Los expulsados, los migrantes, la ciudadanía sudamericana

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Los expulsados, los migrantes, la ciudadanía sudamericana

Hoy casi 29 millones de latinoamericanos residen en países distintos a los de su nacimiento. Para los expertos de la Unasur, el problema de las migraciones en Suramérica es manejable con relación a otros países, ya que el porcentaje no pasa del 1,5 por ciento y en el resto del mundo está llegando al 5 por ciento de la población.

“Tenemos que llegar a que estos emigrantes sean reconocidos como ciudadanos con todos sus derechos en todas las partes del mundo. No puede ser que estemos hablando en un proceso de globalización, para pedir que haya libre circulación de bienes de capital, de tecnología y de inversiones, pero lo único que no puede circular son las personas. Esa es una de las grandes contradicciones éticas que tiene la globalización”, señaló el último secretario general de Unasur, el expresidente colombiano Ernesto Samper.

En 2012, la Unasur decidió iniciar la construcción de la Ciudadanía Suramericana a partir de su dimensión migratoria, considerando la ampliación de los acuerdos regionales, subregionales y bilaterales. Pero hubo poco avance con respecto a ello, aunque sí significativos en relación con otras regiones del mundo, al eliminarse la exigencia de visas entre los países.

En las últimas décadas (y hasta el advenimniento de Donald Trump a la presidencia), los latinoamericanos emigraron sobre todo a Estados Unidos, donde sobreviven unos once millones de indocumentados –90 por ciento de ellos son latinoamericanos–, pero las migraciones Sur-Sur involucran a cuatro millones de personas y crecen al ritmo de 1,7 por ciento anual. Llevan a personas, por ejemplo, de los países andinos hacia Chile y Argentina y a los centroamericanos hacia Costa Rica.

Jorge Bustamante, relator especial de la ONU para los Derechos de los Migrantes, señala que en la frontera entre México y Estados Unidos sigue ocurriendo violaciones, asesinatos, separación de familias, maltratos, trabajo no pagado. Lo cierto es que la Convención Internacional de la ONU

para la protección de los trabajadores migrantes y de sus familias, de 1990, no ha sido ratificada por ningún país de recepción, sólo lo fue por los países de origen de los migrantes.

En los países de destino, los inmigrantes son estigmatizados y excluidos socio-cultural y socioeconómicamente. Por sus vulnerabilidades son presa fácil para la violación de sus derechos humanos. La asimilación a una nueva cultura es un proceso complejo y muchas veces debe realizarse en contextos xenofóbicos donde existe la percepción de que los que vienen ejercen una carga sobre los sistemas de seguridad social y de salud o que vienen a ocupar los puestos de trabajo de los nacionales.

Y no hay peor momento para los inmigrantes que una crisis económica. En ese contexto, una de las respuestas más comunes es el aumento del sentimiento de rechazo y de la presión popular para crear políticas proteccionistas

Ciudadanía sudamericana, en el olvido

En octubre de 2016 Samper, informó que Unasur aprobó el concepto de “ciudadanía suramericana”, para impulsar el libre tránsito en la región.“Aprobamos el concepto de ciudadanía suramericana. Cualquier suramericano puede optar por la visa de residente para trabajar, puede ejercer su derecho a homologar los títulos, derecho a tener la protección consular, derecho de los emigrantes a tener una protección efectiva”, explicó.

Samper agregó que “el derecho al pasaporte suramericano podría ser el registro más importante que se haya logrado en la región”.

Siete personajes de Suramérica, entre ellos el papa Francisco, el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y el presidente de Bolivia, Evo Morales, protagonizan la campaña “Soy del Sur”, lanzada para crear la conciencia de identidad suramericana entre los ciudadanos del continente. Impulsada por la Unasur, la campaña contó también con la participación de la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, el expresidente de Uruguay José Mujica, el chef peruano Gastón Acurio y el cantante argentino Piero.

Bajo el lema “Somos únicos y dejamos nuestra huella por el mundo”, todos ellos aparecen en los vídeos de la iniciativa “pretende desarrollar la identidad y el sentido de pertenencia en los 417 millones de suramericanos”.

Samper subrayó que ese bloque “no es solamente un grupo de gobiernos, ni siquiera una unión de Estados”, sino que también “hay personas, hay raíces históricas, hay lo que llaman patrimonio inmaterial”.

Bachelet destacó aspectos del carácter suramericano, como la solidaridad, además de la capacidad de hacer frente a la violencia y de combatir la desigualdad. Evo Morales resaltó el espíritu de “gran familia y la pertenencia” que une a los suramericanos. “Soy del sur de nacimiento, pero mucho más de conciencia, pertenezco a los que llegaron tarde y luchan por ser”, afirmó contundente el expresidente uruguayo José Mujica.

¿Pero qué tan aterrizadas son las intenciones de Unasur en este sentido? Andrés Molano, director académico del Observatorio de Política y Estrategia en América Latina (Opeal), consideró que “no se puede hablar de ciudadanía suramericana mientras que no exista una verdadera comunidad política. Y Unasur está muy lejos de ser eso, tanto como está lejos de ser un mecanismo de integración real. Es por ahora solo un foro de concertación, que además está muy agotado en la actualidad”.

Hoy muchos de los nuevos gobernantes prefieren identificarse con el norte colonizador y expoliador que con los pueblos originarios y la historia independentista y soberana de los pueblos de la región. ¿Otra oportunidad perdida?

*Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

 


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