Colombia: tras respaldar el proceso de paz en Bogotá, Francisco se reúne con víctimas del conflicto armado
Papa Francisco estará en Villavicencio para beatificar a sacerdotes colombianos
El papa Francisco llegará a la base militar de Apiay a las 8:30 de la mañana, allí será recibido por algunos fieles, el monseñor Oscar Urbina, arzobispo de Villavicencio; la Gobernadora del Meta, mandos militares y recibirá las llaves de la ciudad de manos del alcalde Wilmar Barbosa. Además, habrá música y danzas tradicionales.
Luego se trasladará en papamóvil hasta la explanada de Catama en donde realizará la misa campal y la ceremonia de beatificación de los sacerdotes colombianos Jesús Emilio Jaramillo Monsalve y Pedro María Ramírez Ramos.
Descansará durante unas horas y posteriormente irá hasta el coliseo del Parque Las Malocas para comenzar a las 3:40 de la tarde, lo que se ha denominado el gran encuentro de oración por la reconciliación nacional. Allí lo recibirán 6.000 víctimas del conflicto.
Finalizado el encuentro, a las 5:20, irá en papamóvil hasta el Parque Los Fundadores en donde lo recibirán 400 niños y habrá un minuto de silencio por las víctimas de la violencia en Colombia y se tiene previsto que el pontífice plante un árbol como símbolo de paz.
El papa regresará a Bogotá a las 6:45 de la tarde.
En la Nunciatura Apostólica lo esperarán grupos de víctimas de la violencia, militares, agentes y exguerrilleros.
Recorrido:
Llegará a la Base Aérea de Apiay, saldrá por el camino Ganadero hasta Catama, donde celebrará la misa campal.
Se trasladará por la avenida Catama y la Circunvalar hasta el Parque Los Fundadores, luego tomará el anillo vial y la vía a Puerto López hasta la Base Aérea para abordar el avión de regreso a Bogotá.
En Villavicencio será el turno de las víctimas
Fueron un poco más de 10 horas por tierra. Rubiela Benítez llegó a Villavicencio con un solo propósito: ser parte de las cerca de 6.000 víctimas que estarán con el Papa en el Gran Encuentro por la Reconciliación.
El evento se realizará este viernes a las 3:45 p. m. en el parque Las Malocas, donde Francisco pronunciará una oración de 45 minutos por la paz y el perdón entre los actores de la guerra.
“Primero, darle las gracias –comenta Rubiela–; las víctimas del conflicto estamos muy contentas de que nos haya tenido en cuenta. Es necesario que la gente sepa que el conflicto dejó muchas víctimas, todos hemos sufrido este flagelo y vemos su visita como algo necesario”.
Rubiela fue víctima de las Auc, las Farc y el Eln; desde los 15 años la ha perseguido el terror de tener que huir, esconderse, estar en las calles con un bebé en sus brazos sin saber hacia dónde ir.
En el 2001, cuando vivía con su compañero sentimental en la vereda Cañonegro, en Arauca, los paramilitares les dieron una advertencia a todos los habitantes de la zona para que se fueran del lugar, pues se rumoraba que entre ellos había informantes de la guerrilla.
“Usted no sabe lo difícil que es llegar a una ciudad sin nada –señala Rubiela–, tener que ver para dónde vamos, con el miedo de que nos hagan daño”.
Su esposo, Carlos Sánchez, fue asesinado en el 2005; esta vez, la amenaza fueron los guerrilleros de las Farc, que los acusaron de ser informantes de los paramilitares.
Pese a las amenazas, esta mujer, de 33 años, se dedicó a trabajar por las viudas que ha dejado el conflicto, y así nació Asomuvida, colectivo que reúne a las mujeres que han perdido a sus esposos por causa del conflicto armado.
“Tenemos que estar unidos –dice esta araucana–, es importante que no se desvíe el proceso hacia lo político, que se cuente con las víctimas; por eso espero que la visita del Papa fortalezca esa presencia de las víctimas en todo esto, pues somos nosotros los que necesitamos la reparación y la verdad”.
En su viaje no lleva mucho equipaje, pero sí el clamor de las 1.200 mujeres que pertenecen a su asociación, las que durante más de 30 años han tenido que padecer la muerte de hijos, hermanos y esposos.
La Unidad Para la Atención de Víctimas se encargará de movilizar a algunas de las personas que participarán en este evento, en el cual se espera que quienes han sufrido la guerra en carne propia tengan la oportunidad de hacer una oración con Francisco.
Otro de los elementos que formarán parte del encuentro es el Cristo de Bojayá, el símbolo de la tragedia ocurrida en mayo del 2002 en esa población chocoana, donde más de 70 personas murieron cuando se refugiaban en la iglesia del municipio y un cilindro cayó sobre el recinto.
“El Cristo será bendecido por el Papa en la ceremonia. Nos llena de orgullo y a la vez de fortaleza saber que hicimos parte de esto”, comentó la hermana Auria Saavedra.
El Cristo llegó a Bogotá el miércoles; desde allí, varias víctimas salieron en una gran caravana para Villavicencio, donde esperan con ansias el gran encuentro con el sumo pontífice.
Mujeres quieren un lugar
Irma Tulia Escobar siente un orgullo inmenso al poder estar en este encuentro; sobreviviente del paramilitarismo en el Valle del Cauca, sostiene que sería un honor para las mujeres poder pedirle al Papa que hable para que las mujeres no se queden sin espacio en el proceso de paz.
“Como mujeres –dice Irma–, es muy importante para nosotras que no se nos deje de reconocer en todo este camino hacia la paz”.
La Fundación Luz de Esperanza del Futuro, que ella preside, trabaja en el centro del Valle con el fin de velar por las víctimas del conflicto armado en esa región.
Diana (nombre cambiado por seguridad), otra mujer que estará en el encuentro, asegura que espera poder hablar con el Papa para pedirle que rece por el país, al que tanto le ha costado reparar las heridas que dejó el conflicto armado.
“Ojalá el Papa nos escuche –afirma Diana–, queremos que haga algo para que el país no siga tan dividido como está”.
Papa les habló a un millón de almas en su primera misa en Colombia
Ante más de un millón de devotos, el papa Francisco ofreció este jueves la primera eucaristía de su visita a Colombia. La misa campal se realizó bajo una gran producción en el parque Simón Bolívar, en el occidente de la capital del país.
Al lugar, los fieles tuvieron que entrar con boleta y quedó prohibido el ingreso de cualquier alimento o bebida después de las 2 p. m.
Una lista de canciones escogidas por el Vaticano acompaña la liturgia. En su mayoría fueron piezas de ritmos colombianos compuestas por el maestro Luis Torres Zuleta con arreglos de Juan Antonio Cuéllar. En el momento penitencial de la misa sonó ‘Señor, ten piedad’.
La cantante colombiana Maía fue la escogida para interpretar uno de los salmos. Diversos coros musicales estuvieron presentes, entre estos, Scholla Cantorum y el coro Santa Cecilia. En los instrumentos los acompañó la Orquesta Filarmónica de Bogotá.
Durante esta misa, el papa Francisco usó algunas prendas propias de las celebraciones litúrgicas. Por ejemplo, el báculo, que es el bastón que simboliza la autoridad del pastor que guía a su rebaño. También el palio, una banda de lana blanca con figuras de la cruz que representan el rango eclesiástico.
Además, está usando la casulla, una manta superior de diversos colores –según el evento–. Simboliza la caridad. Tras la entonación del Evangelio comienza la homilía, en la que el Papa da su mensaje central a los colombianos.
En esta, el sumo pontífice habló, por supuesto, sobre el asunto de la paz e invitó a las personas a dejar los intereses particulares y mezquinos. Además, fustigó la corrupción.
El pasaje del Nuevo Testamento de la multitudinaria misa recordó el momento cuando Jesús le ordena a Simón Pedro ir «mar adentro», a pesar de todas sus dudas y temores frente a la tormenta.
Con la terminación de la oración de fieles, se dio inicio en ese momento a la preparación de la mesa para la eucaristía.
El papa Francisco recibió las especies eucarísticas –el pan y el vino– para ofrecerlas en el altar.
Una de las curiosidades del evento es que ese altar también fue utilizado por Pablo VI y Juan Pablo II durante sus visitas a la capital. Luego vino la aclamación del ‘tres veces Santo’ y la consagración.
El cardenal Rubén Salazar, al igual que otros altos jerarcas de la Iglesia católica colombiana, también estuvo acompañando la misa.
Tras el tradicional saludo de la paz, diversos sacerdotes, diáconos y ministros extraordinarios de la eucaristía comenzaron la distribución de las hostias consagradas.
Al final de la misa, que también concluyó la jornada inspirada en el lema: «Artesanos de paz -promoción de la vida- María, madre de la vida», el arzobisbo de Bogotá, cardenal Rubén Salazar, dio algunas palabras para el santo padre.
Luego de esto, el papa Francisco se dirigió a la Nunciatura Apostólica, donde el sumo pontífice hará su última actividad con un grupo de niños, ancianos y personas en condición de discapacidad a quienes impartirá su bendición.
El evento del parque Simón Bolívar se realizó en el segundo día oficial del viaje del santo padre, quien en la mañana de este jueves se reunió con el presidente Juan Manuel Santos en la Casa de Nariño. Posteriormente, el sumo pontífice dio su mensaje de esperanza y perdón frente a los más de 22.000 jóvenes que asistieron a la plaza de Bolívar.
Así mismo, se reunió con 130 obispos colombianos, a quienes les encomendó la labor de llevar la reconciliación al país.
Los cuatro mensajes que el papa Francisco le dio a Colombia
Fue explícito en que vino a cumplir ‘un itinerario de paz y reconciliación’. En su jornada de 11 horas, en cuatro escenarios distintos, Francisco llamó al perdón, la unidad, la justicia y a reivindicar a los marginados.
En su paso el jueves por cuatro escenarios de Bogotá, en los que habló ante cuatro audiencias distintas, el papa Francisco hizo cuatro discursos diferentes, pero en todos, de manera explícita o tácita, se refirió a la paz que está buscando Colombia, llamó al perdón, a dejar atrás la venganza y reconciliarse. Pidió unidad para hacer una nueva Colombia y dar a los pobres y excluidos el lugar que no han tenido.
Para empezar, el pontífice se declaró “un peregrino de la paz”. Y en la plaza de Armas de la Casa de Nariño, donde comenzó su día público e hizo su primera intervención ante el presidente Juan Manuel Santos y otras autoridades políticas, manifestó su “aprecio” por los esfuerzos “para poner fin a la violencia armada”. “Y quise venir hasta aquí para decirles que no están solos, que somos muchos los que queremos acompañarlos en este paso; este viaje quiere ser un aliciente para ustedes, un aporte que en algo allane el camino hacia la reconciliación y la paz”, señaló el santo padre.
A cada una de sus audiencias, la clase política, los jóvenes, los obispos y, finalmente, los feligreses, las invitó a jugar un papel específico en este momento de Colombia.
Así, desde el balcón del Palacio Cardenalicio se dirigió a los 22.000 jóvenes que lo habían esperado desde las 3 de la mañana en la plaza de Bolívar y les pidió ser los pioneros de esa tarea. “Vuestra juventud los hace capaces de algo muy difícil en la vida: perdonar. Perdonar a quienes nos han herido. Es notable ver cómo no se dejan enredar por historias viejas, cómo miran con extrañeza cuando los adultos repetimos acontecimientos de división simplemente por estar atados a rencores”.
Y en el salón del Palacio Cardenalicio, donde se reunió con los obispos, les dijo: “Vengo para anunciar a Cristo y para cumplir en su nombre un itinerario de paz y reconciliación. Los nombró “custodios y sacramento” de ese primer paso.
Durante una larga jornada de más de 11 horas, que comenzó a las 8 de la mañana y terminó a las 7: 15 de la noche, el Papa fue insistente en la unidad de los colombianos.
Ante los 1, 3 millones de personas que lo escucharon durante la misa en el parque Simón Bolívar, el último acto de su visita a Bogotá, Francisco dijo que llegó la hora de “volver a considerarnos hermanos, compañeros de camino”.
A los políticos les pidió leyes justas
“Que este esfuerzo (de la paz) nos haga huir de toda tentación de venganza y búsqueda de intereses solo particulares y a corto plazo”.
“Se necesitan leyes justas que puedan garantizar esa armonía y ayudar a superar los conflictos que han desgarrado esta Nación por décadas”.
“Los animo a poner la mirada en todos aquellos que hoy son excluidos y marginados por la sociedad”.
A los obispos: no tomar partido
“Muchos pueden contribuir al desafío de esta Nación, pero la misión de ustedes es singular. Ustedes no son técnicos ni políticos, son pastores”.
“A la Iglesia no le interesa otra cosa que la libertad de pronunciar esta Palabra (reconciliación). No sirven alianzas con una parte u otra, sino la libertad de hablar a los corazones de todos”.
“La guerra sigue lo que hay de más bajo en nuestro corazón, la paz nos impulsa a ser más grandes que nosotros mismos”.
A los jóvenes, impulsar el perdón
“Ustedes pueden enseñarnos que la cultura del encuentro no es pensar, vivir, ni reaccionar todos del mismo modo; es saber que más allá de nuestras diferencias, somos todos parte de algo grande que nos une”.
“Enfrentan el enorme desafío de ayudarnos a sanar nuestro corazón; a contagiarnos la esperanza joven que siempre está dispuesta a darles a los otros una segunda oportunidad”.“Ustedes nos ayudan en este intento de dejar atrás lo que nos ofendió, de mirar adelante sin el lastre del odio, porque nos hacen ver todo el mundo que hay por delante, toda la Colombia que quiere crecer”.
Llamado a los feligreses
“En Bogotá y en Colombia peregrina una inmensa comunidad que está llamada a convertirse en una red vigorosa que congregue a todos en la unidad”.
“Llamar a todos para que nadie quede al arbitrio de las tempestades (…) Hacer lugar al bien común por encima de los intereses mezquinos o particulares, cargar a los más frágiles promoviendo sus derechos
“Jesús nos invita a ir mar adentro, nos impulsa al riesgo compartido. A perder miedos que no vienen de Dios, que nos inmovilizan y retardan la urgencia de ser constructores de la paz, promotores de la vida”.