Agua, ¿preludio de guerra en América?

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Agua, ¿preludio de guerra en América?

Por Hedelberto López Blanch

Aunque la noticia ha pasado prácticamente inadvertida para los medios de comunicación, no deja de ser importante y alarmante por sus posibles consecuencias para todos los países del continente americano.

Un estudio de la NASA ha llegado a la conclusión de que el volumen total de agua en las cuencas de los ríos Sacramento y San Joaquín, en el Estado de California, Estados Unidos, ha disminuido desde 2014 en 34 millones de acre-pie  (42.000 millones de metros cúbicos, lo cual significa un efecto demoledor para la economía de ese extenso Estado de la Unión.

La información apareció en un artículo en The Ángeles Times, firmado por el científico del Laboratorio de Propulsión a Chorro de esa institución, Jay Famiglietti, en el cual se afirma que California viene perdiendo agua almacenada desde 2002, y que dos tercios de estas mermas se derivan del uso de aguas subterráneas por los agricultores que han tratado de combatir los efectos de las sequías .

Con gran énfasis, el científico asegura que “los almacenamientos actuales de agua en California podrían acabarse dentro de un año” y que las autoridades deben activar medidas restrictivas sobre el uso del líquido almacenado en todos los sectores y permitir la formación de agencias regionales de sostenibilidad.

En los cálculos del equipo encabezado por Famiglietti se tuvo en consideración los volúmenes que comprenden la nieve fundida, las reservas y el agua subterránea.

La noticia trae a colación el interés manifiesto que a lo largo de estos últimos años ha demostrado Estados Unidos en tener una mayor presencia en la zona cercana al Acuífero Guaraní que se extiende desde el norte de Brasil hasta la pampa argentina. Se calcula que tiene 37 000 millones de metros cúbicos, y cada kilómetro cúbico es igual a 1 billón de litros.

Con 1.190 000 kilómetros cuadrados de extensión, superficie mayor que las de España, Francia y Portugal juntas comprende 850 000 kilómetros cuadrados del Brasil (equivalente al 9,9 % de su territorio), 225 000 de la Argentina (7,8 %), 70.000 kilómetros cuadrados de Paraguay (17,2 %) y 45.000 kilómetros cuadrados de Uruguay, 25,5 % de la superficie de la nación oriental.

Sus fuentes podrían abastecer indefinidamente a 360 millones de personas, mientras la población actual en el área del acuífero, se estima en 17 millones.

Los jefes del Comando del Ejército Sur de Estados Unidos han mantenido una cíclica presencia en esa región y el Banco Mundial comenzó, a partir de 2007, a financiar proyectos en el Guaraní.

Desde hace más de un siglo, los países poderosos han lanzado guerras o controlado a gobiernos dóciles para apoderarse del control de los yacimientos de hidrocarburos existentes en diferentes naciones.

En América Latina casi todos los depósitos estuvieron bajo intervención de Estados Unidos y en otras regiones, han sido lanzadas violentas guerras de rapiñas para apoderarse del petróleo y gas como en Libia, Irak, Siria o Sudán, por citar algunas.

Ahora los expertos auguran que más temprano que tarde, las nuevas guerras tendrán como trasfondo, tratar de apoderarse de las grandes fuentes de agua, debido a la escasez y la contaminación en algunos países de ese líquido fundamental para la vida en el planeta.

Observemos estos datos: El 70 % de la tierra esta cubierta por agua salada y solo el 2,5 % potable. De éstas, el 70% se utiliza en la agricultura, el 20 % en la industria y el 10 % al consumo humano. La contaminación de las aguas provocan la muerte de más de 5 000 000 de personas, principalmente de menores de edad.

Unos 1 200 millones de habitantes no tienen acceso al agua y 2 200 millones viven sin condiciones sanitarias. Para 2050 la Organización de Naciones Unidas estima una población mundial de 9 000 millones con una demanda superior al 60 % de la actual, mientras que el 85 % de las fuentes hídricas se encuentran donde habita el 12 %.

Resulta muy sintomático que un informe de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA) ha afirmado que el agua será una de las mayores causas de conflicto internacional. En 1997, cuando en América Latina primaban gobiernos dóciles a Estados Unidos, varios países abrieron sus puertas al Banco Mundial, al pasar las universidades de Santa Fe y Buenos Aires, la de Uruguay y varias de Brasil, los derechos de investigación del acuífero Guaraní a esa institución financiera.

Para noviembre de 2001 el BM, por medio de una de sus instituciones especializadas, el Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF por sus siglas en inglés) comenzó a financiar la investigación y los trabajos para lograr el “desarrollo sustentable” de ese reservorio.

Dos años después, en noviembre de 2003, se reunieron en Montevideo los integrantes del MERCOSUR con el BM y se firmó el Proyecto de Protección Ambiental y Desarrollo Sustentable del Sistema Acuífero Guaraní. El GEF garantizó para el financiamiento, 13,4 millones de dólares aportados por bancos de Estados Unidos, Holanda y Alemania. La Organización de Estados Americanos y la Unidad para el Desarrollo Sostenible (OEA-USDE) con sede en Washington actuarían como la filial regional de ejecución y el Banco Mundial como la agencia de implementación.

Durante el IV Foro Mundial del Agua celebrado en Ciudad de México en marzo de 2006, el entonces presidente del BM, Paul Wolfowitz emitió un documento denominado “Espejismo en el Agua”, donde expresaba que el Banco Mundial solo facilitaría préstamos para la asistencia del agua con la condición de que dicho servicio se privatizara.

Pero como ha expresado el expresidente ecuatoriano Rafael Correa, ya comenzaba para la región un “cambio de era” y el texto fue descalificado por los asistentes. En ese documento se indicaba que el país que se negara a acatar las decisiones vería recortados los créditos para otras inversiones en el sector público.

Con la reciente información de la NASA referente a la escasez de agua en el extenso Estado norteamericano de California, las naciones del sur del continente tendrán que estar alertas para evitar las nuevas amenazas que se ciernen sobre el Acuífero Guaraní.


Fragmentos del Libro «Las Guerras del Agua» de Elsa Bruzzone

El agua potable se ha transformado en el recurso estratégico del siglo XXI. Ha sido, es y continuará siendo, sin lugar a dudas, fuente permanente de conflictos. La Carta Mundial de la Naturaleza, aprobada y adoptada por las Naciones Unidas en la Sesión Plenaria de la Asamblea General del 28 de octubre de 1982, advierte: “La competencia por acaparar recursos escasos es causa de conflictos”. Y el agua potable es un bien escaso, ya que sólo constituye el 2,5% del total del agua del mundo; el 97, 5% restante lo encontramos en los mares y océanos y la tecnología necesaria para desalinizar el agua es cara porque requiere muchísima energía y compleja porque no se ha encontrado el modo de deshacerse de los productos químicos y de la salmuera que queda del proceso.

El agua potable, a diferencia del petróleo, no tiene sustituto. Si una fuente de agua se agota, se pierde; si se contamina y no la podemos descontaminar también se pierde.

A diario unas 2.000.000.000 de toneladas de desechos son arrojadas en aguas receptoras incluyendo residuos industriales y químicos, vertidos humanos y desechos agrícolas (fertilizantes, pesticidas y residuos de éstos) Se estima que la producción de aguas residuales a nivel global es de 1500 kilómetros cúbicos. Se dice que cada litro de agua residual contamina ocho litros de agua dulce; si esto es así, la carga mundial de contaminación asciende a 12.000 kilómetros cúbicos. Conviene recordar que más del 80% de los desechos peligrosos del mundo se producen en EE.UU. y otros países industrializados. Lamentablemente en los países en desarrollo, el 70% de los desechos industriales se vierten al agua sin tratamiento adecuado.

El agua es vida. Sin ella, el planeta y los seres que lo habitan no existirían. El Corán, en el Libro de los Profetas 21:30, dice: “A través del agua, damos vida a todo”. Quien controle el agua potable, controlará la vida y la economía del mundo. Los países más ricos del planeta tienen sus recursos hídricos, especialmente los subterráneos, en vías de agotamiento por la sobreexplotación; y altamente contaminados por desarrollos industriales y agrícolas llevados a cabo sin tener en cuenta el cuidado del medio ambiente. Han depredado alegremente sus recursos naturales y ahora los buscan en aquellos países que aún conservan los suyos.

Hoy mueren 5.500 niños por día debido a las enfermedades que causan la falta de agua potable segura y de saneamiento básico y los países europeos no están exentos de esto, en el año 2002, la Comunidad Económica Europea (CEE) informó que más de 13.500 niños europeos morían por año por condiciones inadecuadas de agua, y que esto era particularmente grave en los países que habían formado parte de la ex Unión Soviética. Informes canadienses y norteamericanos llegaron a la misma conclusión con respecto a índices de mortalidad infantil en ambos países.

Beber agua contaminada transmite cólera, tifus, diarrea, hepatitis viral, disentería, entre otras cosas. Lavarse los ojos y manos con agua en esas condiciones provoca tracoma y este ceguera; y lavarse el cuerpo, enfermedades en la piel.

A ello debemos sumarle las lesiones en columna, pelvis, cabeza y cuello que sufren las mujeres y los niños que habitan los países en vías de desarrollo y subdesarrollados porque caminan grandes distancias para buscar agua y cargan enormes recipientes para trasportarla.

El proyecto del milenio de la ONU estableció que se necesitan entre 51.000.000.000 y 102.000.000.000 de dólares para lograr el abastecimiento de agua potable. Y, además, de 24.000.000.000  a 42.000.000.000 de dólares para saneamiento en el período 2001/2015 para todos los habitantes del planeta. Si sacáramos un promedio, teniendo en cuenta las tecnologías a utilizar para obtener esa meta, nos daría 76.500.000.000 para agua y 33.000.000.000 para saneamiento, lo cual implica un total de 109.500.000.000 de dólares para el período determinado. La cifra anual de inversión es de 7.300.000.000 de dólares; menos de la mitad de los 17.000.000.000 de dólares que Europa y EE.UU. gastan anualmente en comida para mascotas.

Y como la solidaridad no existe, se les pide a los países pobres contraer préstamos con los organismos financieros internacionales para solucionar sus problemas. El ser humano ha dejado de ser considerado un sujeto; se ha transformado, al igual que el agua potable, la vida animal, vegetal, la naturaleza y el planeta, en mercadería, cosa, objeto que se compra y se vende de acuerdo a las leyes de oferta y demanda del mercado. Un dato más esclarecedor se refiere al consumo de agua: los europeos consumen en promedio más de 200 litros de agua diarios, los norteamericanos más de 400, y 1.100.000.000 de seres humanos en el resto del planeta apenas llegan a 5 litros diarios de consumo.

A finales de febrero del año 2004, el Pentágono elevó un informe al Congreso y gobierno norteamericano, allí se mencionan los devastadores efectos que está produciendo en el planeta el calentamiento global y especialmente sobre los recursos hídricos del planeta.

(Cabe recordar que EE.UU. es responsable del 30% de las emanaciones de gases tóxicos a la atmósfera; que se retiró del Protocolo de Kyoto que regula, aunque de manera insuficiente, la emisión de gases responsables del calentamiento global, en el año 2001; y que en octubre del año 2003, en la Conferencia de Seguridad Hemisférica celebrada en Monterrey, México, se negó a firmar las resoluciones relativas a la protección del medio ambiente)

El informe advierte, también, sobre el agravamiento de la situación para los años 2020/2030, en los que la humanidad hará frente a más intensas y seguidas sequías, hambrunas y, sobre todo, a la escasez de agua potable. Ante esto, se sugiere el despliegue de las fuerzas armadas norteamericanas por el mundo para tomar el control de esos recursos donde quiera que se encuentren. Esta idea no desagrada a la OTAN, aliada y cómplice de EE.UU., y también está presente -entre líneas-  en la Constitución Europea, y explícitamente en la Iniciativa en Materias Primas que proponen una nueva colonización de América Latina y el Caribe, África y Asia.

Recientemente (tres años aprox), altos jefes militares y navales norteamericanos advirtieron, en un informe elaborado por The CNA Corporation, que el cambio climático afectará los intereses estratégicos de EE.UU. en el mundo. Se sostiene ahí que la escasez de recursos naturales puede llegar a provocar el colapso de la sociedad; que se incrementará la escalada de conflictos militares por la posesión de los recursos, ante todo alimentos y agua; que la presión migratoria provocará conflictos políticos, y que los factores críticos del siglo XXI son el agua potable y la energía.

Cabe que tengamos en cuenta que en América del Sur el agua dulce abunda por doquier.

El último Informe Mundial sobre el Cambio Climático, dado a conocer en junio de 2008, advierte que los recursos hídricos son vulnerables a los impactos de las transformaciones en el clima. Las altas temperaturas y cambios extremos están afectando los acuíferos y estuarios (grandes áreas de ellos se salinizan, proceso al cual también contribuye la polución), los ecosistemas, la salud, la biodiversidad, la agricultura, las islas, las zonas polares y los glaciares que se derriten a pasos acelerados (en el Hindu-Kush-Himalaya), 204 lagos glaciares están en peligro por el derretimiento de los glaciares que los alimentan). La seguridad alimentaria se encuentra amenazada sobre todo en África y Asia. El informe sobre Desarrollo Humano 2007/2008 de Naciones Unidas advierte que se ha intensificado y acelerado el proceso de disminución del ciclo hidrológico global y que están seriamente afectados los lagos y el permafrost.

Por su parte, todos los informes regionales sobre los recursos hídricos presentados en el V Foro Mundial del Agua, realizado en marzo de 2009 en Estambul, Turquía, reconocen el impacto del cambio climático sobre cada uno de ellos.

El Tercer Informe de Naciones Unidas, presentado en el mismo Foro, confirma lo dicho anteriormente y agrega además que se espera que 700.000.000 de personas migren por problemas de escasez de agua y que los costos anuales para hacer frente a los desafíos que presenta el cambio climático y adaptarse al mismo oscilan, según los distintos organismos consultados, entre 37.000.000.000 y 100.000.000.000  de dólares.

El panorama no es alentador. La Carta Mundial de la Naturaleza, citada al comienzo de este trabajo, afirma: “la conservación de la naturaleza y de los recursos naturales contribuye a la justicia y al mantenimiento de la paz, pero esa conservación no estará asegurada mientras la humanidad no aprenda a vivir en paz y a renunciar a la guerra y los armamentos”.

El 6 de noviembre de 2008, el secretario general de la ONU Ban Ki-Moon expresó: “El medio ambiente y los recursos naturales son cruciales para consolidar la paz dentro de las sociedades asoladas por la guerra (…) Renovemos nuestro compromiso de prevenir la explotación del medio ambiente en épocas de conflicto y de protegerlo como pilar de nuestra labor en pro de la paz”

En 1997, Ismael Serageldin, ex vicepresidente del Banco Mundial, manifestó: “Así como el siglo XX es el siglo de las guerras por el petróleo, las guerras del siglo XXI serán por el agua… Quienes tengan ese recurso podrían ser blanco de saqueos forzados”

Desde marzo de 2008, Ban Ki-Moon viene advirtiendo que en este siglo los conflictos por la posesión de agua y alimentos, que son bienes altamente estratégicos, se agudizarán, y directamente se refiere a ello como un siglo de guerras por el agua.
Ninguno de los países que posee agua está exento de estos peligros. Es preciso estar alertas. De ello dependerá nuestra supervivencia como pueblos y la del planeta como tal.

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