Trump contra el mundo: Los síntomas alarmantes del cambio climático
Sin inmutarse por los múltiples problemas internos que enfrenta su presidencia, acaso como una manera perversa de remontarlos, Donald Trump cumplió con una de las más graves amenazas que formuló como candidato: retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París sobre cambio climático.
Según el diario mexicano La Jornada, la decisión puede explicarse como una puesta al servicio de los intereses corporativos más devastadores en términos ambientales –especialmente, los de extracción de combustibles fósiles– pero también como un intento de manipulación extrema del chovinismo que permea en ciertos sectores de la sociedad estadunidense, que fueron determinantes para el triunfo electoral del propio Trump en noviembre pasado, y ante los cuales el mandatario republicano describe a su país como supeditado a acuerdos internacionales injustos y perniciosos para su economía.
La medida es lisa y llanamente desastrosa para el ambiente global porque llevará al segundo país más contaminante del mundo, después de China, a lanzar a la atmósfera una cantidad de gases de efecto invernadero –3 mil millones de toneladas de dióxido de carbono– que hará imposible el cumplimiento de las metas trazadas en el Acuerdo de París: limitar el calentamiento global a menos de 2 grados centígrados para finales del siglo XXI. El Acuerdo de París carece de mecanismos para obligar a sus firmantes a hacerse cargo de los deberes a los que se comprometieron.
No está tan claro si, para cuando Trump deje de ser presidente, habrá tiempo suficiente de frenar el calentamiento global. El Acuerdo no empezará a ponerse en práctica hasta 2020, pero es necesario que para entonces los compromisos de los países firmantes sean mucho más ambiciosos que los que hasta ahora hay sobre la mesa. Con EEUU fuera, las perspectivas no son buenas.
Síntomas alarmantes
Los indicadores clave del cambio climático son más alarmantes que nunca, desde la subida de la temperatura y la concentración de CO2 hasta el aumento del nivel de las aguas o el deshielo.
Récords de calor: El planeta batió en 2016 su tercer récord anual consecutivo de calor, con una temperatura superior de alrededor de 1.1ºC respecto de la media de la era preindustrial, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM). El siglo XXI cuenta ya con 16 de los 17 años más calurosos desde que empezó el registro de temperaturas, en 1880.
En el Ártico, la extensión del hielo estival de 2016 fue la segunda más reducida jamás registrada (4.14 millones de km2, por detrás de la de 2012). En algunas regiones de Rusia, la temperatura fue 6ºC o 7ºC superior a lo normal. En el otro extremo de la Tierra, en la Antártida, la banquisa (hielo marino) perdió en la primavera austral (noviembre) casi 2 millones de km2 respecto de la media de los pasados 30 años: era de 14.5 millones de km2 en 2016, y de 16.35 millones entre 1981 y 2010. El deshielo de los glaciares en los macizos alpinos continuó por 36 año consecutivo. Las grandes ciudades, por el efecto de las islas de calor generadas por el hormigón y el asfalto, podrían ganar hasta 8°C adicionales de aquí a 2100.
Cuatrocientas partes por millón: La concentración de los tres principales gases de efecto invernadero –dióxido de carbono (CO2), metano y oxido nitroso– alcanzó nuevos máximos en 2016. Por primera vez, en 2015, la concentración de CO2, el principal gas de efecto invernadero, superó las 400 partes por millón (ppm) a escala global, y la tendencia continúa. Para tratar de limitar el alza de las temperaturas a 2ºC y así contener las graves consecuencias del calentamiento global, la concentración media de gases de efecto invernadero no debe superar en 2100 las 450 ppm de CO2eq (equivalente de CO2 en partes por millón).
Las emisiones de gases de efecto invernadero, fruto de la energía fósil, deberían estabilizarse en 2016 por tercer año consecutivo, un avance inédito ligado a los esfuerzos de China, pero aún así insuficiente, según el balance de los científicos de Global Carbon Project. Los investigadores han alertado además sobre un auge repentino e inexplicado del metano, que tiene un efecto invernadero mayor que el del CO2, +3.3 mm al año
Nivel de océanos sigue subiendo: Según un estudio reciente, el fenómeno, que se pensaba que era gradual hasta la fecha, parece acelerarse: el nivel de los mares ha crecido entre 25 y 30 por ciento más rápido de 2004 a 2015, que durante el periodo 1993-2004. Este incremento podría intensificarse a medida que los glaciares y casquetes glaciares se deshielan (Antártida, Groenlandia). El alza es más rápida en algunos puntos, como el Pacífico y el océano Índico.
Extremos climáticos: El calentamiento favorece los episodios meteorológicos extremos, en particular las sequías y las olas de calor, señala un estudio de la OMM. Según algunos climatólogos, el volumen de sequías, incendios forestales, inundaciones y huracanes debidos a las alteraciones del clima se ha duplicado desde 1990. De acuerdo con el Banco Mundial, las pérdidas vinculadas con los desastres naturales ascenderán a 520 mil millones de dólares al año y arrastrarán a 26 millones de personas a la pobreza anualmente.
Mil 688 especies afectadas: De las 8 mil 688 especies amenazadas, o casi, 19 por ciento (mil 688) se ven afectadas por el cambio climático, tanto por las temperaturas como por los fenómenos extremos que éste entraña. La Gran Barrera de coral ha registrado su peor episodio de blanqueo por segundo año consecutivo. Además, los corales que se hayan visto afectados dos años seguidos no podrán recuperarse, aseguran científicos australianos. Un aumento de las temperaturas superior a 1.5ºC, un ambicioso límite incluido en el acuerdo de París junto con el de 2ºC, traería consigo una alteración de los ecosistemas de la cuenca mediterránea inédita en 10 mil años.
El aumento del nivel del mar, el cambio en el modelo de precipitaciones, el derretimiento de los glaciares, las modificaciones de las regiones agrícolas y el desarrollo de enfermedades erradicadas, son los efectos más importantes del calentamiento global en América Latina. El cambio climático es una amenaza clara y terrible para la región, que ha tenido poco o nada que ver en su gestación, pero de la que ya es parte importante de la solución.