sostienen por sus lógicas de funcionamiento, faltas de seguimiento y castigo. Pocas propuestas han trascendido de lo actuado por los constituyentes, más allá de consignas generalistas.

Ineficiencia, ineficacia y corrupción, denunciaba Hugo Chávez en octubre de 2013. De no meter el dedo en la llaga, se corre el peligro no solo de repetir errores, sino de fracasar en la construcción de soluciones necesarias en este cuadro de guerra, y mantener una cultura de impunidad que, se sabe, solo genera más impunidad.

La campaña de terror mediático construida desde el exterior sigue mostrando a un país derrumbado, en pie de guerra, hambriento. Incluso la política interna española se desarrolla a partir de la política venezolana. Y tras actos, seminarios, compromisos políticos y de acción, el gobierno anunció que anunciará un plan de comunicación para mostrar la realidad-real al mundo.

Nada quiere perderse las elecciones regionales

Están habilitadas poco más de 18 millones de personas para elegir a los gobernadores y gobernadoras de los 23 estados para los próximos cuatro años. Competirán 226 candidatos de 76 organizaciones políticas. No podrán votar los y las residentes en el exterior ya que no es una elección nacional.

La variopinta oposición ha tomado distintas posturas y la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) sufrió el impacto: Vente Venezuela, dirigido por María Corina Machado, decidió alejarse y se niega a dar diálogo al gobierno de Nicolás Maduro. El resto de los partidos – Un Nuevo Tiempo, Primero Justicia, Voluntad Popular, Copei y Acción Democrática, entre otros- realizaron sus propias primarias para elegir a sus candidatos.

Este proceso electoral se dará luego de que la oposición pusiera en marcha el plan “Hora Cero”, tratando de desestabilizar al gobierno con acciones de calles –calificadas incluso de terroristas-, causando decenas de muertos, a la vez que desconocía a los poderes del Estado. Hubo tiempo también para que organismos internacionales como la OEA, la Unión Europea y Estados Unidos entraran en juego. Donald Trump, como ejemplo, impuso sanciones económicas a funcionarios y al mismo Estado bolivariano.

Pese a eso, más de ocho millones de venezolanos votaron por los integrantes de una Asamblea Nacional Constituyente, y las aguas se calmaron de golpe. El CNE llamó a elecciones y la oposición nucleada en la MUD realizó sus primarias. Dentro de la MUD el mejor posicionado es el partido socialdemócrata Acción Democrática (AD), que obtuvo 9 de las 19 candidaturas en disputa, lo que tiene que ver bastante con que sus candidatos han estado vinculados directamente con sus comunidades.

No solamente se trata de triunfos electorales y dominio territorial, sino acceso a jugosos presupuestos en cada gobernación y la posibilidad de trascender publicitariamente, de cara a las elecciones presidenciales pautadas para finales de 2018.

La oposición –como siempre desde 1998- siembra dudas sobre la transparencia del proceso electoral (generalmente denuncia fraude antes del escrutinio), pese al consenso entre los expertos electorales internacionales de que se trata de una plataforma ejemplar, controlada en todos sus aspectos: el software para la identificación biométrica de las y los electores, la base de datos del Registro Electoral y el proceso de transmisión de datos, que se realiza a través de líneas telefónicas fijas y cumple un conjunto de medidas de seguridad.

Vicente Bello, representante de la MUD ante el Consejo Nacional Electoral, asegura que la oposición tendrá testigos “en toda la plataforma del procesamiento de votos y en todas y cada una de las mesas de votación. Vamos a estar vigilando ese proceso de cerca para defender cada uno de los votos. En las elecciones pasadas, a través de este proceso automatizado y teniendo testigos, se ha logrado que todos los votos depositados en las mesas fueran procesados adecuadamente y contados”.

La aspiración de la oposición es que ese rechazo al gobierno por la falta de soluciones a los problemas de abastecimiento y la inflación, se refleje en las elecciones. Bello dice que “para que se dé el cambio posible de gobierno éste debe ser de forma pacífica y por la vía electoral; rechazamos los caminos de vía rápida donde, por ejemplo, se produzca una presión y movilización de militares o de grupos de las Fuerzas Armadas o por vía de una intervención expedita y muy rápida”.

La abstención electoral es un riesgo latente. Si es alta en los sectores opositores, el beneficiado será el gobierno, porque sus candidatos van a lograr tener espacios y gobernaciones, añade Bello.

Otoño en Nueva York

Aprovechando la presencia de varios mandatarios afines a las políticas y estrategias de Washington en la Asamblea General de la ONU, Donald Trump organizó una reunión especial con los jefes de Estado de los tres países –Michel Temer de Brasil, Pedro Pablo Kuczynski de Perú y Juan Manuel Santos de Colombia- comprometidos en una operación militar conjunta con EEUU, en octubre, en la Amazonía brasileña, en las fronteras con Venezuela.

Oficialmente, será una actividad de cooperación entre las fuerzas armadas de estos tres países amazónicos, pero en realidad todo indica que se trata, sobre todo, de preparar acciones desestabilizadoras en Venezuela. La operación militar conjunta con las fuerzas especiales del ejército norteamericano fue anunciada como si fuese una invitación de Brasil, lo que dejó a los militares brasileños asustados, señala la investigadora Tereza Cruvinel en el portal Brasl247.

¿Dónde se ha visto que se abra un área estratégica como la Amazonía para fuerzas militares extranjeras?, se preguntan los militares brasileños. Lo cierto es que EEUU pidió, señala la analista, que la acción por ellos propuesta y a realizarse en el área llamada Cabeza de Perro, para conocer de cerca el teatro de operaciones para una eventual acción armada, provocación o intervención en Venezuela, fuese presentada como una iniciativa brasileña, señalo Cruvinel.

Conocida la oposición popular en todo el continente a una acción militar contra Venezuela propulsada por Trump, una invasión de marines estadounidenses parece descartada –pese a los pedidos de dirigentes opositores venezolanos- y se supone que lo que se intenta de organizar es una intervención fuera de los formatos convencionales, una inducción de la ocupación de una porción del territorio venezolano por “fuerzas irregulares”, con apoyo de Brasil. Colombia y Perú.

El territorio donde se realizará la operación conjunta en octubre, es una “zona liberada” donde actúan traficantes de drogas y armas, mercenarios y sujetos al margen de la ley, propensos a conformar una fuerza invasora mercenaria e informal, creando un “territorio alzado o rebelde”, como ya lo practicaron los estadounidenses en Libia y Siria.

El embate no es un invento, está sobre la y. El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, informó a la prensa que le dijo a su homólogo estadounidense, que América Latina no apoyaría ningún tipo de “intervención militar” en Venezuela”, durante un encuentro en Nueva York en el que también participaron Temer; el presidente panameño Juan Carlos Varela, y la vicepresidenta argentina, Gabriela Michetti.

En esa reunión que según Santos fue “muy cordial, donde cada uno de los participantes expresó sus opiniones sobre Venezuela”, Trump urgió a la “restauración plena” de la democracia y las libertades políticas en Venezuela y aseguró que la situación es insostenible, “completamente inaceptable”, y recordó las sanciones que ha impuesto EE.UU. bajo su mandato contra el Gobierno del presidente Nicolás Maduro.

“Nos preocupa muchísimo lo que está sucediendo, nuestro máximo interés es defender al pueblo venezolano, que sus derechos sean respetados, se restaure la democracia y discutimos la forma y necesidad de coordinarnos para tratar de producir una transición que sea pacifica, que mantenga la estabilidad y que sea democrática”, lo que es clave para Colombia porque es el país “más interesado en que a Venezuela le vaya bien” (Santos dixit).

Totalmente alineados con Trump, sonaron discordantes los ultramontanos exmandatarios integrantes del llamado Grupo Idea –el español José María Aznar, el boliviano Jorge Quiroga, el uruguayo Luis Alberto Lacalle, los costarricenses Laura Chinchilla y Miguel Ángel Rodríguez, los colombianos Álvaro Uribe y Andrés Pastrana, quienes reunidos en Nueva York sostuvieron que “Venezuela, como nación, es víctima de una invasión por el gobierno de Cuba”. ¿Servirá de excusa para alguien?

(*) Periodista uruguayo, magister en Integración, fundador de Telesur, codirector del Observatorio de Comunicación y Democracia y del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE), y presidente de la Fundación para la Integración Latinoamericana (Fila). Autor de Vernos con nuestros propios ojos y La internacional del terror mediático, entre otros textos.

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