Brasil: líder indígena recurre a Europa para poner fin a la apropiación de tierras
Líder indígena guaraní-kaiowá recurre a Europa para salvar a su pueblo y a los bosques
Ladio Veron, líder de la población indígena guaraní-kaiowá de Brasil, recorrió Europa buscando apoyo internacional con desesperación para detener los ataques y los asesinatos, los robos de tierras y la destrucción medioambiental, que, según cuenta su pueblo, se han convertido en un distintivo de la administración de Temer en Brasil.
Los guaraní-kaiowá luchan por el reconocimiento de los derechos sobre sus tierras en el estado de Mato Grosso do Sul en el sudoeste de Brasil, que limita con Paraguay. Luego de décadas de conflictos violentos y territoriales con los ganaderos y agricultores de soja y caña de azúcar, Veron espera promover el apoyo y construir una red internacional de aliados que ejerza presión sobre Temer y el Congreso Nacional dominado por grupos de presión de la agroindustria.
“Europa no puede resolver esto”, Veron le comentó a Mongabay, pero “puede apoyarnos, ejercer presión, condenar la situación y exigir que nuestros derechos y nuestras tierras sean reconocidos”.
La gira de tres meses del líder, que comenzó en marzo y finalizó en junio, coincide con las crecientes tensiones entre el estado y la población indígena en Brasil donde estallaron manifestaciones, seguidas de algunos casos de ataques violentos. El líder viajó por España, Grecia, Italia, el Reino Unido, Portugal, Irlanda, Alemania, Suiza, Francia, Bélgica y Austria.
“Estoy aquí para luchar por la justicia para mi pueblo”, Veron manifestó mientras lideraba una protesta pacífica fuera de la embajada brasilera en Londres en el mes de abril. Entre tanto aceptaba ánimos y abrazos de los manifestantes, reconoció que ha “avanzado mucho”.
La embajada brasilera confirmó la recepción de una petición de Veron en nombre de los guaraní-kaiowá que contiene una “solicitud por la demarcación de las tierras y la seguridad” y describía la manifestación como un “encuentro pacífico y democrático”. La petición exige al gobierno de Temer que “delimite las tierras guaraníes inmediatamente”.
Antes de que los colonos europeos llegaran a Sudamérica, había algunos millones de pobladores guaraníes. Hoy son alrededor de 51 000 los que habitan Brasil, cerca de un tercio son guaraní-kaiowá. A principios de los 1900, el Servicio de Protección Indígena (SPI) del estado redujo las tierras guaraní-kaiowá a ocho áreas de reserva, con una totalidad de menos de 30 000 hectáreas (115 millas cuadradas). Ahora las mismas tierras son hogar de “nuevas ciudades y fábricas”, expresó Veron.
De acuerdo con la embajada brasileña, hoy alrededor del “13 % de Brasil tiene áreas indígenas demarcadas, aproximadamente 117 300 kilómetros cuadrados (453 millas cuadradas), cuatro veces más que el tamaño del Reino Unido”.
La demarcación completa de las tierras indígenas se garantizó bajo la constitución brasilera de 1988, pero el gobierno atrasó la finalización del proyecto. “Todavía no se hizo entrega de la tierra y no sabemos por qué”, manifestó Veron.
Los guaraní-kaiowá ahora viven en pequeños terrenos del tamaño de canchas de futbol laderos a las carreteras. Veron dice que ha habido 46 intentos de reclamar las tierras que resultaron exitosos. Cada intento recupera una granja o un pequeño terreno, un par de millas cuadradas.
Mientras los gobiernos anteriores hicieron promesas vacías de reconocer y devolver las tierras de los guaraní-kaiowá, retrasando el proceso de demarcación, el gobierno actual se está apresurando para aprobar planes que detengan el proceso por completo.
Los agricultores, los potenciales terratenientes e invasores de tierras reaccionaron a los reclamos de las tierras indígenas, la inacción del gobierno y la retórica antiindígena contratando a sicarios. Como resultado, según un informe del 2015 de una ONG brasilera, Conselho Indigenista Missionario (Consejo Misionario Indígena), 390 líderes guaraní-kaiowás fueron asesinados entre el 2003 y 2014 y aún más fueron atacados y gravemente heridos.
Con la esperanza de terminar con esta violencia, la petición de Veron que se le entregó a la embajada brasilera en Londres ahora se ha “transmitido a nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores en Brasilia y al presidente de la Fundación Nacional Indígena [FUNAI]”, aseguró un vocero de la embajada. FUNAI es el órgano del estado de Brasil responsable de las políticas que protegen al pueblo indígena.
En mayo, la Comisión Parlamentaria federal recomendó la abolición del FUNAI y pidió el arresto de algunos de sus empleados por presuntas actividades ilegales en apoyo al movimiento indígena. Durante la gira, se recolectaron firmas por Europa para la petición en contra del devastador recorte de fondos que se llevó a cabo recientemente.
Mientras que el presupuesto de FUNAI ha sido “gravemente bajo por muchos años”, manifiesta Sarah Shenker, una vieja activista en la ONG Survival International, la avalancha reciente de recortes “no es accidental. Los políticos poderosos están intentando reducir el poder y el impacto [de la fundación]”. Los críticos expresaron que los recortes más recientes llegan cuando la bancada ruralista, el sector de la agroindustria brasilero, busca ser reconocido por su apoyo al presidente Temer en la asunción del poder el año pasado. “Es una emergencia que se puede traducir en la extinción de tribus aisladas”, agregó Shenker.
La gira también recolectó firmas en Europa en una petición que exhorta el voto en contra del congreso brasilero sobre “PEC 215”. Esta enmienda constitucional le revocaría poderes al FUNAI para restaurar las tierras indígenas, transfiriéndole el poder al Congreso, cuyos miembros están profundamente influenciados por los intereses de la agroindustria.
A pesar de que los impactos a largo plazo de la gira se desconocen, a corto plazo, “la voz del pueblo guaraní-kaiowá se hizo escuchar fuerte y claro”, expresa Shenker.
La gira guaraní-kaiowá dio lugar a favorables informes de los medios en Brasil, España, Italia, el Reino Unido y Alemania. “Ha habido muchas publicaciones en varios idiomas. Hubo una buena respuesta por parte de los medios”, manifiesta Shenker. Muchas organizaciones europeas ofrecieron asistencia, incluidos los grupos de fe en Italia y activistas medioambientales en Grecia.
Los miembros de los parlamentos español, alemán y austríaco se reunieron con Veron. El grupo de parlamentarios de Derechos Humanos del Reino Unido se comprometió a controlar los abusos de los derechos humanos contra los guaraní-kaiowá, al igual que el movimiento político irlandés, Sinn Fein. Las solicitudes para que el problema sea tratado en los parlamentos europeos también se encuentran en marcha. “La presión internacional puede ser determinante”, dice Shenker.
Veron visitó la Universitat Autònoma de Barcelona, conversó con activistas en Leipzig, al este de Alemania y estuvo en varios programas de radio. En Austria, charló en una escuela sobre los hábitos de consumo de alimentos europeos que están directamente relacionados con las políticas de los grupos de presión agrícolas en Brasil, la soja sembrada en antiguas tierras indígenas alimenta a gente en todo el mundo.
Es de gran ayuda cuando las personas en Europa “comprenden que lo que les está sucediendo a los pueblos indígenas no es solo una situación lejana y que no tiene nada que ver con nosotros”, expresa Shenker.
La gira es una muestra directa de que los guaraní-kaiowá perdieron toda fe en el gobierno actual. “Lo que propone Temer no es nada menos que el genocidio y etnocidio de la población indígena”, manifiesta Seb Muniz, oficial superior de los programas internacionales en War on Want (organización benéfica antipobreza que lucha contra la inequidad y la injusticia) en Latinoamérica.
Temer no es “el primero en violar nuestros derechos y en discriminarnos”, Veron le dijo a Mongabay. Por años, las promesas del estado de proteger a los pueblos indígenas y restaurar las tierras no se cumplieron. No hay “respuesta” ni “resultados”, expresa Veron, “no hay respuestas, ni seguimientos”.
“Muchas veces, [nuestros] líderes van hacia la capital para conversar con el gobierno, pero no los escuchan”, dice Veron. “Pedimos que el parlamento, el congreso, el senado, nos den una audiencia, pero ninguno nos recibe”. En mayo, la protesta indígena más grande en Brasilia, la capital del país, se enfrentó a gas lacrimógeno y balas de goma.
La última solución es venir a Europa y solicitar apoyo”, expresa Veron. “No tenemos a quién más acudir en Brasil”.
A medida que se desarrolla el viaje, los brasileros caen más y más en la desesperación, en tanto la corrupción sacude al país. “La represión, militarización y la creciente indiferencia por la democracia deja a los más vulnerables en Brasil en una situación especialmente desafiante”, expresa Muniz.
Las reformas de austeridad de Temer, los intentos de privatización, los recortes de los planes sociales, los ataques medioambientales y la concentración del poder político representan la agresión “no solo al pueblo indígena sino también a todos los sectores populares y vulnerables de la sociedad brasilera”, concluye Muniz.
“El movimiento se está fortaleciendo”, expresa Shenker, pero es dudoso el destino del pueblo guaraní-kaiowá y el resto de los bosques de Brasil, “es más importante que nunca que personas de todas partes de mundo se unan a la lucha”.