Discurso del presidente ecuatoriano Lenin Moreno ante la Asamblea General de la ONU

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Intervención del Presidente Lenín Moreno ante 72 Asamblea General de las Naciones Unidas

Presidente Lenín Moreno – 72.ª Asamblea General de las Naciones Unidas

Señor Presidente de la Asamblea General, señor Secretario General de las Naciones Unidas, querido amigo António Guterres, representantes de todos los países que forman parte de esta organización:

Hoy, al dirigirme a ustedes desde este podio, puedo constatar que hemos avanzado mucho para alcanzar la inclusión y la accesibilidad. Sin embargo, como sociedad, tenemos aún deudas pendientes con mil millones de personas con discapacidad en el mundo.

Soy optimista. Tenemos toda la capacidad para encontrar soluciones. Es cuestión de decisión política. Por ello, agradezco las adecuaciones realizadas, para que hoy pueda dirigirme a esta sala.

Felicito al Presidente de la Asamblea General, Miroslav Lajcak, por proponer el tema para este debate general: “centrados en las personas: por la paz y una vida decente para todos en un planeta sostenible.” Estos son verdaderamente los imperativos actuales.

Sin duda, un gobierno responsable debe cuidar a sus ciudadanos para que tengan una vida decente, en un planeta sostenible, en el que construimos cada día la paz.

Nuestra filosofía de gobierno coincide en que debemos preocuparnos por nuestros ciudadanos toda una vida, desde el mismo momento de la concepción, hasta cuando Dios decide cerrarnos los ojos. Debemos garantizar un buen vivir y un buen morir.

Por eso, hemos organizado la gestión de gobierno en torno al plan que hemos llamado ‘Toda una Vida’: un país y un gobierno responsables deben cuidar, inspirar, impulsar, acompañar y ser grato con sus ciudadanos durante toda la vida, bajo el principio de corresponsabilidad.

Primero es el cuidado, que inicia con la atención prenatal. Después del nacimiento, tenemos atención médica para el niño, nutrición adecuada, vacunas, tamizaje neonatal, estimulación temprana.

Luego viene una etapa que inspira al nuevo ser humano, promoviendo su amor a la ciencia, al conocimiento, al arte, al deporte para formar la voluntad y el espíritu, despertando la sensibilidad y sembrando valores que serán las bases para la vida adulta.

En la siguiente etapa de la vida es fundamental nuestro apoyo para impulsar a los jóvenes, con educación superior de calidad, con facilidades para desarrollar sus emprendimientos y sus proyectos.

Luego viene la etapa en la que se acompaña al ser humano, para asegurar el bienestar de sus familias, el derecho a la seguridad social, a la vivienda, al empleo, a la recreación, a un ambiente sano y seguro.

Y al final llega la etapa de la gratitud, en la cual retribuimos a las personas que han servido a la sociedad y a sus familias. Me refiero a la atención y cuidado a los adultos mayores.

Y en esta visión de garantizar los derechos de cada persona por toda una vida, es urgente además erradicar todas las formas de violencia.

Hoy la humanidad entera tiene un deber moral y ético: no permitiremos que miles de mujeres y niñas sean maltratadas o asesinadas. ¡No más femicidios! ¡ni una menos!

Este Plan ‘Toda Una Vida’, es, en síntesis, la traducción que hemos hecho en el Ecuador para cumplir el compromiso de los objetivos de desarrollo sostenible.

Lo cierto es que heredamos de los pueblos originarios la noción de un mundo centrado en el ser humano y su relación con la naturaleza, en el que el principio y el fin, es la satisfacción de las necesidades de todos y una vida con dignidad.

Mis hermanos indígenas me enseñaron que nacimos para ser felices. Y es con esta premisa que debemos gobernar, vivir, administrar y actuar.

Amigos y amigas, sin embargo, también debemos reconocer que nos encontramos en un momento difícil y doloroso de la humanidad. Enfrentamos múltiples crisis.

Asistimos a una posible confrontación nuclear, a cada vez mayores niveles de desigualdad y pobreza y a un planeta que debe actuar contra los devastadores efectos del cambio climático. Así vamos camino a la destrucción.

Sin duda, esto nos demuestra que como humanidad, estamos fallando. Debemos comprometernos con la construcción de la paz.

Consecuentes con esta necesidad, el día de hoy suscribiremos el Tratado de Prohibición de Armas Nucleares, y hacemos un llamado a que todos los países suscriban este histórico instrumento internacional.

Sabemos que la industria militar es un gran negocio. Por eso no comprendemos que se condene y persiga a los traficantes, y no a los productores de armas. ¿Cuál es la ética que está en juego?

¿Cómo es posible, que recursos que pueden ser destinados para financiar el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, sean desperdiciados en el absurdo de la guerra?

Queridos ciudadanos y ciudadanas del mundo, creemos firmemente que la paz y el desarrollo se construyen con el diálogo. Pero si continuamos con las guerras y los bloqueos a estados y pueblos, como el bloqueo al hermano pueblo de Cuba, jamás podremos alcanzar una verdadera libertad y democracia. Por eso, insistimos que se respete la soberanía de los estados y la no injerencia.

Llamamos al diálogo como mecanismo para resolver las diferencias en todas las regiones del mundo, siempre respetando el derecho internacional. El militarismo no es la respuesta. Solo trae sufrimiento, dolor y muerte.

Por ello, apoyamos decididamente los diálogos de paz que lleva adelante el gobierno de la hermana República de Colombia con el Ejército de Liberación Nacional, en nuestro país.

Celebramos el Acuerdo de Quito, anunciado hace pocos días, para el “cese al fuego bilateral y temporal” en Colombia. Así, paso a paso, se cumple la proclama de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, Celac, de ser una región de paz.

Como mencioné al iniciar mi intervención, tenemos otro gran desafío: la alarmante desigualdad en el mundo. Es inadmisible que ocho personas posean la misma riqueza que la mitad más pobre de la humanidad. Esta injusticia va contra el derecho al desarrollo y a la dignidad humana.

Un camino para enfrentar la desigualdad de manera urgente, es tomar medidas fiscales justas. Debemos combatir la evasión y la elusión fiscal. Estos recursos son vitales para el desarrollo de nuestros países.

Además, la utilización de los “paraísos fiscales”, ha servido para ocultar la corrupción, tanto del ámbito público como privado. Si queremos combatir la corrupción, debemos fomentar la cultura de la transparencia.

En nuestro país, a través de consulta popular, el pueblo ecuatoriano decidió que ningún funcionario público podrá tener recursos o bienes en paraísos fiscales.

Ecuador, desde la Presidencia del G77 más China, ha impulsado esta agenda global por acciones tributarias justas. Reiteramos la necesidad de crear un órgano intergubernamental sobre cooperación tributaria en las naciones unidas.

Otro mecanismo para fomentar la transparencia, es contar con un instrumento vinculante sobre empresas transnacionales y derechos humanos. Agradecemos el apoyo de todos los países que comparten esta iniciativa.

Amigos y amigas, mirando la devastación causada por los fenómenos climáticos de las últimas semanas, no puedo dejar de expresar mi solidaridad con los pueblos afectados y referirme a uno de los mayores desafíos que tenemos como humanidad: la responsabilidad de combatir el cambio climático.

Debemos cuidar nuestra casa común, asegurar la sobrevivencia del planeta. La explotación sin límite de la naturaleza, nos ha llevado a vivir las consecuencias del cambio climático. Y somos los países en desarrollo los que pagamos los costos más altos.

Tenemos responsabilidades comunes, pero diferenciadas. Los que más contaminan, deben asumir una mayor responsabilidad.

Como ustedes conocen, Ecuador es uno de los ocho países amazónicos. Habiendo nacido y crecido en la Amazonía ecuatoriana, tengo el deber de impulsar la protección de la mayor cuenca hidrográfica del mundo.

Precisamente en el diálogo convocado por el secretario general de Naciones Unidas, presenté la Iniciativa Amazónica, para frenar la deforestación y combatir el cambio climático.

Abogamos por el cumplimiento de todos los acuerdos internacionales para la protección de la naturaleza incluyendo la conservación y uso sostenible de los océanos. Fomentamos el bioconocimiento y la bioeconomía.

Debemos no sólo proteger, sino aprovechar el conocimiento de los guardianes de la naturaleza: los pueblos, comunidades y nacionalidades indígenas.

Quisiera referirme a otro tema de enorme importancia para el mundo de hoy: la crisis migratoria. El Ecuador impulsa el principio de ciudadanía universal y libre movilidad, porque estamos cada vez más interconectados y el derecho a la libre movilidad no puede ser solo para el capital y las mercancías. La movilidad humana enriquece a los pueblos y contribuye a combatir toda forma de discriminación y xenofobia.

Apoyamos firmemente el pacto global sobre migración, que se está discutiendo en esta casa. Cerrar las fronteras no es la solución. Nunca lo ha sido, en la historia de la humanidad.

Al iniciar mi gobierno, convoqué a un gran diálogo nacional, sin excluir a nadie, para lograr acuerdos que permitan construir una sociedad más humana, justa y democrática.

El diálogo es la herramienta para construir sociedades de paz. Esto significa sociedades con empleo, con educación de calidad, con acceso al derecho a la salud, con viviendas dignas y con acceso a servicios básicos. Con el diálogo, se construye la democracia, que es un camino y a la vez un fin.

La democracia se fortalece generando y promoviendo los espacios para que los jóvenes puedan participar en la política. Estamos en la obligación de generar nuevos liderazgos para que nos tomen la posta.

Debemos mantener la defensa de las libertades, entre ellas la de expresión y de cultos. Debemos impulsar un nuevo orden internacional basado en la paz, el respeto a las diferencias, la igualdad y la solidaridad.

No queremos sociedades compasivas, sino solidarias. Para eso es fundamental el amor a los demás, la honestidad y el sentido de comunidad.

Ante el fracaso del modelo de desarrollo fundado en la acumulación, en la desigualdad y en la guerra, podemos y debemos propiciar una sociedad nueva, basada en la construcción del bien común.

Queridos amigos y amigas, todos los países podemos alcanzar el desarrollo con equidad, si contamos con un sistema internacional justo y si nos comprometemos con la erradicación de la pobreza y la desigualdad. Nuestros desafíos son grandes, pero estoy convencido de que somos capaces.

Mi profundo optimismo radica en la confianza en que el diálogo, la decisión política y la acción colectiva, nos permitirán construir un mundo más humano y más justo, en el que todos y todas podamos vivir con dignidad.

Muchas gracias.

El Ciudadano – Sistema de Información Oficial

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