Partimos de la idea de que los mexicanos deseamos vivir en un país más desarrollado y menos injusto, que haya solucionado los niveles de pobreza y desempleo que nos aquejan, mejor ubicado en el contexto internacional y con un rumbo que nos lleve a instaurar una sociedad del conocimiento. Lograr tales propósitos requiere concebir a la educación, la ciencia, la tecnología y la cultura como los pilares de la transformación de la sociedad.”
Humberto Muñoz García, Instituto de Investigaciones Sociales UNAM, 2013.
A la memoria del maestro Cuauhtémoc Esparza Sánchez, en el aniversario de su fallecimiento, junio 30 2013
El gran capital, -caracterizado por detentar los poderes de facto por encima de los poderes gubernamentales formales-, a partir de 1980 ha implementado los principios de la dominante corriente económica neoliberal que conlleva la acumulación desmedida de la riqueza de pocos, y el empobrecimiento de las mayorías, el achicamiento del papel del Estado en el fomento económico y la privatización de las empresas públicas, de la salud y la educación.
En ese contexto se debaten dos proyectos de universidad: uno de los cuales corresponde a la universidad pública, laica, gratuita, y el otro representa el modelo de universidad mercantilista. Sin pretender alcanzar el rigor y la minuciosidad que el tema exige, intentaré mencionar algunos rasgos que las distinguen.
La universidad pública, como lo señala Rodrigo Baño, es una institución de educación superior que existe para cumplir con el derecho ciudadano a la educación. La universidad pública es la universidad que es de todos. Es estatal porque el Estado es la expresión de la voluntad de todo el país. De ahí que el Estado la financie. Sus programas educativos están al servicio del mejoramiento social. No tiene dueño con intereses ni concepciones religiosas, doctrinas o ideologías particulares. Con ese enfoque desarrolla sus funciones sustantivas de docencia, investigación y extensión.
El investigador emérito de la UNAM y de El Colegio de México, Ruy Pérez Tamayo ha señalado que “el desarrollo de la ciencia en México, no es mérito del gobierno sino de las comunidades científicas y académicas de las universidades públicas del país.” Y ha presentado las estadísticas al respecto.
Enseguida presento algunas muestras de ello. Sabido es que el Premio Nobel, es el galardón internacional que se otorga anualmente para reconocer a personas que hayan realizado investigaciones, descubrimientos o notables contribuciones a la humanidad. La UNAM ha sido el alma mater de 3 premios Nobel: Alfonso García Robles –elaborador protagónico de El Tratado de Tlatelolco (1967) referente a la no proliferación nuclear; Mario Molina Pasquel (1995) detectó la amenaza a la capa de ozono de la Tierra, y el poeta y ensayista, Octavio Paz (1990). Esta es una razón más para admirar a “La Universidad de la Nación”, semillero de extraordinario talento.
Son múltiples las aportaciones de los egresados de la UNAM que triunfan en el mundo, tales como la televisión a color, la píldora anticonceptiva, el concreto traslúcido, el maíz de calidad proteínica QPM, por sus siglas en inglés y sigue una extensa lista.
También en la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ) se generan inventos trascendentes, valga mencionar a los investigadores de la UA de Ingeniería eléctrica quienes desarrollaron un software para medir y detectar fugas de radiación por neutrones en hospitales. Tal invento fue validado por la Agencia Internacional de Energía Atómica -IAEA por sus siglas en inglés-. De esta forma la UAZ se legitima ante la ciudadanía.
Lo anterior es una muestra del desempeño social de las universidades públicas.
El otro modelo de universidad conocido como “mercantilista” es apoyado por los agentes neoliberales y tiene como señas de identidad el someter a la empresa educativa al libre mercado. Así, la educación deja de ser un bien público y se convierte en un bien privado que se ofrece a los jóvenes como mercancía, pagando el precio determinado. Esta condición deja fuera a los talentos que carecen de recursos para costearse su educación.
Resulta obvio que las universidades públicas se necesitan para nivelar las desigualdades económicas y sociales; para que la nueva generación pueda acceder a mejores niveles de empleo, y como consecuencia de lo anterior, propiciar la movilidad de las personas en la escala social y económica; para vigorizar los valores cívicos y laicos que fortalecen las relaciones de la sociedad; y para el avance de la democracia y el fortalecimiento del estado de derecho.
Según Pablo Latapí, el derecho a la educación tiene un papel clave, ya que constituye en medio para realizar todos los demás derechos humanos.
Así las cosas, resulta contradictorio que las autoridades gubernamentales le estén recortando el financiamiento a las universidades públicas. Los países desarrollados se distinguen de los subdesarrollados por sus niveles de ciencia y tecnología.
Nadie tendrá condiciones para mejorar su vida y su trabajo, y no habrá desarrollo local ni nacional, si no se invierte en educación ciencia y cultura.
La Universidad Autónoma de Zacatecas, en estos tiempos en que prevalece la economía de mercado, trabajando en condiciones desfavorables, sigue siendo líder en investigación y en docencia, en vinculación productiva y extensión de la cultura, gracias al esfuerzo y a la generosidad de su comunidad. ■
Así se observa el mundo desde El Mirador de Heródoto.
*Docente investigador de la UAZ