Identidad y globalización según la investigación arqueológica en Panamá

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Por Esther Arjona

Huesos, pedazos de arcilla, piedra tallada. Piezas de orfebrería que van desde objetos ceremoniales hasta piezas ornamentales. Estos tesoros forman parte de los hallazgos que arqueólogos han hecho a lo largo y ancho de nuestro país. Sumamos a ello ropa, utensilios e incluso restos de alimentos que nuestros antepasados consumían y que nos permiten tener una imagen de cómo era un habitante de Panamá en tiempos antiguos, desde cuándo se habitaba nuestro Istmo y qué costumbres se tenían. Aparte de la imagen romántica de un investigador que dedica su vida a realizar ‘grandes hallazgos’, muy pocos, sobre todo en Panamá, dan valor al resultado de estos estudios. Muy pocos comprenden cual es su aporte real.

Al día de hoy gran mayoría de los museos estatales mantienen sus puertas cerradas, existe a nivel de universidades solo una escuela de antropología, grupos humanos luchan por que sus costumbres sean registradas, respetadas, tomadas en cuenta.

Panamá, uno de los países con mayor crecimiento económico de la región dedica recursos insuficientes en estos renglones.

‘Me atrevería a decir que siempre ha habido el potencial de hacer más, pero siempre hemos sido pocos y no se logra lo suficiente’, dice el arqueólogo y antropólogo Carlos Fitzgerald.

Esto en parte, considera el investigador, tiene que ver con que hay muchos más esfuerzos individuales que colectivos. ‘Provenimos de distintas escuelas, trabajamos con distintas metodologías, perspectivas y visiones muy distintas de lo que es y debe ser. Para Fitzgerald esa diversidad debe ser vista como algo positivo que, sin embargo, no ha permitido la generación de un espíritu de grupo.

Siento que es positiva esa diversidad pero me preocupa que no hemos logrado conformar una escuela de antropología que cubra todas las áreas de la antropología, porque hemos hablado de arqueología y antropología social, pero también está la antropología física o biológica y también está la antropología lingüistica’, comenta Fitzgerald. En estas áreas hay mucho por hacer ya que en Panamá hay gran diversidad lingüistica, étinica y genética. ‘Ojalá se pudieran formar profesionales que abordaran esos temas y que están siendo abordados, como ha sido históricamente el caso, por especialistas que vienen de fuera y encuentran en Panamá un lugar perfecto para hacer investigaciones, entre otras cosas, porque todo está por hacer, porque los temas no están saturados, porque se pueden ver otras perspectivas, porque se puede lograr generar conocimientos novedosos que quizá en otros lugares sería mucho más difícil porque hay mucha más gente, más competencia’.

Si bien hubo esfuerzos aislados en fechas previas, la antropología tuvo un despegue muy importante en la década de 1970 bajo la figura de la Dra. Reina Torres de Araúz, con un mayor apoyo instituconal y de manera mucho más científica. En esta ‘primavera’ antropológica ‘se construyen casi todos los museos de Panamá, con una perspectiva antropológica que promovía esta conceptualización de una nación multicultural’, detalla la antropóloga Ana Elena Porras, profesora en la escuela de antropología de la Universidad de Panamá. ‘El Museo del Hombre Panameño es el más importante para la identidad panameña porque va mucho más allá de lo tan trillado del ‘Panamá de transito’. En ese museo ella pudo demostrar y promover el mensaje de que Panamá era una nación milenaria con culturas y pueblos de más de 13 mil años de antigüedad. El museo tiene esa gran misión de dar ese mensaje. Panamá no es reciente’.

En términos de investigaciones, en Panamá se han hecho interesantes estudios. ‘Se han hecho muchas trabajos, por ejemplo los que ha hecho Richard Cooke desde la perspectiva de la ecología humana y las adaptaciones de las poblaciones a los entornos y cómo se refleja eso en la arqueología, y que ha estado trabajando en eso por más de 40 años. Eso es top of the line ; el trabajo que se hace en los laboratorios del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales para investigar los microfósiles y las adaptaciones humanas que se pueden observar a través de los vestigios de la flora y la fauna, eso es ejemplar en todo el continente. Los trabajos que hizo la difunta Olga Linares tratando de entender los modos de vida antiguos de Panamá desde la perspectiva cultural son clásicos. Haber sido colega de Olga en Panamá es un honor’, afirma Fitzgerald.

Sin embargo, en términos generales, no hay gran cantidad de publicaciones. Principalmente en los años 70, y menos en los ochenta hubo muchas publicaciones de temas de arqueología y antropología especialmente incentivadas por Reina Torres de Araúz. Se hacían congresos y simposios nacionales de antropología arqueología y etno-historia. Una asociación de antropología se formó por aquella época y funcionaría hasta la década de los ochenta, momento en que se aflojó el entusiasmo. Se entró en decadencia.

Más tarde en los años noventa se lograría la creación de la escuela de Antropología en la Universidad de Panamá. Profesionales egresados de esas primeras generaciones trabajan en algunos proyectos, otros han salido a especializarse en el extranjero.

‘La Universidad de Panamá es la única que tiene escuela de antropología e historia, las otras tienen estudios, materias, pero no han consolidado su facultad de humanidades para la investigación de los temas de las culturas panameñas’, comenta Porras. Si bien la escuela ha tenido sus altas y sus bajas, ha logrado mantenerse, se están ofreciendo becas para incentivar el estudio de estas disciplinas, sin embargo hay que tomar en cuenta que se estudia una profesión para vivir de ella y su campo es muy limitado en Panamá. Tampoco abundan los fondos para las investigaciones. Es un panorama complejo.

Recientemente se conformó una asociación de Antropología e Historia. Empieza a despertar el interés. También han surgido nuevos proyectos. Hay un mayor movimiento.

¿PARA QUÉ SIRVE ESTE TRABAJO?

‘Esta es una pregunta que yo me hago todos los días, para qué sirve lo que yo hago en un mundo en el que constantemente estamos volteando la espalda la historia, al patrimonio, a la memoria. Nos sirve para entender nuestra identidad, para saber quienes somos, el tema identitario es fortísimo en lo que nosotros hacemos día a día. La antropología y la arqueología son ese espejo en el que es necesario mirarse todos los días para saber que uno está vivo. Si no ves tu reflejo en el espejo, no existes y el patrimonio es como un espejo, frágil, si se rompe y lo vuelves a armar ya no es lo mismo. Por eso nosotros tratamos de generar conocimientos sobre de dónde venimos, sobre quienes somos’, explica el arqueólogo.

Esta información la complementa Porras, con la misma figura. ‘Los museos no son para los turistas, aunque tienen un componente de turismo cultural. Los museos son una herramienta fundamental para la educación de su población y son como sus espejos. Su función es el autoconocimiento, saber quienes somos de dónde somos y por qué’. Y va más allá.

La gente ríe con los relatos sobre los indígenas que en tiempos coloniales cambiaban el oro por espejitos, cuenta Porras. ‘Pero es que esos espejos son fundamentales para el ser humano. Incluso hoy la televisión, la fotografía y los selfies son espejitos, pareciera una necesidad psicológica del homo sapiens tener una autoimagen para poder evolucionar y desarrollar su potencial’, explica. La misma función la tuvieron las manos rupestres en las cuevas de Altamira o un grafitti que dice ‘yo estuve aquí’

‘Y en ese caso de cambiar oro por espejitos, si lo vemos desde el punto de vista antropológico, era intercambiar materia prima por tecnología. No era tan estúpido el intercambio. Además el valor estaba en la oferta y la demanda. ‘Te doy lo que me sobra por algo que me falta”. Visto hasta en el siglo XXI, tiene sentido.

Volviendo a los museos y sus colecciones arqueológicas y antropológicas, estos reorganizan esta información de manera tal que puedan ofrecer al pueblo panameño un espejo donde pueda mirarse, reconocerse, comprenderse y reinventarse.

‘Este espejo nos falta ya desde hace muchos años. Los museos son los encargados de registrar las identidades de manera histórica y las cuestiona y reinterpreta como un medio de ofrecer un reflejo’, indica. Cada persona, al mirarse en sus espejos pueden ver distintas cosas. ‘Lo hermoso de la antropología es el estudio de las culturas, como las mentalidades y la visión de los pueblos sobre su historia y su visión sobre el futuro’, agrega Porras.

Si bien todos tenemos una identidad, no necesariamente estamos conscientes de ella. De acuerdo con Fitzgerald, ‘tener conciencia de quienes somos, de nuestra identidad, nos permite entre otras cosas ser más competitivos en un mundo globalizado en donde la competencia es feroz, donde solo destacan aquellos que están claros en su posición en el mundo. Si uno no sabe de dónde viene o no sabe quién es sencillamente se deja llevar’, dice el arqueólogo y agrega, ‘los grupos humanos, los pueblos, los países en donde esa cacareada identidad nacional está bien consolidada o está bien conformada por una serie de imaginarios y de conductas, al respecto de uno qué hace o cómo se lleva, compiten mucho mejor y si estamos en un mundo donde la competencia es importante, una mejor conciencia de la identidad que la podemos tener entre otras cosas conociendo nuestra historia, conociendo nuestras raíces, siento que es válido’.

Porras ofrece un ejemplo interesante. ‘Si nosotros tenemos un presidente y equipos de gobierno que no tienen una autoestima de lo panameño, cómo van a defender los intereses de los panameños?’

La antropóloga social considera que ‘en una buena medida, la creciente corrupción existe porque se ha desmantelado la educación en los últimos tiempos reduciendo horas de historia, eliminando. esa educación artística, integral. Se vandalizan las escuelas porque no hay sentido de pertenencia. ‘Si sientes que no perteneces a ello, vandalizas, sobre todo si tienes odio, dolor de sentirte despreciado’, asegura.

Para Porras, en la cultura, la filosofía e incluso la poesía están los instrumentos para el desarrollo humano de Panamá.

‘Hay que fortalecer la academia, la institucionalidad y acoger todas las prácticas culturales. Todas’.

Y es que aunque las identidades tienen todas el mismo valor cultural, por razones históricas y políticas, grupos han establecido su supremacía sobre otros.

‘Esa situación no ha cambiado mucho desde la colonia, nos vemos unos a otros como salvajes es una manera de ‘ningunearnos ‘, término panameño que significa hacernos nadie. Todavía estamos colonializados’, admite la académica.

‘Nos compran el voto y nos roban porque no hay hermandad, tú no le haces eso a un hermano’, insiste.

Por ello, todos debemos estar representados. Tienen que haber imágenes y voces de todos para que todos en Panamá sientan que hacen parte de un proyecto nacional común, para que se logre construir un proyecto de desarrollo nacional a largo plazo.

Cada grupo tiene propuestas diferenciadas de ver la vida y se puede aprender unos de otros. Es importante ofrecer la oportunidad de sentirse parte de una nación a todos los grupos ya sea de distintas etnias, edades, procedencias. Así se combate la violencia, la criminalidad.

Es también relevante resaltar que las identidades, ese reflejo que nos ofrecen nuestros espejos, son construcciones culturales y por ende, cambiantes. No es cuestión de categorizar determinados grupos por situaciones vividas en un momento histórico. Hay que deconstruir las identidades negativas. En Panamá se da esto de forma más dramática porque somos más diversos y multiculturales.

A QUIENES TOCA ESTA LABOR

‘Nos toca a los que hemos tenido el privilegio de la información, de la educación y paz, si se quiere, para hacer trabajos de investigación, para haber conocido esa Panamá que ya no existe’, comenta Fitzgerald.

‘Vivimos un momento muy dinámico, no solamente en nuestro país sino en toda la región e inclusive de todo el continente, en donde se están perdiendo referentes’, agrega.

Estas pérdidas se deben a cambios inexorables: ecosistemas completos están desapareciendo, así como las reglas de la sociedad, de cómo interactuar. Entonces, todos aquellos que tuvimos el privilegio de haber vivido otro momento o de haber conocido o de haber tenido la información a mano para transmitirla, debemos llevar ese bastón como en las carreras de relevo, y dárselo a la siguiente generación’, establece Fitzgerald.

Para el investigador es algo urgente y que ni siquiera hay que dudar en intentarlo. Todo el que pueda tiene que estar contribuyendo a través de opinión, educción e investigción.

‘No solo se debe estar constantemente divulgando o reiterando o compartiendo lo que sabemos. También generando conocimientos nuevos y complementando lo que ya se sabe. Hay que generar una nueva base de conocimientos para construir’, concluye Fitzgerald.

ESPECIAL

EL REFLEJO DE NUESTRA NACIONALIDAD

Cual es la situación de la arqueología y la antropología en nuestro país, nuevos proyectos e investigaciones, el estado de nuestro patrimonio histórico, además de perfiles de las personalidades que sentaron las bases de las prácticas de estas ciencias cuyos aportes son mucho más significativos de lo que se piensa, será el contenido que encontrará en estas publicaciones especiales durante esta semana. Nuestra herencia es nuestro reflejo.
La Estrella


La globalización, un reflejo de 500 años

Por Daniel Alarco

Cuando el arqueólogo panameño Tomás Mendizábal obtuvo los resultados de más de 100 enterramientos que fueron hace poco encontrados en una excavación en las ruinas de Panamá Viejo, el especialista reafirmó un pensamiento compartido por varios expertos: la estrecha relación existente entre la naturaleza de la sociedad panameña de 1519 y la actual.

Según los avances de antropología biológica, revela Mendizábal, parece que en dichos enterramientos hay gente de todas las etnicidades: africanos, indígenas, europeos y mestizos.

La lección que toma de esas excavaciones, admite, es que la sociedad istmeña siempre ha sido una sociedad mezclada, de inmigrantes, en la que los blancos eran minoría.

ESENCIA GLOBALIZADA

‘Panamá Viejo está enmarcado en ese inicio de proceso de globalización que empezó en esa época (S. XVI) y que todavía estamos viviendo’, señala el reconocido arqueólogo panameño, egresado de la Universidad de Liverpool.

Las excavaciones en Panamá Viejo que dirigió él mismo, forman parte del proyecto ArtEmpire, ‘Una arteria del Imperio. Conquista, comercio, crisis, cultura y el enlace con Panamá (1513-1671)’, que es financiado por la Consolidator Grant del European Research Council (ERC), diseñada dentro del programa Horizonte 2020, CoG 648535, con una duración de 5 años y dirigido por Bethany Aram, investigadora de la Universidad Pablo de Olavide (UPO) de Sevilla.

En principio, la segunda etapa de estas excavaciones, revela Aram, está prevista para iniciarse en enero de 2018, con el visto bueno del Patronato de Panamá Viejo (PPV). De hecho, el ArtEmpire es un proyecto interdisciplinario en el que se mezclan distintas ramas, como la arqueología, la antropología, la paleobotánica, la genética y la historia, esta última, porque se contrastarán documentos antiguos con nuevos descubrimientos científicos.

Para la investigadora de la UPO, los hallazgos actuales ‘ponen en relieve el impacto de los procesos iniciados en el siglo XVI que pusieron en contacto zonas, bienes y gentes totalmente desconocidos en el planeta’.

‘Uno piensa que Panamá Viejo es la primera ciudad española fundada en el Pacífico, pero lo que tenemos es una ciudad indígena, africana, europea, tan mestiza y tan compleja como esta primera globalización, con repercusiones que van más allá de la simple fundación de una ciudad’, describe Aram, quien posee un doctorado en historia por la Universidad John Hopkins de Maryland, Estados Unidos.

Para la investigadora principal del proyecto ArtEmpire, esa es la importancia de esta primera Ciudad de Panamá, la conexión entre el Atlántico y el Pacífico, y el contacto entre las expresiones de cuatro continentes.

‘Desde que Pedrarias Dávila funda en 1519 la Ciudad de Panamá, cambia por completo la historia del Istmo, que hasta ese momento había sido una historia de sedentarismo, de gente que vivió aquí por miles de años, y cambia a este fin transitista’, esclarece Mendizábal, quien posee un doctorado del Instituto de Arqueología de La Universidad de Londres.

EL PANAMÁ DESCONOCIDO

La información que reposa en cada una de las 28 hectáreas que componen el sitio arqueológico de Panamá Viejo está a punto de transformarse, otra vez. La próxima semana, el Patronato de Panamá Viejo hará pública la inauguración de una exhibición museística permanente que, en parte, hará énfasis en las poblaciones prehispánicas que ocuparon este lugar hasta 1519.

De acuerdo con Mendizábal, esta nueva exposición enfatiza los más de 1,500 años que tiene el asentamiento. ‘Ahí vivió gente desde el siglo VI d.C., que es la evidencia más temprana que hemos encontrado’, dice Mendizábal, en entrevista con este diario.

Según el arqueólogo, cuyo énfasis de su tesis fue la ocupación prehispánica de Panamá Viejo, mucha gente piensa que los indígenas vivían aislados, pero no fue así. Eran sociedades relativamente complejas, que comerciaban, guerreaban y se relacionaban entre sí, algo que se puede ver hasta en las crónicas de la conquista española: los indígenas del istmo sabían de la existencia del Perú, por ejemplo.

‘En Panamá Viejo se encuentra cerámica que, sabemos, fue hecha acá, pero con motivos de la cerámica de Coclé o Azuero (ubicados en el Golfo de Panamá). No sabemos si estaban viajando el ceramista, la idea o los arefactos, pero definitivamente había un contacto de cientos y hasta miles de kilómetros’, explica Mendizábal.

Los grupos prehispánicos eran sociedades como cualquier otra alrededor del mundo, continúa el arqueólogo, pero se vieron totalmente devastadas y reducidas a nada debido a la brutalidad del impacto de la invasión española.

Actualmente, según Mendizábal, muestras de enterramientos humanos prehispánicos han sido enviadas a Italia para el análisis de su ADN, proyecto incluido en el ArtEmpire y del que está a cargo el Alessandro Achilli, del departamento de Microbiología de la Universidad de Pavia.

‘Si nadie planteaba este tipo de investigaciones hace 10 o 20 años, es porque era técnicamente imposible. Pero ahora tenemos otras herramientas, sin dejar a un lado las tradicionales, para aportar novedades’, concluye Aram.

PATRIMONIO MUNDIAL

El conjunto histórico es reconocido por la Unesco desde 2003:

‘Un testimonio excepcional del planeamiento de una ciudad de su época y cultura’, es uno de los criterios que lo llevó a esta categoría.

Su estrecha relación con el descubrimiento europeo del Océano Pacífico, la expansión española y Simón Bolívar, también lo definen como un lugar de gran valor mundial.

En 1671, tras el ataque del pirata inglés Henry Morgan, la ciudad es destruida y reubicada a lo que hoy se conoce como Casco Antiguo.
La Estrella
 
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