Brasil: El Festival de Cine de Gramado celebra sus 45 ediciones

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Festival de Cinema de Gramado celebra 45 edições

A celebração dos 45 anos do Festival de Cinema de Gramado volta os holofotes para a Serra Gaúcha neste final de semana. Até o dia 26, celebridades do cinema brasileiro e latino-americano passarão pelo tapete vermelho da Rua Coberta para prestigiar as 42 produções que disputam um Kikito. São 14 longas-metragens divididos entre brasileiros e estrangeiros e 31 curtas, agrupados nas mostras gaúcha e nacional do festival de cinema mais tradicional do país. Da ficção ao documentário, passando por drama, comédia e animação, a qualidade das obras apresentadas é atestada pelas exitosas passagens dos selecionados em festivais de referência como Cannes, Berlim,
Sundance, San Sebastián e Guadalajara. O desafio dos curadores Rubens Ewald Filho, Marcos Santuario e Eva Piwowarski foi garantir o ineditismo e o padrão de qualidade das obras apresentadas para ter uma programação, à altura da data.

A 45ª edição também será palco para as mulheres mostrarem que seu talento está presente em todos os segmentos da cadeia do audiovisual. Dentro e fora da tela, diante e atrás das câmeras, debatendo, ensinando, financiando: a programação está repleta de títulos e temas que destacam o trabalho e a presença delas no cinema. Doze filmes das mostras competitivas são dirigidos por mulheres – elas ocupam o posto de direção em quatro dos sete longas metragens brasileiros que concorrem aos Kikitos. A seleção de homenageados forma um time capaz de contar uma boa parte da história do cinema latino-americano. A atriz Dira Paes recebe o tradicional Oscarito, a argentina Soledad Villamil será homenageada com o Kikito de Cristal, e o cartunista Otto Guerra receberá o troféu Eduardo Abelin. Já o troféu Cidade de Gramado será entregue ao ator Antonio Pitanga. Em uma iniciativa inédita, o festival apresenta o Canadá como país convidado de honra.

Além da presença do consulado e de uma delegação que acompanhará a programação, o Canadá também levará a Gramado sua expertise na produção audiovisual com seminários e workshops ministrados por prestigiadas instituições de ensino do país. – Para essa edição festiva de 45 anos, buscamos fazer novamente um trabalho sustentável e alinhado com toda a tradição e o significado de um evento dessa magnitude, cuja trajetória tem papel histórico na comunidade gramadense e na cinematografia brasileira e latina – comenta Edson Néspolo, presidente da Gramadotur, autarquia realizadora dos eventos públicos da cidade serrana.

O festival também é um ambiente para profissionais e universitários do segmento audiovisual estreitarem relações e criarem novos contatos. O Gramado Film Market – Conexões oferecerá painéis temáticos e oficinas focados na ampliação de segmentos, futuro, incentivo a coproduções e novos negócios. Além das mostras competitivas com sessões noturnas diárias e as homenagens a grandes nomes do cinema nacional e internacional, o 45º Festival de Cinema de Gramado apresentará uma intensa programação paralela com exibições gratuitas, debates, rodadas de negócio e outras ações ligadas ao cinema. E os gramadenses estarão mais uma vez bem representados pelos pequenos cineastas do projeto educavídeo, iniciativa que leva o audiovisual como ferramenta de educação para a rede municipal de ensino.

O 45º Festival de Cinema de Gramado é promovido pela Prefeitura Municipal de Gramado, realizado pelo Ministério da Cultura/Governo Federal e Gramadotur, e conta com o financiamento do Pró-Cultura RS, Secretaria do Estado da Cultura, Turismo, Esporte e Lazer, Governo do Estado do RS.
Revista Donna


Gramado 45: Un festival histórico de América Latina

Por José Romero Carrillo

El más veterano festival de cine brasilero y uno de los históricos de América Latina, el Festival de Cinema de Gramado, especializado en el cine del subcontinente y el del propio país anfitrión, Brasil, celebra este agosto su 45 edición, con una doble competencia de siete filmes locales y otros tantos de América Latina. Precisamente en este apartado nuestra cinematografía estará muy bien representada por “La última tarde”, el premiado segundo largometraje de Joel Calero.

Gramado celebra 45 años mezclando tradición y contemporaneidad en la cartelera

Toda la fiesta de cumpleaños sugiere la celebración de una historia, y para el Festival de Cine de Gramado, llegar a los 45 años significa interpretar el presente y proyectar el futuro con los ojos en el retrovisor. Al presentar su selección de películas para la edición de 2017, el evento destaca la tradición y, a la vez, la contemporaneidad de la producción latinoamericana, con una cartelera que pone realizadores veteranos al lado de nuevos profesionales.

“El Festival de Cine de Gramado tiene una trayectoria única, con reflejos tanto en el desarrollo de la comunidad local como en la cinematografía brasileña y de nuestros vecinos latinoamericanos”, subraya el presidente de la entidad promotora del evento, Gramadotur, Edson Néspolo.

Ubicado en la serrana ciudad de Gramado, en el sur de Brasil, el festival se realiza entre los días 17 y 26 de agosto. Serán 46 películas en competición, representando la producción de once países, cuatro homenajes, entre ellos la entrega del Kikito de Cristal a la actriz argentina Soledad Villamil, rueda de negocios y muestra estudiantil, además de programaciones especiales.
En un momento de crisis económica, como la vivida por Brasil, y de recortes en los presupuestos del área cultural, hay más para celebrar en esta edición, según la directora de eventos de Gramadotur, Iara Sartori: “Aún en tiempos difíciles y adversos, una vez más estamos volviendo el festival realidad. Pudimos contar con la financiación de apoyadores históricos, que entienden la relevancia del evento y estamos listos para escribir un capítulo más de este festival reconocido por su resistencia cultural a lo largo de sus 45 años”.

Catorce largometrajes compiten por los Kikitos

Entre las 46 películas seleccionadas para las competiciones del Festival de Gramado, 14 son largometrajes: siete disputan los Kikitos en la muestra brasileña, que cuenta solamente con películas inéditas en territorio nacional, y otros siete en la extranjera, que reúne producciones desarrolladas en los países vecinos de América Latina.

Entre las obras nacionales, además de films que circularon por los festivales de Cannes y Berlín, hay tres estrenos mundiales, entre ellos, el de la primera película Original Netflix producida en Brasil, “O Matador”, del director Marcelo Galvão.

Para uno de los curadores del evento, el crítico de cine Rubens Ewald Filho, la selección, que reúne nombres reconocidos del cine nacional de distintas generaciones, cobra aún más importancia en la medida que agrega también el elemento de la innovación en la industria. “Gramado es una leyenda, lo que hace algunas cosas más fáciles. Sin embargo, otras se vuelven más difíciles, incluso el reto de mantener este status de leyenda. El festival se transforma constantemente, pero sin perder las características que lo volvieron este evento tan querido en el continente”, observa.

La película de apertura del año será “João, o maestro”, del director Mauro Lima, que narra la trayectoria del pianista brasileño João Carlos Martins, uno de los pocos músicos a grabar la obra completa del compositor Johann Sebastian Bach.
Ya la muestra extranjera celebra con diversidad la edición del festival que marca los 25 años de su internacionalización. En 2017, son 10 los países representados en esta competición, entre ellos, seis latinoamericanos de habla hispánica. Entre producciones solo y coproducciones, estarán presentes en Gramado, equipos de Argentina, Chile, Colombia, Uruguay, Peru y México.

“Cuando Gramado abrazó al cine producido en América Latina, 25 años atrás, no había muchos festivales dedicados a nuestra producción audiovisual, y el propio desarrollo del sector era tímido. Hoy hablamos de una verdadera industria cinematográfica latinoamericana, en la que prácticamente todos los países están produciendo. Eso es fantástico”, celebra la curadora argentina Eva Piwowarski.

Gramado también es una ventana abierta a los cortometrajes: serán 28 películas compitiendo en dos muestras, la nacional y la regional (Muestra Gaucha), solo para producciones de Rio Grande do Sul.

Fuerza representada en los homenajes

Además de Francia y Holanda, que participan en coproducciones, Canadá tendrá un lugar especial en el 45º Festival de Cine de Gramado, que por primera vez en su historia presta un homenaje a un país y a una cinematografía completa, como la canadiense, que produjo leyendas del audiovisual mundial, como los directores James Cameron y Dennis Villeneuve.

Los homenajes individuales también representan la fuerza de la industria del cine continental. Los cuatro galardones de Gramado será entregues a figuras reconocidas internacionalmente, a comenzar por el Kikito de Cristal, que pasa parea nuevas manos pero sigue en el mismo país: Argentina. Después de un emocionante homenaje a Cecilia Roth en 2017, este año el trofeo será de Soledad Villamil, que hizo historia al integrar el reparto de “El Secreto de Sus ojos”, película de Juan José Campanella.
Entre los brasileños, los actores Dira Paes y Antonio Pitanga reciben, respectivamente, los premios Oscarito y Ciudad de Gramado, además del director de animaciones Otto Guerra, a quien se otorgará el trofeo Eduardo Abellin.

Películas en competición

LARGOMETRAJES BRASILEÑOS
“A Fera na Selva”, de Eliane Giardini, Paulo Betti y Lauro Escorel
“As Duas Irenes”, de Fabio Meira
“Bio”, de Carlos Gerbase
“Como Nossos Pais”, de Laís Bodanzky
“O Matador”, de Marcelo Galvão
“Pela Janela”, de Caroline Leone
“Vergel”, de Kris Niklison

LARGOMETRAJES EXTRANJEROS
“El Sereno”, de Oscar Estévez y Joaquín Mauad (Uruguay)
“La Última Tarde”, de Joel Calero (Perú)
“Los Niños”, de Maite Alberdi (Chile/Colombia/Holanda/Francia)
“Mirando Al Cielo”, de Guzman García (Uruguay)
“Pinamar”, de Federico Godfrid (Argentina)
“Sinfonía para Ana”, de Virna Molina y Ernesto Ardito (Argentina)
“X500”, de Juan Andrés Arango (Colombia/Canadá/México)

CORTOMETRAJES BRASILEÑOS
“#feique”, de Alexandre Mandarino
“A Gis”, de Thiago Carvalhaes
“Cabelo Bom”, de Swahili Vidal
“Caminho dos Gigantes”, de Alois Di Leo
“Mãe dos Monstros”, de Julia Zanin de Paula
“Médico de Monstro”, de Gustavo Teixeira
“O Espírito do Bosque”, de Carla Saavedra Brychcy
“O Quebra-cabeça de Sara”, de Allan Ribeiro
“O Violeiro Fantasma”, de Wesley Rodrigues
“Objeto/Sujeito”, de Bruno Autran
“Postergados”, de Carolina Markowicz
“Sal”, de Diego Freitas
“Tailor”, de Calí dos Anjos
“Telentrega”, de Roberto Burd

CORTOMETRAJES GAUCHOS
“10 Segundos”, de Thiago Massimino
“1947”, de Giordano Gio
“Através de Ti”, de Diego Tafarel
“Bicha Camelô”, de Wagner Previtali
“Cá Com os Meus Botões”, de Murilo Bittencourt
“O caçador de Árvores Gigantes”, de Anttonio Pereira
“Cores de Bissau”, de Maurício Canterle
“Gestos”, de Alberto Goldim e Júlia Cazarré
“Kátharsis”, de Mirela Kruel
“Luna 13”, de Filipe Barros
“Mãe dos Monstros”, de Julia Zanin de Paula
“Secundas”, de Cacá Nazario
“Sena, Os Fios em Prosa”, de Marcelo da Rosa Costa
“Sob Águas Claras e Inocentes”, de Emiliano Cunha
“Solito”, de Eduardo Reis
“Telentrega”, de Roberto Burd
“Temporal”, de Gabriel Honzik
“Yomared”, de Lufe Bollini

Perú Movie


Espejo latinoamericano

Por Juan Pablo Cinelli

El mundo de los festivales de cine tiene sus linajes y prestigios, fundados a partir del balance entre su calidad de programación y su historia, ecuación de la que surge el reconocimiento. Dentro de esta genealogía, un grupo importante lo conforman aquellos festivales a los que se puede considerar ancestrales, los que integran las primeras generaciones de este tipo de eventos que en el continente americano comenzaron a realizarse de manera regular a partir de la década de 1950. Por aquellos años nacieron los de Punta del Este (Uruguay, 1951) o Mar del Plata (1954), decanos de los festivales de cine en América latina. Aunque hoy ambos gozan de buena salud, también es cierto que han sufrido reiteradas interrupciones a lo largo de su historia que han afectado su continuidad. Pero hay otros que siendo más jóvenes sin embargo han conseguido cultivar el don de la constancia. Entre ellos se encuentra, por ejemplo, el Festival de Cine de Gramado, en Brasil, que se realiza de forma ininterrumpida desde el año 1973 y que en la actualidad va por su 45º edición. Nada menos.

El Festival de Gramado se realiza en la pintoresca ciudad homónima ubicada en Rio Grande do Sul, el estado gaúcho que limita con las provincias de Corrientes y Misiones. A diferencia de las ciudades más populares y turísticas del Brasil, que se alzan sobre la costa atlántica, Gramado es una localidad serrana cuya arquitectura de típico estilo alpino le confiere un aire de familia con la ciudad de Villa General Belgrano, aunque el paisaje de la sierra cordobesa es mucho más seco y pedregoso que el de la serra gaúcha, donde la vegetación tupida se vuelve casi selvática. Ese es marco en el que el día de ayer comenzó la edición número 45 del festival, que tendrá lugar hasta el 26 de agosto, ofreciendo una programación pequeña pero potente que podrá verse distribuida en once sedes. Dicha programación se encuentra ordenada en torno de sus dos competencias principales, una dedicada al cine latinoamericano y la otra a la producción local. Las actividades se completan con otras dos competencias de cortometrajes, una de carácter nacional y la otra integrada por trabajos procedentes del estado sureño, cuya capital es la populosa Porto Alegre.

Las actividades comenzaron con la proyección del film de apertura, João, o maestro, del director paulista Mauro Lima. De sinopsis clásica, por no decir reiterada, se trata de la vieja historia de superación personal y éxito en la que un chico que vive recluido debido sus graves problemas de salud, finalmente encuentra un vehículo para una nueva vida cuando descubre el piano. El vínculo con el instrumento, la música y su mentor se convertirá para él en una oportunidad para hallar un nuevo sentido para su existencia y seguir adelante más allá de las dificultades. Apelando sobre todo a una paleta de recursos emotivos y de prolija factura industrial, João, o maestro se propone emocionar y muchas veces lo consigue. Tras la apertura pudo verse otro film local, O matador, un western urbano ambientado en la década de 1940, dirigido por el carioca Marcelo Galvão. La misma se proyectó en una versión con sistema de audiodescripción, especial para público no vidente. Una iniciativa infrecuente dentro de las actividades regulares de un festival de cine, pero que habla a las claras del carácter inclusivo y el lugar social que el de Gramado pretende ocupar al interior de su comunidad.

Dentro de la Competencia Internacional que, como se dijo, está orientada a la producción latinoamericana y en especial a la original del Mercosur, el cine nacional tiene un lugar de privilegio ya que dos de las siete películas seccionadas son argentinas. En primer lugar debe mencionarse a Pinamar, primer trabajo en solitario del director Federico Godfrid. De extenso y exitoso recorrido por festivales de todo el mundo, incluyendo los de Mar del Plata y Punta del Este, Pinamar ya tuvo su estreno comercial en la Argentina durante el mes de mayo. El film aborda el vínculo delicado entre dos hermanos jóvenes que transitan el duelo por la muerte de su madre. Ambos viajan a la ciudad balnearia del título para vender el departamento familiar en el que pasaron todos sus veranos. Pero una vez ahí se encontrarán con una amiga de la infancia, una figura luminosa que sin proponérselo les permitirá ver el presente desde una nueva perspectiva. Cálida y sensible, la película de Godfrid tiene bien ganados los elogios recibidos hasta ahora y sin duda volverá a cosecharlos acá en Gramado.

El otro film argentino de la competencia es Sinfonía para Ana, de Virna Molina y Ernesto Ardito, todavía inédito en los cines argentinos. Como en La mirada invisible (2010), de Diego Lerman basada en la novela Ciencias morales del escritor Martín Kohan, el Colegio Nacional Buenos Aires vuelve a ser el escenario de una historia cercana al golpe de estado de 1976. Como aquella, Sinfonía para Ana también tiene un origen literario, en este caso la novela de culto homónima de la escritora Gaby Meik. El film narra el encuentro amoroso de dos adolescentes a los que la violenta llegada al poder de los militares les cambiará radicalmente la vida, obligándolos a enfrentarse a situaciones tan impensadas como irreversibles. Sinfonía para Ana, que viene de ser premiada por el jurado de la crítica en el Festival de Cine de Moscú, donde también resultó una de las favoritas del público, representa además el debut en la ficción para Molina y Ardito, quienes comparten una extensa filmografía orientada al cine documental.

La competencia internacional también incluye dos películas uruguayas, un documental y una ficción. El sereno, de Jaoquín Mauad y Oscar Estévez, está protagonizada por Gastón Pauls y el uruguayo César Troncoso, y cuenta la historia de un hombre encargado de custodiar durante la noche un laberíntico depósito en el que tienen lugar situaciones inesperadas. Cercana al cine de género, en especial a la estética del terror, El sereno se juega a crear una atmósfera de tensión angustiante, subrayada por un eficaz trabajo fotográfico. Por su parte el documental Mirando al cielo, de Guzmán García, retrata a los integrantes de la troupe de teatro comunitario Ateneos, atendiendo sobre todo al particular amateurismo con que abordan sus actividades y el carácter de refugio que para ellos representa dicho espacio.

La sección se completa con la película peruana La última tarde, de Joel Calero; el documental Los niños, de la chilena Maite Alberdi, que viene precedido por cierta controversia por la forma en que registra la vida de un grupo de adultos con síndrome de down; y X500, coproducción entre Colombia, Canadá y México dirigida por Juan Andrés Arango, que compitió en el Festival de Rotterdam y que cruza desde la ficción tres historias de migrantes en distintas partes del mundo. Por su parte la competencia brasilera incluye A fera na selva, un drama de pareja basado en el cuento “La bestia en la jungla” de Henry James, y Las dos Irenes, que compitió por Mejor Opera Prima en la última edición de la Berlinale.
Página/12


 

Festival de Gramado | Como Nossos Pais comove platéia de 1,1 mil

Ovacionado em sua projeção no Festival de Berlim, em fevereiro, quando arrebatou o coração da crítica europeia, Como Nossos Pais, de Laís Bodanzky, repetiu o feito em sua projeção para um abarrotado Palácio dos Festivais (com 1.100 poltronas lotadas), em Gramado, na Serra Gaúcha, onde concorre ao troféu Kikito de melhor longa-metragem.

Para sua protagonista, Maria Ribeiro, a exibição em solo gramadense foi uma experiência transcendente: não havia na plateia quem não se comovesse com seu desempenho, saudado com aplausos inflamados sempre que seu nome aparecia nos créditos de encerramento. Cronista de jornal, famosa nas telonas pelo papel da mulher do Capitão Nascimento em Tropa de Elite (2007), Maria subiu alguns degraus da escala evolutiva da atuação em seu desempenho como Rosa, dramaturga aspirante que se vê diante de múltiplos desafios.

Seu casamento com o indigenista Dado (Paulo Vilhena) está em crise. Sua rotina profissional está abalada, uma vez que ela, em vez de fazer teatro, é obrigada a escrever textos publicitários sobre louça de banheiro. Para piorar, sua mãe (Clarisse Abujamra, forte candidata ao Kikito de melhor coadjuvante), doente terminal de um câncer no pâncreas, resolve revelar que ela não é filha biológica do homem a quem chama de pai: o artista plástico com ares de maluco beleza Homero, papel confiado ao cantor e filósofo Jorge Mautner.

Previsto para estrear no dia 31 de agosto, Como Nossos Pais – que ganhou o prêmio de público no Festival de Cinema Brasileiro de Paris – é a sensação de Gramado até agora. Há quem defenda, na cidade, que se trata do melhor filme brasileiro do ano – coisa que se ouviu também na Berlinale. Na entrevista a seguir, exclusiva pro Omelete, Laís fala das implicações políticas da trama e da experiência com Maria Ribeiro na criação de uma representação feminina libertária.

Omelete: Qual é o Brasil que se encontra refletido naquele casal em atomização de Como Nossos Pais e nas demais formas de amor e de amar que o filme oferece?
Laís Bodanzky: O filme questiona o formato milenar de família, que não combina mais com as reflexões mais atuais, mas mostra que exibe um abismo entre discurso e prática. O formato de família é engessado e não comporta mais os novos desejos da Humanidade. Fazendo um paralelo com o que é o Brasil hoje, eu vejo algo parecido. Nosso governo hoje olha no retrovisor. Quando a gente vê hoje um governo retrógado, onde nem metade do nosso Congresso é formado de mulheres, encontramos um descompasso num lugar que produz nossas leis. A mulher que não está ali representada não é mais a “recatada e do lar”. É alguém que segura a família, mas que lida com o fato de ganhar menos. É alguém que quer ter seu corpo respeitado. Fora isso, nós temos hoje, no Brasil, a maior parada gay do mundo, temos várias etnias… tudo isso precisa ser respeitado. Mas, apesar disso, a gente se vê diante de um governo mais preocupado em defender seu próprio poder e não um projeto de país moderno. É um congresso que quer preservar o antigo… que quer andar pra trás. Mas os jovens que estão vindo aí, com espaço na internet, estão vindo aí com força, com vontade de mudar, apesar das dificuldades. A fotografia do dia de hoje é de que a gente andou pra trás, na igualdade de gênero, em formatos de respeito ao trabalhador, no diálogo. Mas eu acho que a gente consegue dar uma volta por cima.

Omelete: O quanto o cantor Jorge Mautner – escolhido para viver o pai da sua protagonista – representa uma ligação com o Passado político, seja desbundado ou armado, da geração de seus pais?
Laís Bodanzky: Mautner é um dos maiores artistas que nós temos, com uma obra multifacetada: além de ser cantor e compositor, que interferiu na obra de muitos músicos, ele é um filósofo, um livre pensador. Ele vem de uma geração que usufruiu de muita liberdade, embora tenha sofrido com a repressão. Ele é a prova de que momentos de repressão podem gerar algo de libertador, um pensamento muito estimulante. Por isso, eu não temo os momentos escuros. E aí que nasce uma nova forma de defender o mundo. É a partir da arte que a gente encontra forças para se manter vivo. E Mautner é um sobrevivente da ditadura. É da natureza dele a sobrevivência.

Omelete: O que Maria Ribeiro te trouxe como uma representação do feminino?
Laís Bodanzky: Maria é “a” representante do feminino. Não acho que meu filme seja feminista, algo que levante uma bandeira, até pelo fato de o feminismo ir muito além do que o filme pode representar. Tocamos em alguns temas do movimento: é a história de uma mulher num mundo de repressão invisível. Repressão que está até num universo de uma família de intelectuais de classe média. Maria tem uma atitude na vida pessoal de não ficar parada – e isso é algo que eu admiro. Em momentos de repressão, se você não reage, as águas ficam paradas – nada se move. Ela move as águas. Ela é uma mulher em constante movimento, pois é à flor da pele: alguém que se coloca mesmo correndo riscos. Ela se faz ouvir. E é disso que as mulheres precisam. Admiro mulheres que têm coragem de gritar.

Omelete: O que a experiência na Berlinale, onde seu filme foi cercado de elogios, trouxe como um aprendizado na tua evolução como diretora?
Laís Bodanzky: O retorno que o filme teve em Berlim foi muito gratificante, sobretudo porque fazer cinema não fácil. É algo que demora. E esse cinema que eu faço é um mix de narrativa autoral, que assume a minha visão de mundo, com um desejo de falar pra muita gente. Eu quero que as pessoas entendam, emocionem-se e possam parar para refletir a partir da emoção. Percebi isso em Berlim, quando o tema do debate entre as pessoas que nos assistiam eram suas histórias pessoais. Vivi na Berlinale um dos melhores momentos da minha vida. Eu tive uma relação muito boa com a crítica internacional, além de ter tido um contato direto com o público, em sessões lotadas.
Omelete
 
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