Incógnitas para América Latina ante el cambio del ciclo financiero y comercial
Incógnitas para América Latina ante el cambio del ciclo financiero y comercial
Jorge Marchini
En las últimas décadas América Latina ha vivido notorias alteraciones de los escenarios políticos y económicos. La «década perdida» de los años 80 derivó en las crisis de la deuda e hiperinflaciones que sepultaron las genuinas esperanzas de mejoramientos con la restitución democrática luego de dictaduras. Los «años 90», que prometían poner a la «vanguardia del mundo» a la región por la preeminencia de gobiernos neoliberales terminaron con desastrosas desarticulaciones económicas financieros y sociales.
El nuevo siglo de «los 2000», luego de un periodo inicial de dolorosos ajustes y reestructuraciones , derivó en una época esperanzadora tanto por el surgimiento de gobiernos «populares» anti neoliberales ponderando la necesidad de unir la región y restituir el rol del Estado para atender la deuda social como por un crecimiento económico sostenido ejemplar, sólo comparable con países asiáticos . Pero este ciclo ha cambiado abruptamente en el último período.
Nuevamente se vuelve a hablar en ámbitos académicos internacionales de «irremediable crisis de América Latina». Se multiplican el desconcierto y los interrogantes: ¿ Qué ha ocurrido? ¿Se trata de un sino indefectible e insondable de ciclos repetidos de auge y caída que parecen repetirse irremediablemente cada década? ¿ Qué debates y análisis están pendientes en América Latina para los cuentistas sociales no sólo para comprender qué es lo que ha ocurrido, sino para evitar que se repita el tiovivo de una aparente historia irremediable de esperanza y frustración?
En el plano económico, el desafío general es que es preciso volver analizar relaciona con los viejos dilemas del desarrollo periférico. El centro de atención debe ser si acaso la histórica prevalencia de la especialización mundial de los países latinoamericanos en la explotación y exportación de productos primarios – y/o de baja industrialización- y la subordinación a movimientos de capitales internacionales, y su exposición permanente a mercados financieros internacionales los hace altamente dependientes y vulnerables a crisis externas tanto comerciales como financieras, o no.
La globalización ya no es lo que era
Si bien en un principio los efectos negativos de la crisis mundial 2007/2008 se hicieron sentir centralmente en los países centrales más expuestos por la explosión de una burbuja especulativa y la magnitud de créditos impagables, la evolución posterior ha demolido un nuevo mito surgido al iniciarse la crisis: que los países productores calificados de materias primas podrían haberse “desacoplado” por primera vez de una crisis internacional.
No se evaluó oportunamente que el crecimiento había sido impulsado por condiciones excepcionales positivas pero no sustentables en el tiempo en el mercado mundial relacionadas circunstancialmente con un auge de la demanda. Esta se basaba en gran medida en un crecimiento artificial del crédito con sofisticados reaseguramientos altamente especulativos que conllevarían justamente a su expresión en una crisis más amplia.
La ilusión que el problema estructural recurrentemente explicitado por los pensadores económicos de la periferia sobre los términos de intercambio negativos para los productos primarios podría haber sido definitivamente revertido por el auge de nuevas economías emergentes, quedo´ desarticulada por la evolución posterior.
Sobre todo desde el 2012, se ha puesto en evidencia la vulnerabilidad América Latina a la caída de los precios de commodities de exportación (petróleo, alimentos, minerales, etc) ,y a la incertidumbre y la presiones que provoca la dependencia a flujos de crédito e ingreso de capitales de corto plazo. Las dificultades han ido influyendo en forma distinta en cada país dependiendo tanto de su especialización como de las reacciones políticas y sociales al cambio abruptamente negativo de ciclo.
La cruda realidad es que ha quedado en evidencia que los serios problemas y desequilibrios que persisten en la economía mundial ahondan la vulnerabilidad regional. La mayor globalización y liberalización de los mercados financieros no ha sido garantía para la continuidad del crecimiento, sino, por el contrario, ha pasado a ser en el último período fuente de crecientes dificultades y aún mayores desequilibrios.
La vulnerabilidad es mayor al ser las economías periféricas más expuestas por la aversión al riesgo del capital en un período de incertidumbre. Ha ido aumentando fuertemente el endeudamiento público para compensar desequilibrios y movimientos de capitales , siendo además la volatilidad facilitada por la enorme desregulación financiera internacional, que no se ha revertido en los últimos años sino, por el contrario, ahondado.
Paradójicamente, las economías regionales pueden ser llevadas a mayores desequilibrios al ser particularmente afectadas por el derrame de la crisis y las decisiones de países centrales. La incertidumbre es mayor con el entramado cada vez más complejo de la globalización, al no contarse con grados de autonomía nacional o regional financiera para fortalecer economías rebalanceando la relación entre sus dinámicas internas y externas . Se ha profundizado la endeblez por la dependencia a mercados de exportación en baja y de capitales externos inestables.
Se ha planteado en los debates internacionales la necesidad de nuevas instancias que contemplen los mayores desequilibrios financieros que no se solucionan con ajustes automáticos de mercado.
El equilibrio alcanzado y los mecanismos de consulta y coordinación pos crisis son aún provisionales y limitados. Persisten diferencias y tensiones que siguen siendo afrontadas circunstancialmente, caso a caso, y no estructuralmente. Tampoco existe claridad sobre el balance internacional y la eventual influencia y derivados de disputas que pueden tener un continente económico y financiero, pero que también se enmarcan en confrontaciones geopolíticas inéditas en un mundo que afronta también cambios inciertos y conflictos delicados generales.
Para los países periféricos, como son todos los de América Latina – incluyendo los mayores como Brasil, México y Argentina- , está abierto de hecho el debate sobre su rol internacional y su capacidad o no para llevar adelante estrategias alternativas y posiciones comunes para desarrollar una perspectiva diferenciada que conlleve no continuar siendo sólo tributarios de condiciones e intereses fuera de su incumbencia , sino a ser actores y participantes activos en la determinación de su destino con una agenda que dimensionen capacidades y esfuerzos con sus prioridades democráticas.
No es esperable que en un mundo con mercados mayores en baja, mayor proteccionismo en países y menores flujos de capitales hacia mercados periféricos cada vez más endeudados , los países de la región recuperen las tasas de crecimiento que alcanzaron pocos años atrás. El supuesto que automáticamente la economía mundial recuperara´ una tónica ascendente y benéfica no cuenta con evidencias. Es imprescindible, por lo tanto, dimensionar la necesidad de una perspectiva realista y diferenciada, fortaleciendo mayores lazos complementarios que atiendan, y no desnivelen aún más, desequilibrios y asimetrías.
Comprender claves proteccionistas
Se presentan opiniones diversas interpretaciones en relación a los motivos que estarían determinando en el último período un menor dinamismo del comercio mundial. Una de ellas hace hincapié en que la caída del impulso sólo estaría reflejando el final del período de rápida integración de China y los países del Este de Europa a la economía capitalista habiendo ya cubierto la etapa más expansiva de urbanización y re-especialización productiva en relación al mercado mundial. (podría de tal forma explicarse también el auge exportador para los países productores de commodities por la presión de la demanda en sus precios).
Otra explicación ubica el fenómeno en el cambio de composición del comercio global hacia productos con menor elasticidad de demanda . Una tercer perspectiva pone la atención en los cambios tecnológicos ya en marcha en la manufactura industrial que van permitiendo la flexibilización de procesos complejos de producción en unidades independientes (por ejemplo, impresoras 3D, fabricación por adición).
Por último, un factor que se entiende de creciente influencia es el reconocimiento de la existencia de una creciente tendencia de los gobiernos a apoyar la fabricación local y sustituir importaciones antes las restricciones de las balanzas de pago, reduciéndose de tal forma los incentivos para la exportación de productos y servicios por parte de las empresas y personas.
El menor impulso de las “cadenas de valor” conlleva a menores movimientos en el comercio inter-nacional al reducirse relativamente la significación de las transacciones de partes (contabilizadas en su importación a fabricantes) y su inclusión posterior en productos finales exportados.
De todas formas, ellos podría ser contrarrestado por el dimensionamiento mayor que ha ido ganando la inter-nacionalización de servicios, claro que está muy desequilibrados entre países proveedores y receptores de estos Siguen presentes factores que pueden facilitar aún la división productiva en escala, como ser la mayor facilidad de las comunicaciones y la reducción de los precios de fletes por su mayor eficiencia y el menor costo de los combustibles por el menor precio del petróleo. Como contracara, y como factores imprevisibles, se encuentran los riesgos geopolíticos por mayores tensiones y conflictos internacionales.
El menor impulso de las “cadenas de valor” conlleva a menores movimientos en el comercio inter-nacional al reducirse relativamente la significación de las transacciones de partes (contabilizadas en su importación a fabricantes) y su inclusión posterior en productos finales exportados, De todas formas, ellos podría ser contrarrestado por el dimensionamiento mayor que ha ido ganando la inter-nacionalización de servicios. Siguen presentes factores que pueden facilitar aún la división productiva en escala, como ser la mayor facilidad de las comunicaciones y la reducción de los precios de fletes por su mayor eficiencia y el menor costo de los combustibles por el menor precio del petróleo. Como contracara, y como factores imprevisibles, se encuentran los riesgos geopolíticos por mayores tensiones y conflictos internacionales.
Las nuevas condiciones de la economía mundial afectan de distinta manera a países, sectores y regiones geográficas. .Generan dificultades en particular para los países más vinculados a cadenas de valor proveyendo mercados en recesión o en fuerte reestructuración. La caída de las exportaciones puede llevar a suponer que la devaluación de las monedas podría ser la vía más rápida para recuperar la competitividad, pero su efecto quedaría neutralizado si se entrara en una disputa con otros países competidores a través de devaluaciones competitivas.
De ampliarse la aplicación simultánea de políticas y medidas de ajuste ortodoxo podría generarse un peligroso círculo vicioso recesivo más generalizado de menor demanda, menor producción, menor empleo y mayores tensiones proteccionistas, y abismar aún más diferencias de productividad entre los países más y menos desarrollados.
Ya en la perspectiva de América Latina, y en forma similar también para todos los países periféricos, surgen interrogantes : ¿Marchan las relaciones con los BRICS a conformar un nuevo tipo proclamado de cooperación Sur-Sur? ¿Se repetirá, en particular con China, la tónica de relaciones asimétricas entre países grandes y pequeños, habituales en vínculos Norte-Sur (por ejemplo la tradicional consideración del continente como patio trasero de EE.UU.) pero también en los Sur-Sur ( por ejemplo, reclamos de países de menor envergadura del Mercosur en relación a los más grandes como Brasil y Argentina )?.
¿Se abre un marco multipolar más propicio para políticas alternativas y grados de autonomía en la medida que se cuente con una visión estratégica que incluya la defensa de los intereses nacionales en forma armónica y no confrontada con el equilibrio externo, la complementación regional y la participación armónica en el comercio mundial?
Cuestiones insoslayables
A pesar de las previsiones repetidas del comienzo de un período de mayor crecimiento, la recuperación de la economía mundial ha sido débil, y ello se refleja también directamente para América Latina. Se teme, justificadamente, que los desequilibrios crecientes puedan estar llevando de nuevo a un escenario crítico. Entre los problemas crecientes deben ser mencionados la creciente brecha en la distribución de la riqueza entre los países y dentro de cada sociedad; la caída del comercio mundial; la inestabilidad de las condiciones monetarias y financieras internacionales; y el empeoramiento de las balanzas de pagos de muchos países.
Se observa también el reconocimiento que las políticas activas llevadas a cabo por los países centrales para superar la crisis de 2008 fueron muy limitadas; no revitalizaron el crecimiento económico, a pesar de los enormes recursos públicos colocados especialmente para el rescate del sistema financiero provocando en forma contrapuesta crecientes desequilibrios fiscales y mayor endeudamiento público y privado.
Es necesario introducir la cuestión de si la cooperación esta´ en aumento o en disminución. Seguramente la respuesta no puede ser lineal, particularmente por el amplio espectro en el que la palabra «cooperación» puede interpretarse. Por un lado, si se entiende como la conciencia adquirida de que las fallas no están relacionadas sólo a los países de la periferia -que “no” saben cómo comportarse-, sino que en cambio son globales y sistémicas, la respuesta debe ser firmemente que sí: el reconocimiento que los problemas y desafíos actuales no son individuales sino que son globales y sistémicos, ha crecido de manera positiva.
Pero si interpretamos la palabra «cooperación» como los principales avances en los esfuerzos comunes para hacer frente a los problemas fundamentales de nuestra sociedad, especialmente con respecto a las brechas de desarrollo entre los países y la fragilidad de los sectores más vulnerables, hay que decir que la cooperación no se ha logrado. Incluso, en América Latina algunas lecciones básicas de la experiencia parecen no haber sido aprendidas.
Las políticas regresivas de los repetidos «ajustes» que tan bien conocemos a través de la experiencia en América Latina, castigan especial-mente a los más débiles y no resuelven los problemas ni restauran equilibrios. De hecho, contribuyen a un círculo vicioso de ajustes adicionales que conducen a una mayor recesión, empeorando, por lo tanto, las posibilidades de recuperación.
Se han ido profundizando problemas de enorme significación tales como: el desorden en los precios relativos, los crecientes desbalances en las balanzas de pago, la competencias solapada por inversiones externas entre países con concesiones desproporcionadas y desequilibrantes, tensiones con las migraciones, el retorno del crecimiento del desempleo y marginalidad social, entre otros.
No intentar honestamente abrir campo para el análisis, la reflexión y el debate sobre cuestiones anteriores, sería aceptar sin más la continuidad de impresiones silvestres superficiales. Resulta notorio que es habitual, sobre todo en períodos críticos, responsabilizar sin fundamento objetivo a países, pueblos , culturas o movimientos sociales; ello tanto para ser utilizados como chivos expiatorios ante la falta de respuestas , como para hacer cargar los costos de ajustes y daños provocados por crisis recurrentes a quienes y como no corresponde hacerlo.
No debiera aspirarse solo a una manifestación de «buenas intenciones», sino a diagnósticos realistas, y a propuestas y acciones concretas, viables y realizables a partir de condiciones objetivas. Deberían, por supuesto, tomarse en consideración condiciones políticas y económicas reales existentes, tanto nacionales, como regionales e internacionales.
El cambio del modelo de acumulación/desarrollo no puede ser solo «hacia afuera», sobre todo cuando éstos no tienen dinamismo de demanda y prevalece el «sálvese quien pueda». Es precisó fortalecer mercados nacionales y regionales, de forma también que los eventuales beneficios de mejoras en crecimiento y la productividad por la inversión no sean social y económicamente con-centrados sino integrados y dinamizadores.
Son siempre más valiosos los análisis serios y las ideas ponderables que los preconceptos. y lugares comunes repetidos sin fundamento . Con los primeros es siempre posible contar al menos con puntos de partida para comprender y hacer. Sin ellos únicamente cabría resignarse » a lo que depare un destino inexplicable» . El pensador social debe aspirar no solo a ser original, inteligente y científicamente meticuloso, sino , en la medida de sus posibilidades, bregar por ser oportuno , realista y propositivo. Contribuir a un mundo que merezca ser vivido.
*Profesor Titular de Economía de la Universidad de Buenos Aires. Co-Director del Centro de Investigación y Gestión de la Economía Solidaria (CIGES), Asesor de la Central de Entidades Empresarias Nacionales de Argentina (CEEN). Investigador CLACSO y del Centro de Investigación Estratégico para la Integración Financiera de América Latina (CINFIN).
Integración y desarrollo
Alberto Couriel
Creo que no hay desarrollo sin integración, y que no hay integración sin integración productiva.
Vamos a partir de objetivos, de metas que también pueden considerarse como verdaderas utopías, si miramos la actual realidad regional. Dada la situación internacional no se puede soslayar la necesidad de realizar acuerdos comerciales, que tienen que ser funcionales a las necesidades de desarrollo de los países sudamericanos. Pero en el mundo juegan las relaciones de poder. Por ello es imprescindible avanzar hacia la unidad regional, a lograr propuestas comunes que atiendan las especificidades de nuestros países.
Los tratados de libre comercio existentes atienden las necesidades de las grandes empresas transnacionales, que están interesadas en la propiedad intelectual para extender los plazos de las patentes, en las compras gubernamentales, en la protección de sus inversiones, donde las controversias con el Estado las resuelvan tribunales internacionales y la liberalización de los servicios.
Son imprescindibles las negociaciones y acuerdos de los países sudamericanos con EE UU, la Unión Europea y China que es uno de nuestros principales compradores, y que genera una nueva relación Centro-Periferia, en la medida que le vendemos recursos naturales con el mínimo valor agregado y le compramos rubros de alta y media tecnología. En estas negociaciones es vital que no se limiten las posibilidades de participación del Estado. En los acuerdos existentes con el mundo desarrollado, se restringe la acción del Estado, porque se parte que su función es atender la seguridad del pago de los servicios de la deuda atacando al déficit fiscal y la contención de la inflación. Luego el libre juego del mercado resolvería los problemas económicos y sociales.
Para nosotros el papel del Estado es fundamental para alcanzar el desarrollo, con la participación de empresas públicas en sectores estratégicos, para la promoción de la ciencia, la tecnología y las innovaciones, para facilitar nuevas cadenas de valor regionales e internacionales, para definir los cambios en la estructura productiva y una nueva inserción económica internacional, para asegurar el empleo productivo, para atender los problemas sociales y, esencialmente, para el logro de mayores igualdades entre los distintos sectores sociales, para equidad de género, para enfrentar desigualdades generacionales y raciales.
El otro elemento central para el futuro de la integración es el de la inserción internacional. Hoy exportamos recursos naturales, con bajo nivel de valor agregado. Los acuerdos comerciales existentes tienden a que la región siga vendiendo commodities. Si seguimos exportando exclusivamente productos primarios, o con bajo valor agregado, se limitarán las posibilidades de empleo productivo, se afectarán las posibilidades de redistribución del ingreso y de atención a los problemas de los distintos sectores sociales.
Vivimos el mundo del conocimiento y los países desarrollados venden alta y media tecnología. Los países de la región seguirán exportando recursos naturales, pero es necesario avanzar en valor agregado y contenido tecnológico de dichos rubros. Pero avanzar hacia el desarrollo requiere colocar en el exterior productos de alta y media tecnología. Para ello es esencial, es central, es fundamental la integración productiva, la participación en cadenas de valor internacionales aportando contenido tecnológico, la creación de nuevas cadenas de valor regionales que permitan la participación de los distintos países acordando donde se efectivizarán los contenidos tecnológicos.
Esta integración productiva es otra meta o utopía imprescindible para alcanzar el desarrollo y para avanzar hacia la mejora del empleo y la igualdad. En la actualidad esta integración productiva en el Mercosur, se concreta en la industria automotriz, sobre la base de acuerdos de las grandes empresas transnacionales en su beneficio, que no siempre coincide con los intereses nacionales y regionales. La complementariedad productiva es central, pero no es cualquiera. No nos sirve la complementación productiva existente entre EE UU y México donde éste aumenta las exportaciones industriales, pero sin mejoras del conjunto del país y de su sociedad.
La integración general, y sobre todo la integración productiva, requiere de empresarios nacionales y regionales, con la suficiente conciencia de la necesidad de la integración, y de la generación de nuevas cadenas de valor, mecanismo que actualmente predomina en el comercio internacional donde las grandes fábricas son EE UU, Alemania y China.
Para esta conciencia regional es fundamental el papel de los partidos políticos desde el centro hacia la izquierda, que no le han dado la necesaria prioridad a la integración, el papel del sistema educativo sobre esta temática y el de los grandes medios de comunicación que en la actualidad juegan un papel muy negativo sobre estos temas.
El futuro requiere de estrategias de desarrollo que en los cambios de la estructura productiva tengan nítidamente claro el tema de la integración productiva. El desarrollo requiere de una nueva inserción internacional donde las innovaciones, los cambios tecnológicos son vitales. Y ello es muy difícil de lograr si no avanzamos en la integración regional y especialmente en la integración productiva. Por ello no habrá desarrollo si no hay integración.
Pero, además, no habrá integración si no se concreta la integración productiva. Por supuesto que estamos pensando en mediano y largo plazo porque las condiciones políticas actuales no son las más adecuadas para avanzar en estos planteos. Pero se marca una ruta para ir avanzando.
*Economista, docente y exsenador uruguayo