El vicepresidente de EEUU, Mike Pence, llega a Argentina para reunirse con Mauricio Macri
El vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, llegó a la Argentina y será recibido por Mauricio Macri
El vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, se encuentra en la Argentina desde esta noche, cuando arribó en el marco de un fuerte operativo al aeropuerto de El Palomar. Fue recibido por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y el canciller Jorge Faurie.
El funcionario estadounidense arribó minutos antes de las 20, acompañado por su esposa Karen Pence y colaboradores. Se saludó con Bullrich y Faurie para luego subirse a un auto que lo trasladaría hacia su alojamiento.
El presidente Mauricio Macri lo recibirá mañana para abordar una serie de propuestas de la Argentina para incrementar el comercio entre las naciones. También debatirán sobre la situación política y social de Venezuela.
El encuentro entre Macri y Pence se llevará mañana al mediodía en la residencia de Olivos, con la asistencia de Faurie y el encargado de negocios de la Embajada de los Estados Unidos en nuestro país, Tom Cooney.
Al término del encuentro ofrecerán una conferencia de prensa para medios nacionales y extranjeros.
El de mañana será el segundo encuentro entre Macri y Pence. El primero se llevó a cabo cuando el jefe de Estado se reunió con su colega estadounidense, Donald Trump, el 27 de abril pasado en la Casa Blanca, en Washington, donde firmaron diversos acuerdos de cooperación bilateral.
El vicepresidente de EEUU mantendrá también un encuentro con su par argentina, Gabriela Michetti, y miembros del gabinete nacional, agregaron los voceros consultados aunque aún no precisaron el lugar del encuentro con la funcionaria.
Quién es Mike Pence, el vice de Donald Trump que hoy llega a la Argentina
Es un ultraconservador, pero aún así es la cara sensata, moderada y experimentada en política del gobierno de Donald Trump. No tiene la verborragia explosiva de su jefe ni sufre de exabruptos en Twitter. Pero, con todo, el vicepresidente Mike Pence se ajusta al perfil de hombre/funcionario que el magnate de Nueva York ha buscado para su equipo: blanco y bien a la derecha, cristiano y ferviente opositor al aborto y el matrimonio gay.
«Soy cristiano, conservador y republicano, en ese orden», se lo escuchó decir.
Pence, un abogado de 57 años, casado y con tres hijos, antes de ser gobernador de Indiana fue representante en la cámara Baja de Washington por más de 10 años, de ahí su aporte de experiencia ejecutiva y legislativa a Trump.
Es un hombre de bajo perfil, bien visto en el establishment republicano, por lo que su elección –en su momento– fue vista como una contribución a la unidad del partido.
Donald Trump dijo en su momento que buscaba un «perro de ataque» en su vicepresidente. Alguien «experto en el combate cuerpo a cuerpo», según le dijo al diario estadounidense The Washington Post.
Pero más que un perro de ataque, Pence es el «buen tipo» que busca apaciguar el impacto de las efervescentes declaraciones de Trump. Y lo hace sin caer en la deslealtad, aún en los casos más difíciles de defender.
Pence tiene en su haber además polémicas leyes.
En 2015, captó la atención con su Ley de Restauración de la Libertad Religiosa.
La legislación permitía que los dueños de negocios actuaran conforme a sus principios religiosos, por lo que tendrían la libertad de negar atención o servicios a miembros de la comunidad LGBT.
Ante la presión de activistas, políticos y amenazas de boicot de corporaciones nacionales, finalmente fue aprobada una enmienda que prohibía la discriminación.
El gobernador también firmó un endurecimiento de los supuestos en los que se permite el aborto, especificando en una nueva ley que una madre no puede optar por el procedimiento cuando el feto «tenga síndrome de Down o cualquier otra discapacidad». Esta legislación fue bloqueada por un juez federal.
Pero su origen en política tiene inspiración liberal demócrata. El propio Pence reconoció que en 1980 votó en la elección presidencial por el demócrata Jimmy Carter.
Además dijo que ingresó a la política inspirado por el ex presidente John F. Kennedy y por el líder de los derechos civiles Martin Luther King Jr.
Pero su modelo hoy se llama Donald Trump. «Un luchador, un constructor y un patriota», según dice.
Mike Pence se encuentra actualmente de gira por la región. Esta noche llega a Argentina, proveniente de Colombia. Sus siguientes escalas serán Chile y Panamá.
Con una ayuda de los amigos
Llegó a la Argentina el vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence, cuyo gobierno alimenta a toda la región con las infinitas variables de la doctrina de las nuevas amenazas. Hace dos meses, Pence asistió a un encuentro en la sede del Comando Sur en Miami, Florida, con los presidentes de Honduras, Guatemala y El Salvador y con funcionarios de México, en las que se analizaron cuestiones de seguridad. Esto denota la profunda penetración en Centroamérica de la militarización de la política exterior estadounidense. También participaron el Secretario de Estado Rex Tillerson y el entonces Secretario de Seguridad Interior, General John F. Kelly, antes jefe del Comando Sur de sus Fuerzas Armadas y ahora jefe de gabinete de Trump.
Desde fines del siglo pasado, el Comando Sur, que conduce la política exterior estadounidense hacia lo que ellos llaman el Hemisferio Occidental, definió como “nuevas amenazas” [a su propia seguridad] el terrorismo, el narcotráfico, la delincuencia trasnacional, el indigenismo y el populismo radicalizado. Sus formulaciones se van actualizando cada año y siempre son más imprecisas y abarcativas, de modo que nada escape al panóptico regional desde el que se ejerce la vigilancia y se amenaza con el castigo. El 20 de julio, el presidente Donald Trump firmó una Orden Ejecutiva por la cual prorrogó hasta el 24 de julio de 2018 la declaración de emergencia nacional para enfrentar “la extraordinaria e inusual amenaza” constituida por las actividades de las “significativas organizaciones criminales trasnacionales” que “agravan los conflictos civiles violentos y cada vez más facilitan las actividades de otras personas peligrosas”. En abril, el almirante Kurt W. Tidd, actual jefe del Comando Sur, dio a conocer el documento de Estrategia de Teatro de Operaciones para la década 2017-2027. Allí define unas omnipresentes redes de amenazas transregionales y transnacionales (T3Ns) que incluyen desde bandas de delincuentes hasta organizaciones extremistas violentas con motivación ideológica, una red de partidarios radicalizados y adherentes, en poblaciones vulnerables del Caribe y partes de Centro y Sudamérica, sin reconocer fronteras nacionales ni geográficas ni limitadas por el estado de derecho, gracias a la debilidad de las instituciones. En esta historia fantástica con la que desde Washington y Miami se justifica el control social sobre toda la región, estas temibles redes serán degradadas por una red de redes de aliados, que incluye Fuerzas Armadas y de Seguridad, sociedad civil, sector privado y Academia, con respeto por los derechos humanos y perspectiva de género. No queda afuera nada que la mente humana pueda imaginar. Hace apenas dos semanas, el almirante Tidd encabezó en Asunción el Seminario para Líderes Sénior “Iluminando y combatiendo las redes del crimen organizado transnacional y transregional”. Asistieron militares, policías, y académicos de veinte países. El coronel paraguayo Héctor Grau Domínguez, comandante de la Fuerza de Tarea Conjunta, un esfuerzo combinado entre elementos de la policía y de las Fuerzas Militares, “explicó en profundidad la inseguridad en la Triple Frontera entre Paraguay, Argentina y Brasil debido a las T3N. Se conoce que grupos criminales organizados como el Primer Comando de la Capital, el Comando Vermelho, de Brasil, y facciones de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia están involucrados, o lo han estado, en el crimen de la región: narcotráfico y tráfico de armas y activos”, dijo, según la versión de la revista militar digital “Diálogo”, del Foro de las Américas.
La revista estadounidense Newsweek comentó con asombro que al iniciar su viaje a Panamá, Colombia, Chile y la Argentina, Pence solicitó casi 700 visas para sus equipos de avanzada protocolar y de seguridad, un número sin precedentes. Su predecesor Joe Biden nunca se movió con más de 120 acompañantes e incluso el ex presidente Barack Obama no llegó al número que ahora trae Pence, ni siquiera sumando las comitivas que lo acompañaron en sus sucesivos viajes a Brasil, Chile y El Salvador, en 2011. “Es una locura”, le dijo a Newsweek un ex funcionario de la presidencia de Obama. Un exponente de estas concepciones en la Argentina es el general (R) Heriberto Auel, quien hace 30 años fue el candidato de los carapintada a la conducción del Ejército argentino. Como miembro de un Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires, Auel señaló que a mediados de diciembre de 2016, los dirigentes del Partido de la Izquierda Europea y del Foro de San Pablo acordaron en Berlín un “plan de acción revolucionario” con “los cabecillas del islamismo radical”. Luego de la firma del Tratado de Paz en Colombia, las FARC “reimpulsaron su accionar violento en la Patagonia argentina y chilena, en acuerdo con la comunidad araucana –mapuche– bajo sigiloso control británico, con el objeto de provocar el terror de sus actuales ocupantes –incendios provocados, ataques a puesteros, destrucción de la infraestructura–, que obligue al abandono del territorio por parte de sus actuales propietarios y de los trabajadores de la misma etnia, allí afincados. Para ello emplean grupos ya instruidos –desde hace años– por las FARC, al igual que las formaciones de la Túpac Amaru de Milagro Sala” y con “la colaboración de la ETA del País Vasco”. Agrega que los favorece una geografía similar a la colombiana y un “nulo control argentino en numerosos pasos fronterizos de Chubut, Río Negro y Neuquén. Desde el Cuartel General narcoterrorista de Tumaco, en Colombia, se conduce la creación de santuarios bajo control mapuche que sirvan para establecer grandes depósitos de tránsito, cocinas o cristalizaderos de la cocaína colombiana. El narco dólar es imprescindible –actualmente– para el sostén revolucionario internacional, en crisis y en dispersión. A los efectos de obtener consenso social se utiliza el discurso socialista en la búsqueda del apoyo popular reivindicativo y de la construcción de poder en la zona recuperada”. Como sostuvo el CELS en una declaración al concluir el acto del viernes: “El operativo en el cual se produjo la desaparición de Santiago Maldonado es parte de las consecuencias que tiene abordar los problemas sociales, entre ellos los conflictos por la tierra, como si se tratara de asuntos de seguridad. La represión y la criminalización son todavía más preocupantes cuando se busca justificarlas presentándolas como respuestas a amenazas a la seguridad nacional. La construcción de ‘enemigos del Estado’ tiene consecuencias gravísimas porque conduce a tolerar o promover prácticas ilegales de las fuerzas de seguridad. La incapacidad del Poder Ejecutivo de ponerse al frente de la búsqueda de Santiago y de la investigación de los hechos es un mensaje político aterrador”. Sólo hay que reconocerle al gobierno que no discrimina a la comunidad mapuche: le dispensa el mismo trato que a los docentes bonaerenses, los movimientos sociales o los despedidos de Pepsi Cola.